viernes, 25 de octubre de 2024

Espacio menguante

 A lo largo de los últimos cuatro o cinco años, he comprado muy pocos juegos nuevos. Pocos, en comparación con lo que solía hacer antaño. Debido a una creciente indiferencia por las novedades, bien sea porque me siento totalmente desconectado de lo que ofrece el juego, bien sea porque ya tenga algún otro título en mi colección que me sirva exactamente igual de bien para representar lo mismo.

La naturaleza de los juegos de rol es tal, que un comprador puede llegar a no necesitar nada más de lo que ya tiene para cubrir sus necesidades de este ocio de por vida. No importa si eso supone contar con una ostentosa ludoteca o que te baste el primer manual que compraste y al que te has mantenido fiel durante décadas. Todos podemos llegar a ese punto. Parte del trabajo de las editoriales es convencernos de que no lo hemos alcanzado, de que esta novedad es necesaria, de que debes sustituir al juego que te gusta por la nueva edición del mismo, que tal vez se le parezca en poco. El mercado obliga a actuar así a las editoriales.

En algunos casos, he aprovechado esos cambios de edición -algo que a estas alturas la mayoría de las veces ya me provocan urticaria- para desentenderme de un juego. Es lo que me ha pasado con El Anillo Único, con La Llamada de Cthulhu, y creo que podría pasar también con Pendragón (está por ver si podré resistir los cantos de sirena, pero por ahora lo dejo fuera). De D&D (el oficial) hace tiempo que no quiero saber nada, y la nueva edición anunciada no me provoca ninguna reacción, buena o mala. Sencillamente, ya estoy demasiado lejos del público objetivo de este juego.

Pero algún que otro título ha caído, tanto manuales básicos como suplementos. Creo que la lista incluye Zweihänder (con varios suplementos, pero que también dejo atrás ahora que viene la edición "Reforged"), El Ojo Oscuro -de estos dos, casi todo a precios rebajados, de segunda mano o de saldos-, Jackals, Castles & Crusades y... pues creo que ya está. Bueno, no. Recientemente compré Rigtheous Blood, Ruthless Blades. Que el wuxia me gusta. Ah, y hace menos tiempo todavía me regalaron un ejemplar de Blackbirds, un juego con reglas de Zweihänder que es una obra de arte.

Como ya señalo más arriba, no solo los manuales, sino que terminé haciéndome con varios suplementos de estos juegos. Todos ellos me interesaron lo suficiente como para superar la cada vez mayor fatiga que me causa la procesión incesante de novedades. Hay algunos otros que me gustaron lo suficiente como para que tal vez pueda terminar por hacerme con ellos, y si no lo he hecho ya es porque me interesan más como jugador que como director de juego. Helvéczia y Por las Tierras Hundidas son buenos ejemplos. He jugado algunas partidas y tengo ganas de jugar -no dirigir, sino jugar con un PJ- más.

Es curioso eso ¿verdad? Supongo que a otros también les ocurrirá, lo de que un juego te interese principalmente para dirigir partidas, pero no te despierte mucho interés el participar como jugador -eso me pasaba con Hombre Lobo, allá por los noventa-, o la situación inversa, quieres jugar pero la idea de dirigir con ese juego te puede echar para atrás -creo que mi ejemplo personal sería GURPS-. Y luego están los que te gustan para todo.

Pero bueno, que me salgo del tema. El caso es que incluso estos títulos que he ido adquiriendo cada vez de forma más pausada, a pesar del interés que me despertaron y las expectativas provocadas por su lectura, en realidad no se han visto mucho en mi mesa. Con la excepción de Castles & Crusades, que hemos empleado para jugar un imponente megadungeon (unas cuantas docenas de sesiones, y muy lejos de llegar al final), los demás apenas los he llegado a probar, si es que lo he hecho en absoluto. Con Jackals hice una partida, a ver qué tal (por cierto, muy buena impresión). Del resto, ni siquiera eso.

