miércoles, 3 de marzo de 2021

Me lo estuve pensando, pero al final sí

 La campaña me ha sorprendido, y de un modo muy grato al final. Porque lo cierto es que al principio no encontré demasiado interesante el asunto. Algo excesivo, me pareció el precio por el libro que podría recibir. Y pesimista como soy, no abrigaba grandes esperanzas de que se alcanzarán las metas que lo convertirían en algo más deseable. Y la economía no está como para tirar cohetes.

Pero lo cierto es que sí han conseguido ampliar el interés. Y al final se trata de un buen manual, que incluye el Companion -lo único de esta línea que no tengo en su edición original- y que, si no ha podido llegar a la edición en cartoné, al menos contará con esas solapas que casi todo libro en rústica debería incluir.

De modo que, si bien dudé durante la mayor parte de lo que ha durado la campaña, al final opté por aportar. Por poderes, eso sí, un problema de última hora, quizá debido a los cambios en las modalidades de pago que ahora usa Verkami casi me lo impide, así que un amigo ha tenido que hacerlo en mi nombre... Pero bueno, el caso es que he puesto el dinero y ahora a esperar pacientemente a recibir el libro.

No soy demasiado de la ciencia ficción. Incluso los juegos de terror -o fantasía urbana, que a veces se difumina mucho la diferencia entre ambos géneros- a los que tanto le daba quince o veinte años atrás han quedado desde hace mucho relegados por los de fantasía, que son mi primera y gran pasión en esto de los juegos de rol. De ci-fi dirigí campañas de Mechwarrior con las dos primeras ediciones -eso incluye la que publicó Diseños Orbitales, en un manual que todavía conservo, aunque prácticamente se cae a pedazos-, Cyberpunk -todavía no estoy seguro de si me interesa o no la nueva edición del mismo-, y Mekton Z, con más robots gigantes de esos que tanto me gustan. Ninguno de ellos se encuadra precisamente en la ciencia ficción clásica del estilo Traveller o similares. Como el propio M-Space.

Y el caso es que como ya lo tengo en inglés, pero no he llegado a usarlo -estuvo cerca hace año y pico, pero al final la cosa se fue por Far West- así que no estaba tan predispuesto a hacerme de inmediato con la edición en castellano, al menos según las condiciones iniciales. 

Parece que 77Mundos ha acertado en sus predicciones -las de sus miembros- sobre lo innecesario de estirar la duración de una campaña de financiación colectiva. La mayor parte del dinero recaudado lo hace en los primeros y los últimos días. Entre medias, parece que solo hay que dejar el tiempo suficiente como para que se pueda propagar el conocimiento de la existencia de la campaña. Ciertamente, podría haber durado el doble y la diferencia en la cantidad recaudada quizá no habría sido muy apreciable. Han sido muy perspicaces.

Y dejando mis filias al margen, el juego en sí está muy bien. Es un genérico muy completo, que amplía mucho su alcance gracias al añadido del Companion. Y si bien para muchos aficionados la falta de una ambientación incluida es un punto negativo, a mí me ocurre lo contrario. De forma progresiva estoy apreciando cada vez más a los genéricos que permiten preparar una campaña a medida. La idea de probar algo así pero con ci-fi es algo que encuentro estimulante, y eso también ha ayudado a tomar la decisión. Que no es tampoco como si el mundo lo fuese a notar, decidiese lo que decidiese.

De modo que felicidades a la editorial, por el éxito en una campaña bien diseñada -la serie de actualizaciones de la misma me ha parecido impagable- y a quienes han aportado, porque recibirán un manual-conjunto de herramientas equivalente a Mythras pero apuntando a la ciencia ficción.

sábado, 9 de enero de 2021

Against the Darkmaster (2 de 2)

 (Siguiendo la entrada anterior)


Resolving Actions. Las mecánicas básicas. Los juegos de los que deriva Against the Darkmaster tienen una fama a menudo inmerecida -o por lo menos exagerada- en cuanto a la cantidad de tablas necesarias para jugar o a la cantidad de veces que hay que tirar para cualquier acción. En el núcleo del sistema hay una única tabla para resolver la mayoría de acciones, que además resulta bastante sencilla (eso sí, el combate y el lanzamiento de conjuros utilizan varias otras, aunque tampoco en cantidad excesiva, según mi apreciación). Como expliqué anteriormente, se trata de obtener un resultado de 100+ en una tirada sumando modificadores diversos. Un resultado de entre 75 y 99 es un éxito parcial, uno de 175 para arriba es un éxito excepcional. Entre 5 y 74 es un fallo, menos de 5 es una pifia. Bastante sencillo.

La dificultad se mide en modificadores al resultado de la tirada, desde +0, que es una dificultad normal, hasta -70, en un nivel en el que se duda de la cordura de quien va a intentar la proeza. Luego hay reglas sobre esfuerzos conjuntos, donde un personaje ayuda a otro a realizar una tarea, y también sobre competiciones y su resolución. Finalmente, se explica cómo funcionan las tiradas de salvación para soportar los efectos de conjuros (el nivel del atacante impone una dificultad y el nivel del defensor otorga un modificador a la tirada).

Magic. Tal y como ocurría en MERP y Rolemaster, la magia se define aquí principalmente por dos conceptos: los puntos de magia y los saberes de conjuros. Cada personaje cuenta con una cantidad de puntos de magia, cuantía que se determina mediante su Estirpe y su Vocación. Un guerrero enano tendrá más bien pocos -o ninguno-, mientras que un mago elfo de las estrellas rebosará de poder. Estos puntos de magia son la energía que hacen funcionar los conjuros, gastándose a medida que se realizan los lanzamientos.

Los saberes de conjuros son listas o agrupaciones temáticas de diversos hechizos, uno por cada nivel. Cada clase cuenta con sus propios saberes, de entre los que va escogiendo a medida que aumenta sus rangos en las habilidades de Conjuros. Algunos saberes son generales y aparecen en las opciones disponibles para más de una Vocación, otros son muy específicos.

