...Que no es ni el mítico Rey Arturo, ni nadie sobre quien se pueda haber cimentado la leyenda de éste. En realidad, se trata de alguien muy posterior.
Durante estas últimas semanas he estado leyendo El Imperio Plantagenet, 1154-1224, (Ediciones Sílex, 2012), de Martin Aurell. Un libro de historia muy interesante sobre esta dinastía de gobernantes que pasaban más tiempo luchando entre ellos que haciendo otra cosa. Un poco demasiado erudito para mis limitados conocimientos, pero así y todo una buena lectura.
El caso es que en un momento dado, me he encontrado con la historia de este individuo, Arturo de Bretaña, que enseguida me ha puesto en modo rolero, y me ha dado por pensar en posibles aplicaciones de su figura a una campaña tipo Tierra Alternativa. Algo parecido a lo que me ocurrió con el amigo Formoso. Los acontecimientos tratados están todavía algunas décadas por delante de la situación de mi propia campaña, así que por ahora me limitaré a escribir esto.
Vale, un poco de contexto: A finales del siglo XII, la dinastía Plantagenet gobierna no sólo Inglaterra, sino también grandes porciones de la actual Francia -además de haber dado un mordisco a Irlanda-. Entre sus posesiones continentales, además de los ducados de Aquitania, Anjou (cuna de estos reyes) y Normandía, también cuentan con Bretaña. En calidad de duques de estas tierras, deben juramento de vasallaje al rey de Francia, algo que les irrita, siendo una dinastía de reyes ellos mismos desde los tiempos de Guillermo el Conquistador. Además, los Capetos, la dinastía gobernante en Francia, cuenta con más "pedigrí" en su linaje, que pueden remontar a los Carolingios, y de esta forma, hasta el Emperador Carlomagno, de cuya figura y prestigio Francia se ha apropiado, uniéndolas a la propia identidad del reino.
Pero los bretones no comparten esa identidad, ni tienen la misma cultura, ni lengua. Ellos tienen sus propios héroes legendarios, el primero de los cuales es, por supuesto, Arturo. Hay una rica tradición no sólo de cuentos, como los incluidos en el Mabinogion, sobre este formidable líder de hombres, el Dux Bellorum, o Señor de la Guerra, sino también de profecías que predicen el regreso de Arturo, que volverá a acaudillar a los bretones y les hará recuperar Britania. Realmente en Bretaña tales profecías se tenían por ciertas, aunque esa creencia era algo ridiculizado por sus vecinos de Anjou o Aquitania.
Enrique II, Rey de Inglaterra desde 1154, en un inteligente movimiento, trató de apropiarse de la leyenda de Arturo en beneficio propio. Intelectuales a su servicio, tanto clérigos como laicos, escribieron textos al respecto, pero de una forma favorable para los Plantagenet, que se presentan como descendientes del mítico Rey Arturo. En la concepción que favorece Enrique, Arturo deja de ser el rey de los bretones para convertirse en rey de toda Inglaterra, y de todos sus pueblos.
Además, para obtener legitimidad, necesita acabar con la idea del esperado regreso de Arturo, que algún día volvería de la Isla de Avalon. Así que, en poco tiempo, se "descubren" las tumbas de Arturo y Ginebra en Glanstombury. Con esto se pretende zanjar la cuestión: El Rey Arturo está muerto y enterrado, nada de hadas que se lo llevaron en una barca para sanar sus heridas, nada de regreso para traer la libertad a los suyos. Las profecías, pues, deben de hacer referencia a otra cosa. ¿Y a qué puede ser si no, que a la toma del poder del propio Enrique? Nacido en Anjou, donde su exiliada madre había contraido matrimonio con el Duque Godofredo, tras huir de Inglaterra al perder la guerra civil contra el rey Esteban de Blois, fue Enrique el encargado de regresar a la isla al frente de un ejército. Mató al hijo y heredero de Esteban en batalla, y acordó que la corona pasaría a su testa a la muerte del rey, lo que no tardó mucho. Así que las profecías debieron referirse a él.
Pero los bretones no estaban muy convencidos...
El otro Arturo
Enrique II y su esposa Leonor de Aquitania tuvieron cinco hijos y tres hijas. Pocos sobrevivieron a Enrique, y aún menos a Leonor.
Uno de estos hijos, Godofredo, era el heredero al trono tras la muerte de Enrique el Joven, el mayor, que había sido designado ya como tal -incluso ungido como rey-. Pero Godofredo murió en 1186.
Muy poco después de la muerte de Godofredo, en el día de Pascua de 1187, nacía su hijo póstumo. Estos dos hechos ya se consideraban muy destacados. Al hecho de haber nacido con el padre difunto se le otorgaba algún significado especial, y la Pascua era la fiesta más importante del calendario. Ambos hechos debían de tener un significado especial.
El abuelo del niño quería ponerle por nombre Enrique, pero los nobles bretones tenían otra idea en mente, y optaron por hacer que el niño fuese bautizado con el nombre de Arturo. El muchacho tenía grandes posibilidades de convertirse en rey, y un monarca de origen bretón, con ese nombre... Esa sí que sería una profecía cumplida.
En 1189 muere Enrique II, y es sucedido por su hijo Ricardo Corazón de León. El reinado de Ricardo no es muy largo (aunque sí intenso, y lleno de episodios interesantes), encontrando la muerte en 1199.