Y es que, al final, a pesar de todos los cantos de sirena, de lo que me apetece poder dirigir campañas como Eternal Night of Lockwood o The Fall of the Children of Bronze, al final siempre vuelvo a mis habituales. A día de hoy solo hay dos juegos de los que pueda decir que me esfuerzo en no perderme nada, pero que además empleo regularmente en las partidas. Uno, para sorpresa de nadie, es Mythras. Y el otro es Aventuras en la Marca del Este.

Mi interés por la Marca viene de largo. Allá por 2008 un amigo me hablo de su blog, que cuando comencé a leer me causó una honda impresión. Fue mi toma de contacto con todo ese mundillo de la OSR. Las reseñas fotográficas, la ilusión transmitida por ediciones cada vez más distantes en el tiempo -BECMI y AD&D2ª-, que llegaba al punto de hacer que un grupo de amigos se liase para preparar su propio retroclón, que terminarían sacando adelante con esfuerzo y un resultado más que digno. No soy de los que se hicieron con un ejemplar de la primera tirada, la que se agotó en minutos. Mi caja roja lleva el sello de Holocubierta.

Y de ahí en adelante, poco hay que me falte de este juego. Las cuatro cajas iniciales, los módulos, las dos cajas posteriores y la inigualada serie Clásicos de la Marca, una línea de escenarios tan numerosos como diversos. Aunque en mi humilde y personal opinión, no todas y cada una de las entregas son cumbres de las letras roleras españolas como El Arca de los Mil Inviernos, incluso los más sencillos y tradicionales tienen sus virtudes. En más de una ocasión me han sacado de un apuro, cuando me veía sin ideas o me encontraba con que el devenir de la campaña necesitaba, y rápido, de alguna aventura o localización. Aunque sea una guarida de goblins.

No todo en este juego ha sido maravilloso, pero creo que siempre ha sido auténtico, sobre todo desde que la gestión del mismo recae íntegramente en el grupo creativo que le dio origen. Creo que esa es la principal razón que me ha mantenido enganchado a la Marca durante catorce años ya. Repito que no lo tengo todo -me faltan algunos de los últimos escenarios de los Clásicos-, pero casi. Xorandor ha sido, por el momento, mi última adquisición, mientras que Corona de Sal me la regalaron unos amigos. Y por cierto, que mi interés por Castles & Crusades fue un salto después de leer y dirigir algunas sesiones en Marjalnegro con Crónicas de la Marca del Este (tenía Leyendas de la Marca del Este desde que salió, pero en realidad nunca pude leer debidamente ese manual, mis ojos ya no están para tamaños de fuente tan diminutos).

Lo más curioso de todo es que he dirigido en pocas ocasiones con Aventuras en la Marca del Este. Lo he hecho, sí, pero en contadas ocasiones (la más reciente, algunas expediciones al Castillo Xyntillan, saldadas con terribles consecuencias para los PJ). El uso práctico que le he dado al contenido de este juego ha sido el saqueo de elementos, localizaciones, aventuras, poblaciones, ¡incluso regiones enteras! trasplantadas a la ambientación en la que dirijo partidas estilo D&D (casi siempre con Fantasía Clásica, ocasionalmente con algún otro sistema). Y es que el juego publicado por el grupo creativo está bien, pero su verdadera virtud reside en toda esa serie de aventuras, a mi entender.

En cuanto a Mythras, pues qué voy a decir que no haya dicho ya. Por el momento, lo que salga. No me defrauda, aunque a veces haya tropiezos como el de Mythic Polynesia y su controvertida representación de la cultura maorí (y si bien es comprensible el malestar de algunos por ello, creo que también lo sería el entender que probablemente no hubo mala intención, sino un error por el uso de fuentes desfasadas para documentar esa parte del suplemento. Que siempre estamos dispuesto a encender las antorchas y levantar las horcas a la primera, sin esperar explicaciones ni ofrecer cuartel).

Por Mythras, entiendo no solo este juego, sino todo lo relacionado con este sistema. Lyonesse y Destined, pero también M-Space, Raiders of R´lyeh y lo que salga. Perceforest, por ejemplo, me parece una joya.

Y bueno, pues ahí estoy. Mythras me sirve para casi todo -para casi todo lo que me interesa dirigir, en cualquier caso- y tengo otros títulos con los que jugar aquello que, por una razón u otra, me parece que el juego de TDM pueda no ser el adecuado para ello. 