Cuando el lanzador quiere realizar un conjuro, hace la tirada correspondiente y gasta los puntos. Cuenta con opciones para modificar alguno de los parámetros en muchos casos, aumentando la distancia, el tiempo de efecto, o añadiendo alguna cualidad adicional al efecto, según el conjuro concreto. Eso aumenta el nivel efectivo del conjuro y el gasto en puntos de magia, pero añade mucha versatilidad. Y nos ahorra esas feas listas de conjuros de Rolemaster, cuando el texto descriptivo de un hechizo podía ser algo así como: "Igual que en nivel 8, pero ahora el área de efecto es de 20 metros cuadrados". Además, existe la posibilidad de que un lanzador de magia quiera forzar sus límites y probar con hechizos que le vienen grandes todavía, un tipo de reglas que me encanta ver en un juego con magia.

La magia es bastante reminiscente de MERP, con sus listas elementales y curativas, sus ataques de rayo, bola y demás. Pero todo ello explicado de un modo considerablemente más comprensible.

Movemente and Traveling. En este capítulo intuyo la sombra de El Anillo Único. Que es una buena fuente de la que extraer la fórmula con la que realizar tus propias reglas para plasmar largos viajes. Primero, unas reglas de carga sencillas pero que dejan claro que ir por ahí con armadura, cuatro armas, mochila cargada y equipo de acampada para moverse campo a través quizá no sea la mejor de las ideas.

Las reglas en sí de los viajes son, como decía, similares a las de El Anillo Único. Se planea primero cuidadosamente el trayecto (son reglas más aptas para viajar de un punto específico a otro que para deambular por ahí como cuando se explora en un hexcrawl, pero creo que en realidad también podrían servir para este último propósito), se calcula lo que se tardará y se contemplan los posibles obstáculos que pueden encontrarse, por azar o porque ya estaban en mitad del camino.

Hay reglas de persecuciones y forrajeo, y una serie de tablas bastante interesantes sobre la naturaleza de los diferentes obstáculos a encontrar, diferenciadas por tipo de terreno. También hay reglas para el establecimiento correcto de campamentos y para los refugios. Esto último me parece también tomado del juego que actualmente ostenta la licencia del mundo de Tolkien. Un refugio es algo como Rívendel, o la casa de Beorn, un lugar en el que descansar tranquilo y reponerse antes de proseguir el viaje, algo mucho mejor que un simple campamento. Se hace hincapié en que deberían ser localizaciones muy especiales dentro de una campaña y no abundar demasiado -Bree, por ejemplo, no puntuaría como refugio-. Hay una serie de actividades que pueden realizarse en estas localizaciones, algo que enfatiza su carácter especial.

Equipment and Wealth. Consecuente con la idea de que este juego no va de acumular tesoros saqueados en mazmorras, se desecha una economía estricta en la que el jugador es consciente de las riquezas de su PJ hasta la última moneda de cobre por otra basada en niveles de riqueza. Dicho nivel indica posesiones en general y modo de vida, y se clasifican en una escala que va desde cero -un taparrabos, quizá, o tu collar de esclavo es lo único que tienes- hasta cinco -gente que pertenece a la nobleza mayor o incluso a la realeza-. Los artículos que alguien pueda desear comprar cuentan con descriptores de la facilidad con la que pueden ser encontrados así como de su valor. Puedes comprar cualquier cantidad razonable de objetos cuyo valor esté por debajo de tu nivel económico, o puedes comprar un objeto cuyo valor sea igual a tu nivel económico a cambio de disminuir dicho nivel en uno -esas malditas hipotecas...-. No puedes comprar nada que tenga un valor superior a tu nivel económico.

Resulta posible mejorar el nivel económico mediante la obtención de tesoros, que también se miden en puntos. Cuando consigues una cantidad suficiente, tu nivel económico sube (Puede que mucho, si ocurre que cual Edmond Dantès un PJ paupérrimo da con un inmenso tesoro).

Después de eso, las consabidas listas de equipo, incluyendo armas y armaduras, con sus cualidades particulares. Aquí encontré que hay un pequeño problema de edición en el texto -ocurre en algún que otro capítulo-, porque encontramos una serie de términos de juego que, en una lectura secuencial del manual, todavía no se nos ha explicado. Nada que no se resuelva al final, pero fastidia un poco.

Combat. En Against the Darkmaster, como en MERP o Rolemaster, el combate es sangriento y mortal. Una serie de tiradas de ataque a las que, una restada la defensa del objetivo -quien quizá haya destinado algo de sus bonificadores de combate a mejorar su guardia a cambio de no pegar tan duro- se compara su resultado en la tabla correspondiente. Estas tablas agrupan tipos de armas -espadas, contundentes, etc-, y el resultado final de la tirada de ataque se cruza con el tipo de armadura que lleve el objetivo. Esto indica la cantidad de puntos de golpe perdidos en el ataque y el crítico que toca determinar, en su caso.

Los críticos, un festival de heridas espantosas (bueno, no tanto en la mayoría, pero las que quedan en el recuerdo son esas) donde quedan cicatrices, saltan ojos, hay hemorragias, se amputan miembros, huesos rotos y todo lo que se les ocurriese. Esta es la regla que hace tan peligroso el combate en este sistema. 

Cuando hay un crítico se debe tirar en la tabla correspondiente -análogas a las de ataque, una para espadas, otra para contundentes, etc.-, con modificadores que van en función del tipo de crítico, según su gravedad. En MERP, esto significaba que, tarde o temprano, algún orco tendría suerte en su tirada y desguazaría a tu PJ veterano en alguna escaramuza de escasa relevancia. Aquí esa parte se atenúa un tanto mediante la inclusión de los puntos de Drive y las reglas de esbirros, que limitan el resultado máximo posible en una tirada de críticos para un orco del montón. En MERP, por lo que recuerdo, casi nadie moría por la pérdida de puntos de golpe. Mucho antes de eso le habrían abierto la cabeza como un melón, seccionado la carótida o atravesado el corazón. Aquí igual es diferente.

Por lo demás se contemplan más o menos las mismas eventualidades que en la mayoría de juegos de este tipo. Luchar con armas a dos manos, estados en los que puede quedar un combatiente -incapacitado, aturdido y demás-, apuntar ataques, cargas, maniobras de combate como desarmar y fintar y cosas así.

