miércoles, 30 de abril de 2014

Veinte años de leyenda negra

Finales de los años noventa, en Madrid. Concretamente, en una de las tiendas Arte 9. Para los que la hayan conocido, la que se encontraba en la calle Hilarión Eslava, cerca de la estación de Moncloa. Esta tienda cerró hace varios años, después de cambiar de manos un par de veces. Era un local más bien pequeño. Se exponían cómics y merchandising, pero si alguien estaba más interesado en frikismos roleros, de juegos de cartas o de Warhammer, debía descender por unas escaleras metálicas que conducían a un sótano en el que todo eso estaba disponible.

Y allí abajo estaba yo, rebuscando en las estanterías en las que se exponían las últimas novedades publicadas por aquel entonces, en busca de algo que suscitaba mi interés. No recuerdo exactamente qué, pero dada la época, casi con toda probabilidad debía de tratarse de un suplemento de alguno de los juegos de Mundo de Tinieblas, que todavía era lo que se imponía. No estaba sólo, claro. Un dependiente se ocupaba de sus cosas en el mostrador, y algunos aficionados más echaban un vistazo a los artículos que pudieran interesarles,  jugaban a Magic, o charlaban sobre esto o aquello. Vamos, el ambiente normal en cualquier librería especializada del ramo.

Y en esto que por las escaleras bajaron dos personas más. Se trataba de una señora y su hijo. A ella, de tal vez cuarenta y pocos años, se la veía elegante con la ropa que vestía, y el niño, de unos nueve o diez años, con su uniforme de colegio privado, terminaba de dar la imagen de que se trataba de gente de posibles.

La madre se dedicó a lanzar unas cuantas miradas cautas, con cierta sospecha, a su alrededor. Mostraba cierta inseguridad, preguntándose, quizá, dónde se había metido, y qué era todo eso tan raro que había en el sótano. El chavalillo lo tenía mucho más claro. Daba la impresión de que ya había estado en alguna ocasión allí, y desde luego era él quien debía de haber insistido a su madre para que le llevase, seguramente con esperanzas de salir con algún botín. Recuerdo que me hizo mucha gracia, porque pasó de las miniaturas y maquetas, y se fue directamente a curiosear por entre los juegos de rol. No es tan frecuente ver a un niño interesarse por libros, aunque sean de este tipo, y ver al chavalín allí, hojeando los manuales con curiosidad, tranquilo y educado, me hizo gracia. Es mucho más habitual encontrarse con esas pequeñas larvas que corren, gritan y molestan, sin que sus padres se den por aludidos, que sólo tienen una vaga idea de lo que es un libro, y que en cuanto les destetan pasan directamente a  enchufarlos a una consola, o al smartphone, como ocurre ahora. Pero este no parecía de esos.

La madre se acercó al niño, mirando con cierta desconfianza las portadas de los libros expuestos.

–Mamá ¿Me compras uno? –preguntó el chaval.

La mujer seguía mirando aquello. Haceos una idea, las portadas de la miríada de suplementos de Mundo de Tinieblas que mensualmente publicaba La Factoría, con esas ilustraciones que gastaban. Claro, también había cosas de AD&D, y similares. Pero había más de lo otro.

–¿Y esto, qué es? –preguntó la señora, antes de querer dar una respuesta a su hijo.

–Son juegos de rol –dijo el niño, con una sonrisa traviesa–. ¿Me compras uno?

–¿Juegos de...? ¡¿Qué?! ¡¡No!! ¡Vámonos! –la mujer miró a su alrededor, de repente consciente de encontrarse en un sótano, rodeada de varios tipos dedicados a saber qué cosas. Lo que le pasaría por la cabeza sólo me lo puedo imaginar, pero me hago una idea: Hablaban de esto en la tele, decían que deberían estar prohibidos, quienes los juegan se vuelven locoss, es algo parecido al satanismo, a quienes juegan les vuelve psicópatas. Asesinos. Lo decían en la tele.

El Asesinato del Rol.

La señora tomó al pequeño de la mano, que obediente y sin protestar ni una vez siguió a su madre, y juntos subieron las escaleras. Salieron de allí lo más deprisa posible, ante la mirada, a medias divertida, a medias resignada, del dependiente. Imagino que yo mostraba una expresión parecida.