En ocasiones me pica el gusanillo de probar alguna cosa nueva, pero como soy más de campañas largas que de alternar entre escenarios cortos, encuentro que no hay tantas oportunidades para probar alternativas. Las últimas semanas sí he tenido ocasión -como jugador- de participar en unas partidas de Tierras Quebradas, que me ha gusta a la par que dejado una sensación de gran familiaridad.

¿Hasta qué punto el coleccionar, acumular -o como se lo quiera llamar- forma parte de esta afición? ¿Es una satisfacción genuina, o solo un pobre sustituto de lo que es su práctica? Como no podemos jugar, compramos y leemos -a veces ni siquiera esto último- bonitos libros con los que ir rellenando estante tras estante. 

Se me va agotando el espacio físico, pero creo que también el mental, ese que permite que las novedades despierten genuina expectación, que uno las espere ilusionado, que tras hacerse con el nuevo manual no se pierda tiempo en comenzar su lectura, en ponerlo en la mesa. Como la superficie de los estantes, ese espacio también se va llenando, diría yo. El manual ya no despierta tanto interés, o lo hace principalmente por su presentación. Se compra, se hojea un poco, se deja en la estantería con el pensamiento de "ya lo leeré, tengo un montón de cosas por delante". Y así una vez más, y otra y... supongo que más de uno comprenderá a lo que me refiero. 

Tengo manuales, suplementos y campañas comprados hace años que todavía no he leído. Impensable quince años atrás, bastante habitual ahora.

Además, a estas alturas no hay ninguna novedad que me pueda ofrecer un tipo de juego que no pueda hacer ya con algo que se encuentre en mi colección. Y si no se encuentra, muy probablemente es que no sea un tipo de juego que me interese. Llegado este punto, no le veo demasiado sentido a seguir acumulando. Lo dicho, Mythras y familia D100, Aventuras en la Marca del Este, y algún capricho que otro que pueda darme de vez en cuando.

14 comentarios:

  1. Jo, me siento completamente identificado con los tres últimos párrafos: de acumular mucho material (sobre todo, como si fuese un Diógenes digital, por culpa de los packs de humble bundle) para leer y descubrir sistemas nuevos, he pasado a sentir haztargo ante casi cualquier cosa nueva. Y si bien van cayendo algunas cosas (un par de ellas rondaban por mi cabeza desde hace tiempo y me resistía, como la isla de los monstruos o la cortina del rey Kobold), creo que mi cerebro ya le ha dicho al corazón un «basta» bastante alto ante nuevo material. Casi que mejor para la cartera y para el espacio en la librería.

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    1. Sospecho que es parte de un proceso por el que pasamos muchos aficionados, sobre todo alcanzada cierta edad. La novedad deja de emocionar como lo hacía antaño, y cada vez cuesta más sentirse atraído por algún juego nuevo.

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  2. Estoy en la misma situación. Las novedades que me interesan son pocas.
    Pienso que como directores nos centramos en uno o dos juegos, tres quizás. Los que realmente te llegan dentro, nuestras herramientas. Dejé la afición durante bastante tiempo y estos dos juegos siguieron ahí, en estado latente, haciéndome compañía.
    Me encanta leer manuales. No soy mucho de coleccionismo y he aprendido hace tiempo a entender que los problemas de las editoriales no son mis problemas aunque simpatice con un par de ellas.
    Jugar me gusta jugar a casi todo en lo que una persona pone toda su pasión.
    El rol se disfruta a un ritmo lento. No marida bien con nuestro mundo de hoy en día. Es subersivo. Reclama sus propios tiempos.

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    1. Mi juego de cabecera es Mythras, y creo que va a seguir siéndolo por mucho tiempo. Pero recientemente, para cubrir un par de semanas en las que no era posible continuar la campaña, dirigí una aventura empleando las reglas de Magic World, el BRP de toda la vida, que no tocaba desde hacía muchos años. La experiencia resultó, en cierto aspecto, liberadora, por la sencillez intuitiva del sistema. De modo que creo que comprendo perfectamente lo que mencionas sobre los juegos que te llegan dentro.