Bien, en 1194, Ricardo, que carecía de hijos, había nombrado como heredero a Arturo, quien era el candidato lógico según las leyes de sucesión. Pero en 1196, Arturo es llevado a París, para ser educado en la corte de Felipe Augusto. Eso no gustó nada a Ricardo, pues el rey francés sin duda moldearía al niño con intención de convertirle en un vasallo fiel de Francia. En 1198, Ricardo deshereda a Arturo, nombrando en su lugar a Juan Sin Tierra, el menor de los hijos de Enrique y Leonor.
Muere Ricardo, es coronado Juan. Llega el año 1202. Arturo, respaldado por el poder de Felipe Augusto, se dispone a reclamar la que considera su legítima herencia. Se enfrenta en batalla a su tío, pero es derrotado y capturado. Se le encarcela en la fortaleza de Mirabeau. Allí, en 1203, perece, probablemente pero nunca del todo aclarado, asesinado por orden de Juan.
¿Arturo renacido?
Hasta aquí los hechos, más o menos. Ahora toca ver qué se puede hacer con estos eventos y personajes.
La importancia otorgada a los presagios que envuelven el nacimiento de Arturo son, sencillamente, un material demasiado bueno como para dejarlo pasar. Los bretones pretenden ver cumplidas las viejas profecías que cuentan sobre el regreso de su rey, y la nueva gloria que esto les reportará. Felipe Augusto, el monarca francés, pretende usar esto en detrimento de los Plantagenet, que han realizado grandes esfuerzos por redirigir en beneficio propio la leyenda de Arturo, un rey comparable, si no superior, al Carlomagno del que presumen los Capetos.
Así que dejemos que el elemento de fantasía entre en la ecuación y pongámonos a especular. Digamos que, unos pocos años antes del nacimiento del hijo de Godofredo, un anciano ermitaño sale del Bosque de Brocelianda, en Bretaña. Este anciano, que no es tan frágil como aparenta, y que sabe mucho más de lo que cuenta, comienza a disponer las piezas del tablero. Disfrazado de viejo bardo, es capaz de visitar las cortes de unos cuantos nobles bretones, y pone en los oídos de estos ciertas ideas, de modo tan sutil que los nobles creen que no son sino propias.
Y así, Merlín, al fin libre tras siglos de prisión en una caverna, regresa al mundo, y prepara el regreso de su viejo amigo.
Godofredo y su esposa Constanza de Bretaña conciben un hijo. Godofredo muere, y el niño nace en
una fecha señalada, una en la que el Otro Lado está más próximo, y toca el mundo con más facilidad. Y el niño recibe el nombre de Arturo, como parte final del ritual llevado a cabo para volver a traer al mundo a uno de los más grandes líderes de la historia y el mito.
Por supuesto, siempre hay que establecer un equilibrio. Merlín no es el único que ha regresado. Otros poderes se han removido, bien por las mismas razones que han permitido que el viejo druida vuelva a caminar libremente por el mundo, bien por los inmensos poderes que éste ha tenido que emplear para hacer regresar a Arturo.
Dejando este trasfondo aparte, creo que el mejor momento para olvidarnos del desarrollo histórico de los acontecimientos es el propio nacimiento de Arturo de Bretaña. Todo eso de convertirse en títere del monarca francés, para luego ser derrotado y sufrir una muerte ignominiosa mientras se encuentra prisionero, no encaja con un personaje de este calibre.
Lo que no significa desechar por completo tales temas. Felipe Augusto, como monarca que es, cuenta a su servicio con grandes obradores de magia, que podrán alertarle sobre Arturo, cuyo poder, si se le permite ser desarrollado, amenaza con eclipsar su propia grandeza. Pero en lugar de destruirle, el Rey de Francia tratará de aprovecharse de ese poder, intentando convertir a Arturo en su vasallo.
Juan Sin Tierra es el otro gran afectado por el nacimiento del niño, pues significa que la corona nunca recaerá sobre su propia cabeza. En su caso, la única solución es que Arturo muera.
Para ponerle a salvo de tales enemigos, Merlín habrá de ocultar al niño, como lo hiciera ya hace tanto tiempo. ¿Y quién mejor para hacerse cargo del muchacho que un grupo de gente capaz y aguerrida, que protejan al joven Arturo a la par que ayudan en su educación? Ciertamente, los PJ pueden cumplir perfectamente ese papel, siendo los primeros de entre los seguidores de Rey que Fue y Será. Quizá el propio Arturo sea un PJ, si la mesa funciona bien con este tipo de asuntos.
En cualquier caso, llegado el momento el joven tendrá que reclamar lo que le pertenece por derecho. Con sus nuevos compañeros, tendrá que superar pruebas, ganarse la confianza de los que tendrán que jurarle vasallaje, y dirigirles en batalla contra sus numerosos enemigos, nuevos y viejos, pues sin duda, algunos de los seres del Otro Lado, como Morgana el Hada, no quedarán indiferentes a estos acontecimientos.
Es un acontecimiento sobre el que vertebrar toda una campaña, una que deslinde el entorno de campaña de los acontecimientos históricos, pues a partir de ese momento, todo será nuevo. Puede que merezca la pena explorar tales posibilidades.
(Por cierto, el Duque de Bretaña anterior a Godofredo, el padre de Constanza de Bretaña y abuelo de Arturo, se llamaba Conan... :P)
(Por cierto, el Duque de Bretaña anterior a Godofredo, el padre de Constanza de Bretaña y abuelo de Arturo, se llamaba Conan... :P)