martes, 3 de noviembre de 2020

El tapiz de Fionavar, de Guy Gavriel Kay

 Poco a poco, tras casa nueva lectura, Guy Gavriel Kay ha ido ascendiendo en mi lista de autores valorados dentro del género de fantasía. Los mosaicos de Sarantium, que leí hace unos pocos meses, terminaron de convencerme del valor literario de su obra con una historia dividida en dos volúmenes que encontré emotiva y extremadamente bien realizada. Pero hablaré de Sarantium en otra ocasión. Hoy toca Fionavar.

Esta trilogía es su primer trabajo publicado. Formada por El árbol del verano (1984), Fuego errante y Sendero de tinieblas (ambas publicadas en 1986. Timun Mas publicó la trilogía entre 1989 y 1990, con varias reediciones desde entonces), se trata de una historia escrita por alguien todavía muy influido por Tolkien y su "subcreación" (Gavriel Kay fue asistente de Christopher Tolkien en el trabajo de edición previo a la publicación de El Silmarillion), una influencia que permea estas tres novelas. 

Eso no significa, sin embargo, que nos encontremos aquí frente a un imitador, Fionavar no tiene nada que ver con Shannara o similares, a pesar de que algunos elementos parezcan coincidir, al menos al principio. Es una historia mucho más compleja, con un mayor grado de madurez y sinceramente, mucho mejor escrita. Y sin embargo no me decidí a comenzar su lectura durante mucho tiempo, repelido por una de sus premisas iniciales.

Y es que no me gusta nada cuando la historia parte del modo en que unos individuos del mundo real y moderno son trasladados a un mundo de fantasía. No estoy seguro de por qué, pero me repele encontrarme con esto en una novela, me provoca un gran rechazo. Y eso es justamente el modo en que comienza El árbol del verano, cuando un grupo de canadienses, estudiantes universitarios de posgrado, se ven trasladados a un mundo anclado en una suerte de Edad Media, con elfos, enanos, magos y demás.

Ese mundo, Fionavar, es "el primero de los mundos", el centro del multiverso ideado por el autor. Kay ha jugado con la idea en otras de sus novelas, creando sutiles referencias y pequeños guiños al lector que pueda reconocer los detalles -aunque la relación no pasa de ahí, no tiene nada que ver con Moorcock y su ciclo del Campeón Eterno, ni nada por el estilo-, y Fionavar se encuentra en el centro de todo. Es el primero de los mundos, y el que realmente cuenta -como el Ámbar de Roger Zelazny, ahora que lo pienso-, haciendo que el resto de mundos sufra, cada uno a su manera, las consecuencias de cualquier posible desastre que tenga lugar en Fionavar.

Y el desastre, en este caso, tiene el nombre de Rakoth Maugrim, el Desenmarañador. Los pueblos de Fionavar usan la metáfora del Tapiz como forma de referirse al conjunto de la creación. Así, la deidad creadora es el Tejedor, y las vidas y destinos de individuos y comunidades son sus hilos; cuando alguien realiza alguna proeza o un gran trabajo, hay quien se refiere a ello como "bien entretejido", etc. Todo lo que existe forma parte del Tapiz, con la excepción del propio Tejedor -la metáfora con el dios monoteísta no está muy lejos- y con Rakoth Maugrim, que entró en el Tapiz desde lo que se encuentra más allá de este. Por supuesto, este Rakoth es el Señor Oscuro de este mundo, el Morgoth de Gavriel Kay.

En el punto de inicio de la trama, Maugrim se encuentra todavía preso, tras haber sido derrotado un milenio atrás por una alianza de pueblos libres -pagando un alto precio-, quienes le encerraron bajo la mayor montaña de Fionavar. Claro, no se pasará ahí mucho tiempo. Acontecimientos que coinciden con la llegada de Kimberly, Dave, Jennifer, Paul y Kevin.

Hasta aquí todo suena muy típico, pero en realidad no lo es. El autor logró aquí algo que encuentro muy digno de elogio: utiliza muchos elementos reconocibles, extraídos tanto de Tolkien como de la mitología céltica, y en muchos casos les da giros inesperados que se salen de lo previsible. Pero, y ahí es donde creo que muestra verdadero talento, estos giros no parodian ni desmitifican ni arrebatan aquello que nos hace apreciar estos elementos. Lo cambia, pero de una forma respetuosa para con el lector.