      También a mí me gusta la lectura de manuales. Coincido en tu apreciación sobre las editoriales, hay una diferencia entre tener una buena opinión en base a su trayectoria y ser un fanboy que perdona cualquier desplante o falta cometida.

      Y si encima resulta que uno no disfruta particularmente de las partidas jugadas online, sino que concibe esta afición como un encuentro entre los participantes, para esa persona el rol también es ludita ;).

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  3. Completamente de acuerdo. Sólo cambian los juegos fetiche.
    Lo que compro, normalmente es para saquearlo y utilizarlo en mis partidas, no para jugarlo tal cual.
    Será cosa de la edad, que nos va anquilosando las neuronas, o yo que sé...

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    1. He terminado por hacer algo parecido. Resignado a que muchos de mis juegos y suplementos no verán la mesa por sí mismos, por lo menos empleo partes de su contenido para las partidas que sí puedo dirigir.

      Supongo que a partir de cierta edad la tendencia va hacia emocionarse menos con las novedades y apreciar más la comodidad de lo conocido. O algo por el estilo. Tal vez.

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  4. Pues me da que es una sensación general, ojo. Yo vengo de un mundo distinto, tengo una edad distinta... Y ya tampoco compro casi nada. Vale, que tengo una editorial, pero es que antes de meterme en la editorial llevaba ya tiempo sin casi comprar novedades.

    Creo que algo ha cambiado. Quizás nos quemamos un poco. Quizás tanto juego 'que venía a cambiarlo todo' ya nos ha dejado de vuelta y media, y al final volvemos a casa. Para ti, Mythras. Para mi, la OSR en general y Warhammer, que curiosamente es el único juego del que conseguido cosas nuevas (ya sea adquisición o regalo) en físico en bastante tiempo.

    Esto me da que pensar que quizás estemos entrando en otro ciclo. Se rompió G+ y la rolesfera casi se dispersó. Ahora las RRSS más dañinas (Twitter y sus copias, Facebook...) son las que mantienen los mundillos del rol, lo cual ha hecho que nos dispersemos y nos rompamos en grupos de telegram o discord. Creo que eso también afecta, ahora es jodido encontrar a gente hablando genuinamente de juegos, parece que es todo cámaras de eco y amiguismos... Quizás siempre lo ha sido, pero se notaba menos, yo que se.

    Y ya digo que es raro que diga esto teniendo una editorial, pero tampoco me puedo quitar esa sensación.

    Veremos que pasa.

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    1. Aunque te saque unos cuantos años, no todos los tramos de tiempo son iguales. La última década, puede que un poco más, ha sido una locura. Las plataformas para la financiación colectiva, las editoriales que no apuestan por las líneas más allá del manual básico, han contribuido a un bombardeo continuo de novedades que puede llevar perfectamente al hastío a cualquiera, y en mucho menos tiempo del que he tardado yo en sentirme así. En comparación, los noventa y la primera década de los dos mil resultaron tranquilos, con un ritmo más asimilable.

      Creo también que en general el aire que respira la sociedad se ha enrarecido a niveles extremos en estos años. Mucho me temo que aunque G+ siguiese activo no podríamos evitar que a estas alturas estuviese a rebosar de todos los conflictos y la toxicidad que enfanga buena parte de lo que vino a sustituir aquella red social. Pero vamos, yo es que a Twitter no lo toco ni con un palo de tres metros.

      A pesar de la editorial, me consta que eres ante todo un aficionado, y creo que es desde ese lado de la valla que todavía sientes y expresas tus opiniones :).

