martes, 4 de diciembre de 2018

The Realm (Sesión 2)

Arkannad, guardespaldas de Tobías.
Con la segunda sesión de juego han comenzado los sustos para los PJ, y una primera experiencia con las reglas de combate de Mythras para dos de los tres jugadores, los que no conocían este juego. Parece, por cierto, que la impresión recibida por los mismos ha sido positiva. El tercero ya sabía a lo que iba.

En las horas que duró la cosa, dio tiempo para realizar todo el viaje por las praderas de la Larga Cabalgada, atravesando también algún que otro accidente del terreno. No llegamos a terminar la aventura, que concluirá en la próxima sesión. Lo que resta probablemente no de para una sesión entera, así que por si acaso, me tocará ir preparando lo que pueda seguir a Hessaret´s Treasure.

Huelga decir que, si tienes intención de jugar esta partida, deberías abstenerte de leer lo que sigue.


***

El primer día de viaje resulta a la vez tenso y desprovisto de incidentes dignos de mención. Con los tres aventureros manteniendo un inestable equilibrio entre Finiel y Tobías, el grupo viaja con sus componentes llenos de sospechas sobre sus compañeros de trayecto.

Cerca del final de la jornada, divisan una corriente de agua. Se trata de un afluente del río Cylder, que a su vez desemboca en el Vallesur, que marca una de las fronteras naturales del Reino del Valle con sus tierras vecinas. La primavera comenzó hace poco, así que la corriente, cercana aquí a las fuentes del río en las lomas que separan La Larga Cabalgada de los Páramos que se extienden al oeste, se mueve crecida, veloz y con fuerza.

Finiel inspecciona el terreno hasta señalar un gran peñasco con un hueco o agujero que lo cruza de parte a parte, que se alza en la orilla opuesta. Hemos de cruzar por ahí, explica la mujer a sus compañeros. Se supone que allí hay un vado. 

Efectivamente, resulta posible cruzar la corriente incluso a pie, con el agua hasta el pecho. Pero resulta complicado. Sobre la grupa de sus monturas, Tobías y Flor Eterna cruzan la corriente, usando cuerdas para arrastrar a Fynn, que no se ve con fuerzas para vadear por la poderosa corriente. Loki atraviesa el río, igual que Arkannad, a pie mientras mantiene en alto sus pertenencias. Loram, mucho más alto y fuerte que el resto, ayuda a cruzar a Finiel, quien tampoco parece encontrarse muy cómoda en una situación de necesitar ayuda. Por lo menos a ti no te ha arrastrado un caballo por el agua, comenta Fynn mientras se va quitando la ropa para ponerla a secar sobre la hoguera que está encendiendo Flor Eterna. 

Está anocheciendo, así que deciden quedarse allí mismo, junto al peñasco, para pernoctar. Alumbrados por el fuego, uno de ellos propone contar alguna historia para distraer la velada. Fynn explica alguna hazaña de ladrones allá en Puertaoeste, de dónde procede, mientras que Finiel relata la historia de Hessaret, el cacique bárbaro del clan Grestet, que combatió durante años los intentos de colonización de Valle y la edificación de Adviento. La guerra de guerrillas que dirigió Hessaret puso en jaque a las tropas del reino, otorgándole el sobrenombre de "Negro azote de la frontera" hasta que, en una emboscada, los soldados dieron muerte a Bodda, amada esposa del líder bárbaro, e hija del chamán Modant, principal apoyo de Hessaret.

El guerrero, loco de dolor y pena por la pérdida de Bodda, redobló sus esfuerzos contra los colonos, pero ahora cargados de crueldad, llevando ataques cada vez más letales pero también más imprudentes. Finalmente, cuando los Grestet se reunieron para un gran asalto contra Adviento, con intención de arrasar la población por completo a sangre y fuego, se encontraron con muchas más tropas de Valle de las que esperaban. La batalla resultó desastrosa para el clan, que nunca pudo recuperarse y dejó de existir después de aquello, y entre la de muchos otros, costó la vida de su líder.

Lo único que quedó del botín que Hessaret habría acumulado durante sus años de lucha y pillaje contra los invasores de sus tierras fueron los rumores y leyendas que se cuentan en las tabernas de Adviento y en los fuegos de campamento de los clanes que todavía habitan la región. Pero el mapa de Zarand contiene, precisamente, la localización del mayor tesoro de Hessaret, de eso estaba seguro el difunto líder de la banda...

La velada prosigue con algunos juegos, el más destacado un pulso entre Loram y Flor Eterna, que resulta casi tan alta como el guerrero de Valle. Vence Loram, aunque la nómada le pone en serios apuros, lo que es motivo de respeto para el guardaespaldas de Finiel. El resto contempla animadamente la pugna, animando a uno u otro participante y apostando por el resultado. Durante un momento, parece que incluso se llevan bien.