Después de que se marcharan, me acerqué al mostrador. Ya había seleccionado lo que me llevaba -ahora que lo pienso, posiblemente algo de Vampiro: Edad Oscura, que me gustaba mucho entonces- y fui a pagar. Mientras me atendía, no pude evitar hacer un comentario sobre lo sucedido:

–Estamos completamente demonizados –dije. Él sonrió.

–¿Sabes? –comenzó a contarme (no nos conocíamos de nada, pero la escena nos había despertado, supongo, de forma temporal cierto sentimiento de camaradería) –Al poco tiempo de aquello de los asesinos del rol, nos llamaron aquí desde alguna cadena de televisión. Antena 3, creo que era. Querían saber si podían venir para hacernos algunas preguntas y grabar en la tienda.

“Claro, respondimos nosotros, ningún problema. Así que poco después se presentó una chica joven, la reportera, acompañada de un cámara. Comenzamos a enseñarles el lugar, pero enseguida la chica nos preguntó: ¿Y los cuchillos?

Nos quedamos de piedra. Mire, le respondí, es que esto es una librería, sabe... Aquí no vendemos cuchillos, ni ningún otro tipo de arma.

¿Ah, no tienen cuchillos aquí? Entonces, lo siento mucho, pero no haremos la grabación. No nos interesa. No es lo que buscábamos.

Y se marcharon. Periodistas.”

–Si, son unos carroñeros –contesté con cara de circunstancias, sin ganas de mencionar que justo entonces yo estudiaba una carrera con aspiraciones en convertirme en uno de esos. Y me fui de allí.

Hoy se cumplen veinte años, ya sabéis. Dos jóvenes asesinaron a un hombre porque sí, porque querían hacerlo. Le encontraron en una parada de bus y le apuñalaron. La policía cumplió su trabajo con eficacia, y pronto los asesinos fueron localizados y detenidos. Javier Rosado, el inductor y principal culpable, y Félix Martínez, cómplice y por aquel entonces todavía menor de edad, asesinaron a Carlos Moreno. Años más tarde, la sentencia fue clara en sus motivos: Lo hicieron porque eso es lo que querían hacer, no estaban perturbados, no sufrían ninguna enfermedad mental que les arrebatara el control, y desde luego, no estaban sujetos a ninguna influencia exterior causada por ninguna afición. 

Pero en el momento de llevar a cabo las detenciones, los agentes encontraron numerosos artículos inquietantes en la casa de Rosado, como una colección de armas blancas (cuchillos), o textos de ideología nazi. Pero por lo visto, también había por allí unas cosas raras, una especie de juegos que, probablemente los agentes encargados del registro no habían encontrado nunca antes. Algo que llamaban juegos de rol.

Cuando la prensa se enteró del dato, fue como tiburones oliendo sangre fresca. Lo del ocultismo ya está muy visto, debió de pensar alguien, igual que los fanáticos de Hitler. Pero esto es nuevo. Esto es interesante. Aquí hay filón, vamos a tener para rato, con lo que va a hablar la gente del asunto. Parad las rotativas, hay que crear una nueva alarma social. ¿Que qué es eso de los juegos de rol? Ni idea, pero no veas cómo suena.

Así que por ahí salió el asunto. Unos juegos que promueven el fascismo, y que convierten en locos peligrosos a quienes los juegan. Cualquiera con dos dedos de frente se daría cuenta de lo absurdo que es afirmar que algo así es posible, pero claro ¿Qué pintaba la razón en todo esto? Cuando profesionales del calibre de Nieves Herrero dedicaban alguno de sus programas de inmundicias sensacionalistas a este tema, entregándose a reflexiones tales como: ¿Deberían prohibir los juegos de rol?, la razón no tiene nada que hacer. La estupidez y el ansia despiadada por una mayor cuota de share la superan tanto en número como en potencia de fuego.