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  5. Como el resto de compañeros que comentan, cuan identificado me siento. Mi revelación vino por dos motivos. El primero es que tras probar varios juegos "modernillos" que eran lo más del momento me quedé bastante indiferente. Pero sobre todo, darme cuenta que tras leer o probar cosas nuevas, volvía a mis juegos de siempre, a lo que realmente me gusta, diga lo que diga el mercado.
    Los D100 y Stormbringer/Elric en concreto son mi pilar del rol, por lo que ahora Mythras es mi juego de cabecera y pinta que lo será por mucho tiempo. Soy fiel a La Marca y Clásicos del Mazmorreo, sobre todo por sus aventuras... y eso es todo lo que quiero acercarme a D&D, salgan las ediciones que salgan.
    Me bajé de Warhammer en 2a edición, de EAU al completar 1a edición, picoteo muy escasamente alguna cosa de Cthulhu, pero ya no necesito más... tengo para varias vidas.
    Por contra Vampiro 5a captó mi atención y probaré también Hombre Lobo cuando salga en castellano. De Savage Worlds también voy cogiendo alguna cosa, principalmente para adaptar aventuras de otros juegos cuyos sistemas no me apetece usar (y no uso Mythras). Y Mutant Year Zero se ha convertido en un fetiche para mi. Pero juegos nuevos, poco por no decir nada...
    Ahora lo que más me atrae son aventuras que pueda jugar o adaptar al juego que me de la gana, que suele ser Mythras o sus derivados. Estoy dirigiendo actualmente el Tronos de Niebla de La Marca con Fantasía Clásica, aunque anteriormente hice Lo que el ojo no ve con Savage Worlds (con buenos resultados, me sorprendió gratamente).
    Así que si, todos acabamos por recorrer un camino similar. Desde el "soy un chaval sin un duro que juega todo con su único juego", pasando por "ahora que empiezo a tener algo de dinero voy a ampliar mi biblioteca", llegando a "que bien que pueda comprar novedades cada semana y todas tan distintas" y acabando en "me voy a centrar en mis juegos favoritos y dejar de comprar tanta cosa que ni leo".
    Y eso que yo, al menos, he leído casi todo lo comprado... ese si que es un requisito que me exijo a mi mismo.

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    1. Debe de ser algún tipo de proceso natural, porque a todos nos pasa más o menos lo mismo...
      Para mí también era algo indispensable el que, cuando un juego o suplemento nuevo cayese en mis manos, debía leerlo de principio a fin. Y así era cuando empecé con el blog. Pero con el tiempo esa urgencia ha ido a menos. Se van acumulando y, para cuando me fijé en ello, tenía libros comprados hace mucho que todavía no he tocado apenas, ni siquiera para su lectura. Me resulta bastante molesto y estos días estoy tratando de ponerle remedio, o al menos bajar un poco el "montón de la vergüenza".

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  6. Por lo que leo a los compañeros roleros, me parece a mí que todos vamos a contar una historia bastante similar :D. Me ha gustado especialmente el cursus rolerum que ha descrito Diego en su comentario, con chavales sin un duro que juegan a su único juego, a los adultos que van comprando más y más y a los veteranos que ya tenemos tanto juego que nos resulta difícil ampliar la biblioteca, tanto física como mental.

    Empiezo a sospechar que es inevitable. Y una de las razones por las que las editoriales tengan que esforzarse por atraer a público nuevo, porque al fin y al cabo, los veteranos no lo podemos comprar todo.

    Pensad que, al menos, los que escribimos aquí seguimos siendo aficionados y seguimos jugando a esto. Hay muchos compañeros y compañeras que se quedan por el camino y abandonan la afición. Que, en fin, tampoco pasa nada; la vida cambia y con ella los intereses personales. Al menos los que quedamos seguimos dirigiendo, jugando y, de cuando en cuando, incluso nosotros, comprando novedades.

    Para mí es que el rol es uno de mis lugares felices. Por mucho que haya bajado el ritmo de compra de novedades, no pronostico que abandone la afición. Y, visto lo visto, tampoco creo que deje de comprar. Pero, eso sí, como todos vosotros, tampoco voy a sostener en solitario el mercado editorial español :D.

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    1. Sí, eso es seguro. Si he dado la impresión de pesimismo con esta situación, eso no es lo que pretendía. La tragedia (para mí como aficionado) radicaría en perder el agrado por el juego, algo que afortunadamente no me está ocurriendo. Descubrir que (casi) ninguna novedad editorial te entusiasma no es en realidad motivo para lamentarse, siempre que uno cuente con sus clásicos y siga disfrutando de ellos. Y ser rolero es una parte importante de mi identidad, una faceta que me define más que muchas otras. Tendrán mis dados cuando me los quiten de mis dedos fríos y muertos y todo eso.