Suenan aullidos a no mucha distancia. Arkannad y Flor Eterna explican a sus compañeros que no se trata de lobos, sino de coyotes, que no se atreverán a atacar a humanos o a animales tan grandes como los caballos. Con mantener encendido el fuego y asegurar las provisiones debería bastar para mantenerlos a raya. Así que la noche transcurre sin más incidentes.

A la mañana siguiente reanudan el viaje. Poco antes del mediodía divisan, en lo alto de una loma, un poste de madera rodeado por varias lanzas dispuestas con la punta hacia arriba. Tanto el poste como las viejas y oxidadas lanzas están rematadas por craneos humanos. Una señal de que el grupo se adentra en el territorio de algún clan, y de que no son bienvenidos aquí. 

No me voy a frenar por unos piojosos bárbaros, afirma Finiel, que sigue camino tras derribar a patadas alguna de las lanzas.

Un rato después, Flor Eterna, algo adelantada a sus compañeros a lomo de su caballo, divisa, sobre una elevación del terreno, a un grupo de hombres agazapados y con las armas en las manos. Da el aviso a sus compañeros a tiempo de ayudarles a evitar el ataque, cuando los desconocidos, que resultan ser bárbaros nativos de estas tierras, se levantan y arrojan sus javalinas contra los intrusos que han invadido su territorio.

Uno de los venablos va a dar en el abdomen de Loki, que se salva de caer gracias al cuero y el metal de su armadura. Menos suerte tiene Flor Eterna, que sufre una peor herida en el brazo izquierdo por otra javalina, dejándoselo inútil. La nómada demuestra su maestría a lomos de su montura, a la que guía valiéndose únicamente de sus piernas mientras rodea la elevación de la que han surgido los atacantes. Allí encuentra un grupo de caballos vigilados por otro guerrero. Con su lanza en la mano, Flor Eterna carga contra su enemigo, haciendo que la punta de su lanza entre por la boca hasta salir por la nuca. Exhultante, la mujer cabalga en pos de los asustados caballos, tratando de capturar algunos.

Mientras, sus compañeros se enzarzan en un feroz combate. Fynn se arroja contra un bárbaro al que apuñala repetidamente con su daga, hasta hacerle caer desfallecido. Loki entabla combate con el guerrero que le había arrojado la javalina, y después de un intercambio de golpes, le corta en una pierna y le hace caer. Remata a su adversario con un golpe de hacha. Loram, con su enorme martillo, da buena cuenta de un par más de atacantes, que quedan tirados en el suelo, un amasijo de huesos rotos. Arkannad, Tobías y Finiel también hacen retroceder a los guerreros que se les han acercado. En cuestión de poco tiempo, los bárbaros que todavía pueden correr huyen. El resto es rematado por un alegre Loki. Y Flor Eterna regresa llevando por las riendas a un par de caballos a los que ha podido atrapar.

Tras descansar, tranquilizarse, y restañar sus heridas en la medida en que les resulta posible, el grupo continúa su marcha, avanzando en dirección sureste. Finiel les explica que se dirigen al límite de un pantano, y la ruta para cruzarlo comienza en un punto señalado por dos solitarios árboles muertos. Dan con el lugar cuando ya está a punto de anochecer, así que acampan allí, su sueño perturbado por el hedor del pantano y las picaduras de mosquito.

Con el amanecer, el grupo se pone en marcha. Atravesar el pantano parece complicado, así que Finiel acaba confiando en Flor Eterna monstrandole el mapa para que les sirva de guía. La ruta descrita en el apenas garabateado pergamino ("¿Y por esto casi os matáis entre vosotros?", menciona Fynn al verlo) serprentea por el pantano, probablemente para indicar puntos de terreno más elevado y seco por los que el tránsito resultará más fácil y menos peligroso. Hay algunos símbolos marcados, uno que parece un cráneo y otro que no terminan de descifrar, que les causa ciertas dudas, sin embargo.

El viaje es predeciblemente fatigoso, y aunque en algún momento pierden el rumbo, con la ayuda del mapa Flor Eterna logra mantener un curso más o menos correcto. El mayor susto que se llevan durante el día es cuando Fynn está a punto de ser mordido por una víbora, lo que logra evitar gracias a la pura suerte.

