miércoles, 30 de octubre de 2013

Trilogía Príncipe de Nada, de R. Scott. Bakker

Allá por 2005 ó 2006, alguien en Timun Más debió darse cuenta de que en el mercado de la literatura de fantasía cada vez había mayor cantidad de títulos dirigidos a lectores adultos. La editorial, tradicionalmente dedicada a la literatura juvenil y de franquicia, probó suerte en este campo con algunos libros de este tipo.

No parece que les fuese demasiado bien. Una de estas series, no recuerdo muy bien el título, el no-mago, o algo así, que recordaba mucho a Terramar, pasó sin pena ni gloria. Leí el primer libro, y lo encontré muy soso. 

Lo intentaron también publicando la serie de Malaz, de Steven Erikson. No pasaron del primer libro, Los jardines de la Luna, que además publicaron en dos partes. Lo abandonaron después de eso, y actualmente es La Factoría la que se encarga de dar salida en España a esta serie.

Y la tercera de las obras que salió por aquel tiempo es esta, Príncipe de Nada. Una trilogía formada por En el Principio fue la Oscuridad, El Profeta Guerrero y El pensamiento de las mil caras. El autor, el canadiense Richard Scott Bakker, se estrenaba así en este campo literario.

He leído un par de veces esta trilogía. En la primera ocasión, los libros me gustaron, pero me recordaban muchísimo a Dune (no es casualidad, el autor ha reconocido la influencia de Herbert). Como digo, me gustaron, pero tampoco demasiado. Puede que tuviese que ver con el hecho de que tratándose de una lectura compleja, el esperar a cada nueva entrega para seguir la trama resulta problemático (Que se lo digan a quienes siguen la serie de Malaz: El libro de los caídos). 

En fin, un tiempo después volví a leer los libros, esta vez de un tirón. Y pasaron de "estár bien" a convertirse en una de las mejores series de fantasía que conozco de entre las escritas en los últimos años. Con la información de la lectura del libro anterior aún fresca cuando comenzaba el siguiente, todo cobraba mayor sentido e interés.

En fin. Se trata de una historia compleja, que comienza como una adaptación a un entorno de fantasía de los acontecimientos y desarrollo de la Primera Cruzada. Creo que este tipo de aproximación, el exponer eventos de la historia del mundo real en un contexto fantástico tiene su propia clasificación dentro del género de fantasía, pero no sé cuál podría ser.

La cosa comienza con la declaración de una Guerra Santa proclamada por el cabeza de la religión dominante, una que comparte ciertas semejanzas con el cristianismo, pero menos monoteísta (Afirman que el Dios se manifiesta de múltiples formas, así que todos los dioses adorados por los hombres no son más que aspectos de ese mismo Dios Múltiple). La Guerra Santa está dirigida contra otro pueblo, uno que niega esa multiplicidad, para ellos sólo hay un Dios.

Todo esto de las religiones, y las escuelas de pensamiento filosófico que se van viendo mencionadas a lo largo de la historia, no es circunstancial. Bakker estudió Filosofía, y esos los conocimientos y actitudes desarrollados por el autor dejan una fuerte huella en las creencias de las culturas que van siendo descritas en la trilogía.

Pero todo esto de la Guerra Santa es el marco en el que comienza una historia mucho más ambiciosa. Uno de los personajes principales de la trama, Anasûrimbor Kelhus, pertenece tanto a una antigua dinastía real muy respetada en la región (aunque considerada extinta desde hace milenios) como a los dunyainos, una orden de monjes que viven aislados al punto de que nadie sabe sobre su existencia.

Los dunyainos no sólo han mantenido un programa de eugenesia a lo largo de miles de años, sino que han desarrollado una serie de técnicas que les ponen muy por encima de otros hombres, que son como niños para ellos. No me refiero a cuestiones de combate (que también) sino sobre todo a su capacidad de leer perfectamente las emociones de otras personas con sólo observar su rostro, detectando cada pequeño movimiento de cada uno de los músculos faciales, y deduciendo su significado. No sólo eso, sino que los dunyainos están libres de sus emociones, lo que los vuelve lógicos, fríos y muy despiadados. Ya he dicho que a menudo recuerda mucho a Dune, con este tipo de habilidades casi sobrenaturales.

Kellhus, que tiene sus propios motivos para llegar a la ciudad que es el objetivo último de la Guerra Santa (un equivalente a Jerusalén), se une al ejército de fanáticos decidido a hacerse con el control del ejército. Para ello, les manipulará de forma astuta, valiéndose de sus extraordinarias habilidades, hasta que los demás le vean como un nuevo Profeta, un mesías de su fe. Resulta difícil, como lector, empatizar con Kellhus. Para ello hay otros personajes.

Drusas Achamian, un hechicero de la Escuela del Mandato, la más pequeña y menos influyente políticamente, pero la más poderosa en magia de las escuelas de hechicería, ha recibido el encargo de sus superiores de unirse a la Guerra Santa para vigilar lo que ocurre, y descubrir si el eterno enemigo de su escuela, el Consulto, una organización que todo el mundo cree desaparecida desde hace cientos de años,  aunque en una ocasión estuvo a punto de provocar la destrucción de la humanidad con su creación, el No-Dios. La Escuela del Mandato existe sólo para combatir al Consulto, y si no fuese por el enorme poder que mantienen sus miembros, debido a las particularidades de su forma de hacer magia, serían ridiculizados por el resto.

