A veces, puedes llegar a hartarte del sadismo de Martin, cuando en Canción de Hielo y Fuego parece que nadie es capaz de matar a otro sin valerse de algún método original, lento y extremadamente doloroso. O de Abercrombie, con su pesimista valoración del ser humano -incluso aunque la puedas compartir-; O de cualquier otro autor que, en los tiempos que corren, escriben sus novelas en estilos similares a las de los anteriores. A veces uno sólo quiere volver a leer algo que le recuerde porque se sintió atraído en primer lugar por este género literario, con su sentido de la aventura y de la maravilla. Para mí, la lectura de las Crónicas de Prydain ha sido un soplo de aire fresco, a la vez que un toque de atención, un recordatorio de que en una historia, angustioso no es lo contrario de superficial.
Lloyd Alexander vio publicadas las cinco novelas que forman esta saga (El Libro de los Tres, El Caldero Mágico, El Castillo de Llyr, Taran el Vagabundo y El Gran Rey) entre 1964 y 1968, a razón de una por año. Y Crónicas de Prydain es, como la mayor parte de la producción literaria del autor, literatura juvenil. Eso ya podría hacerme dudar, pues los ejemplos de este tipo de novelas que veo que se publican hoy día parecen usar una plantilla común para dar lugar a historias facilonas; Por lo visto, la norma es que siempre haya algún Elegido, que ha sido destinado para acabar con el Gran Mal, y todo lo que ocurre a lo largo de todos los libros que formen la serie de turno parece que sea girando en torno a este protagonista, como si fuese el centro del universo entero, y cualquier suceso está relacionado con su Destino.
Pero no, nada más lejos.
Prydain es un territorio ficticio fuertemente basado en los mitos galeses. Para alguien que haya leído cosas como El Mabinogion, muchos nombres de individuos y lugares, así como algunos eventos le resultarán familiares, aunque el autor no se limitó a exportar tal cual estos mitos y leyendas, sino que a menudo los cambió hasta que quedasen a su gusto. De modo que esta es la tierra en la que habitan los hombres, que viven en cantrevs gobernados por pequeños señores. Siempre bajo la amenaza de Annuvin, la tierra de la muerte, los hombres dependen de la ayuda de los Hijos de Don -algo así como los Tuatha de Danann, una especie de elfos- para su defensa, y así, aunque divididos en reinos y señoríos, tienen también la protección de un Gran Rey.
El protagonista de estas novelas es Taran, un Aprendiz de Porquerizo. Así, en mayúsculas, pues este es el modo en que sus amigos y seres queridos le tratan, otorgándole una dignidad que le niegan aquellos que creen que sólo la gloria y las hazañas de la batalla son merecedoras de respeto y recuerdo. Esos le llamarán porquerizo, sin más.
Taran habita en Caer Dallben, el hogar de un sabio y poderoso mago. Y su labor, desde la infancia, ha sido la de cuidar a la cerda Hen Wen, consultada a menudo por el mago Dallben debido a las capacidades oraculares del animal. Taran lleva allí una vida pacífica, soñando con convertirse en un importante guerrero, en un héroe. Y claro, al final tendrá la oportunidad de hacerlo.
Con sólo los párrafos anteriores, se podría pensar que estamos ante el clásico clon de Tolkien, ese tipo de historias que, más o menos a partir de La Espada de Shannara, dominaron el panorama de la literatura de fantasía, contándonos una y otra vez lo mismo. Ya se sabe: joven campesino, misteriosos desconocidos que llegan al pueblo, ataque de criaturas malignas, el joven queda huérfano, los desconocidos revelan que han venido aquí en su busca, porque tiene un destino que cumplir, así que le toca acompañarles de aventuras. Y no, de nuevo, no se trata de eso.
Taran vive muchas aventuras, y aprende muchas lecciones de ellas, a menudo de las del tipo amargo. A su alrededor de va formando un variopinto grupo de compañeros: Un rey cuyo mayor deseo es llevar la vida de un bardo errante, una joven princesa con muchas ideas propias, un loqueséa peludo, que se convierte en el más fiel seguidor de Taran, así como varios otros personajes secundarios que desfilan por las páginas de estas novelas.
Como novela juvenil que es, la historia tiene mucho que ver con el proceso mediante el que el protagonista alcanza la madurez. Y aquí el autor hace una labor magistral, no recuerdo otro libro que incida tanto en este tema y que me haya gustado tanto desde La historia interminable. Por supuesto, Taran cumplirá hazañas y se convertirá en un héroe. Pero a medida que esto va ocurriendo, se va dando cuenta de que buscar la gloria es el sueño de un niño, y que como adulto hay cuestiones mucho más importantes de los que preocuparse. Aprenderá que blandir la espada es una cuestión de necesidad, no un motivo de júbilo. La historia tiene acción, y aventuras, pero también mucha sensibilidad.
Los personajes secundarios son mucho más planos que Taran. Cada uno tiene su propia historia, y sus momentos, pero en general responden más a arquetipos muy definidos que a un desarrollo tan bien logrado como el del personaje central. Y la prosa de Alexander es muy buena, con pasajes realmente evocadores, líneas memorables que dibujan un entorno algo crepuscular, un mundo que ya no es lo que fue, pero que todavía conserva belleza y valor. Aunque juvenil, estas novelas no son en absoluto un insulto para la inteligencia de los lectores a los que se destina.
