Las brujas de Benshar mantiene temas y elementos similares a los de Las señoras de Mandrigyn, pero lo hace dentro de un formato muy distinto. La reivindicación de la mujer como personaje activo en el ámbito de la fantasía -donde demasiado a menudo había quedado relegada al papel de dama en apuros y premio para el héroe victorioso- sigue ahí, al igual que la exploración de la naturaleza de la magia tal y como es concebida por la autora para el mundo en el que transcurren las vivencias de sus personajes. Pero en esta ocasión, en lugar de tratarse de una novela de aventuras al uso -viajes, búsquedas, algún que otro combate para amenizar, etc.-, lo que ofreció Barbara Hambly es una novela de misterio.
Han transcurrido unos nueve meses desde los acontecimientos narrados en Las señoras de Mandrigyn. Por primera vez en más de un siglo aquellos individuos con conocimientos de magia pueden darse a conocer sin temor a ser asesinados de inmediato por el Mago-Rey. Pero siguen siendo muy escasos y desconfiados, como es de prever. Lobo del Sol, en su búsqueda de alguien que le enseñe a dominar sus poderes ha tenido que abandonar los Reinos Medios para adentrarse, en compañía de Halcón de las Estrellas, en el pequeño reino sureño de Benshar. Allí se encuentra Kaletha, una mujer que afirma poseer grandes conocimientos de magia y que ha tomado ya a varios discípulos a su cargo.
Benshar es un reino pequeño, apenas una ciudad y sus territorios aledaños, cuya importancia descansa en su posición estratégica como puerta entre los Reinos Medios y el sur desértico, habitado por tribus de nómadas. Aunque actualmente el reino es un lugar relativamente tranquilo, tiene un pasado siniestro. La ciudad en sí de Benshar es un lugar abandonado y temido por todos, pues allí es donde habitaron y gobernaron durante generaciones las llamadas brujas. Mientras Lobo del Sol trata de ser aceptado como discípulo por Kaletha, el monarca de Benshar está negociando el matrimonio de su hija con uno de los jefes tribales nómadas. Y en ese contexto comienza a tener lugar una serie de asesinatos, de enorme brutalidad y que, a los sentidos de aquellos poseedores de sensibilidad hacia lo sobrenatural, apestan a magia.
A lo largo de las páginas de este libro se percibe ya una evolución en Lobo del Sol, que se ve obligado a tomar conciencia de los crímenes cometidos en el pasado a la vez que se descubre cada vez más "ablandado" al tomar un papel protector con los jóvenes hijos del rey de Benshar. Aunque la historia no se nos cuenta exclusviamente a través de su punto de vista, los capítulos que toman a Halcón de las Estrellas como protagonista son más escasos. Eso no supone una merma de la importancia otorgada a este personaje, sin embargo. Da la impresión de que en este punto la autora descubrió que podía tratarla mejor si ofrecía su descripción y reflexiones sobre ella a través de la perspectiva de Lobo del Sol. Como Holmes observando a una doctora Watson no sólo enormemente competente, sino incluso un tanto intimidante.
De nuevo, aunque la actitud feminista se encuentra presente -en el sentido de reivindicación del mayor protagonismo de los personajes femeninos-, la autora evita tópicos simplones. A lo largo de las páginas de la novela hay muchos más personajes femeninos que masculinos, que van desde adolescentes hasta ancianas, todas muy diferentes entre sí, con sus virtudes pero también con sus defectos. Porque extender el protagonismo a los personajes femeninos no implica sólo el darles las mejores cualidades de los héroes, sino también su cuota de miserias.
Otra cosa en lo que repite la autora es en la presentación de lo que para ella, suponen los villanos del género de fantasía o quizá en general. Egoismo y egolatría, mezquindad, ambición sin pensar en las consecuencias... los villanos de Hambly son, o bien personajes débiles y trágicos que no pueden evitar sus actos o, simplemente, individuos totalmente carentes de empatía. A este respecto hay algunas reflexiones a lo largo del libro sobre la naturaleza de los individuos realmente malvados; aquellos que pueden dañar a quienes odian, sin importarles el precio que otros paguen en el proceso y sentirse bien por ello.
Finalmente, se explora algo más la naturaleza de la magia, la necesidad de la Gran Prueba para los nacidos con acceso a sus poderes y lo peligroso que resulta para quienes no han nacido con esa capacidad el tratar de manipular los poderes arcanos. Desde la perspectiva actual, la concepción que Hambly hace del tema resulta bastante tradicional, pero en su momento poner ese interés en describir su funcionamiento -sin llegar a desmitificarla o incluso banalizarla haciendo de la magia una serie de superpoderes- debió ser muy notable.
Si Las señoras de Mandrigyn me pareció un libro muy bueno, más me ha gustado Las brujas de Benshar, que recomiendo sin reservas.
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