¿Recordáis el caso Wanninkhof?
Ocurrió en 1999. Una joven de diecinueve años fue asesinada. Se acusó del crimen a una mujer, antigua compañera sentimental de la madre de la víctima. La madre mostró su dolor y sus lágrimas en todos los programas de televisión en los que pudo aparecer, convencida de que la sospechosa era la culpable. Conmoviendo a todos con su trágica pérdida, y convenciendo a todos de que tenía razón.
El linchamiento mediático fue inmenso. Todo el mundo estaba convencido, no, todo el mundo sabía que la acusada era culpable. Nadie quiso prestar mucha atención a la falta de pruebas que apoyasen esto. Nadie quiso prestar mucha atención a la existencia de pruebas que evidenciaban la presencia de otra persona en la escena del crimen. Era culpable, estaba claro. No había más que verle la cara. Esa frase se oía mucho.
Ya sabéis, escenas de esas en las que una muchedumbre con aire festivo -siempre hay algún chaval sonriendo mientras ocurre todo- que se agolpan en la puerta de una comisaría para ponerse a increpar e insultar, a liberar toda su rabia contra quien acaba de ser detenido. Y todo el mundo hablaba del caso, fue uno de los temas del momento, una mina de oro para los informativos y magazines, que podían llenar fácilmente su espacio con estas imágenes.
En 2001, para cuando llegó el momento del juicio -y con jurado popular-, la sentencia ya estaba adjudicada. La acusada no tuvo ninguna oportunidad. Fue declarada culpable y enviada a prisión. Todos satisfechos, se había hecho justicia. Si acaso, lástima que no se le pudiese cargar con una condena mayor. Pena de muerte, por ejemplo. Que le hagan lo que le hizo a la víctima. Eso también era el tipo de cosas que se podía oír en las conversaciones que había por todas partes.
Y un par de años después resultó que era inocente.
Las pruebas a las que nadie había querido prestar mucha atención llevó a la policía a establecer una relación entre este caso y el de otro asesinato. Se descubrió que la persona desconocida que había estado en el lugar era alguien que cargaba ya con una muerte. El nuevo sospechoso confesó el crimen.
La mujer condenada fue inmediatamente exonerada del crimen y puesta en libertad tras casi año y medio en prisión. Para entonces ya le habían hundido la vida, claro. Y no creo que escuchase muchas disculpas por el modo en que fue tratada.
Durante la época más mediática del caso Wanninkhof yo todavía estaba estudiando Periodismo. Seguí el asunto con cierta atención, más por estudiar la forma en que era tratado por los medios que por otra cosa. Por aquel entonces yo mostraba mucho interés por los medios y sus informativos. Ahora no podría hacer lo mismo, me entran náuseas cuando me pongo a ver uno de esos programas. He dejado de creer en cosas que entonces eran importantes para mí.
Pero el caso es que todo aquello del caso Wanninkhof se me quedó grabado. El linchamiento mediático. El convencimiento generalizado de la culpabilidad de la acusada. El mirarse los pies cuando resultó que el error había sido de proporciones grotescas, y que todo ese convencimiento, esa seguridad, de la culpabilidad de la acusada no significaba nada. No se oía a mucha gente reconociendo su error de juicio, su apresuramiento a la hora de condenar.
El caso siempre me viene a la memoria cuando salta algo parecido. Supongo que a estas alturas ya os iréis
haciendo una idea de lo que trata esta entrada. Si es que habéis
querido seguir leyendo hasta aquí.
Estos días he leído a gente -que dudo tengan un conocimiento más detallado del asunto que yo, lo que viene a ser casi nada- afirmar la culpabilidad de una persona más allá de cualquier duda razonable. Porque el acusado es gilipollas. O por la aborrecible naturaleza de aquello de lo que se le acusa, como si cuánto más grave sea la acusación, menos probable es que seas inocente. O porque se desprende de sus palabras. Y en mi cabeza resuena aquello de "Es culpable, está claro. No hay más que verle la cara".
He leído a gente que, a juzgar por sus textos, sus exabruptos y salidas de tono, no toleran siquiera el planteamiento de que esta situación pueda y deba ser cuestionada desde muchos ángulos. Y recuerdo las muchedumbres agolpadas a la puerta de la comisaría.
He leído a gente escribir que no tiene sentido esperar que se pueda probar la comisión de un delito antes de poder condenar a alguien por ello...
No sé si Zak es culpable o no. No tengo forma de saberlo. Por supuesto, tengo una opinión al respecto, que prefiero reservarme. Porque estas líneas no van de acusar o defender a nadie. No estoy escribiendolas por eso. Si escribo esto es porque tengo miedo.
