Son dos los adagios que vienen a la cabeza ante la lectura de esta novela: "La historia la cuentan los vencedores" y "Las mejores parodias son realizadas por aquellos que sienten afecto por el tema parodiado".
Bibliopolis publicó esta novela en 2004, una nueva incursión de la editorial en busca de autores de fantasía no anglosajones, algo que han intentado en otras ocasiones, tras el impresionante comienzo de su colección con Andrzej Sapkowski.
En esta ocasión, el autor traducido es ruso. Kiril Yeskov es biólogo de profesión, aunque ya ha escrito un par de novelas, entre ellas la que nos ocupa.
Los lectores conocemos el desarrollo de la Guerra del Anillo gracias al Libro Rojo de la Frontera del Oeste, supuesta fuente primaria, escrita por alguien que fue testigo directo de algunos de los acontecimientos más importantes del conflicto, y que pudo hablar con quienes presenciaron el resto de eventos relevantes.
¿Y si lo que cuenta este texto no fuese más que propaganda política? Esa es la premisa del autor, que describe una situación muy distinta a la acostumbrada. Los Pueblos Libres no son los buenos que se mantienen eternamente a la defensiva frente a las agresiones de los malvados orcos, ni la libertad es realmente su motivación principal. Los elfos no son los seres benevolentes, trágicos y alegres, que nos han contado hasta ahora, sino un pueblo frío, avanzado en lar artes mágicas, pero que no sienten sino desdén por los humanos, a los que consideran racialmente inferiores en todos los aspectos. ¿Eso de que una dama elfa se enamore de un humano? Tonterías. Desde el punto de vista élfico, una relación así no es sino una parafilia, un caso de bestialismo.
Los Magos, el supuesto heredero de la desaparecida dinastía de reyes... Todos tienen su ración, en todos los casos la situación es distinta a la descrita tradicionalmente, si bien no en todos los casos la luz bajo la que se les sitúa es negativa.
Pero claro, esos son los que ganaron ¿Qué ocurrió con los perdedores de la guerra?
Aquí están los principales protagonistas de la historia: los orcos. Quienes, por cierto, no son más que otra nación de seres humanos, demonizados por sus enemigos, que han llevado una guerra genocida contra su territorio. Los orcos tuvieron que adaptarse a un duro medioambiente, y lo hicieron desarrollando técnicas mucho más avanzadas que las de sus vecinos del norte en muchos campos. Esas técnicas les han puesto en el campo del progreso científico, algo que los Magos observan con recelo, pues saben que el poder de la ciencia, en pocos siglos, podría eclipsar por completo a la magia. Así que se ha alentado una guerra contra este pueblo.
Vale. No estamos ante una parodia llena de chorradas, en las que los personajes reciben nombres absurdos, que supuestamente deben causar hilaridad en el lector, y los acontecimientos son una sucesión de patochadas sin gracia. Para ese tipo de tonterías basta un conocimiento superficial de la trama (incluso sería suficiente haber visto las películas, sin molestarse en leer el libro), pero Yeskov demuestra una profundidad en su análisis difícilmente alcanzable sin sentir verdadero aprecio por el libro que toma como referencia para su trabajo.
En realidad, El último anillo no resulta una historia muy cómica, aunque tiene sus momentos. Los nombres de los personajes son ligeras alteraciones de los originales. Y aunque los elementos de la trama están ahí, el modo en que se desarrollan puede llegar a ser sorprendente. Ofrece una visión muy distinta de situaciones muy similares a las descritas en El Señor de los Anillos.
Esto puede no ser plato del gusto de todos. Para algunos, una novela de este tipo puede interpretarse como una ofensa hacia J.R.R. Tolkien, cuya obra no admite crítica alguna, pues se considera la perfección. Aunque me gusta mucho su obra, y no es posible exagerar su influencia sobre el género de la fantasía, esta no siempre ha resultado beneficiosa, al punto de casi asfixiar la creatividad dentro del mismo, pues toda nueva novela debía tomar a Tolkien como paradigma. Afortunadamente, esa situación ha sido superada casi por completo, y podemos admirar la obra de Tolkien sin convertirla en los parámetros que debe respetar toda nueva novela.