Health and Healing. Una de las puñetas más grandes que tienen los críticos -aparte de matar o mutilar permanentemente a un personaje- son los modificadores negativos que imponen en muchos casos, modificadores que se van acumulando hasta dejar al pobre individuo derrengado. Eso son las Heridas, cuando uno tiene una pierna rota o un pulmón perforado. Tratar las Heridas resulta tan importante -o más- que recuperar los puntos de golpe perdidos. Y ambas cosas llevan su tiempo, que es de lo que trata este capítulo.

Aparte eso, enfermedades y venenos, otras formas raras de daño y las hierbas curativas, que no podrían faltar aquí. Incluyendo reglas sobre cómo buscarlas y conservarlas si es posible.

A partir de aquí termina la parte dedicada a los jugadores -exceptuando los saberes de conjuros, que vienen detallados casi al final del libro-, y comienza la del director de juego. Estos primeros capítulos cubren poco más de doscientas páginas.

Preparing the Game. Capítulo necesario sobre la creación de escenarios y campañas, con detalles a tener en cuenta, tanto a nivel mecánico como narrativo. Nada de lo que aparece aquí le resultará nuevo a quien haya leído ya unos cuantos manuales de este tipo, pero es un contenido bastante válido.

The Darkmaster. Este otro, en cambio, es un capítulo mucho más específico para el estilo hacia el que apunta este juego. La premisa de todo entorno en el que se espera jugar con el manual es la existencia del Señor Oscuro. Se lo presenta casi como una entidad multiversal, cuyas numerosas representaciones muestran diversos rostros en los mundos en los que aparece. Es Arawn, es el Lord Execrable, es Takhisis, es el Rey de la Noche, es Rakoth Maugrim, es Sauron. Un concepto que, por supuesto, puede ser alegremente ignorado si así se desea. 

Pero el caso es que hay que tener un Señor Oscuro para la campaña, y este es el capítulo que ayuda a definirlo. Hay algunos puntos básicos, como que no puede ser derrotado con las armas o la magia de un modo convencional -no tiene términos de juego en ese sentido-, pero puede ser vencido de algún modo. Normalmente a través del empleo de una reliquia que desea pero también teme. Que puede o no ser un anillo, hay variedad.

Se deben determinar sus sirvientes -se aconseja una lista limitada, para hacerlo más de baja fantasía que los mundos rebosantes de monstruos y especies diferentes de los mundos de fantasía más tipo D&D-, su base de poder y sus poderes -si es un tentador, un gran estratega militar o un poderosísimo hechicero- y el tipo de amenaza que representa para el mundo.

Hay reglas para la corrupción y luego tres Señores Oscuros preparados a modo de ejemplo. Que pueden ser utilizados, pero yo creo que debe de ser más divertido pergeñar uno propio. También hay aquí algunos saberes de conjuros específicos para sus sirvientes, hechicería oscura y necromancia.

Running the Game. Aquí se habla ya sobre cómo dirigir los escenarios y la campaña que hayamos ido preparando. Cómo manejar los problemas que se presenten, como cuando un PJ estira la pata. Reglas bastante sencillas para resolver batallas y algunas opciones para alterar el nivel de fantasía de la campaña, como permitir que los PJ superen el nivel diez o eliminar las clases lanzadoras de conjuros, poniendo en su lugar a una nueva que se presenta aquí, el Sabio (por si quieres algo más tipo Canción de Hielo y Fuego).

Rewards. Gestión de la experiencia y la riqueza desde el punto de vista del director de juego. Y también objetos mágicos. No tanto en plan de listado de multitud de artefactos diferentes sino algunas reglas y consejos sobre su elaboración y unos cuantos presentados como ejemplos. 

Y llegamos al Bestiary. Uno de los capítulos más extensos del manual, sesenta páginas llenas de criaturas que en su mayor parte han sido extraídas de la obra de Tolkien y las que no, suelen moverse por los mismos andurriales en lo que se refiere al tipo de fantasía que representan. Hay orcos y trolls y gigantes y balrogs -shadowflame demons, los llaman-, tumularios y fantasmas, dragones, espectros, necrófagos, duergar y el kraken. Y muchos otros de índole semejante.

Grimoire. Los saberes de conjuros detallados, hasta el último de ellos, que no son pocos. Treinta y ocho listas -incluyendo las dos propias del Señor Oscuro, reimpresas aquí- con diez conjuros cada una. Hay variedad.

Shadows of the Northern Woods es una aventura de ejemplo, dispuesta en un entorno que viene a ser, por lo que se desprende de lo que se cuenta, un trasunto de la Tierra Media. Es un escenario extenso y detallado, que cumple no solo con su función de resultar una buena aventura sino también la de ejemplificar el tipo de juego en el que los autores de Against the Darkmaster estaban pensando cuando diseñaron el manual. Hay unos cuantos PJ pregenerados, con trasfondo incluido, pensados para jugar esta aventura (esos mismos PJ han servido como "icónicos" en muchas ilustraciones del manual, mostrándoles en muy diferentes situaciones).

Después de esto ya solo queda el apéndice que compendia las tablas, y que probablemente sea buena idea tener impresas aparte, por el bien del manual. A modo de colofón, la hoja de personaje.

Y ya.


Algunos comentarios

Si alguna vez ha habido un juego nicho, ese es Against the Darkmaster. Se basa en un sistema del que muchos aficionados guardan buen recuerdo, pero al que muchos otros denuestan con crueldad y a menudo de forma injusta. 

Es un genérico de fantasía, pero de un estilo de fantasía muy concreto. No es la Espada y Brujería que se estuvo poniendo de moda los últimos años, ni es el grimdark que se lleva mucho ahora, ni el weird que se extiende por la OSR. Es Tolkien e imitadores.

Por todo ello imagino que buena parte de la afición se sentirá menos que emocionada por la aparición de este juego. Pero a aquellos a quienes sí les pueda interesar, creo que les va a gustar mucho.

Sigue siendo MERP en el combate y la magia, aunque en ambos casos tras un concienzudo proceso de pulido. Pero los autores no han tenido miedo de desechar otras partes del sistema -la experiencia, la economía, los viajes- para sustituirlas por otras que resultan en un juego más sencillo de usar, y mucho más ágil. 