Tengo miedo de un mundo en el que se puede hundir a alguien en menos de una semana sólo con señalarle. Borrarle del todo. Sin necesidad de pruebas. Tengo miedo de un mundo en el que quien disiente de la opinión mayoritaria, o que simplemente la cuestiona, quede expuesto al escarnio público por ello. Esto último ha hecho que me lo piense mucho antes de escribir esta entrada. Por la que me pueda caer por ello, cuando mi estado anímico se encuentra muy lejos de estar en su mejor momento.
Pero al final no he podido evitar escribir esto. Me encantaría apartarme del asunto y seguir con entradas sobre Mythras y los otros juegos -probablemente eso es lo que debería estar haciendo y no meterme en este cenagal-, sería mejor para mí. Pero el caso es que no puedo. A lo mejor es que todavía sigo creyendo en alguna de esas cosas que tanto me gustaban cuando estudiaba para ser periodista.
Cuestionar afirmaciones y argumentos es importante. No simplemente para refutar y derribar al contrario, sino especialmente para comprobar la firmeza de las propias. Quitarnos la venda de los ojos y comprobar si los hechos apoyan esa absoluta seguridad que tenemos sobre tantas cosas. Desarrollar un pensamiento crítico -no sólo con los demás, sino con uno mismo- no es fácil. Hay un continuo bombardeo de estímulos que nos dice qué deberíamos pensar, qué deberíamos creer, qué debería gustarnos y qué deberíamos odiar. Y dejarse llevar es tan fácil...
Y a veces, cuestionar un tema lleva simplemente al hecho de tener que reconocer que uno carece de los datos suficientes para emitir un juicio de valor informado. Al menos, ese es mi caso.
Bueno, ya está. Eso es todo lo que tenía que contar al respecto. Mañana vuelvo a los juegos de rol de los que quizá nunca debería haber salido.
Qué grande eres, Cronista. Y leches, que bien escribes.
ResponderEliminarAunque yo también he visto a las 'masas vociferantes' y estoy realmente asustado con la posibilidad de ser destruido con tan poco me alegra ver que hay algunos que siguen manteniendo la cordura (o, quien sabe, quizás la hayan ganado ahora). He visto mucha locura, odio y bilis, pero también unas cuantas voces razonables y que su mayor delito es pedir calma, tranquilidad y ver las cosas con seriedad. También, obviamente, he visto a gente cargar contra estos últimos pero eso daba por hecho que iba a pasar.
Supongo que sabrás que aunque me caes muy bien (todo lo bien que puede caerme alguien a quien ni pongo cara, ¡por desgracia!) en algunas cosas estamos en posiciones diferentes. Pero este tipo de cosas son las que me recuerdan que eres un tipo que desde luego merece la pena. Es una decisión valiente (si te fijas yo en el blog este tema no lo he tocado... ni lo tocaré) y tienes mi apoyo.
Un diez, maestro.
Muchas gracias. Eso que cuentas es muy amable, y siempre viene muy bien sabeer que hay más gente que piensa así, que no todo es histeria y agitar de antorchas y sogas. Resulta tranquilizador.
EliminarTotalmente de acuerdo, Cronista. No tengo mucho más que añadir.
ResponderEliminarSupongo que no es necesario añadir nada más, entonces ;). Gracias, Alfonso.
EliminarEl miedo, el escepticismo y la duda razonable son necesarios, igual que escribir y tratar de aportar algo sobre todo aquello que tú consideres importante.
ResponderEliminarDesde aquello de "Solo sé que no sé nada" hasta hoy ha pasado tanto tiempo y han cambiado tan pocas cosas... Pero tocará seguir insistiendo, aun en la modesta medida en la que pueda.
EliminarBuenas. Creo que es la primera vez que escribo aunque hace tiempo que te leo. Creo que en gran parte de lo que dices tienes toda la razón del mundo. Simplemente quería compartir que siento los mismo que tu con los medios de comunicación. No puedo dejar de recalcar, y quizás me estoy metiendo en el cenagal, que muchas veces la gente vuelca toda su frustración sobre el tema candente del momento, sin pararse a pensar que la información que tiene es muy limitada, partidista o manipulada con el único afán de ganar audiencia y generar un relato. Y la verdad es que si que asusta. Ciertamente mi texto era mas largo pero lo dejare aquí para no entrar en el cenagal y llevar esto mas alla de la cuenta. En todo caso, recalcar que ojala hubiera mucha mas gente como tu, y espero que el bajón por el que estas pasando sea algo pasajero y se solucione pronto.
ResponderEliminarSaludos.
