Llevo pendiente la actualización del diario de campaña con algunas sesiones jugadas en las últimas semanas, algo que comienzo a remediar aquí y ahora -tampoco es que piense que nadie aguarde con impaciencia estas entradas, pero son de las que me gusta escribir-. El caso es que la campaña de Korantia sigue en pie y con buena salud.
El escenario que comienzo a describir en esta entrada, y que a la fecha en la que escribo esto todavía no hemos terminado, es el tercero y último de los que aparecen en Shores of Korantia. Lleva por título Prishad´s Daughter y es con diferencia el más extenso y detallado de los incluidos en el suplemento. Por lo tanto, avisados quedáis, si alguien tiene intención de jugar esta aventura, mejor que deje de leer en este momento.
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Tras la detención y encarcelamiento de Valsus hay un breve tiempo para que los aventureros de Tirta puedan descansar y relajarse siquiera un poco. Lo único reseñable es la visita que recibe Kasadya. Aparinaon se deja ver por allí, para explicarle algunas novedades. Para empezar, Kortano le ha presentado ciertas pruebas que incriminan de forma inequívoca a Valsus en el impago de impuestos al comercio que mantiene. Son pruebas suficientes para condenar al meteco al destierro a la vez que se le confiscan de todas sus posesiones en Tirta. Un duro golpe para el mercader, sin duda, pero que no acabará con él. Valsus cuenta con riquezas tanto en Kela, su ciudad natal, como en varias otras polis korantias en las que tiene negocios.
Lamentablemente, no se han encontrado pruebas que lo impliquen en el trato con los bandidos tenios, lo que podría haber supuesto una condena a muerte. Rikalsos, el gobernante de Tirta, no se atreve a juzgar a Valsus por tal crimen, a pesar de las pesadas sospechas que hay sobre él, no sin contar con pruebas irrefutables. Valsus cuenta con poderosos amigos a lo largo de toda la costa korantia, que podrían tomarse a mal su ejecución. Y no les costaría mucho dañar el comercio de la pequeña Tirta. Habrá pues, que contentarse con el destierro.
Y por cierto, apunta Aparinaon, es extraño que Kortano tuviese en su posesión documentos tan incriminadores de Valsus. Me pregunto si tiene algo que ver con los rumores que cuentan algunos vecinos del meteco, acerca de alguien trepando por la fachada de la casa del mercader y entrando por una ventana, a pleno día.
Kasadya explica que estuvo siguiendo las instrucciones de Kortano, que parecía bien informado en el asunto, y que no ha hecho nada deliberado para ocultar información a Aparinaon. El magistrado parece aceptar la explicación de la joven con su tranquilidad habitual.
Poco después, un nuevo acontecimiento va a traer nuevas complicaciones en las vidas de los aventureros. Un barco asabio arriba a Tirta. Se trata del Estela de Espuma, un mercante de dos mástiles, que ha estado ya algunas veces en la ciudad Tirta con fines mercantiles. Uno de los compañeros de tripulación de Patroklos le explica que la última vez que el barco estuvo allí, el otoño anterior, ocurrió una desgracia. El capitán de la nave apareció flotando en las aguas del puerto, enredado en unas redes. Y con la garganta cortada.
Una vez la embarcación atraca, sale de ella una pequeña comitiva de marineros, que escoltan a una pequeña figura, una mujer cubierta por una túnica negra, y un velo que solo deja ver sus ojos. La visión despierta la curiosidad de los presentes, que contemplan como el grupo se interna en las calles de Tirta.
En la Tortuga Tambaleante, Regulus, todavía furioso por haber sido expulsado de su hogar familiar, observa como los extranjeros entran en la posada. Los marinos despejan algunas mesas y se sitúan alrededor de la mujer que les lidera, que comienza a hablar. Uno de ellos traduce las palabras de la lengua asabia.
La mujer, con poco más de veinte años a juzgar por su voz, se presenta como Safra am Prishad, hija de Prishad, el capitán del Estela de Espuma, asesinado en Tirta el otoño anterior. Safra desea contratar un grupo de mercenarios, quienes habrán de embarcarse en su nave para emprender un viaje que le lleve hasta el lugar en el que se encuentra la asesina de su padre. El éxito será recompensado con largueza.
