Con el paso del tiempo, he leído
algunas novelas del recientemente fallecido Jack Vance, quién se ha ido
convirtiendo en un escritor que me gusta, siempre que espacie el tiempo entre
las lecturas de sus libros. La picaresca de personajes como Cugel, con el que
sólo se puede simpatizar al compararlo con la gente con la que se encuentra
durante sus desventuras, o sus diálogos artificiosos, en el que los
interlocutores derrochan tanto ingenio como hipocresía, hace que tras leer uno
de sus libros no me encuentre con muchas ganas de empezar otro, al menos en una
temporada.
No es el caso de los libros que
comentó aquí. La trilogía de Lyonesse, compuesta por El Jardín de Suldrun (1983), La
Perla Verde (1985) y Madouc
(1989), ofrecen una lectura mucho más agradable, quizá más sencilla y cómoda,
que, por ejemplo, Los Ojos del Sobremundo.
Hay quien considera Lyonesse una obra menor dentro de la bibliografía de Vance,
pero lo cierto es que son los libros de este autor que más he disfrutado.
Lyonesse, palabra que trae
reminiscencias artúricas, es aquí la más grande de las Islas Elder, el
archipiélago que, entre el sur de Inglaterra y el Golfo de Vizcaya, una vez se
alzó sobre las aguas, formando parte de la historia de la región. Es todo
materia de leyendas, por supuesto, aprovechada por el autor para escribir lo
que él mismo denominó, una “novela mitológica”.
Así, las Islas Elder, que se
dividen en varios reinos, a menudo en conflicto entre sí, están cortadas por el
patrón de Britania, con sus habitantes celtas y sajones, sus numerosos señores
feudales, su lucha entre la vieja religión y el cristianismo que trata de
imponerse por cualquier medio a su alcance. Incluso tienen sus propios
invasores, los ska, quienes, aunque en algunos aspectos recuerdan poderosamente
a los daneses que tanta guerra dieron en las Islas Británicas, en otros parecen
ser los restos de una civilización más antigua.
Y, desde luego, no faltan los
elementos sobrenaturales. La magia y el mundo de las hadas está a la orden del
día, tratados de una forma inteligente, de forma que, son muy cercanos al mundo
medieval de las Islas Elder pero sin alterarlo en gran medida. Por ejemplo, los
magos son extremadamente poderosos pero, por edicto de Murgen, el mayor de
ellos, han de mantenerse al margen de los asuntos mundanos. No pueden poner su
magia al servicio de los poderes temporales. Por otra parte, el beneficio que
les reportaría ponerse a las órdenes de un rey es algo sin importancia
comparado a lo que pueden lograr por sus propios medios.
A lo largo de la trilogía se
desarrollan varias tramas, que operan a distintos niveles. Historias de
carácter y alcance personal, otras de corte más aventurero, con batallas y
esfuerzos por unir a los distintos reinos en una fuerza única, y también alguna
más relevante al mundo de la magia y las hadas, que, aunque apenas afectan
indirectamente al mundo de los hombres (o así es la mayor parte del tiempo)
tienen sus propias intrigas y planes para estas tierras.
Las historias tienen mucho de
novela medieval, con muchos personajes viajando constantemente, encontrándose y
separándose, en algún caso en busca de la propia identidad. Amantes separados,
príncipes que luchan por librar a sus tierras del yugo de los invasores, magos
que tratan con amenazas sobrenaturales, todo ello desarrollándose a la vez.
Aunque cada parte de la trilogía pone el énfasis en una de las tramas.
El estilo de Vance es
reconocible, por sus diálogos y sus personajes, que tienden a resolver sus
problemas recurriendo a su astucia antes que a las armas. Cuando no queda otro
remedio que echar mano a las espadas, la situación se despacha en pocas líneas,
sin alardes. El ingenio brilla más que el acero en estos libros. Quizá resulta
un tanto difícil empatizar con los personajes, pero eso no impide disfrutar de
sus aventuras.
El entorno está bien
desarrollado, con todos sus reinos, sus dinastías reinantes y sus relaciones
entre sí. A los consabidos mapas que suelen acompañar una novela de fantasía se
une una genealogía de los monarcas, detalle que muestra el esfuerzo puesto en
proporcionar profundidad al marco de las historias.
Como ejemplo de literatura situada
en una Tierra Alternativa, Lyonesse está en un punto medio entre la fórmula del
mundo sobrenatural oculto a los ojos mortales de, por ejemplo, Narrenturm y Los Guerreros de Dios de Sapkowski y el universo medieval
totalmente fusionado con la fantasía que representan Los dientes del dragón y Mio
Sídi.
Bueenas
ResponderEliminar¿Por qué no tradujeron el nombre de las islas? Ya sé que no me puedes contestar :D... pero es que Las Islas Antiguas queda bien.
Supongo que el estilo anglonormando de las islas quedaría mejor si conservaban los nombres originales. Pero a saber.
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