Secuela de La Primera Ley, esta novela se sitúa en el mismo escenario que las anteriores, el Círculo del Mundo. Han pasado unos cinco años desde el final de la anterior historia, y aquí el lector se encuentra trasladado hasta Estiria, nación de la que en la trilogía se nos había hablado, y de la que provenían algunos personajes.
Estiria es un claro trasunto de la Italia renacentista, con ciudades estados compitiendo entre sí con todos los medios a su alcance. Mayormente eso significa la guerra, pero el asesinato no es algo que quede por debajo de lo que los poderosos de la nación estén dispuestos a usar.
Monzcarro (Monza) Muracatto, apodada la Serpiente de Talins por sus aliados, y la Carnicera de Caprile por sus enemigos, lidera la más importante de las fuerzas mercenarias estirias. Gracias a ella, el Duque Orso de Talins está próximo a alcanzar su sueño de una Estiria unificada bajo una corona, que estará sobre su cabeza, por supuesto.
Pero hay un problema. Orso teme que Monzcarro y su hermano Benna planeen usurpar el poder y convertirse ellos mismos en duques. Lo que no dejaría de ser el cumplimiento de una tradición. Así fue como el propio abuelo de Orso accedió al ducado... El caso es que, espoleado por este temor, Orso actúa primero. Benna y Monza son asesinados.
Sólo que Monza sobrevive, aunque con serias secuelas. Y, cuando se recupere, tiene intención de cobrarse la deuda con Orso, además de con todos y cada uno de los cómplices en el asesinato de su hermano. Con ese objeto, se hará rodear de asesinos de la peor calaña, expertos en varios campos, con los que recorrerá Estiria, una ciudad cada vez, para servir un plato bien frío a sus enemigos.
Esta novela está a la altura de las anteriores del autor. Resulta, quizá, menos pesimista en sus conclusiones sobre la naturaleza humana, y tiene un humor negro mucho más marcado, si cabe, que La Primera Ley. Y como en la trilogía, los personajes son excelentes. La banda de asesinos contiene algunos individuos memorables, no tan detallados quizá como Logen o Glokta, pero que ofrecen perspectivas muy interesantes. Amistoso, el expresidiario obsesionado con los números. Morveer, el pedante e inseguro envenenador.
También encontramos a personajes conocidos de los libros anteriores. De hecho, compartiendo el protagonismo con Monza está Caul Escalofríos, a quien ya se pudo ver en Antes de que los cuelguen y en El último argumento de los reyes. No es el único personaje procedente de esos libros que se recupera para esta historia. Incluso hay un divertido cameo por parte de uno de los protagonistas de La Primera Ley.
Monza y Caul son los personajes más detallados de una historia llena de caracterizaciones interesantes. La evolución de ambos a medida que transcurren las páginas toca los mismos temas que han llegado a ser propios de Abercrombie; no se puede cambiar la forma de ser, y nadie obtiene lo que se merece. No obstante, al finalizar la lectura del libro no deja un regusto tan amargo como, por ejemplo, El último argumento de los reyes.Eso no significa, sin embargo, que el libro no esté lleno de momentos desagradables e incómodos. De nuevo, esto no es sólo en referencia a las escenas de violencia -que lo tiene- sino al reconocimiento de la propia forma de ser de algunos personajes. Caul en particular, es un ejemplo claro de esto.
Resulta recomendable, pero ni mucho menos imprescindible, la lectura de los títulos anteriores antes de leer La mejor venganza, pues hay multitud de guiños y referencias. Nada que entorpezca la lectura, o dificulte su comprensión en modo alguno.
En definitiva, el libro mantiene el estilo y el listón está a la altura de los anteriores, con todo lo que ello conlle
Pero hay un problema. Orso teme que Monzcarro y su hermano Benna planeen usurpar el poder y convertirse ellos mismos en duques. Lo que no dejaría de ser el cumplimiento de una tradición. Así fue como el propio abuelo de Orso accedió al ducado... El caso es que, espoleado por este temor, Orso actúa primero. Benna y Monza son asesinados.
Sólo que Monza sobrevive, aunque con serias secuelas. Y, cuando se recupere, tiene intención de cobrarse la deuda con Orso, además de con todos y cada uno de los cómplices en el asesinato de su hermano. Con ese objeto, se hará rodear de asesinos de la peor calaña, expertos en varios campos, con los que recorrerá Estiria, una ciudad cada vez, para servir un plato bien frío a sus enemigos.
Esta novela está a la altura de las anteriores del autor. Resulta, quizá, menos pesimista en sus conclusiones sobre la naturaleza humana, y tiene un humor negro mucho más marcado, si cabe, que La Primera Ley. Y como en la trilogía, los personajes son excelentes. La banda de asesinos contiene algunos individuos memorables, no tan detallados quizá como Logen o Glokta, pero que ofrecen perspectivas muy interesantes. Amistoso, el expresidiario obsesionado con los números. Morveer, el pedante e inseguro envenenador.
También encontramos a personajes conocidos de los libros anteriores. De hecho, compartiendo el protagonismo con Monza está Caul Escalofríos, a quien ya se pudo ver en Antes de que los cuelguen y en El último argumento de los reyes. No es el único personaje procedente de esos libros que se recupera para esta historia. Incluso hay un divertido cameo por parte de uno de los protagonistas de La Primera Ley.
Monza y Caul son los personajes más detallados de una historia llena de caracterizaciones interesantes. La evolución de ambos a medida que transcurren las páginas toca los mismos temas que han llegado a ser propios de Abercrombie; no se puede cambiar la forma de ser, y nadie obtiene lo que se merece. No obstante, al finalizar la lectura del libro no deja un regusto tan amargo como, por ejemplo, El último argumento de los reyes.Eso no significa, sin embargo, que el libro no esté lleno de momentos desagradables e incómodos. De nuevo, esto no es sólo en referencia a las escenas de violencia -que lo tiene- sino al reconocimiento de la propia forma de ser de algunos personajes. Caul en particular, es un ejemplo claro de esto.
Resulta recomendable, pero ni mucho menos imprescindible, la lectura de los títulos anteriores antes de leer La mejor venganza, pues hay multitud de guiños y referencias. Nada que entorpezca la lectura, o dificulte su comprensión en modo alguno.
En definitiva, el libro mantiene el estilo y el listón está a la altura de los anteriores, con todo lo que ello conlle
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