Con semejantes líderes de opinión diciendo estupideces a troche y moche, y ina audiencia falta de criterio propio, que se limitaba a aceptar sin más lo que se les contaba, la cosa estaba clara. A mí el asunto me pilló todavía en el instituto, y recuerdo a un par de estudiantes más jóvenes, que sabiendo que yo jugaba a rol, se habían interesado por el tema unos meses antes de esto. Ya les había hecho algunas partidas para enseñarles de qué iba la cosa, les llevé al club del que formaba parte, y estaban interesados. Pero en cuanto los medios pusieron la maquinaria en marcha, a los dos les ocurrió lo mismo. Sus padres habían visto en la tele como algún cantamañanas decía que eso de los juegos de rol era peligroso, y claro, si lo dicen en la tele, es que es verdad. Así que les prohibieron nada que tuviese que ver con el tema. Con el tiempo, volvería a encontrarme con situaciones incómodas, en las que alguien me miraba raro cuando le comentaba mi afición “¿Pero eso no es peligroso?

Antes de abril de 1994, tratar de popularizar los juegos de rol significaba luchar contra el desconocimiento. Difícil, pero no imposible, e incluso algunas cadenas de televisión habían tratado de aprovechar el asunto, con programas y concursos relacionados con esto. Quién sabe, quizá con el tiempo se hubiese llegado a algo. Probablemente no, aunque por lo menos no empeoraría la situación.

Pero después del crimen, después del circo mediático organizado en torno a esta tragedia, los obstáculos se volvieron mucho mayores. Ya no era que la gente no supiese nada sobre los juegos de rol, es que creían saberlo todo. Y todo lo que sabían era que se trataba de algo peligroso, y todo lo que sabían no era más que un montón de absurdos, alentados por voceros sin escrúpulos. Juegas y te vuelves loco. Una explicación sencilla, simple, que funciona. Se había convertido en una de esas cosas que “todo el mundo sabe”, y como tantas de esas afirmaciones, era una absoluta chorrada. Es fácil darse cuenta de eso, sólo hay que pensar por uno mismo.

Bueno, visto lo visto, quizá no tan fácil.

La sentencia, cuando llegó, puso algo de sentido común a todo esto. Los asesinos no cometieron su crimen influenciados por ningún juego, sino por su propia arrogancia, bajos instintos y desprecio por la vida ajena. La muerte del Señor Moreno fue tan trágica como absurda, pero en ello nada tuvo que ver nuestra afición. Daba igual, en la mente de la población la identificación ya estaba clara, como la madre que huyó de una librería cuando descubrió que allí vendían juegos de rol.

Y eso sin mencionar algunas películas perpetradas al amparo de esta historia...

La idea que la sociedad tenía de los juegos de rol se ha suavizado en los últimos tiempos, quizá porque los adolescentes que jugábamos entonces somos ahora adultos con vidas normales, y en algunos casos incluso seguimos jugando. Institucionalmente, no hay queja alguna, cuando hasta un ministerio ha publicado documentos en los que deja claro que la supuesta influencia perniciosa de los juegos de rol es algo tan absurdo como falso. Incluso, con la cierta popularización de lo nerd, hay más gente que comprende en qué consiste realmente esto de un juego de rol. Y que quizá incluso sienta curiosidad.


(Me gustaría dejar claro que con esta entrada sólo pretendo hablar de los efectos que la voracidad de la prensa sensacionalista tuvo sobre nuestra afición mientras de revolcaba en el lodazal de este crimen. No trata sobre el crimen en sí. Afirmar, aunque sólo para dejarlo claro, que las molestias que ha supuesto todo esto a los jugadores de rol no puede compararse con el dolor por la pérdida de un familiar es de una obviedad tal que considero insultante siquiera mencionarlo.)

20 comentarios:

  1. Creo que a todos (o casi) los jugadores de aquella epoca (creo que somos de la misma generacion o casi) nos pillo igual la cosa.
    No veas en casa las explicaciones que tuve que dar en su dia. No me olvidare nunca la cara que puso mi madre cuando en unas demostraciones que estabamos haciendo la gente del club durante una feria del libro. En cuanto llegue a casa me pregunto:
    ¿Que haciais todos alrededor de la mesa?...¿pero eso es el rol?...¿y esos dados?...
    Tras unas cuantas explicaciones y unas partidas en casa con los amigos (y mi madre como observadora de vez en cuando) la cosa se soluciono. Lo malo eran los jugadores (o posibles) que no tuvieron una facil comprension por parte de sus padres.

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    1. Yo tuve suerte con eso, pues mis padres nunca cuestionaron mi afición,que veían más con curiosidad y extrañeza que otra cosa. Pero supe de jugadores a quienes directamente les habían tirado los libros a la basura.

