lunes, 27 de junio de 2016

Tres corazones y tres leones, de Poul Anderson

Edaf publicaba en 1990 este libro escrito originalmente en 1953. Tres corazones y tres leones es una de esas joyas que han sido increíblemente influyentes en el género, pero que sin embargo han acabado eclipsadas, a la sombra de otras creaciones surgidas a su estela.

En sí mismo, el argumento resulta algo manido, incluso ya en el momento de ser publicado. Holger Carlsen es un ingeniero danés residente en EEUU, que regresa a su país para participar en la resistencia contra la ocupación nazi durante la Segunda Guerra Mundial. En un momento particularmente dramático se ve inexplicablemente transportado a otro mundo, uno muy similar al de nuestra propia Edad Media, en el que la magia, los demonios y los habitantes del Mundo Medio son reales e interaccionan a menudo con los humanos.

A no mucho tardar tras sus primeros vacilantes pases en este mundo a la vez familiar y extraño, Holger comienza a reunir en torno suyo a una serie de compañeros con los que emprende una serie de viajes llenos de aventuras, en los que se entrelaza la búsqueda del porqué de su aparición en semejante lugar con la lucha contra la amenaza que para el mundo de los hombres, seguidores de la Ley, supone la unión y alzamiento de los servidores de Caos.

Se trata de una de esas novelas que resultan casi inconcebibles hoy día. Breve y concisa, llena de ideas y elementos originales sin que la narración se detenga por ello ni se dedique a recrearse, sino que rápidamente pasa al siguiente punto. De hecho, en algunos momentos, la historia se vuelve casi episódica, pero sin que ello suponga una merma de calidad, el hilo de la trama se sigue de forma fluida.

Junto con La Espada Rota, esta obra fue fundamental para Michael Moorcock a la hora de concebir su Multiverso con su eterno conflicto entre la Ley y el Caos, así como su campeón eterno. Pero es que además, pasando ya a los aficionados a los juegos de rol, en Tres corazones y tres leones, vamos a encontrar la fuente de numerosos elementos habituales en D&D; alguna de las clases de personaje fueron diseñadas basándose en uno de los personajes, al igual que ciertos monstruos y objetos mágicos. Incluso el sistema de alineamientos original debe de tener a esta novela como origen.

Resulta curioso el detalle de que Holger siempre está tratando de racionalizar -dentro de lo que cabe- los elementos sobrenaturales que encuentra, describiéndolos para sus adentros en términos científicos siempre que puede.

La narración es rápida, fluida, sencilla y variada. En ocasiones casi parece un poco apresurada, pero eso también podría deberse a lo que acostumbran los autores actuales del género, sobre todo esos que marean la perdiz dedicando docenas de páginas a describir o detallar algo que podría ser contado en una pequeña fracción del total de las palabras utilizadas.

Es una lectura entretenida y sin pretensiones, pero quizá por eso mismo muy divertida y sin complejos. Creo que, en conjunto La Espada Rota me parece mejor, con un acabado más pulido, pero Tres corazones y tres leones es una lectura que no puedo dejar de recomendar a cualquier aficionado al género de fantasía.

12 comentarios:

  1. Me lo apunto para futura presa por iberlibro.

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    1. No es que sea precisamente Espada y Brujería a lo REH, pero creo que no saldrías decepcionado de esta lectura.

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    2. Uno no vive solo de espada y brujeria :D y Poul anderson era un autor que me gustaba.

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    3. Muy cierto. Perdona, me he dejado llevar por las apariencias :D.

      Yo mismo no había leído nada de Poul Anderson -excepto La Espada Rota- hasta hace poco tiempo. Y ahora tengo pendiente su versión de La Saga de Hrolf Kraki, que también tiene buena pinta. No soy muy de ciencia ficción, que parece que era el terreno en el que más se movía.

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  2. De Paul te recomiendo la nave de un millón de años, una especie de "los inmortales" quitándole la parte mística. Aviso que es un tanto deprimente.

    Algo más aventurero sería la patrulla del tiempo, sobre todo si te gusta la serie del ministerio.

    Ambas tienen el nexo de ser aventuras semihistoricas, pero la primera la recuerdo más crítica que la segunda, la cual es una serie de ucronias y sus posibles consecuencias.

    La patrulla la reeditados hace poco, la primera creo que es un poco más difícil de conseguir.

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    1. Gracias por las recomendaciones. Creo que tengo alguno de esos, si están en la vieja colección de ciencia ficción que publicó Bruguera. De vez en cuando, cuando estoy algo saturado de fantasía, pruebo a leer algo de otros géneros, así que tendré en cuenta el apunte para la próxima.

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  5. El de la patrulla juraria que lo tengo por Nova y la de la nave de un millón de años por ediciones B en bolsillo.

    Juraria que esta salio en Biblos en esa linea de cinco euros con portadas mas feas que pegar a un padre y en Nova bolsillo.

    Siento los posts repetidos, creo que es al contestar por el teléfono.

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    1. Ah, sí recuerdo ese formato de Biblos. De esos tengo la trilogía de Merlín, y sí, eran más feos que un pie. A los de Nova no suelo prestarles mucha atención por ser sobre todo de ci-fi, aunque alguno he leído.

      Ya suponía que lo de los comentarios repetidos sería por algo así, y no por insistencia tuya ;D.

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  6. De lo que he leido de Poul Anderson siempre me ha dadado la impresión que mete en sus escritos un poso histórico.

    En sus novelas de Cf solia comparar las culturas alienígenas con culturas humanas o darle un tinte a leyenda.

    En Tiemp ode Fego la raza estraterrestre que salia, unos hombres león fusionados con plantas, eran comparados con los griegos y la reina del aire y la oscuridad me dio la impresión de tener un poso céltico.

    Eso sí, hablo de unas historias que leí hace muchísimos años con lo que no sé si al leerlas de nuevo vería que estoy equivocado.

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    1. Sospecho que estás en lo correcto. En Tres corazones y tres leones la frontera que separa la tierra de los hombres del Mundo Medio, el territorio sobrenatural, se corresponde más o menos a la frontera que delimitaba los dos bloques durante la Guerra Fría. Parece que sí le gustaba hacer ese tipo de analogías.

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