En fin, las Crónicas de Prydain son de esos libros que, cuando uno acaba de entrar en la vida adulta quizá no le interese leer por considerar que se trata de carácter "infantil", aunque nada más lejos de la verdad, en realidad. Pero llegada cierta edad, y acostumbrado a lecturas más duras, es un verdadero respiro, un soplo de aire fresco leer algo como las presentes. Y es que hasta Joe Abercrombie lo dijo, cuando en boca de un personaje de Tierras Rojas explica: "Cuánto más viejo me hago, más me gustan los finales felices".
Crónicas de Prydain ha sido publicado en España tanto por Martínez Roca como por Alfaguara. Disney realizó en los años ochenta una adaptación de las dos primeras novelas en la película The Black Cauldron, titulada aquí Taron y el caldero mágico. Sí, aquí le cambiaron el nombre al protagonista. Algún lumbreras pensaría que Taran sonaba a "nombre de chica" y había que masculinizarlo.
Gran verdad eso de las lecturas ligeras que comentas. Recientemente me acabé "La Clave es Samarcanda" de Gary Gygax, y sin dejar de ser una extraña versión mágico-antigua de Sherlock Holmes, la lectura es tan amena y el ritmo tan trepidante que te deja con una gran sensación cuando terminas de leerlo. Y eso sabiendo que es un libro de lo más "prescindible" si te ciñes a un modelo de crítica más riguroso, pero no solo de pan vive el hombre...
ResponderEliminarPrecisamente esa trilogía de Gygax la tengo en la lista de espera, junto con otros libros cuya lectura tengo pendiente...
EliminarSin embargo, no quería referirme tanto a que Crónicas de Prydain sea una lectura ligera -que lo es- como a que es una lectura para todos los públicos, bastante apartada de la crudeza y lo explícito que se lleva ahora en la fantasía para adultos. Y, sin embargo, estos libros tienen verdadero valor literario. En su época cosecharon varios premios importantes en su campo, y de lo más merecidos, en mi opinión. Pero eso no significa que su lectura no sea rápida ni sencilla. Me parecieron tremendamente entretenidos.
Estos siempre me han llamado muchísimo pero entre unas cosas y otras nunca los leí. De pequeño me vi Taron y el Caldero Mágico nosecuantas mil veces así que tengo muchas ganas de irme al original, que sin dudas será bastante mejor.
ResponderEliminarNunca he visto la película, así que ni idea. Sé que salió en una época en la que en Disney no tenían las cosas muy claras, intentando tener un pie en el público infantil y otro en el juvenil, parecido a lo que les pasó con Dragonslayer. Pero los libros merecen realmente la pena.
EliminarLa película está bien, la he visto hace poco y me gustó bastante. Yo tenía el album de cromos y me di cuenta que la película era lo mismo que el libro cuando me encontré leyendo una escena que estaba reproducida en uno de mis cromos. (a ver que le habían cambiado el nombre al protagonista y era Taron y no Taran ¡lo hicieron para despistar!)
EliminarSí, es lo que digo. A algún genio del marketing se le debió de ocurrir que eso de Taran sonaba como a nombre femenino y había que cambiarlo. Aunque por lo que he visto, me da la impresión de que el suyo fue el nombre que mejor parado salió, Gwydion por Enrique, Eilonwy por Elena, Fflewdur Fflam por Flausto Flama. No sé, igual son los nombres equivalentes del galés, pero incluso así me repatearía un poco eso de que los traduzcan.
EliminarBueno, la cosa es que el doblaje de la película es Sudamericano y ya sabemos todos que allí les da, generalmente, por traducir tal cual los nombres.
EliminarEl castellano neutro, sí. Los de mi edad guardamos muchos recuerdos de esos doblajes...
EliminarYo tampoco he visto la película de Disney, aunque sí que tengo ganas de hacerlo algún día. Es curioso, porque mi referencia a la hora de hablar de estos libros es una aventura semiconversacional que publico Sierra Gamers hace muchos, muchos años (The Black Cauldron). Era muy parecida a los primeros King's Quest y un verdadero infierno. :)
ResponderEliminarHe estado echando un vistazo a unos resúmenes de las tramas tanto de la película como del juego y, bueno, hay elementos presentes de los libros, pero muy cambiados. Básicamente toma cosas de aquí y de allá de las dos primeras novelas, y las adapta hasta ser algo más típico e infantil de lo que son las Crónicas de Prydain.
EliminarY supongo que el juego sería complicado de narices. Los de ese tipo solían serlo :).
Cronista, me encanta tu blog. No soy jugador de rol pero tus reseñas literarias me suelen parecer acertadísimas y gracias a ti he conocido un buen puñado de obras que me han conmovido. Muchas gracias por tu labor como crítico literario, por favor continúa con la misma fuerza. Un afectuoso saludo, y gracias otra vez.
ResponderEliminarEsas palabras son muy amables, Emilio. Me alegro de que hayas encontrado útil lo que escribo.
EliminarUn saludo.
Coincido totalmente, leer estos libros es un soplo de aire fresco entre tanta saga épica que le da como bombo al drama y al cortar cabezas. Acabo de terminar "El libro de los tres" y me dejó con una buena sensación, tan pocas páginas y sin necesidad de efectismos me entretuvo más que otras sagas más actuales -y mucho más extensas-. Es bueno encontrar a alguien que coincida en esta apreciación. Saludos
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