miércoles, 4 de febrero de 2015

La leyenda de Katham, de Lem Ryan

Los bolsilibros, o libros de a duro, fueron nuestro equivalente a las revistas pulp de EEUU. Publicaciones muy baratas, cuyo contenido podría calificarse de relato largo -o quizá novela corta-, en formatos muy sencillos, que ofrecían una literatura de consumo rápida y simple. El típico libro que, aparte los realmente aficionados, lo normal sería comprar en estaciones de tren y similares. También era casi la única forma de encontrar ciencia ficción, un género universalmente considerado menor por mucha gente que, en realidad, jamás se ha parado a considerar seriamente la cuestión.

A principios de los años ochenta, las historias de fantasía todavía no recibían ninguna diferenciación particular respecto a la ci-fi. Todo lo que fuese ficción especulativa entraba en el mismo saco. Por eso, la editorial Bruguera publicó las historias del héroe bárbaro Katham en su colección Héroes del Espacio, entre 1983 y 1984. En 2014, Dlorean ediciones, especializada en la recreación del pulp, publicó una recopilación de los relatos originales, con el añadido de una historia nueva.

El autor, Lem Ryan (seudónimo de Francisco Javier Miguel Gómez), comenzó lo que pensó que podría ser una serie dentro de la colección de Bruguera, una que narraría las aventuras de un héroe bárbaro prototípico. Lamentablemente, parece que la editorial no contempló el asunto del mismo modo, pensando que las novelas autoconclusivas tendrían mayor viabilidad comercial. Así que tras La espada de Katham y Espada y brujería, Ryan se vio obligado a cambiar algunos nombres para que las dos siguientes, La torre de piedra y El coloso dormido, no estuviesen protagonizadas por el mismo bárbaro (en realidad sí, pero llamándose de otro modo). En la edición de Dlorean, Katham recupera el protagonismo en todas ellas, además de en El horror de Xibalbá, la historia más reciente.

¿Y qué se puede encontrar en las páginas de La leyenda de Katham? Originalidad, os aseguro que no. Pero claro, uno no se pone a leer un libro con una temática como la que nos ocupa, ni con una portada como la que gasta, esperando encontrar algo novedoso y sorprendente. Lo que se busca, supongo, es algo con lo que ya está familiarizado, con historias que recuerdan a las de Robert E. Howard. Héroes machotes, villanos hechiceros, monstruos con tentáculos, mucha violencia y algo de sexo. Y de eso sí que hay.

Katham, como decía, es prototípico. Proveniente de un reino bárbaro del norte, vive sus aventuras entre la decadente civilización sureña. Actúa como ladrón, saqueador, asesino, mercenario, o cualquier otro trabajo que le surja y en el que sus dotes físicas y su manejo de la espada le resulten de utilidad. Las mujeres parece que caen rendidas a sus pies a poco que les eche una mirada, los malos caen bajo su espada como míes recién cosechada. De vez en cuando algún monstruo le da un susto. Ah, y está destinado a convertirse en un gran rey.

En cuanto a las historias en sí, aunque la prosa de Ryan no está mal -e incluso tiene algunos momentos brillantes- la estructura de los relatos me deja un poco perplejo. No parece que haya ninguna organización preparada, sino que las escenas se suceden -a veces hasta se amontonan- a un ritmo vertiginoso, a menudo sin nada que permita descubrir el motivo por el que la historia se desarrolla del modo en que lo hace. En las apenas ochenta páginas o así que puede tener alguno de estos relatos, pasa de todo. Pero es que de todo. Lo que estaría muy bien de no ser por la sensación de que todo lo que ocurre es improvisado, metido con calzador a medida que se le ocurría al autor.

Bastante por debajo de REH en cuanto a dominio de la trama, pero quizá similar a otros autores dedicados a producir sus propios clones del cimmerio. En realidad, hay momentos en los que me recuerda más a las películas que a lo largo de los años ochenta surgieron a la estela de la primera versión cinematográfica de Conan, que a los propios relatos de Howard.

Llama la atención un detalle, la inclusión, en cierto momento, de algunos elementos de ciencia ficción en una historia de bárbaros con espada y hechiceros. Y es que esa identificación de las historias de fantasía dentro de la ci-fi no era sólo cosa de editores. Los propios escritores no encontraban extraño mezclar estos elementos, resultaba algo más o menos común.

Aunque mucho de lo que digo más arriba puede dar una impresión negativa de La leyenda de Katham, en realidad su lectura me ha parecido entretenida. Pero eso se debe también a que estaba del humor apropiado para leer este tipo de historias, pasando por alto detalles que, en otro momento, podrían haberme hecho abandonar el libro. En cualquier caso, se lee muy rápido. Recomiendo su lectura para cualquier fan acérrimo de la Espada y Brujería más clásica, o que al menos tenga muchas ganas de leer algo de este tipo, como me ocurrió a mí. Incluso puede que más adelante pruebe a leer algo más de lo que hay publicado sobre las aventuras del bárbaro Katham.

6 comentarios:

  1. ¿Que tal es la edición? Es que leí hace siglos el segundo y no estaba mal.

    Querria comprame ese y el de Weird West, que me andan tentando desde hace mucho tiempo, aunque igual termino pillandolos en digital.

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    1. Pues la verdad es que podría ser bastante mejor, a poco que hubiesen mejorado un par de cosas. Las cubiertas son de cartón rígido, sin solapas. Del tipo que, si lo doblas de más, se forman arrugas bastante feas.

      Los márgenes interiores de las páginas son muy pequeños, de modo que hay que abrir bastante el libro para poder leer el final de cada línea. Por otra parte, el papel que usan no me parece malo, mejor que el que gasta últimamente Timun Mas para sus libros en rústica.

      En fin, que muy buena no es la edición, pero tampoco un desastre. Aunque creo que La leyenda de Katham no está todavía en formato digital, a menos que te haga mucha gracia tener el ejemplar impreso del libro -que es lo que me pasa a mí-, te recomendaría que lo pillases para el ebook.

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  2. Mañana caen los ebooks y si me pongo pejillero se envian lulu, que salen por nada y sus precios digitales no están nada mal.

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  3. Por cierto, yo lo que había oído es que obligaban a los escritores a no crear personajes recurrentes en sus novelas, de tal forma que esto impedía que creasen sagas. Todo esto era para que no pasase algo como el Coyote, se hiciesen populares, exigiesen cobrar más y adquiriesen algún poder sobre la editorial.

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    1. Pues igual era por eso. En el libro hay una introducción del autor donde afirma que la editorial sólo quería libros autoconclusivos, lo que, según cuenta, podría haber sido una de las causas de que finalmente se fuese al traste. Pero la verdad es que no da demasiados detalles.

      En cualquier caso, parece una razón un poco corta de miras: "No queremos que ninguno de nuestros autores tenga demasiado éxito, que luego nos la lía". Como si eso no jugase también a favor de la propia editorial.

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