Por otra parte, la historia sigue algunos derroteros ya transitados con asiduidad. Los protagonistas -que principalmente son Kim, Dave y Paul- encuentran en Fionavar los desafíos que les llevarán a resolver sus propios conflictos personales, al descubrir quiénes son realmente en este mundo de fantasía.

En las novelas de Guy Gabriel Kay, aunque la aventura es habitual, la acción y las escenas de combate no son precisamente frecuentes. Fionavar, tratándose de su primera obra, resulta la excepción... hasta cierto punto. Hay muchos más momentos de acción aquí, dentro de un contexto de viajes y búsquedas emprendidas por los héroes, que en libros posteriores del autor, en los que podría suponerse que ya se encuentra lo bastante cómodo o seguro de sí como para prescindir de estos recursos. Pero comparado con la media, esos momentos de luchas y batallas siguen siendo escasos. Los conflictos de verdad importantes se resuelven de otros modos, algo en lo que sí se reconoce a Kay. En cualquier caso, El tapiz de Fionavar resulta una lectura mucho más ligera que cualquiera de sus trabajos posteriores que yo haya podido leer. Una lectura de lo más recomendable. Ahora, vencido un poco el repelús que me da esto de gente del mundo real que viaja a mundos mágicos, a ver si le doy una oportunidad a El reino de Darwath, de Barbara Hambly, que también lo tengo en espera desde hace años.

5 comentarios:

  1. Nunca he leído nada de este autor. Recuerdo haber visto estos libros en mi tienda de barrio favorita, cuando era un chaval, pero no llegó a llamarme tanto la atención como para comprarlos. Y después, no he encontrado la ocasión de ponerme con ello. En fin, otro autor que añadir a la lista de deseados ;)

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    1. Creo que, de haberlos leído siendo adolescente, probablemente me habrían aburrido -o no, que por aquel entonces no tenía mucha capacidad de criterio y leía todo lo que caía en mis manos- y me habría perdido muchas referencias, así como el sentido de muchas situaciones. Por ahora me han gustado todos los libros que he leído de este autor. Mis favoritos son los de Sarantium, y estos seguramente irían en segundo lugar. Tigana también me pareció bueno.

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  2. A mi esta novela me hizo ponerme triste en numerosos puntos de la trama. Es cierto que el el libro podría haber sido mejorable, pero dentro de lo que cabe esta muy bien. Una cosa con la que destacar esta novela por encima de otras, son las descripciones. No son muy largas ni se tira parrafadas enteras describiendo el arte de los tapices o los vestidos de los personajes o la estructura social y política del reino. (el ejemplo contrario es la rueda del tiempo con larguísimas descripciones hasta reventar)
    Como en todas las novelas, en esta hay muchas cosas buenas y otras no tan buenas. El malvado señor oscuro, obviando la brutal violación de una de las protagonistas, no produce ningún congojo en el lector. En cambio, las historias de Vae, su hijo Finn, Darien, el Camino más Largo y la Gran Caza son, como mucho, lo más conmovedor del libro.
    La historia de Paul en el Árbol del Verano y el perro gris también es muy profunda. Pero después el personaje de Paul queda algo desdibujado en los otros dos libros.
    Dave parece pegado con cola barata aunque la trama de los Dalreis es bastante buena.
    Jennifer resulta inexistente si bien el trauma de su violación y su embarazo y posterior parto y entrega del niño a Vae es profunda. Por lo demás el personaje resulta poco llamativo.
    Kevin es el típico personaje creado para morir desde el principio y una excusa para que una diosa pueda ponerle su nombre a un bebe que espera. (perdón, por el spoiler)
    Y llegamos a Kimberly, la Vidente, que tiene mucho que soportar en la novela. A mi en ocasiones me hacía llorar quizás por el hecho de que entendía su sufrimiento: un espíritu en el lago le sobrecarga la mente con imágenes dolorosas atándola a un destino del que nunca podrá escapar. La anterior vidente se suicida ¡se suicida! por ella. Insulta a un guerrero a la cara llamándolo "asesino de niños" (¿quién es ella para hacer tal cosa?), no es capaz de impedir que una madre se quede sin hijo cuando éste inicia el camino más largo y empuja a un pueblo de gigantes pacíficos a derramar sangre en nombre del destino. Y muchas más cosas...
    Quiero decir que ella es el personaje con más carga emocional en la novela y si yo hubiese estado en su lugar, me habría derrumbado o negado a enfrentarme a tales desafíos.
    Los seres humanos tenemos límites morales y emocionales y por eso simpatizo con Kimberly. Y si a todo esto le sumamos que cuando leí los libros estaba en plena depresión por el fallecimiento de mi padre, es comprensible entenderlo. Los personajes sufrían y yo entendía ese sufrimiento.
    Creo que las novelas de Guy Gavriel Kay no se han de leer con la cabeza sino con el corazón. Creo que esa era la intención del autor.
    Gracias y perdón por el tocho.