No hay más explicaciones, aunque algunos, como Regulus, hacen algunas preguntas. Todo se aclarará, le cuenta el traductor, cuando se presenten los candidatos para el trabajo. El aristócrata korantio tendrá que aguardar hasta entonces, lo mismo que todos los demás.
La noticia se extiende rápida por Tirta. Pronto comienzan a acudir mercenarios de todo tipo, desde escoria que son poco más que matones bien armados hasta los disciplinados hoplitas de Ivantus de Tisil, veterano combatiente residente por el momento en la colonia. Por supuesto, también están allí los aventureros.
Por medio de su traductor Safra procede a explicar la tarea. La joven ha descubierto la identidad y el posible paradero de la asesina de Prishad. Se trata de Haliskome, una renegada Jekarena, desertora de la armada de Jekarad. El lugar en el que Safra piensa que se oculta es la isla de Solisanda, en aguas apartadas de las rutas comerciales.
Ivantus se ofrece para el trabajo, pero sus modales arrogantes y el excesivo número de las fuerzas ofrecidas -veinte hoplitas- le valen el rechazo de Safra, que busca un grupo más pequeño -su barco tampoco es tan grande-, y además, el que Kasadya hable con cierta fluidez la lengua asabia les ha supuesto una buena ventaja para conseguir el trabajo. El grupo cuenta con dos días antes de zarpar, el tiempo necesario para reabastecer apropiadamente el Estela de Espuma para la travesía.
Deciden invertir algo de ese tiempo en buscar información acerca de Solisanda. Gracias a Patroklos logran entablar conversación con Rikalsos el navegante, un lobo de mar ahora ya casi retirado. En la Aleta Azul, una taberna portuaria, encuentran al marino. Pagándole algunas bebidas consiguen que Rikalsos les preste algo de atención, y les cuente algo de lo que sabe sobre Solisanda.
Que no es mucho, por cierto. Hay rumores sobre la isla, pues hace unos doscientos años o así, allí fue donde un brujo dispuso su guarida, desde la que asaltaba, como un vulgar pirata, pero valiéndose de sus brujerías, las rutas más próximas. Al final el emperador agotó su paciencia, y envió una flota para destruir al hechicero. Se cuenta que la batalla fue horrible, pero al final la isla quedó desierta. El propio Rikalsos recaló allí hace unos años para recoger agua durante uno de sus viajes, y lo que vio de la isla -que admite, fue bastante poco- le hizo pensar que el lugar estaba, efectivamente, deshabitado.
También buscan algo de información sobre Haliskome, la renegada Jekarena. Al parecer la suya era la única o casi la única nave de Jekarad que atracaba en Tirta. Por lo visto con fines comerciales. Se oyen rumores de que trataba con Valsus, pero no hay nada seguro. Eso hace pensar al grupo en los negocios que llevaba Prishad. Y resulta que el asabio traía a Korantia nada menos que bienes jekarenos. ¿Es posible que Prishad fuese asesinado porque suponía una competencia para el monopolio de Valsus? Es la pregunta que se hacen los aventureros, aunque por el momento no pueden responderla.
Con esa información, y desistiendo de buscar más detalles, el grupo sube a bordo del Estela de Espuma en el momento acordado.
La travesía no comienza bien. Aunque el tiempo es tranquilo los primeros días, el cielo no tarda en quedar encapotado, y el viento comienza a crecer en intensidad, dificultando la navegación y causando algunos daños en el barco. Quien peor lo pasa es Kasadya, que sufre de terribles mareos, llegando a sentirse tan débil que apenas es capaz de ponerse en pie.
Pero el mal tiempo concluye, y el barco retoma el curso en dirección sur. Los daños sufridos hacen que Zenduf, el capitán de la nave, recomiende parar en algún puerto próximo para llevar a cabo las necesarias reparaciones. El más próximo es Tempígone, una pequeña isla frente a la costa Jekarena, aunque bajo gobierno korantio.