      Es típico eso, eliminar libros porque lo dice la televisión. Por supuesto, se les prohibía cualquier contacto con los juegos, e incluso con quienes todavía jugábamos.

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  2. gran relato de aquellos olvidables días para el hobbie, que barbaridad que hayan pasado ya 20 años. Si te soy sincero en esa época jugaba muy de vez en cuando, pero tampoco cambió nada en mi grupo el que se crease esa leyenda sobre los juegos. Si es cierto que en algun sitio nos miraban mal y no nos dejaron acceder a un par de espacios para jugar. Coincido en que lo peor fue que una persona perdiera la vida por culpa de unos chalados. Creo que el periodismo muchas veces cae en esos errores, pero supongo que es normal y previsible cuando lo que se busca es el sensacionalismo y aumentar las audiencias.
    Supongo que muchos dejaron de acceder al rol por la leyenda negra que se creó en torno a ellos. En cualquier caso, yo también creo que pese a aquellos hechos el rol estaría más o menos como está ahora. Aunque vale de poco hipotetizar.
    Los juegos de rol son un gran pasatiempo para los jóvenes y niños y es ahora, cuando en mi opinión el hobbie es cada vez más minúsculo y de viejunos, cuando las editoriales (como está haciendo NSR, por ejemplo) tienen que intentar acceder a una nueva generación de jugadores si quieren construir algo nuevo.

    saludos

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    1. Hola, Bester:

      No hace mucho, repasando las viejas Líder, me encontraba con un artículo en el que animaban a los jugadores a tratar de difundir, o al menos explicar, su afición organizando partidas para padres y otros familiares. Me hizo mucha gracia, porque esos adolescentes a los que se dirigía el artículo son los mismos que ahora están buscando formas de involucrar algo a sus hijos (espero que con más suerte :)).

      Lo lamentable es que a día de hoy todavía se recalca lo de jugar a rol como rasgo identificativo de alguien peligroso en algunos medios de comunicación. Ayer mismo me encontraba con que el "equipo de investigación" -investigaciones que muy a menudo son básicamente visitas guiadas por la policía- de un canal de televisión hacía hincapié en eso mismo en uno de sus programas, mientras hablaban de cierto delincuente.

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    2. pues si todavía siguen con la cantinela esa si que le hacen un flaco favor perpetuando estereotipos falsos.
      En fin, solo nos queda a los aficionados normalizar. Como comentabas, con la popularización de la subcultura "friki" quizás se consiga disipar las dudas de los que no concen la afición, algún día. Pero bueno, la desinformación, por una causa o por otra es un mal demasiado extendido curiosamente en un tiempo en que tenemos tantos canales para saber la realidad sobre las cosas.

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    3. Si no me equivoco, el programa que dices es el mismo del que se esta hablando en SPQRol ( http://spqrol.com/foro/index.php?topic=2197.msg49873;topicseen#new ).

      A estos "periodistas" se les pueden aplicar 2 famosas frases:

      - Que atrevida es la ignorancia.
      - Prefiero parecer ignorante, que abrir la boca y demostrarlo.

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    4. Sí, es ese mismo programa. Vi un enlace que puso Tiberio en G+ y me llamó mucho la atención.

      En realidad el tratamiento que le dan al caso no es como para escandalizarse (o no nos escandalizamos lo suficiente), porque este tipo de meteduras de pata es habitual cuando se trata algún tema minoritario. Sólo nos damos cuenta cuando la cagan con nuestro tema, pero la falta de rigor es constante.

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  3. De aquella época, tras el asesinato, tengo dos recuerdos relacionados. Yo siempre he sido un niño y joven excesivamente responsable y educado, vamos, el típico niño bueno que siempre hace caso a sus padres. Aun con ese currículum, mi tía paterna delante de toda la familia comenzó a alterarse y decirme que iba a volver loco y matar a alguien por que estaba leyendo el libro de rol de El señor de los anillos... Mi segundo recuerdo es un articulo de prensa que salió en El heraldo de Aragón tras entrevistar a mi gente de m club, situado en uno de los peores barrios de Zaragoza en aquella época, y evidentemente, la foto acompaño al mensaje que los periodistas querían dar, mostrando a los mas macarras de nosotros (evidentemente a mi, con mi cara de niño bueno y mi ropa impecable no).
    De cualquier modo, es verdad que la tendencia a creer que los juegos de rol son malos ha cambiado mucho, quizás tenga que ver como decís, su aquellos adolescentes rolero, somos as día de hoy hombres y mujeres que no nos intimida mostrar cual es nuestro hobby.