      Y tampoco me cierro en banda a la posibilidad de adquirir alguna que otra novedad. De vez en cuando algo me llama la atención y me hago con ello, pero teniendo bastante más claro que antes que probablemente no vaya a ver mesa.

      Las editoriales tendrán que ponerse las pilas con esto, quizá dejar de confiar en tanta edición definitiva de lujo y basarse más en un público más joven. Y por la parte que nos toca a nosotros, no estaría mal bajar el nivel de furia desatada porque han publicado algún juego nuevo dirigido a una generación que ya no es la nuestra, y que funciona de tal modo que (es mi sospecha personal) más que poder decir que no nos guste, es que no lo entendemos por lo ajeno que nos resulta.

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  7. Veo que, en general, todos pecamos de lo mismo y pasamos por las mismas fases. Yo personalmente creo que, aparte de acumular un tiempo y tener ciertos títulos como favoritos, también hay que aprender a desprenderse de aquello a lo que no vamos a dar uso o no creemos que se lo vayamos a dar en un futuro. Para mí hay ciertos juegos de los que nunca me desprendería pero incluso en algunas ocasiones creo que podría desprenderme de parte de mi colección para seguir engordando otro de mis juegos más queridos en detrimento de los más fugaces.

    Por desgracia tengo la certeza de que algunos no tocarán mesa nunca, o que nunca se van a traducir, pero me da igual, incluso para aquellos para los que todavía no he podido leerme todos sus suplementos. Yo disfruto adquiriéndolos y hojeándolos soñando con el día en que pudiera jugarlos si tuviera el tiempo suficiente.

    Por la parte a lo tocante a editoriales, veo muy difícil la tarea de sobrevivir en este mar de novedades y esta diáspora de editoriales que caen y se alzan con más rapidez que una civilización del juego Small World. Algunas editoriales apostamos por alimentar los títulos que tenemos y explorar, con mucho miedo, nuevas propuestas porque un paso en falso nos puede hacer mirar al abismo para que este nos devuelva la mirada. Y en realidad no somos tantas personas las que sustentamos ciertos títulos. Desde este lado de la barrera creo que toda la responsabilidad no puede recaer en las editoriales, al menos no en las pequeñas. Tampoco puede ser que tengas que depositar todo tu dinero como aficionado en una editorial para que esta sobreviva para que traiga los títulos que a ti te gustan.

    En fin, complicado este tema, pero también pienso que si dejamos caer a las editoriales al final todas nuestras estanterías van a estar escritas en inglés y, sabiendo esto, cada vez menos editoriales extranjeras darán sus licencias para que se traduzcan, harán como están haciendo algunas, contratarán la traducción y lo producirán todo desde la matriz, y a las editoriales españolas que se ahoguen con sus escasos números.

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    1. La entrada no tiene como tema principal a las editoriales -aunque comprendo que ese punto pueda ser especialmente sensible para quienes se han atrevido a meterse en semejante empresa- sino de cierto cansancio vital tras décadas en esta afición. Lo que me ha llevado a soltar juegos después de un cambio de edición no implica que piense que esa sea necesariamente una mala maniobra de la editorial correspondiente. No me interesa nada lo que hace WotC con D&D, por poner un ejemplo, pero da la impresión de que es evidente que han acertado con la forma de captar el interés de una generación más joven. No lo critico, simplemente me deja indiferente.

      Aunque quizá yo pudiese seleccionar algunos títulos de mi ludoteca por los que no tenga mucho aprecio para desprenderme de ellos -en el pasado he regalado, vendido o trocado algunos juegos- no serían muchos. Y eliminar títulos para luego comprar otros tampoco me parece necesariamente lo mejor. Además, ya me he sorprendido algunas veces volviendo a utilizar juegos que tiempo atrás pensaba que jamás volvería a poner en la mesa.

      Las editoriales del mundillo afrontan un trabajo muy duro, eso es evidente. Mis simpatías están sobre todo con las pequeñas que se mantienen firmes con las líneas que publican. Pero creo que con cerca de ochocientos libros entre juegos y suplementos, ya he cubierto mi cuota. Ahora toca tomármelo con mucha más calma.

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