¿Pienso que este juego refleja mejor la Tierra Media que, digamos, El Anillo Único? Pues no, pero sí lo hace mucho mejor que el MERP. Aunque en cualquier caso, eso no importa mucho. Sí, podrías usar el sistema para usarlo en el mundo de Tolkien pero ¿no resultaría más divertido crear tu propia versión de este tipo de tramas? Una en la que los PJ no se sientan constreñidos por el peso de la ambientación y el canon. Personalmente yo usaría El Ánillo Único para la Tierra Media -claro que he jugado una campaña de Mythras ambientada en dicho entorno, así que quién soy yo para decir nada- y Against the Darkmaster para dar rienda suelta a la imaginación con un nuevo entorno, o para plasmar en sesiones de juego alguna de esas series literarias. 

Otra cosa que me gusta mucho del manual es la impresión de ser un juego completo. Ya he expresado anteriormente que no me importa que un manual cuente con cuatrocientas, quinientas páginas o las que sean, siempre y cuando sea algo autocontenido, un libro que no deje con la sensación de que está incompleto y que hay que esperar a algún que otro suplemento para poder empezar a jugar de verdad. Este juego cumple esa norma.

Hará cosa de un par de años o así decidí plantarme en cuanto a hacerme con juegos nuevos, limitándome a continuar con las líneas que más me interesan y que veo posible poner en práctica. Creo que este título es el primero desde entonces con el que voy a romper esa norma. Así que a esperar a que Other Selves se ponga manos a la obra con su publicación.

viernes, 8 de enero de 2021

Against the Darkmaster (1 de 2)

(La reseña me ha salido considerablemente más extensa de lo que esperaba en un principio, así que creo que lo mejor será partirla en dos partes. En breve dejaré por aquí el resto de mis impresiones sobre este juego)


 En su momento, ya lo he comentado en otras ocasiones, jugué bastantes partidas con el MERP, o El Señor de los Anillos, tal y como lo tituló Joc en su edición. Había leído los libros -El Hobbit, El Señor de los Anillos y El Silmarillion- así que algo sabía de la Tierra Media. La capacidad de criterio, en cambio, era algo de lo que andaba más bien escaso a los catorce años. Este era el juego del mundo de Tolkien, ergo, si quería jugar en esta ambientación habría de ser con estas reglas.

No es que fuese nada malo, la verdad. Sí, los magos que tiraban rayos y bolas de fuego parecían abundar en el entorno y entre los PJ, lo que no parecía coincidir con lo que se describe en las novelas. Y todas esas espadas mágicas con efectos especiales, que si críticos de fuego o de frío o qué se yo... Pero al final daba igual, lo pasaba bien. Igual que algunos de los otros chavales con los que jugaba, que alguno había que no había leído -ni leerá jamás- la obra del Profesor, ni falta que le hacía para pasar un buen rato tirando dados.

Experimenté el juego casi exclusivamente como jugador. Nunca llegué a dirigir una aventura, que yo recuerde, salvo muy contadas excepciones y empujado por las circunstancias. Tenía un manual, que aún conservo, pero su lectura siempre me frustraba. Muy similar a un manual técnico, diferente a otros juegos que ya conocía y que sí había aprendido a dominar. Luego apareció Rolemaster, del que había oído hablar de un modo que anticipaba ser una pasada -lo que ahora llaman hype- pero que encontré intimidante y un poco tedioso con tanta tabla. Un miembro del club local tenía los tres libros de Joc, pero apenas jugamos alguna aventura. Y al cabo de un tiempo fuimos dejando a un lado estos juegos y pasamos a otra cosa. Creo que a AD&D 2ª.

No son juegos en los que haya pensado mucho a lo largo de los años. Tengo algún amigo para quien Rolemaster es su referente, y de tanto en tanto ha tratado de levantar alguna campaña usando algunas de sus versiones, incluyendo HARP. Sin demasiado éxito, tristemente. Así que, cuando me llegó el correo enviado por Other Selves -por haber aportado en una campaña de financiación colectiva anterior de la editorial- en el que anunciaban que iban a traducir al castellano el juego Against the Darkmaster, presentado como heredero (oficioso) del MERP, pues avisé de inmediato a este amigo que he mencionado. Y me puse a buscar algo más de información sobre el juego.

Resulta que el juego es de un metalero italiano, Massimiliano Caracristi, un fan del MERP que quería recuperar este juego en una versión actualizada. Totalmente expurgada de la propiedad intelectual de los herederos de Tolkien, pero conservando los elementos del entorno de fantasía del Profesor, ampliados aquí para incluir a su estela de imitadores. Que como siguen esquemas más o menos definidos, son fácilmente reconocibles. La Rueda del Tiempo de Robert Jordan, La Espada de Shannara de Terry Brooks, Las Crónicas de Belgarath de David Eddings y varios otros. Novelas que en su mayoría resultan bastante flojas o directamente de escasa calidad (hay muy dignas excepciones, como Las Crónicas de Prydain), pero que como he defendido con anterioridad, son buenas metas a las que aspirar como campaña de rol. Un juego que apuntara específicamente en esa dirección -como algo opuesto a todo el conjunto de la fantasía- usando mecánicas clásicas y familiares para mí pero adaptadas y mejoradas con algunos elementos de diseño más modernos es algo a lo que no me puedo resistir.

Como Other Selves va a publicar el juego, pero no tengo claro cuándo será -y supongo que, aunque seguro, el proceso irá lento- me hice, en cuanto salió -cuando recibí el correo el proyecto todavía seguía en la campaña de financiación- con el pdf en inglés. Impresión bajo demanda mediante, tengo un manual que puedo leer y quizá incluso utilizar -como jugador, que tenemos claro quién dirigirá la partida- hasta que por fin pueda adquirir un ejemplar traducido.

La lectura se me hizo mucho más rápida de lo que sugiere el tamaño del manual, que es un verdadero tocho. Y con cada capítulo, más ganas me han ido entrando de poder probarlo en la mesa. Por lo pronto voy a exponer por aquí mis impresiones junto con la descripción del juego y sus contenidos.