Esta cuestión, la de la hechicería y las diversas formas de plantear las formas de hacer magia, también muestra una fuerte influencias de la Filosofía. De hecho, se concibe a la magia como lo opuesto a la Filosofía; Si la segunda es la traducción desde la realidad hasta las palabras, la hechicería es la alteración de la realidad desde las palabras.

Por supuesto, hay multitud de poderes interesados en influir sobre la Guerra Santa. Un trasunto del Imperio Bizantino, varios de los poderosos que han tomado parte en el esfuerzo bélico y que desean la gloria del mando. Y el Consulto, desde luego.

Como decía, se trata de una historia larga y compleja, llena de personajes secundarios e inmersa en una muy detallada descripción del mundo, al punto que el lector acaba familiarizado con algunos de los pensadores y genios militares más famosos de su historia, sólo por las menciones hechas a ellos y sus obras, algo recurrente a lo largo de la trilogía. 

Los personajes están bien hechos, y resultan creíbles. Pero lo que más me gusta de esta historia es el mundo en el que se desarrolla, realizado con un esmero tremendo. Al final del tercer volumen hay un extenso apéndice enciclopédico sobre personajes, lugares y acontecimientos que se han ido describiendo en la novela. No resulta necesario consultarlo mientras se está leyendo, pero una lectura final del apéndice sí ayudará a aclarar muchos puntos, además de ser muy entretenida en sí misma.

Y la trilogía es sólo el principio de una serie que no queda muy claro con cuántas entregas contará. Por el momento han aparecido, creo, otros dos libros, pero no han sido traducidos. Y el autor ha manifestado en alguna ocasión que el total rondará los ocho libros. Eso puede hacer retroceder a algunos. Por mi parte, después de lo mucho que me gustaron los primeros, si mantiene el nivel de calidad, bienvenidos sean.

Ahora hay quien insiste a La Factoría o a Bibliópolis/Alamut para que recojan la antorcha de esta serie y continúen con su publicación. Me parecería una gran noticia que alguna editorial se decidiese a ello, pero sospecho que tendré que hacerme con los libros en inglés si quiero saber cómo continúa la historia.

6 comentarios:

  1. Una gran reseña, para una de las sagas fantásticas más brillantes.
    Enhorabuena.

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    1. Gracias. Ahora sólo falta saber si alguna editorial se decidirá a recoger el testigo y continúan la serie.

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  2. Justamente estoy ahora mismo a mitad del segundo volumen. Lo raro es que la historia que parece principal puesto que conduce la trama (la cruzada y las batallas), me parece bastante sosa. Sin embargo, los personajes y sus complejos trasfondos me resultan de lo más interesantes. Eso sí, después de haber leído una docena de libros de Reinos Olvidados se nota quién es un autor de verdad y quién es simplemente un autor de los que yo llamo "de franquicia".

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    1. Tanto como sosa no calificaría yo al contexto, pero no es más que eso, el marco en el que comienza a desarrollarse una historia mucho mayor, y más interesante, como sabrás a estas alturas de la lectura. Y el trasfondo es en verdad detallado, ya podrás comprobarlo con el índice enciclopédico.

      La Guerra Santa sigue paso por paso los acontecimientos de la Primera Cruzada, tal cual. No hay una identificación exacta de personajes, pero yo me entretenía intentando averiguar en quien se habría basado para las acciones de alguno de los secundarios.

      Reinos Olvidados y similares queda bien como literatura de evasión -calificativo que niego sirva para todo el género fantástico, como dicen algunos- pero desde luego, no hay comparación, ni en cuanto a profundidad, personajes ni habilidad del autor.

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    2. ¿Sosa? Lamentablemente estoy en absoluto desacuerdo contigo, pero depende de la cultura literaria y el estar acostumbrado a tramas altamente complejas, no aptas para el gran público.
      La trama, escenarios, situaciones, personajes de Príncipe de Nada es lo mejor que he leído de fantasy en mi vida, llevo más de 30 años en ello.
      Una obra que puede dar dolor de cabeza ya que no da respiro al pensamiento. Cada instante te remita hacía atrás o hacía adelante, devorado por un universo trepidante.
      Bakker demuestra maestría y un talento poco común en cada escena. El único fallo de Príncipe de Nada está en su grandeza. Será difícil ver la traducción de la segunda saga al español. Cosas del mercado editorial.

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    3. Es posible que esté usted acostumbrado a tramas complejas. Pero en mi comentario yo no decía nada de complejidad alguna, salvo para indicar que me gustaba la que poseen los personajes.
      Lo único que yo señalaba es que la trama que sirve como conductor inicial de la acción me parecía sosa. Sosa, como quien tiene poco salero, o escasa viveza. Esa línea argumental la veo demasiado parada, centrada en exceso (desde el punto de vista de la construcción de escenas) en los pensamientos de los personajes.

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