Deciden acampar en una de las zonas elevadas, donde podrán dormir más o menos secos. Examinan el lugar, encontrando que lo que al principio habían tomado por unas piedras extrañamente redondeadas resultan ser unos cráneos parcialmente hundidos en la tierra húmeda. Restos de armas, armaduras, herramientas, utensilios de cocina... y muchos huesos humanos. Parece que están en lo que debió de ser en tiempos antiguos un campamento o similar, y aquí debió de tener lugar algún tipo de lucha. Un tanto intranquilos por el descubrimiento, se retiran a dormir, dejando a Fynn Ronsard haciendo la primera guardia.

Al principio es sólo un movimiento percibido por el rabillo del ojo, tan rápido que se desvanece antes de estar siquiera seguro de que realmente había algo ahí. Pero eso basta para comenzar a enervar a Fynn, sobre todo después de comenzar a escuchar, como un eco que llega desde la lejanía, lamentos, gritos pidiendo clemencia y aullidos de agonía. Despierta a sus compañeros.

Las imágenes se van viendo de forma cada vez más clara. Una mujer vestida con una simple túnica de esclavo, perseguida por un guerrero bárbaro que la atrapa, la derriba en el suelo y la decapita con dos golpes de su espada. Un hombre que se mueve por el suelo arrastrando los intestinos. Dos hombres, esclavos a juzgar por su aspecto, que sujetan a un guerrero mientras un tercero golpea su cabeza una y otra vez con una piedra. 

El horror se desarrolla alrededor de los aventureros. Finiel, presa del pánico inspirado por los espíritus que forman la escena, trata de huir pero Loram la sujeta a tiempo de evitar que huya a ciegas por el pantano. Flor Eterna se encarga de sujetar también a Fynn, al que también le han traicionado los nervios. Todos aguardan, espantados, a que acabe lo que ocurre a su alrededor. Todos menos Loki, que parece estar disfrutando del momento, soltando unas risillas inquietantes mientras contempla la carnicería.

Finalmente las apariciones se desvanecen. Nadie, sin embargo, logra volver a conciliar el sueño, pasando el resto de la noche en una tensa guardia, saltando al más mínimo ruido.

Cuando reanudan la marcha al amaneceer, Flor Eterna comprueba que la mitad del mapa que estaba en posesión de Finiel ya no sirve de nada. Han llegado al punto en que es necesaria la mitad que posee Tobías. Con un suspiro, éste muestra su mitad a todo el grupo. El camino lleva hasta el borde del pantano, indicando el resto de la ruta segura a seguir, y señalando en su límite lo que parecen dos piedras rotas. A partir de ahí la ruta marcada prosigue en dirección sur-sureste, hasta un conjunto de colinas boscosas, con un estanque y algo que tampoco alcanzan a interpretar correctamente.

Salen del pantano unos kilómetros al norte de la posición de la peña partida, pero en cuanto dan con el hito prosiguen viaje. A medida que avanza la jornada, las colinas se van haciendo visibles en la distancia. Al final acampan en la falda de una de las primeras elevaciones. Han llegado al final del viaje que muestra el mapa. La tensión aumenta durante la noche, a nadie se le escapa que Finiel y Tobías ya no se necesitan el uno al otro, y en cualquier momento las rencillas entre ambos podrían convertir toda la expedición en un desastre. Todo el mundo comienza a vigilar su espalda.

Por suerte, nada de eso ocurre por el momento, y a la mañana siguiente se internan entre las colinas. No tardan en dar con una de mayor altura, que destaca por la impresionante catarata que cae desde casi su cima, a unos ciento cincuenta metros de altura. El salto de agua forma un hermoso estanque en la falda de la colina, un lugar de aspecto idílico que Arkannad no duda en señalar como probablemente sagrado para alguna de las tribus de la región.

El mapa indica lo alto de la elevación, así que los aventureros suponen que debe de haber algo allá arriba, quizá una cueva tras la catarata. Guardan las monturas junto al estanque y se disponen a emprender la ascensión, que parece difícil.

Loki comienza a subir rápidamente, dejando atrás a sus compañeros, que parecen tener más dificultades. En cierto punto, alcanza una estrecha cornisa que asciende hasta la salida del agua, y comienza a moverse cuidadosamente por ahí. Abajo, los demás cuentan con otras dificultades. Fynn ha reparado en que Loram parece ponerse muy nervioso con la idea de trepar. El guerrero acaba reconociendo que "no le gustan las alturas", aunque parece que más bien le aterran. Ni siquiera la petición de ayuda de Finiel, por la que, Fynn se había dado cuenta, Loram muestra un interés que va más allá del de protegerla como guardaespaldas, basta para que el guerrero supere su miedo. Así que le dejan al cuidado de las monturas, lamentando dejar así al combatiente más poderoso del grupo.