Forma

Poco puedo explicar aquí sobre los valores de producción, pues solo tengo una copia digital del juego. Es un verdadero bicho, de unas quinientas sesenta páginas en blanco y negro. Los ejemplares impresos están encuadernados en cartoné. La maquetación es sencilla, con texto a dos columnas, de un tamaño de la fuente y un interlineado bastante generosos, así que en realidad el recuento total de palabras probablemente resulte menor que el de libros que ocupen un número de páginas sensiblemente inferior. Las páginas están adornadas en su mayor parte por unas cenefas en los márgenes superior e inferior. Algunas secciones muestran un diseño diferente: la descripción de los conjuros se hace en páginas cuyos márgenes van cubiertos por el diseño de un pergamino abierto que rodea toda la mancha de la página, mientras que la parte dedicada a la descripción del Señor Oscuro de turno se realiza en texto blanco sobre fondo negro.

El apartado gráfico me resulta especialmente delicioso. No solo las ilustraciones son de gran calidad, sino que en muchos casos me resulta entretenido descubrir a qué aluden, pues más de una de las obras referenciadas en la bibliografía recomendada se ve representada, de un modo u otro, en algún dibujo. Muchas de estas ilustraciones versionan a algunos clásicos de la afición. Keith Parkinson y Jeff Easley en algún caso, si no me equivoco, Larry Elmore seguro y sobre todo, como era de esperar, Angus McBride.

Hay ilustraciones que señalan la Dragonlance, AD&D en general, La Rueda del Tiempo y MERP, todas ellas muy buenas. La portada, de Andrea Piparo, rememora la de McBride para MERP -con una fuente para el título del juego muy similar a la de Rolemaster-, así que gráficamente este juego tiene un fuerte componente de nostalgia.

La nostalgia puede ser un buen gancho para llamar la atención, pero a la hora de saber si merece la pena hay que ver qué es lo que contiene el manual. Y a eso vamos ahora.


Contenido

Créditos, tabla de contenidos, índice de tablas, agradecimiento a, y lista de, quienes aportaron en la campaña de financiación. Breve relato de tres páginas, de esos que se escriben para tratar de establecer el ambiente que se intenta plasmar en el juego.

Una introducción, en la que el autor explica de qué va el juego. y que viene a ser una enumeración de los elementos más básicos que conforman la Eä de Tolkien: Bien contra Mal, un Señor Oscuro que lo amenaza todo, un pasado lejano cuyas ruinas todavía pueden encontrarse dispersas por el mundo, la magia es rara y peligrosa, los dioses se mantienen distantes y no toman partido en los asuntos del mundo, pero existe la esperanza, y existen los héroes.

Esta parte finaliza con un listado de diversas fuentes de inspiración, clasificadas por literarias, cinematográficas, otros juegos de rol y grupos de heavy metal. La lista de bibliografía es un tanto ecléctica: Joe Aberecrombie es uno de mis favoritos modernos del género, pero su estilo poco tiene que ver con lo que se diría que el juego trata de reflejar. Pero en líneas generales, la intención queda bastante clara.

Resulta necesario aclarar que Against the Darkmaster no contiene de forma explícita ningún entorno de campaña concreto. Más bien proporciona las herramientas adecuadas para reflejar una historia del tipo de las mencionadas anteriormente. Puedes usar este juego para jugar en la Tierra Media o en alguno de los otros entornos literarios del estilo. O puedes conformar tu propia ambientación valiéndote de los recursos que proporciona el manual.

The Basis. Muy breve capítulo en el que se explica la mecánica básica, que viene a ser la de MERP/Rolemaster. Tiras 1d100 más modificadores. Si el resultado final es cien o más, tienes éxito -puede que un éxito parcial, si lo pasas justito-; en las tiradas abiertas, un resultado de noventa y seis o más en los dados supone tirar de nuevo y sumar ambos resultados (tirando una vez más si el nuevo resultado resulta ser también de noventa y seis o más) mientras que una tirada de dados con resultado de entre uno y cinco significa tirar de nuevo, pero esta vez para restar al total. Tirando de nuevo -y restando igualmente- si la nueva tirada es de noventa y seis o más.

En diversas situaciones, los resultados de estas tiradas se comparan con sus correspondientes tablas. Que son unas cuantas, pero al nivel de lo que era MERP, no la enormidad que podía llegar a ser Rolemaster.

Creating a Character. La creación de personajes en Against the Darkmaster es bastante sencilla -confieso que llegué a perderme en algunos momentos mientras leía el proceso análogo en Rolemaster Fantasía-, y son unos pocos pasos. La generación de características puede ser aleatoria o mediante reparto de puntos. Al contrario que en MERP, la característica es el modificador, no el número aleatoriamente generado con las tiradas. Así, un personaje puede tener Fuerza +10 cuando antes podría haber sido (lo digo por hablar, seguramente me equivoque) digamos, 75. 

Kins. En realidad el proceso de crear un personaje se va detallando a lo largo de varios capítulos, tras la enumeración inicial de los pasos a dar expuesta en el capítulo anterior. Cuando se reparten los puntos se incluyen los modificadores por Estirpe, que es como aquí llaman a lo que habitualmente se ha venido denominando "razas" (término que como ya va sonando un poco rancio, en los juegos de fantasía va siendo sustituido por otros como Legado, Estirpe, Ascendencia o lo que sea). Las Estirpes (Kin en el original) son Hombres, Altos Hombres, Enano, Mediano, Semielfo, Elfo Plateado, Elfo del Crepúsculo, Elfo de las Estrellas y Pueblo Salvaje. De forma opcional -aunque no se espera que vaya a haber PJ de este tipo, se incluyen también los Orcos, Semiorcos, Trolls de Piedra y Firbolgs -una especie de gigantes de la antigüedad, ese pueblo prehumano, sabio y pacífico, pero condenado a la extinción por errores pasados, que aparecen en tantas historias del género-. En su mayor parte las analogías con la obra de Tolkien son muy evidentes, con los tipos de elfo, los altos hombres o el pueblo salvaje.

Cada Estirpe proporciona unos modificadores a las características, unos rasgos particulares, un nivel de riqueza inicial y una cantidad de puntos de trasfondo (más adelante concretaremos con esto).