Es un lugar pequeño y poco destacable. La población local está bastante atrasada, viviendo de la pesca y de los pequeños rebaños de cabras que logran mantenerse en la isla. Tempígone se gobierna desde Guberan, un pequeño pueblo costero. Sobre un acantilado se alza la fortaleza de Arko de Solarne, el gobernador designado, encargado de dirigir la isla y, sobre todo, de mantener el flujo de metal que las minas del interior -el verdadero motivo de la presencia korantia allí- hacia su metrópolis.
Unos soldados aguardan la llegada del barco asabio, que es embarrancado en la playa arenosa para dejarlo a salvo de los elementos y preparado para las reparaciones. Los soldados explican que Arko invita a los recién llegados a un banquete en su megarón. No hay demasiadas visitas en Tempígone y el gobernador quiere aprovechar cada ocasión que se le presenta de tener nuevas noticias.
Durante la cena conocen no solo al gobernador sino también a su amante, Tiamankore, una jekarena. Esta ofrece a Kasadya un bebedizo para tranquilizar su maltrecho estómago mientras el resto habla sobre la razón de su visita aquí. En realidad, descubren los aventureros, Safra ya había estado anteriormente en Tempígone, pues el rastro de Haliskome la llevó hasta aquel lugar. Según Arko, la jekarena vino con intención de reabastecer su barco, y se marchó apresuradamente, durante la noche y en secreto.
En ese momento, algunos de los aventureros aprovechan para realizar algunas preguntas a Safra. ¿Cómo sabe que Haliskome es la asesina? ¿Cómo sabe dónde se encuentra? En cuanto a la primera pregunta, los marinos asabios que acompañaron a su padre sabían la verdad, pues eran conscientes de las amenazas que la jekarena había proferido contra Prishad. No hablaron en su momento porque no pensaban que fuesen a contar con la ayuda de las autoridades de Tirta, y además, Haliskome partió casi de inmediato tras la muerte de Prishad.
En cuanto a cómo sabe Safra del paradero de Haliskome, bien, la joven asabia puso rumbo primero a Liorta, la ciudad jekarena a cuya flota pertenecía el Errante Púrpura, la embarcación de Haliskome. El gobernador de Liorta, el barón Solfernoy, le explicó que Haliskome había desertado de su puesto, llevándose consigo barco y tripulación, sin que nadie supiese nada de su paradero. Pero cuando una atribulada Safra estaba a punto de hacerse de nuevo a la mar, fue abordada por una desconocida, que le hizo ver que podría encontrar lo que busca en Solisanda. Safra está casi segura de que se trataba de una sacerdotisa de Jekara, la diosa luna, y que en sus palabras había verdad.
Antes de que el grupo se retire, Arko explica a los personajes que el Errante Púrpura, el barco de Haliskome, sería muy preciado en Tempígone. Si dan muerte a la renegada, cuenta, él podría comprar su barco por un buen precio.
El grupo embarca en cuanto las reparaciones concluyen, y esta vez cuentan con mejor suerte. El viento les es propicio, y en unos pocos días más de viaje, llegan a divisar la costa de Solisanda.
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Otra sesión bastante tranquila, en realidad. Los preparativos del viaje, y la parada en Tempígone llevaron bastante tiempo, y al final la cosa quedó a las puertas del comienzo de la exploración de la isla. Y es que Prishad´s Daughter es un verdadero escenario hexcrawl, un sandbox de exploración lleno de posibilidades. Pero en esta sesión nos quedamos justo a las puertas de esta parte. En este punto yo empezaba a estar preocupado de que algún jugador pudiese estar aburrido, dada la falta de acción y combate de las últimas sesiones.
Fue interesante ir probando las reglas de navegación, que aparecen tanto en Shores of Korantia como en Ships & Shieldwalls. Las reglas del clima hacen que los barcos requieran de mantenimiento de forma casi contínua, sobre todo si alguno de los resultados en la tabla de potencia del viento da algún resultado fuerte. También realicé unas cuantas tiradas en las tablas de encuentros marítimos, pero no hubo nada reseñable.
Aunque desde esta sesión, han ocurrido unas cuantas cosas más, por supuesto. Y si algún jugador echaba de menos el combate, ya ha tenido ocasión de quedar satisfecho.