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    1. En algún programa de televisión sacaron imágenes escenificando lo que era una partida, creo que incluso con jugadores de algún club. Pero por alguna razón, escenificaron todo el asunto con un mantel negro sobre la mesa, velas, y una falsa calavera... El rigor y la verdad ante todo, desde luego.

      Hace pocos años, salió el caso de un universitario que estaba leyendo un manual en un transporte público. El hombre que estaba sentado a su lado vió que en la portada ponía aquello de "juego de rol", y comenzó a dar voces de alarma. Casi cunde el pánico entre los viajeros, que pensaban que estaban en presencia de algún maníaco. Al final se presentó hasta la policía, sólo para constatar la enorme tontería de aquella alarma.

      Para muchos, juego de rol siempre será sinónimo de psicopatía, parece. Pero por suerte, una percepción del tema más cercana a la verdad se va filtrando poco a poco entre la mayor parte de la gente.

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  4. Qué tristes recuerdos pero que gran verdad todo lo que has comentado.

    Recuerdo el programa ese de la "partida ejemplo" que casi parecía un rito satánico.

    Y otras perlas como la descripción de los objetivos de un juego de rol leyendo la contraportada del "Paranoia" (traiciona y mata a todo el mundo).

    O las imágenes del "peligroso material rolero incautado" expuesto sobre la cama de la habitación del detenido entre las cuales (revistas, videos y libros) no había ningún juego de rol.

    Fue algo verdaderamente vergonzoso. Y cuanto daño hizo a nuestra afición.

    Rolhero Viejo

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    1. Por lo que tengo entendido, en realidad ni siquiera eran jugadores habituales. Habían jugado alguna vez, nada más. Fueron los medios los que establecieron la relación entre eso y el hecho de que hubiesen puesto ciertas "reglas" para escoger a sus víctimas.

      Las meteduras de pata que encontramos hoy sobre el tema suelen ser eso, errores fruto de la desinformación e ignorancia de los periodistas, más cierta desidia a la hora de profundizar realmente. Pero lo que se oyó cuando se desató la histeria era verdadera mala fe: No concibo que la mayoría se creyeran las estupideces que soltaban, creo que lo hacían sólo por la impresión que causaban y el consiguiente aumento de la audiencia.

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  5. Pues lamentablemente la prensa sigue con la idea de seguir demonizando el rol. Para muestra un boton del "equipo de investigación" de la Sexta, que dan muestras de no tener ni idea de lo que hablan pero muchas ganas de usarlo para infundir miedo:
    http://www.lasexta.com/programas/equipo-investigacion/noticias/lider-marcado-guerra-bosnia-cumplido-anos_2013111501101.html

    Triste y vergonzoso lo de algunos "periodistas"

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    1. Sí, ya hemos comentado ese ejemplo. Como ya decía antes, creo que esto es más una cuestión de desinformación y desinterés por realizar correctamente su trabajo que de realmente soltar estupideces a sabiendas de que lo son, como ocurrió en 1994.

      Estos casos son frecuentes, hará un par de años, en EEUU tuvieron un episodio con uno de esos tarados que periodicamente aparecen para liarse a tiros con el mundo. La corresponsal que un canal de televisión tenía allí -no recuerdo cuál- contaba con toda seriedad, al detallar lo que sabía sobre el energúmeno que "era un lector muy aficionado a la ciencia ficción", como si eso fuera siquiera relevante.

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  6. Huy, yo tengo una cinta con un montón de aquellos programas grabados. Debería de digitalizarla...

    En mi caso, cero problemas. Jugábamos en casa y mi madre nos veía según entraba o salía de la cocina y sabía que ahí no hacíamos nada.

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  7. Resultaría muy, muy interesante poder ver el contenido de esa cinta. Comprobar las sandeces y calumnias que se vertían sobre nosotros.