Luego se escoge una cultura, que proporcionan un origen para el personaje y una serie de rangos iniciales para sus habilidades. Las culturas se definen casi siempre por un tipo de entorno geográfico -desierto, llanuras, ártico, profundidades subterráneas- o social -noble, feérico-. El equipo inicial del personaje también viene determinado por su cultura, aunque cuenta con algunas opciones para ir escogiendo. Y los puntos de trasfondo le pueden servir al jugador para redondear las posesiones iniciales del PJ. 

Vocations. Y llegamos ya a la elección más importante, lo que viene a ser la clase de personaje -esto es como el MERP, no lo olvidemos, un juego con clases y niveles-. Al igual que en el juego que emula, los niveles a los que se puede tener acceso son diez, pero no como si esto fuese una kit de inicio, sino que realmente es prácticamente el límite. Más adelante, sin embargo, encontraremos reglas opcionales para llevar a los PJ más allá de este límite, pero eso es otra cuestión.

Las vocaciones disponibles para los personajes son las que cabe esperar. Guerrero, Pícaro, Mago, Animista -para quienes no conozcan el MERP, una especie de druida-, Dabbler -una especie de hombre para todo, equivalente al bardo de MERP, si es que es no era el nombre original de la clase- y Campeón -individuo que usa tanto las armas como la magia, sin ser mejor en ninguna de ambas áreas que sus respectivos especialistas-. Las clases otorgan unos bonificadores automáticos a algunas habilidades y unos rangos a repartir entre las diferentes categorías.

Me explico. Los personajes se definen en gran medida por sus habilidades, tal y como ocurre en Mythras. Cada rango que se tenga en una habilidad supone un bonificador a las tiradas (más el proporcionado por característica, magia o lo que sea), aunque el bonificador que cada nuevo rango proporciona disminuye cuando se ha acumulado cierta cantidad. Los primeros añaden ´+5, luego esa cantidad va bajando hasta que llega un momento en que cada nuevo rango solo proporciona +1 a la habilidad.

Las categorías de habilidades son Combat, Adventuring, Roguery, Lore, Spells y Body. Este último representa los puntos de golpe, y funciona de un modo diferente al resto. Las demás se explican de un modo bastante claro. Adventuring hace referencia a actividades físicas, Roguery a latrocinio y sigilo. Y así sucesivamente. El capítulo incluye también una descripción de cada habilidad y su funcionamiento concreto.

Backgrounds. Cada Estirpe otorga una serie de puntos de trasfondo, mediante el criterio de que las que no han resultado tan favorecidas por los dioses cuentan con una mayor cantidad de puntos para compensar. Los elfos, por lo tanto, son quienes menos tienen, hombres y medianos son los que más.

Cada punto de trasfondo puede emplearse para adquirir, pues eso, trasfondos. Cada uno de los mismos está dividido en dos niveles, menor y mayor. Comprar un trasfondo menor cuesta un punto, el mayor cuesta tres (cuatro en un único caso). Y son, pues eso, ventajas, capacidades especiales, equipo adicional o incluso mágico, mejoras a características o habilidades... formas de redondear el personaje.

Finishing Touches. Para concluir la creación del personaje se totalizan algunos valores importantes para el personaje, como los puntos de golpe, las tiradas de salvación o la defensa en combate.

Passions and Drive. Hasta el momento el proceso de creación de personaje se realiza de un modo que resultará muy familiar a los habituales de MERP, aunque si bien me ha parecido bastante más claro y pulido. En este capítulo se incluyen algunos elementos nuevos. Las Pasiones, para empezar, definen al personaje de un modo interesante. Se escogen tres, que llenan los apartados de Naturaleza, Lealtad y Motivación del PJ. Hay una curiosísima tabla para escoger pasiones cuya definición viene extraída de las letras de canciones metaleras. Que con Manowar, Blind Guardian o Rhapsody hay para aburrir.

Luego están los puntos de Drive, que vienen a ser los puntos de héroe/suerte/destino de tantos otros juegos. Con los usos habituales: repetir tiradas, salvar la vida, cascar más fuerte, cosas así.

La parte más original de estos puntos viene cuando se introduce la idea de la Senda Heroica. Una especie de viaje del héroe pero preparado a medida para cada PJ. Cuando el personaje acumula cierta cantidad de puntos de Drive gastados -que se obtienen realizando hazañas- obtiene una Piedra Miliar, que puede gastar para una Revelación. Que es una forma rebuscada de decir que puede escoger un beneficio especial en un momento determinado y apropiado. Algo que sirva, por ejemplo, para dar más enjundia al momento en que le nombran caballero, o consigue vengarse del asesino de su familia o lo que sea. Es una mecánica que me ha parecido interesante y me gustaría ver qué tal puede funcionar en una campaña, porque es el tipo de cosa que proporciona objetivos a los jugadores. Finalmente hay unas notas sobre "pasar la antorcha" cuando un PJ muere o se retira, y otro recoge el testigo de su senda a medio recorrer.

Character Advancement. El sistema de experiencia de MERP nunca me hizo demasiada gracia, ni siquiera en su momento. Se prestaba a muchas aberraciones (en una ocasión vi como uno de los jugadores explicaba que su enano animista trataba de matar a un gato que había salido en nuestro camino porque nunca había matado a uno. Como la primera vez que se mataba un bicho de un tipo concreto los puntos de experiencia se multiplicaban, para él suponía más PX acabar con el pobre gato que cargarse a su enésimo orco, que a base de matarlos ya le daban la mitad de la experiencia habitual). Afortunadamente, en Against the Darkmaster este es uno de los apartados que más se ha beneficiado de las revisiones. 

Para empezar, la cantidad de puntos para cada nivel es más baja. No hace falta inflarlos con números altísimos cuando puede conseguirse el mismo resultado con cálculos más sencillos. Básicamente, 10 PX para cada nuevo nivel hasta el quinto, y 20 PX para cada uno de los cinco siguientes.

Se ganan puntos por metas o hazañas cumplidas. Al final de la sesión se evalúa lo que han conseguido los PJ y se proporciona una cantidad de experiencia, normalmente entre uno y cinco puntos, por lo que puedo suponer al ver la tabla. Hay formas específicas para cada vocación para obtener experiencia, pero también puede realizarse en conjunto, para toda el grupo. El sistema es bastante flexible y no demuestra mucha preocupación por estos detalles. Vamos, que lo que mejor le apañe a los componentes de la mesa. 

jueves, 7 de enero de 2021

Siempre hay algo nuevo que aprender

 Por estas mismas fechas pasadas, pero en 1991, jugué mi primera partida a un juego de rol. Así que han pasado treinta años ya desde aquel momento. 