Sí, la función manipuladora de opinión que ejercen los medios daría para largo y tendido, pero creo que ese es un tema que se sale de los límites que fijé a este blog cuando lo inicié.
EliminarMuchas gracias.
Siempre sospeché que eras una persona sosegada y cabal. Ahora no me cabe duda alguna. Gracias por ser la voz de la razón.
ResponderEliminar@Rodrigo: Muy amable, aunque no te creas, tengo mis momentos de cruce de cables y rabietas ;).
EliminarYo no sé de qué va este artículo ni quién es el tal Zak.
ResponderEliminarNo sabes la suerte que tienes.
EliminarAnda, no sabía que habías estudiado periodismo. Aunque me da la sensación que no lo ejerces, por desgracia. Claro que me acuerdo de Dolores Vázquez y de su cara de impotencia durante el juicio, hay cosas que si las vives no las olvidas.
ResponderEliminarRespecto al caso Zak es que ni he opinado, más allá de algún comentario de G+. Realmente te has metido en un cenagal, pero demuestras valentía al querer defender una postura muy necesaria actualmente. Como han recordado hoy en la radio hablando de un juicio, es la acusación la que tiene que aportar pruebas de la culpabilidad, no el acusado de su inocencia.
No he ejercido mucho, la verdad, aunque algo sí que he trabajado en eso.
EliminarMencionar siquiera ese funcionamiento básico del sistema judicial -que dista de ser perfecto pero que, como otros han expresado claramente, es mejor que la alternativa- hace que algunos individuos se solivianten especialmente, indignados por la intencionalidad garantista de la norma. Es de locos.
La verdad es que España, al menos hasta ahora, no es de los países que se apresuran precisamente en acusar a alguien de algún delito, y ahí están las "listas de espera" en los juzgados y las estadísticas para confirmarlo, pero eso no significa que no se cometan errores, y el que mencionas en la entrada es de los más graves que ha habido por su repercusión mediática (pero por desgracia no es el único ni mucho menos), por lo que la presunción de inocencia es muy necesaria tenerla en mente más allá de poner un "presunto" en una crónica periodística. Hace falta más educación jurídica al respecto. Hace falta más educación siempre, nunca es poca.
EliminarEsa educación y el pensamiento crítico resultan fundamentales cuando se intenta evitar ser uno más del rebaño.
EliminarMuy bien expresado. Yo llevo muy poco en las redes y al principio seguía este tipo de asuntos o los flames con interes.
ResponderEliminarCreo que desde el asunto de Bradley decidí separar el tema del autor de su obra. Sobre la última puedo opinar sobre lo que me gusta o lo que me desagrada; sobre el tema de las personas no me veo capacitado a hablar ya que desconozco las circunstancias y por lo tanto sin derecho a opinar. Todo lo que veo en las redes sobre estos temas al final es como un accidente en la calle. Tu no sabes lo que ha pasado ni los que están a tu lado tampoco, pero todo el mundo tiene una teoría.
Mi única toma de contacto con esto de las redes sociales ha sido G+ y creo que ya he tenido suficiente. Me ha reportado varias cosas positivas, pero también un montón de malos rollos. Voy a dar marcha atrás, y cuando apaguen las luces no me pasaré a otra red -hice un amago en MeWe, ya lo sabes, pero hace unos días cambié de idea y decidí borrar esa cuenta-, así que me quedo aislado en el blog, quizá con salidas ocasionales a foros especializados.
EliminarLo de separar autor y obra lo hice con RPGPundit, cuya actitud e ideas encuentro a menudo detestables, pero que ha escrito algunos libros que me han gustado mucho. Con la Bradley, como no he llegado a leer nunca sus novelas no he tenido que tomar esa decisión. Aunque la verdad es que ahora se me haría muy cuesta arriba la idea de ponerme con uno de sus libros.
Lo del accidente en la calle me parece una buena comparación. Porque es verdad que no sabemos nada de lo que realmente ha ocurrido. Elegimos una versión de los hechos, sin cuestionarnos demasiado el criterio con el que lo hacemos, y nos aferramos ciegamente a ella. Eso es de lo que pretendía hablar, y no de ofrecer mi propia versión, que no serviría para nada.
Gracias por escribir este artículo. ¡Ya quisiera yo expresarme con solo una fracción de tu habilidad!
ResponderEliminarPienso lo mismo, y la verdad, algunas reacciones a las que me he enfrentado por haberme expresado de cualquier manera en las redes dan hasta pena...
Un saludo,
+David SLT
PD: Te lo intenté escribir varias veces desde mi cuenta de Google, pero parece no se llegó a enviar ninguna de ellas... a ver si ahora.