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    1. Uf, La Rueda del Tiempo. Comencé a leer la serie hace ya muchos años, y en aquellos tiempos me gustó. Pero luego la historia comenzó a alargarse, y a alargarse, y a repetir una y otra vez los mismos esquemas, las mismas situaciones, los mismos arquetipos de personaje... con el último de los libros de la serie que leí -nunca pude terminarla- hice algo que no he hecho jamás con otro libro: pasar página tras página haciendo una lectura en diagonal hasta encontrar partes que mereciese la pena leer. Separar el grano de la paja, por así decir.

      Es verdad que Kimberly es el personaje que soporta la mayor carga, ya desde el prólogo se adivina que ella es la que habrá de sentirse más distante del resto de sus amigos, porque ha de llevar a cabo cosas terribles. Y es cierto que el Señor Oscuro de la historia no es muy aterrador, después de todo. Ocurre algo parecido con las Crónicas de Prydain: son entidades con las que resulta fácil jugar a la anticipación y conseguir que los lectores se vuelvan expectantes, pero que acaban decepcionando si aparecen en persona. Probablemente ni siquiera el mismísimo Sauron tendría la misma aura de haber hecho aparición en El Señor de los Anillos, hablando con Aragorn, intercambiando pullas con Gandalf, etc.

      Si has leído otras novelas de Gavriel Kay sabrás ya que es un autor que ha acabado por desarrollar un estilo más propio, que ya apunta aquí pero que va refinando. Despojado ya de los tópicos tolkenianos, con personajes mucho mejor perfilados y menos previsibles en su comportamiento. Los mosaicos de Sarantium son, a mi parecer, las novelas mejor acabadas del autor, que encontré realmente emocionantes en ciertos pasajes. Pero el resto de sus novelas publicadas en castellano no desmerece. Un autor realmente bueno.

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    2. Gracias por responderme. He leído dos novelas más del autor: Tigana y Los Leones de Al-Rassan, y solo puedo decir que tienes toda la razón. Con cada nuevo libro que escribe su talento narrativo va mejorando progresivamente. He leído que recientemente escribió su última novela titulada "A brightness long ago" y las críticas (traducidas del ingles) son maravillosas y que hacen llorar de emoción y compasión a muchos lectores. Su prosa es fuertemente melancólica y llena de descripciones líricas.
      Otro autora de fantasía que se le acerca, y mucho, es Patricia A. McKillip. Te recomiendo que leas algo de ella. te hará saltar las lágrimas.
      Por último decirte, solo por informarte, que Guy Gavriel Kay ha vendido más de tres millones de ejemplares de todas sus novelas (la trilogía del Tapiz de Fionavar ha vendido poco más de un millón) y ha ganado cinco premios literarios además de ser nominado a otros cuarenta y un premios.
      Por cierto, y termino, yo también me he animado a probar suerte con la escritura y estoy escribiendo mi primera novela, que es ficción de espías. Por ahora estoy disfrutando mucho con el proceso.
      Gracias por contestar y te deseo lo mejor en la vida.

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