Tras aquellos gloriosos primeros días -dos ó tres, no recuerdo bien- en los que pude jugar los escenarios Viaje a Falderbash y La casa de empeños de Gringle -ambos pertenecientes al suplemento Apple Lane- yo estaba asombrado con las posibilidades de aquella forma de ocio que acababa de descubrir y que ya intuía que -como ha acabado siendo- no abandonaría nunca. Tras el final de las vacaciones navideñas perdí contacto con el amigo que dirigió aquellas aventuras, contacto que no retomaría hasta principios del verano de aquel año, cuando entraría realmente a fondo en la afición. Pero yo no podía esperar tanto.

De regreso en casa, en los días siguientes a haber jugado aquellas partidas, se me metió en la cabeza la idea de escribir mi propia aventura. Y eso me puse a hacer, aunque no tuviese la menor idea de cómo funcionaba el juego. En serio, jugué las dos aventuras sin terminar de comprender las reglas, tirando dados cuando me indicaban que había que hacerlo, pero sin terminar de pillar las razones para ello o la forma en que explicaban el resultado de las acciones que yo indicaba. Lo que sí entendía era la forma en que funcionaba jugar a rol, y contaba ya con cierto bagaje en el género de fantasía como para poder desempeñarme bien con una idea más o menos general de las cosas que me habían explicado que mi personaje sabía hacer bien. En cierto sentido aquellas primeras fueron las mejores partidas que he jugado jamás. Conozco gente cuyas primeras sesiones resultaron un tanto decepcionantes, encontrando la gracia del juego solo algo más adelante. Para mí, las puertas se abrieron de par en par mientras sonaba una fanfarria triunfal. O al menos así lo recuerdo.

Pero estaba contando de mi primer intento de escribir una aventura. Sin tener ni idea de cómo funcionaba aquello, me puse a emborronar unos folios, escribiendo sobre como un semielfo contrataría al grupo de aventureros para buscar nosequé en una isla, por supuesto sin ninguna idea del entorno de campaña ni nada por el estilo, ni falta que hacía. Recuerdo esto porque todavía conservo aquellos folios en uno de los archivadores en los que guardo hojas de personaje, notas de campaña, escenarios y demás. Desde luego, tenía ganas de preparar una aventura. Aunque no tuviese ni la más mínima idea.

A veces me da la sensación de no saber mucho más ahora que por aquel entonces. Tiempo he tenido para conocer la mecánica esencial, y también conozco uno o dos trucos de perro viejo, cosas de pasar mucho tiempo detrás de la pantalla. Me han dicho que no soy demasiado malo dirigiendo. Las más de las veces las partidas que dirijo suelen gustar a mis jugadores, o al menos entretenerles. Pero no siempre, de eso estoy seguro.

Lo que me sigue sorprendiendo es el modo en que la idea que tengo en la cabeza cuando planeo una campaña aparece, una vez presentada en la mesa de juego, en algo completamente diferente. A veces se debe a lo que los jugadores hacen con esa idea inicial. Pueden alterarla y deformarla en modos que yo no habría podido imaginar, y eso es bueno. Es su juego tanto como el mío, y deben poder tener el derecho a marcar el paso y la dirección de los actos de sus personajes. Eso me puede provocar algún quebradero de cabeza, pero es parte de mi labor como director de juego el sobrellevar estos imprevistos.

Aunque yo me refería a otras ocasiones, a esos momentos en los que me doy cuenta de que lo que estoy dirigiendo no se parece a lo que quería dirigir. Quizá lo esté pasando bien, pero de un modo distinto a lo que quería hacer inicialmente. A veces creo que hay una inercia que me empuja a mis tropos más comunes, si no tengo algo lo suficientemente bien preparado de forma previa. Otras veces sencillamente no tengo ni idea de la razón.

En la campaña que estoy dirigiendo todavía, con las reglas de Mythras + Fantasía Clásica, por ejemplo, esto ha pasado en más de una ocasión. La primera parte de la campaña, jugada en 2019, era relativamente sencilla, acotando la acción a una región de poca extensión -podía recorrerse de lado a lado en pocos días- con un par de poblaciones, algunos habitantes y comunidades más pequeñas dispersos por aquí y allá, y varios lugares que explorar, con su ración de peligros y recompensas. El grupo lo fue resolviendo todo de forma más o menos satisfactoria -algún PJ muerto y un par retirados debido a lesiones y/o mutilaciones de carácter permanente- pero al final todo salió más o menos bien. Cuando paramos ya tenía intención de proseguir con una segunda parte -concibo el conjunto de la campaña como una trilogía- y aproveché el tiempo para ir preparándola.

Tiempo que resultó ser más extenso de lo que esperaba, debido a la pandemia. Los meses de confinamiento y el periodo posterior retrasaron su reanudación. Aunque cuando comenzamos esta segunda parte estaba mucho más preparado. Lo cierto es que mi idea de este segundo volumen era mucho más ambiciosa que la que tenía para el primero. Se abre el mapa, ahora a una escala mucho mayor, y los personajes son individuos ya instalados, con puestos de poder y responsabilidad. Pero quería algo más, quería sangre nueva en la campaña. 

Mi intención era que buena parte de este segundo volumen -como de extensa sería exactamente esa parte dependería más de los jugadores- los personajes estarían separados en dos grupos. Uno de los grupos se dedicaría a una Búsqueda, a la caza de una reliquia de gran importancia por un territorio peligroso, donde las poblaciones apenas pueden garantizar la seguridad más allá de sus propias murallas y a menudo mantienen disputas con los vecinos. Es más, noticias de la reaparición de la reliquia se han extendido por todo el territorio, haciendo que los PJ no sean los únicos que la buscan, aunque pueda ser por razones muy diferentes a las suyas. Mientras, el otro grupo se mantendría en la ciudad más grande de la zona, donde el señor feudal del grupo necesitaría de su ayuda para ayudar a desentrañar y sofocar una o más conjuras puestas en marcha. 

