La novela sobre la que quiero
comentar algo hoy es bastante reciente, publicada por RBA en su colecde
literatura fantástica en marzo de 2013. Esta colección es muy joven, con
apenas, creo, un año de existencia, en el que han dado salida a varios clásicos
de la ciencia ficción y la fantasía así como a novedades editoriales, como es
este caso. De este modo, aumenta la, si no revitalización, sí al menos
popularización del género de fantasía, con editoriales (además de RBA, Alianza
e incluso Cátedra) que tradicionalmente han ignorado la literatura de género
prestando ahora atención, quizá por olfato comercial o tal vez por el
descubrimiento de obras que decididamente no son materia para público infantil
y juvenil.
Por cierto, que ya les vale a los señores de
RBA con el formato escogido para la publicación de estas novelas. Las portadas,
con ese tono metalizado que tan bien queda, enseguida comienzan a desconcharse,
estropeando poco a poco la ilustración de la portada. Y la impresión, al menos
en el libro que he leído, es muy mala. Usan papel muy fino, de ese que basta
con pasar ligeramente el dedo por encima para comprobar cómo se emborrona la
tinta. El precio que cobran por el libro me parece excesivo, más cuando se compara
el producto con otras líneas similares ofrecidas por otras editoriales.
Pero bueno, vamos al contenido,
que al final es lo que más importa en una novela. Mongoliad es una obra coral, fruto de un proceso de redacción en la
que varios autores han colaborado. Aparentemente, la idea original consistía en
que los autores contarían sus impresiones y avances, presentando sus novedades
en una página web con un foro en el que, aquellos que se hubiesen suscrito,
podrían ofrecer in situ su feedback,
charlando así con los escritores. En la práctica parece que la presencia de los
nombres más conocidos de la lista de autores resultó más bien escasa, y el
proceso de redacción no supuso algo muy diferente a lo tradicional.
En cualquier caso, junto a Neal
Stephenson, firman esta novela Greg Bear, Mark Teppo, Cooper Moo, E. D.
deBirmingham, Erik Bear y Joseph Brassey. No se ofrecen muchas pistas que
permita identificar quién escribió qué, aunque algunos puntos sí se pueden
deducir. Sospecho, eso sí, que pese a lo grande del nombre de Stephenson en la
portada, su aportación debe de haber sido bastante escasa. O eso, o ha cambiado
su estilo respecto a obras anteriores. Tal vez haya actuado más a modo de
coordinador del resto de autores, no lo sé.
Se nos presenta la novela como la
primera parte de una trilogía, lo cual no es exacto. Sería más correcto decir
que es la primera parte de una novela partida en tres cachos, pues la lectura
termina en un punto escogido aparentemente de forma casi arbitraria, sin
ofrecer ningún tipo de conclusión. Tampoco es que esto último debiera suponerle
una sorpresa a quien haya leído anteriormente a Neal Stephenson, a quien los
finales no parecen gustarle o no se le dan nada bien.
El argumento sitúa la acción en
1241, en el momento cumbre de la incursión de la Horda Dorada en Europa,
derrotando a cuantos ejércitos se interpusieran en su camino. Históricamente,
el avance mongol se vio frenado por la repentina muerte de Ogadei, el Gran
Khan, lo que provocó el regreso de los líderes mongoles a Karakorum, la capital
del imperio, para elegir un sucesor.
¿Pero qué habría ocurrido si
Ogadei no hubiese muerto? Esta cuestión parece ser el eje sobre el que gira
toda la historia. Hay dos tramas distintas. Una de ellas, en la propia
Karakorum, tiene por protagonista a un joven guerrero mongol al que se le ha
encomendado la difícil tarea de lograr que Ogadei renuncie a la bebida (el Khan
muestra todos los síntomas de ser un alcohólico), pues se teme seriamente por
su salud. Para abrirse camino en la complejidad de la corte, cuenta con la
ayuda de una esclava china, versada en los aspectos más sutiles de la política,
pero que a su vez, también tiene sus propios planes.
La otra trama que se desarrolla
de forma paralela tiene por protagonistas a los miembros de una ficticia orden
militar, la Hermandad del Escudo. Estos caballeros, que provienen de los más
alejados rincones de Europa, e incluso de más allá, podrían pertenecer a una
orden cuyos orígenes sean anteriores al cristianismo, a juzgar por algunos
comentarios que se dejan caer aquí y allá. La orden es contactada por una
mujer, que parece seguir algún tipo de tradición mensajera entre oriente y
occidente. Informados por esta experimentada guía, un grupo de Hermanos del
Escudo pondrán rumbo a oriente, emprendiendo un larguísimo viaje que les lleve
hasta Karakorum; Su misión, asesinar a Ogadei, para poner así fin a la invasión
que amenaza toda Europa.
Existen otras tramas,
aparentemente de menor importancia, pero siempre conectadas a las principales.
La historia, desde luego, es una ucronía histórica. Se juega con una serie de
acontecimientos que, de haber ido por otro derrotero, podrían haber cambiado
sustancialmente la historia. Y no faltan ciertos elementos sobrenaturales, que
si bien sutilmente presentados, presagian algo más en las siguientes partes.
La verdad es que no se explican
muchas cosas que ocurren en el libro, a menudo sólo podemos seguir los diálogos
de los personajes que hablan de cuestiones que, siendo claras para ellos, nunca
quedan detalladas para el lector. Por otra parte, no calificaría a Mongoliad de novela histórica. No se
pone demasiado interés en describir fielmente las peculiaridades del tiempo y
lugar en el que se emplaza la historia, más allá de algunas generalidades. Hay
incluso algunos elementos que resultan un tanto fuera de lugar.
Al final, la novela resulta
entretenida. Su lectura se vuelve rápida y amena, carece de grandes alardes
estilísticos, pero tampoco está desprovista al punto de ser árida. Pero es
mejor tomarse la lectura como la de una fantasía ligera que como una historia
de carácter histórico, aunque sea una historia alternativa. Acercarse a Mongoliad de ese modo llevará sin duda a
la decepción.
¿NO sera que ,como con Criptonomicon,el editor español ha partido la novela en tres?
ResponderEliminarPor lo que sé, el libro no está terminado, pero tampoco me hagas mucho caso. Pero en realidad, eso de una falsa trilogía (que en realidad es un libro partido en tres partes) es bastante común.
EliminarCreo que no. Esta vez parece que cuando reunieron un determinado número de hojas lo publicaron... quizás alguno de los escritores necesitase el dinero en ese momento.
ResponderEliminarHay que decir que una características de Stephenson y sus finales un poco particulares se basa en que no cierra todas las tramas de los personajes... sí de la historia, la historia sí tiene un final. Al menos eso lo hacía antes, me sorprendió que en Reamde sí que decidiera cerrar las tramas y contarte el futuro de los personajes. Anatema, el libro anterior no lo he leído, y no sé si también tiene esa "extraña" característica para Stephenson.
El caso es que en esta novela tiene un "final" en páginas, te quedas volteando el vacío (¿existe un verbo que signifique pasar páginas?), pero no tiene ningún final, ni de acto diría yo, la parte final que es en Kiev (una de las partes que más me gustan) acaban con la misma impresión de que si en el minuto 35 se te corta la emisión de un partido de fútbol y la imagen se queda estática a media cabalgada de Muniain encarando los defensas... así "acaba".
Pues eso, que no es una trilogía, sino un libro partido en tres, por lo que parece.
EliminarSí, pero esta vez el Mal no lo han hecho los editores españoles... venía así de origen
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