sábado, 25 de enero de 2020

La saga de Nial, anónimo

La saga de Nial, o Njal, escrita en el siglo XIII, es una de esas historias que, como otros grandes clásicos, versa sobre unos temas que resultan universales. Uno podría imaginar la misma historia mucho más allá de la Islandia medieval en la que se desarrolla, trasplantada a contextos muy diferentes y sin embargo conservando toda su esencia, como Shakespeare adaptado por Kurosawa u Homero por James Joyce.

Siruela publicó este volumen en 2003 dentro de su colección Biblioteca Medieval, pero ignoro si actualmente sigue en catálogo. Tampoco soy consciente de otras ediciones de la obra. Me temo que habría que buscar un tanto para encontrar un ejemplar hoy día, pero no parece completamente desaparecido de los estantes de las librerías, es factible dar con ello.

Es de las mejor consideradas en su género -si no la mejor- y con buenas razones. Resumir el argumento es hacer un flaco favor a esta historia llena de personajes, varios de los cuales están realmente bien definidos y caracterizados, pero vamos a probar de todas formas. La trama se sitúa en Islandia, comenzando alrededor del final del siglo X. El Nial del título es un experto en leyes, un hombre sabio y pacífico que cree en la resolución dialogada de los problemas y en el acierto de las leyes con las que se rigen en la isla, donde no hay reyes ni nobles.

Lamentablemente el mundo no está a la altura de sus altos ideales. La propia familia de Nial, su esposa e hijo, acaban enzarzados en una serie de disputas con un ambicioso líder local, lo que acaba desembocando en un feudo de sangre, con las muertes de uno y otro bando que se van sucediendo, cada una para vengar la anterior, mientras Nial observa impotente la espiral en la que se va sumiendo todo. El mejor amigo del experto en leyes, Gunnar, que es el mejor guerrero de Islandia, se ve atrapado también en esta maraña de venganzas. Los capítulos centrados en Gunnar, con el retrato implícito que se hace de su carácter a través de sus actos, me parece de lo mejor de una obra en la que el nivel medio es altísimo.

De especial interés en esta historia me pareció también la descripción de la forma de vida de estas gentes, y de sus procedimientos legales. La parte final del libro, por cierto, me dejó asombrado por la descripción del importante juicio que se celebra y las tácticas empleadas por la defensa. Lo que le viene a decir el experto en leyes que defiende al acusado a su cliente es: Mira, aquí todos saben que eres culpable, por ahí no hay nada que hacer. Lo que vamos a intentar es enmarañar el proceso para forzar un error de procedimiento en la acusación y que declaren el juicio nulo, y así te libras. Y es que el tópico de que uno tiene la justicia que se puede pagar es muy viejo... aunque luego, el final del juicio resulta impagable.

Hay algunas notas muy buenas de humor en la historia, pero sobre todo la sensibilidad con la que están tratados los personajes es de las cosas que más me gustaron del libro. La forma en que son retratados los rasgos de los personajes, en particular cuando esos rasgos se convierten en un grave obstáculo para ellos mismos; el orgullo de Gunnar, los ideales de Nial, el rencor de tantos y tantos otros personajes que desfilan por estas páginas.

Al fondo, ese escenario islandés en el que los habitantes disputan sobre la religión que han de adoptar, pues el empuje del cristianismo se impone cada vez más sobre los viejos dioses escandinavos. Se sospecha que en este punto hay algunas interpolaciones por autores posteriores al original, al introducir elementos de carácter sobrenatural -milagros y magia- de los que el resto de la obra carece por completo.

En fin, una historia magnífica. Mis preferencias personales van más por sagas como la de Egil Skallagrimsson, pero eso es algo subjetivo. Por su extensión, estilo y tratamiento de los personajes, creo que esta Saga de Nial resulta mucho mejor, de inclusión necesaria en cualquier lista de clásicos universales.

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