Como el grupo original se iba a dividir, necesitaríamos más PJ para que todos los jugadores pudiesen participar en ambos grupos. Por esto también me resultaba imprescindible que los personajes originales se dividiesen, para evitar una separación entre el grupo de los veteranos -que es el que le gustará jugar a la mayoría- y el de los recién creados -que a algunos jugadores les podría despertar mucho menos interés-; dos grupos igualmente proporcionados me pareció la mejor solución. Además, con la idea de poder reflejar en las partidas un tópico que me interesaba incluir, el de la diversidad de edades dentro de los grupos en las novelas de fantasía -que se reúna el mozalbete que resulta que es el Elegido, sus veteranos y molones mentores, sus colegas del pueblo y algún personaje exótico suele ser lo más habitual- pensando que quizá sería divertido ver esto en la partida. Conste que no obligué a nada. Recomendé que los nuevos personajes fuesen jovenzuelos y la razón para ello. Algunos jugadores lo hicieron así -alguno incluso se ha esforzado de verdad en mantener esta dinámica en su relación con el resto de sus compañeros- mientras que otros pasaron del tema y se hicieron lo que quisieron, algo a lo que yo, por supuesto, no me opuse. El DJ propone y los jugadores disponen, se podría decir. Por la misma razón, algunos jugadores optaron por crearse el personaje partiendo desde cero, mientras que otros escogieron tomar a algunos de los PNJ que yo fui presentando en las primeras sesiones, explicando que podrían convertirse en PJ en el momento apropiado (lo de que habrían de crear nuevos personajes era algo de lo que ya estaban avisados desde el primer momento).

Lo cierto es que la relación del tiempo que pensaba para cada grupo no iba a estar equilibrada. La Búsqueda era para mí la parte central de toda esta parte de la campaña, y esperaba que le fuésemos a dedicar muchas más sesiones que al otro grupo, el que se quedaría en la ciudad. Resulta que no fue así. El grupo de aventureros embarcados en una peligrosa misión que entraña viajes para explorar lugares habitados por seres terribles resulta mucho más habitual que el juego del gato y el ratón que se llevaba a cabo en la ciudad, con varias facciones compitiendo entre sí, formando alianzas, chantajeando, robando y asesinando, todo eso con los PJ ahí en medio. Si las conversaciones vía Internet tras una sesión son un buen indicio, podría decir que la parte de la Búsqueda recibió una acogida discreta, mientras que después de jugar con los otros personajes, el grupo de WhatsApp echaba humo, con las puestas en común de datos recabados, la elaboración y discusión de teorías y las propuestas de cuál habría de ser su próximo movimiento. Al final el reparto de tiempo ha sido equitativo a duras penas, con el tiempo decantándose para con el grupo de las conspiraciones.

Aunque resulta tremendamente halagador contemplar como los jugadores discuten los detalles de la campaña a lo largo de la semana, se me quedó esa pequeña espina clavada con este asunto, por no haber sido capaz de atraer más su atención hacia el otro grupo. Por supuesto, no traté de forzarles, sino que me acomodé a seguir con aquellos hilos que más les habían interesado.

Creo que cada director de juego tiene sus temas recurrentes, su forma de estructurar aventuras o de poblar sus entornos de campaña. En mi caso son las conspiraciones. Cualquier campaña mía que dure lo suficiente acabará obteniendo, si es que no estaba planeado ya desde el principio, con su dosis de organizaciones secretas, guerras en la sombra y maniobras políticas. Cuando añadí una parte de esto a mis sesiones de Fantasía Clásica no lo pensé demasiado, ni se me ocurrió que algo así podría acabar apoderándose de la campaña. Quiero decir, a los jugadores les gusta y eso está bien, pero no es lo que yo tenía en mente cuando se me ocurrió el planteamiento inicial.

En este momento, con casi cincuenta sesiones, la cosa está ya muy avanzada. He podido experimentar la agradable sensación de sorpresa cuando un movimiento completamente inesperado por parte de los jugadores hace que la campaña vaya a tomar un rumbo completamente distinto, aunque puede que ellos no sean conscientes porque intento que esas cosas no se noten, limitándome a reaccionar del modo más natural que me es posible a sus acciones.

Es un poco frustrante, eso de tener una imagen mental de cómo querría que fuese la campaña -no me refiero a un encarrilado, sino más bien a un estilo y temática a nivel general- y que al final la cosa se desvíe tanto. Pero en fin, si lo ha hecho por buenas razones, y me inclino a pensar que sí, pues bien está.

Eso sí, estoy tomando nota de todo esto con vistas al momento en que comience a preparar el tercer volumen de la saga -del que apenas se nada todavía, pues no me gusta preparar cosas con tanto adelanto, que luego eso puede acabar convirtiéndose en un raíl para el grupo. Y lo poco que sé lo he ido descubriendo a medida que transcurren las sesiones actuales- y delimitar de forma más clara lo que me gustaría incluir en el mismo. No es que eso vaya a garantizar nada, pero al menos que por mí no sea.

La campaña va genial. No de forma perfecta, que no está libre de tropiezos, o incluso de momentos en los que me entran dudas sobre si me restan ánimos para proseguirla después de una sesión más bien floja, pero al final la cosa siempre sigue. Los jugadores responden estupendamente a los desafíos planteados, y creo que ya puedo pensar que esta es la campaña de la que más satisfecho estoy quedando de todas cuantas he dirigido en mi vida. Ojalá pueda llegar al final del tercer volumen, pero incluso aunque no fuese así, todo lo que hemos jugado me ha dejado ya una huella indeleble en el recuerdo.

Nunca voy a poder repetir la experiencia de jugar por primera vez -que suele ser mucho mejor que la de dirigir por primera vez, ocasión que en mi caso provoca recuerdos que me hacen sonrojar-, pero elaborar mi propia ambientación, con sus lugares y sus habitantes, poder contar con unos buenos jugadores que respondan positivamente relacionando a sus personajes con el entorno y que se sepan capaces de causar cambios importantes, de marcar diferencias, y que lo hagan, todo ello a lo largo de un extenso periodo de tiempo, eso es... es emocionante.