Creo que todos hemos visto reacciones de gente que, llevados por la indignación, han expresado cosas que quiero pensar no habrían apoyado de haberlo pensado más detenidamente y con mayor claridad.
EliminarPues ni idea de qué ha podido pasar con los otros intentos de comentar. Alguna que otra vez Blogger ha etiquetado como spam algún comentario que me ha tocado rescatar, pero este no ha sido el caso. Es más, cuando he tratado de saltar a tu perfil en G+ desde una entrada de Bester me sale una página de error. ¿Quizá el desmantelamiento de G+ está notándose cada vez más?
Un saludo.
La verdad es que por desgracia eso de difama que algo queda se ha elevado a unos niveles insospechados. Creo que e este undo que nos toca vivir, hay un mal endémico, el de creer las cosas sin contrastarlas, sin valorarlas. Porque estamos en un mundo de inmediateces, y la bolsa no va creciendo lentamente a medida que se revelan datos, sino que rueda rápido pensando ya casi en la siguiente ocasión donde echarse a rodar. Como tu bien dices, no es cuestión de entrar a valorar lo que ha sucedido (porque dudo que ninguno podamos hacerlo desde la tranquilidad de nuestros teclados), pero si de reflexionar sobre si esto es lo que esperamos.
ResponderEliminarMe parece que hay que separar entre dos grupos diferentes. Están aquellos que en todo este asunto han encontrado una oportunidad con la que se encuentran entusiasmados, porque pueden aprovecharla para echar abajo a alguien, ya sea por inquinas personales, revanchismo o envidia. Esos ya saben perfectamente lo que quieren y no necesitan aclarar nada.
EliminarLuego hay otros que, con buenas intenciones y afán de justicia, parece que estarían dispuestos a aceptar algunos argumentos ciegamente, y a mantener cierta actitud exaltada que, me gusta pensar, no tendrían si tan sólo se parasen un momento a reflexionar y cuestionar todo lo que ocurre.
Bravo
ResponderEliminarGracias
EliminarEstas cosas son complejas y difíciles. Lo que me llama la atención es lo claro que unos tienen su sentencia. Aunque tengo que admitir que todos tenemos prejuicios y sobre determinadas personas o pongamos partidos políticos tenemos tendencias a prejuzgar.
ResponderEliminarYo no creo que haya que llegar a juicio o esperar a la resolución de un juicio para que tomemos decisiones y acciones, claro que el juicio me puede "ayudar" o hacerme cambiar de opinión. Recuerdo el caso del presidente de la Comunidad Valenciana y sus famosos trajes, el hombre salió bien del juicio, y yo no coincido con esa resolución.
Pero creo que hay una cosa que siempre tenemos que tener en mente, en especial antes de un "juicio" exhaustivo: El acusado puede ser inocente y la víctima puede ser víctima. Creo que eso nos haría ser más moderados y más empáticos con ambas partes. Y eso no es equidistancia, para mi es sentido común y bonhomía.
Incluso cuando se demuestre que alguien es culpable o que alguien no es víctima uno debería tener un poco de cabeza para, al menos de vez en cuando, pensar que igual nos equivocamos en el juicio.
Es evidente que todos tenemos una opinión al respecto, sobre culpabilidad o inocencia. Yo la tengo -y encuentro normal que otros también tengan una opinión al respecto, eso es humano-, pero he preferido no expresarla para no desviar la atención y cualquier posible discusión del tema que más me alarma. Que es la reacción que he encontrado en mucha gente, que bordea la histeria. Deseosos de castigar algo que queda lejos de estar probado, y que se revuelven con rabia contra cualquiera que se lo señale.
EliminarPor cierto, me parece que Camps no salió del juicio como alguien inocente. La sentencia recogía que los hechos -recibir regalos caros por parte de individuos interesados en su influencia- habían quedado probados, pero que no podía ser castigado por ello.
Y desde luego, siempre, siempre, hay un margen de error: Culpables libres e inocentes condenados. La cuestión es: ¿Qué fórmula será la más efectiva para intentar reducir ese margen, la del juicio con garantías o la de la turba enfurecida?
De lo que veas la mitad y de lo que te digan nada
ResponderEliminary esto es porque a veces la gente se inventa lo que le interesa, a veces sin darse cuenta.
No conozco el caso concreto que te ha hecho recordar aquello de hace 20 años, pero tu entrada me parece brillante, y algo que no debemos olvidar nunca. Desgraciadamente demasiadas personas no tienen en cuenta esto, y piensan que una injusticia irreparable como esta les puede compensar si se acierta (o si se cree que se ha acertado) en el ajusticiamento masivo preventivo. :(
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