Desde esa perspectiva, la lectura de El último anillo es muy interesante, pues pone el dedo en la llaga en algunos de los puntos más criticados. Otra cosa es la lectura en sí de la novela, que no llegué a disfrutar del todo. Su estructura está muy compartimentada, casi episódica, en ocasiones se percibe más interés del autor por mostrar determinados personajes o acontecimientos que no guardan demasiada relación entre sí antes que hilvanar su relato de una forma que este fluya ante el lector.
Individualmente hay capítulos muy buenos, pero a veces parecen grapados entre sí, unidos de una forma más bien tosca. Después de todo, es la primera novela publicada del autor, o quizá la traducción haya tenido algo que ver. En cualquier caso, de no ser por la forma en que la novela destaca algunos puntos algo incómodos de la obra de Tolkien (o de la Alta Fantasía, en general), su lectura me habría resultado aburrida. Tiene buenos momentos, y algunos pasajes y líneas de diálogo realmente memorables, pero el conjunto, en esta ocasión, no es mayor que la suma de las partes.
A mí me gustó mucho cuando la leí. Es refrescante desmontar mitos y verlos bajo una nueva luz. Personalmente me gustó mucho la parte que transcurre en Umbar, por ejemplo.
ResponderEliminarIndividualmente hay partes muy buenas. La historia que se cuenta acerca de como los sureños se quitan de encima a los esclavistas, y la buena relación que mantienen después con los orcos me gustó. Igual que el personaje de Aragorn (cuando encontraba los nombres, lo que yo "leía" eran los originales), que en la conversación que mantiene con el convaleciente Faramir hay algunas frases que encuentro memorables.
EliminarLo que me falla es cuando todos esas partes se unen entre sí. Me pareció que la historia avanzaba un tanto a trompicones, lo que estropeaba el resultado final, en mi opinión.
Sobre la desmitificación, la segunda novela de Yeskov tiene como protagonista a Jesús, que por lo visto aparece como un pobre tipo que queda atrapado en una red de intrigas del servicio secreto del Imperio Romano, y la cosa acaba como acaba...
A mí me gustó mucho, y la verdad es que no esperaba una novela seria que diera la vuelta a la óptica del mismo argumento. Sin embargo, es cierto que la obra parece tomar diversos puntos concretos de la narración de Tolkien, y salta de uno al siguiente. Aún así, fue un gusto leerla.
EliminarNo sé si fue por alguna idea preconcebida mía, o por la forma en que se publicitaba la novela, al comenzar su lectura casi esperaba encontrarme con una parodia cómica, de modo que me sorprendió que no fuera así.
EliminarLa reinterpretación de la Guerra del Anillo está muy lograda, pero creo que el libro no hubiese funcionado bien de no basarse un conocimiento previo del lector. Quizá por eso es por lo que da esos cambios tan bruscos, el autor confiaría en que cualquier lector potencial sería capaz de rellenar los huecos mediante el conocimiento de la historia escrita por Tolkien.
Recuerdo que me gusto mucho en su momento. Estaba empezando a leerme a Geralt de Rivia y Juego de Tronos y esta no se quedo atrás en cuanto a calidad y entretenimiento. La unica pega para mi gusto fue el juego de espias que se desarrolla entre Aragorn y, no recuerdo el nombre, el protagonista orco. Ahí me lié un poco. Pero vamos, que es una maravilla.
ResponderEliminarSí, la parte del espionaje está tratada quizá desde una óptica demasiado moderna, en plan de una guerra fría desarrollada en países de terceros. En fin, nunca ha quedado demasiado claro a qué se dedicó Aragorn durante sus años de errar por el mundo, cuando viajó a las tierras del sur, que también hay algún capítulo dedicado a esto.
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