Sin esperar a nadie, Loki continúa la ascensión, bastante por encima del resto, ahora se encuentra a unos setenta o setenta y cinco metros de altura. Y en ese momento una sombra bloquea momentáneamente el sol, mientras suena un ruidoso batir de alas. Un enorme monstruo alado, cubierto de escamas, se mueve a su alrededor. Su largo cuello termina en una cabeza de reptil llena de enormes dientes. Sus dos patas cuentan con afiladas garras, y su larguísima cola finaliza en un aguijón de aspecto desagradable. Con un rugido chirriante, la bestia se lanza hacia Loki, que se encuentra aislado de sus compañeros y en una situación muy comprometida.

De forma casi milagrosa, el bárbaro interpone su hacha de batalla impidiendo la dentellada que le acaba de soltar el monstruo, al que golpea a continuación en el cráneo con apenas ningún efecto; sus escamas parecen de hierro. La bestia vuelve a atacar, y esta vez sus dientes se cierran sobre el brazo izquierdo de Loki, casi arrancándoselo de cuajo. Con su presa así firmemente asida, comienza a batir las alas.

Pero en su otro brazo Loki empuña una espada corta, que utiliza para propinar una fuerte golpe allí donde la cabeza se une con el cuello. Atraviesa las escamas y provoca una fuerte hemorragia al seccionar algún importante vaso sanguíneo. Sangrando a borbotones, el monstruo se retira y ruge de dolor... soltando entonces a Loki, que cae al vacío, sin que sus horrorizados compañeros, que han contemplado la escena desde mucho más abajo, puedan hacer nada.

El bárbaro se las compone para tratar de caer correctamente, y tiene suerte al caer en el estanque, lo que mitiga un tanto la violencia del impacto. Eso no impide, sin embargo, que cuando Loram le saca del agua, Loki tenga una gran fractura en el cráneo, un montón de costillas rotas, los huesos de uno de sus brazos también fracturados, y probablemente una hemorragia interna en el bazo o el hígado. Para sorpresa de todos, sin embargo, sigue vivo.

El monstruo, todavía chorreando sangre, aletea hasta adentrarse en una cueva cercana, situada en la ladera de la colina. Todos esperan que vaya allí para morir, y todos esperan que sea no haya ningún otro. Los cinco miembros restantes de la expedición reanudan la ascensión.

***


-Es un águila.
-A mí me parece una palmera.
-No, es un escorpión.

Resultó que el símbolo del mapa era un wyvern. 

Básicamente yo daba ya por muerto al PJ que subió en solitario, el encuentro resulta duro incluso para un grupo numeroso. Pero no sólo derrotó al monstruo -más o menos, se podría decir que fue un doble K.O.- haciéndole un único punto de daño, sino que encima se las arregló para sobrevivir a la caída. Fueron 4d6 en cuatro localizaciones que resultaron ser brazo izquierdo, abdomen, pecho y cabeza, tenía todas las papeletas para cascar. Tiré el daño delante de todos, y las tiradas fueron muy bajas. Al final el único Punto de suerte que le quedaba lo gastó para evitar una herida grave en el brazo ¡porque no había llegado a ese extremo en ninguna de las otras tres localizaciones! Audentes fortuna iuvat, decididamente.

El combate al principio resultó un poco confuso. Suele ocurrir con Mythras, la primera vez que se pone en práctica. El tema de localización de golpes, tamaño y alcance de las armas, y sobre todo los efectos de combate. Pero los jugadores no tardaron en ir haciéndose con el asunto. Y les fue gustando, por lo que me contaron cuando les pregunté al final de la sesión. Uno de ellos había tenido alguna mala experiencia con algún juego BRP, creo que Elric, y ni él ni yo estábamos seguro de que Mythras le fuera a gustar, en cuyo caso yo estaba dispuesto a cambiar de sistemas para las próximas partidas. Pero le gustó lo de los Efectos de combate.

La aventura finalizará la semana próxima, aunque para el pobre Loki es como si ya hubiese concluido, hecho cisco como está. Veremos entonces, si es que salen de esta, en qué nuevo embolado de meten los aventureros.

6 comentarios:

  1. Hahah! Pure. Awesome. I can't believe Loki survived that. It sounds like he deserves some notoriety back in Advent, as "Falls From the Sky, Too Tough to Die".

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    1. It was a surprise to all us there in the table, that the PC still alives. Epic, for the cost of some months of rest.

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  2. Gran sesión, deseando leer la próxima.

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  3. ¡Muy buena! Me está gustando mucho esta aventura y su narración

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    1. Gracias. No sé cuánto podrá durar, pero intentaré que, sea el tiempo que sea, el grupo lo pase bien. Y los jugadores están respondiendo admirablemente.

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