Definitivamente, creo que Luis García Prado es un hombre de muy buen gusto y saber hacer en su trabajo. Para aclarar, es el editor de los sellos Bibliopolis y Alamut, que incluyen en sus colecciones algunos de los mejores títulos de Fantasía de los últimos años. Después de todo, se estrenó profesionalmente publicando en España a un autor polaco del que casi nadie había oído hablar todavía, un tal Andrzej Sapkowski. Este señor escribía relatos y novelas sobre un cazador de monstruos, un albino llamado Geralt de Rivia.
Por cierto, si hay alguien que no ha leído la Saga de Geralt de Rivia y le gusta la literatura de Fantasía, le recomiendo esta lectura.
Aunque lo cierto es que ya han pasado varios años desde la primera edición de El Último Deseo, que ya lleva unas cuantas más en su haber, así que no creo que resulte necesario alabar en modo alguno esta serie literaria. No, los libros sobre los que quiero contar algo son del mismo autor, pero en se trata de una serie distinta, en un mundo diferente. Concretamente, el nuestro, o uno muy parecido. La Europa central durante el S. XV.
Las Guerras Husitas son el conflicto religioso que envuelve a los seguidores del ejecutado por hereje Jan Hus, contra la nobleza, principalmente la Silesia y Alemana, y la Iglesia Católica. Aunque lo cierto es que el conflicto se vuelve progresivamente más complejo, con numerosos actores combatiendo, conspirando, haciendo y deshaciendo alianzas y juramentos. Como suele ser habitual, los que tienen el poder se preocupan primero de conservarlo, después de ampliarlo, y sólo después de eso de defender la causa con la que se llenan la boca. Cierto es que a veces la novela se puede volver un poco densa, con la multitud de personajes y lugares que desfilan por sus páginas, casi todos ellos con nombres eslavos que encuentro difícil pronunciar y memorizar. Sin embargo, el autor tiene oficio más que suficiente como para que eso sea un inconveniente menor, y no haya problemas en seguir la historia que se va desarrollando a cada capítulo.
La trilogía de las guerras husitas comenzó con Narrenturm, novela publicada en España hace unos años, también por Alamut. En aquella novela comenzaron las aventuras del protagonista, Reinmar de Bielau, llamado también Reynevan, jóven médico interesado en el estudio de la magia con aplicaciones curativas. Acompañado por unos amigos muy particulares, Scharley y Sansón Mieles, Reinmar viajará por toda la región en conflicto, Bohemia y Silesia, sobre todo. Le ocurren cosas, escoge bando en la guerra, descubre el amor y el odio y la venganza. Se convierte en una pieza importante en el tablero que es la guerra, y los líderes de ambos bandos son conscientes de su existencia, se interesan por él, tratan de usarle para sus propios fines. Y esas aventuras continúan en Los Guerreros de Dios, situando el inicio de la acción dos años después del final del primer libro.
El estilo de las novelas resultará familiar para los lectores de este autor polaco. La historia está rodeada de un halo de pesimismo, de futilidad en lo que a las metas del protagonista (nada menos que lograr un mundo mejor) se refiere. Porque el mundo no quiere mejorar. Los rebeldes de ayer, que lucharon para derrocar al tirano, se convierten en los nuevos tiranos del mañana. No hay buenos ni malos, en lo que a bandos se refiere, sólo víctimas y verdugos. Si hablamos de individuos, entonces sí, hay tipos de muy mala calaña. La mayoría ostentan títulos nobiliarios o altos cargos eclesiásticos.
La crueldad y las atrocidades están a la orden del día. Si en los libros de Geralt de Rivia ya tenemos multitud de casos espeluznantes. Pero aquí, claro, aquí se trata de hechos reales, en su mayor parte. La violencia es tremenda, la creatividad y salvajismo de los ejecutores a la forma de ideas nuevas y terribles formas de torturar y matar. O los criterios con los que se escogen a las víctimas. Noveliza situaciones que, en muchos casos, están documentadas. Ocurrieron de verdad. En pocas palabras, la novela está llena de personajes que son unos hijos de la gran puta.
Para rebajar un poco las altas dosis de mal rollo que provocan algunos elementos de la historia, también hay una saludable cantidad de humor negro, recurso con el que muchos personajes se enfrentan a los horrores que viven. Lo cierto es que hay momentos realmente tronchantes, en los que pasé un buen rato riendo. Y, en otro punto recurrente de Sapkowski, hay algunas (pocas) escenas cargadas de ternura, amplificada por las terribles cosas que las rodean.
No se trata de una novela estrictamente histórica. También hay presentes elementos de fantasía. A veces, el autor justifica determinados movimientos históricos, cursos de acción no explicados, basándose en la magia y lo sobrenatural, muy al estilo de, por ejemplo, Tim Powers. Aunque en realidad, estos puntos afectan a los protagonistas más a título personal que a la guerra en su conjunto. Así, uno de los grandes villanos de la historia es el hombre de confianza del poderoso Obispo Conrado de Wroclaw (uno de los principales líderes de los que combaten a los husitas), es alguien dotado de grandes poderes, y por cuestiones de la trama, alberga un intenso odio contra Reynevan.
La forma de presentar el mundo mágico y sus habitantes es también propia del autor. Combina un gran trabajo de documentación sobre la metodología mágica durante la época, así como sobre sus leyendas, con una actitud de lo más desenfadada en el comportamiento de los seres sobrenaturales, que son de lo más parecidos a los humanos en algunas cosas. A menudo caen muy simpáticos.
Si fuera un juego de rol, sería Aquelarre, sin duda. Lo mágico se mantiene oculto, entre otros motivos porque lo que huele a brujería suele acabar atado a una estaca en una hoguera, y eso sólo después de haber pasado un muy mal rato cortesía del torturador de turno. Pero eso no impide su uso, a menudo incluso por aquellos poderosos que persiguen con saña cualquier rastro de magia. No es exactamente el tipo de Tierra Alternativa que quiero establecer en mis partidas, pero la novela está llena de buenas ideas, eso seguro.
De modo que, una vez más, felicidades a Luis García Prado por su trabajo de edición, y al traductor Fernando Otero Macías, que ha llevado a cabo una magnífica labor, contando para ello con la colaboración de José María Faraldo, encargado hasta el momento de poner en castellano la obra de Sapsowski,
Una trilogía muy recomendable.
Se pueden descargar algunas páginas que sirven a modo de avance desde aquí.
Me acabo de dar cuenta de que tengo el primer libro. Será el siguiente en mi lista
ResponderEliminarNarrenturm es una novela muy buena, aunque a veces se vuelve un poco confusa, algo menos acusado en su continuación. En cualquier caso, todo lo que he leído de Sapkowski me ha gustado mucho.
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