    La situación que describes es parecida a la mía, que jugaba en idénticas condiciones. Tampoco es que los jugadores tuviesen que moverse en la clandestinidad, moviéndose en plan resistencia francesa. Pero supongo que todos conocemos algún caso de "aquel chaval que antes jugaba pero que después se lo prohibieron".

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  8. Yo tengo la suerte de ser 'rolero de nueva generación'. Llevo en esto desde que tengo memoria pero para el 94 yo tenía, ¡2 años! Así que no puedo hablar con propiedad cuando estalló la vorágine, pero si después.

    La verdad es que para cuando yo empecé a jugar (10-12 años) eran juegos muy chorras, hechos en casa, orquestados por un amigo de mi hermano, mayor que yo, por lo que nunca hubo problemas. Cuando ya crecí y empecé a adquirir manuales... La cosa no cambió. Mi primer manual, el mítico Warhammer Fantasía, la 1ª ed, me lo regaló mi tía. Mi familia no sabía nada del tema pero no les preocupaba. Por eso yo nunca viví esa 'fobia al rol' hasta años después, cuando ya empecé a montar un grupillo en mi colegio y los otros chavales (de 13-15 años) nos empezaron a mirar raro y a decir de todo, y nada bonito. Pero tras una pequeña exclusión social, que realmente no fue para tanto, la verdad es que tampoco nos pasó nada. Hoy por hoy muchos de mis amigos fueron de los que se alejaron de mi un tanto cuando supieron 'lo del rol' y aunque les sigue pareciendo raro, no malo. Que ya es un punto.

    Cuando he empezado a escribir esto no buscaba llegar a ninguna conclusión (más allá de contar una batallita) pero creo que lo que se deja relucir de mi historia es que las cosas han cambiado para mejor. Esperemos que siga así.

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    1. Personalmente, ninguno de mis amigos directos, con los que jugaba habitualmente -y en varios casos, todavía lo hago- tuvo que dejar la afición por prohibición de sus padres. También es cierto que estábamos ya entre los diecisiete y dieciocho años. Pero todos sabíamos de otros a los que sí les había ocurrido.

      La cuestión es que en los noventa la prensa amarilla era mucho más fuerte que ahora. Hoy los canales de televisión van más por la prensa rosa y la propaganda política, pero los programas de morbo y falsas alarmas sociales eran mucho más comunes entonces, y a los presentadores de estos se les consideraba líderes de opinión.

      Cuando ocurrió este asesinato, durante un tiempo se alcanzó cierta psicósis sobre el asunto. No duró mucho, y en casos posteriores en los que se quiso vincular a los juegos de rol con algún crimen, la repercusión no fue ni de lejos tan grande. Pero en aquel primer momento la alarma se extendió como la pólvora. Prueba de ello es que prácticamente todo el mundo conoce de oídas lo de los "juegos de rol", pero la mayoría todavía mantiene una idea preconcebida y equivocada de lo que son. Todo el asunto estuvo en primera página durante bastante tiempo.

      Por supuesto, la gente con sentido común y criterio propio fue capaz, entonces y ahora, de ver a través de las estupideces que se estaban vertiendo sobre el asunto. Y sí, la situación, en líneas generales, ha mejorado mucho.

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  9. Yo tengo cierto recuerdo de un programa donde trataron "bien" al rol y no lo relacionaron con el asesinato, creo que fue Informe Semanal, y salió hasta un ejemplo resumido de partida. No lo trataron bien, lo trataron con justicia. Y dejaban bien claro que el asesinato no tenía nada que ver con los juegos, sino con la psicopatía.

    Descubrí lo siguiente por casualidad hace tiempo, el caso que ocurrió en EE.UU análogo al nuestro (no me refiero al crimen) y que bien comentan Spoony:
    http://www.youtube.com/watch?v=bVg8o8BxNQM

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    1. Lamentablemente, la tendencia fue hacer más caso a los otros, a los programas alarmistas, que calumniaban alegremente y daban datos sin contrastar, cuando no directamente inventados. Pero muestras de un tratamiento razonable del tema hubo unas cuantas. Está el artículo Homo Ludens, que firmaba Arturo Pérez Reverte, seguramente el más conocido de los que salieron en defensa de nuestra afición. Y aún hubo otros más.

      Pero eran los menos.

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