Tercer y último volúmen que finaliza la trilogía de Richard Morgan, publicado originalmente en 2014, y en febrero de 2018 por la editorial Alamut, que tuvieron el buen gesto de completar la traducción de esta excelente obra. Con sorpresa incluida, que ya se nos desvela en el texto de la contraportada, al avisar que estas novelas se encuentran relacionada con otra serie del autor, la trilogía de Takeshi Kovacs. Encontré algunos puntos de referencia -están más o menos disimulados-, aunque otros sin duda se me han escapado. Nada raro, teniendo en cuenta que de los libros protagonizados por Kovacs sólo he leído Carbono Alterado.
Detalles anecdóticos aparte, La impía oscuridad finaliza las tramas iniciadas en los anteriores libros dejando claro que, al margen de las intrigas políticas en la corte imperial, la corrupción de las ciudades estado de la Liga de Trevayne, o incluso la amenaza de invasión por parte de un pueblo surgido del pasado legendario, al final de lo que trata la cosa es de sus tres protagonistas principales, y de las decisiones que van a tomar. El resto, sin dejar de ser importante, tan sólo forma el contexto.
Considerablemente más extensa, reanudamos la lectura de esta historia dando un salto de cerca de un año tras el final de El gélido mando. Ringil, Archeth y Egar forman parte de una expedición naval enviada por el imperio en busca de la tumba de un antiguo señor oscuro de la era en la que gobernban los dwenda. Y si algo así hace que en la mente del lector más o menos acostumbrado al género de fantasía se vayan formando toda una serie de previsiones sobre lo que va a ir pasando, no es casualidad. Morgan juega a crear todas estas expectativas, de las que incluso sus personajes son conscientes, y a continuación comienza a retorcerlas perversamente. No las desecha, sino que las altera lo suficiente como para sorprender al lector, a la vez que mantiene la percepción de que se está leyendo una obra de fantasía que, más menos que más, todavía conserva los tropos propios del género. En líneas generales, al menos.
Así que veremos como se van cerrando las tramas personales de los protagonistas, pero nunca exactamente del modo en que podríamos esperar después de haber leído tantas otras historias similares protagonizadas por personajes de corte similar.
Vista con algo de perspectiva, creo que esta trilogía de A Land Fit for Heroes ha sido escrita por un autor al que le gusta el género de la fantasía pero no muchos de sus argumentos, giros de trama y elementos propios. Morgan no es más visceral o explícito -tampoco menos- que autores como Sapkowski o Abercrombie, pero está dispuesto a romper las reglas incluso más que ellos. A veces se aproxima a la línea que, de superarla, haría pensar que la novela pertenece en realidad a otro género. Pero nunca llega a sobrepasarla.
No es esta una historia que vaya a tener alguna continuación, pienso. Sí, hay un mundo grande y bien perfilado, con importantes acontecimientos puestos en marcha. Pero algunos de esos acontecimientos son previsibles, y no creo que Morgan tenga interés en hacer nada que pueda ser etiquetado de esa forma. Para resolver algunas de estas situaciones, que en autores de menor talento o ambición habría significado mecha para seguir durante a saber cuántos libros más, él las resuelve de forma clara y elegante. Uno de los epílogos ilustra esto a la perfección. Con un par de pinceladas puestas en pocas líneas, los lectores tenemos claro lo que inevitablemente va a ocurrir más adelante. Dedicar más libros sólo para contarlo sería una pérdida de tiempo.
He disfrutado mucho con la lectura de la trilogía, y la caracterización de los protagonistas me parece de lo mejor, casi al nivel de Joe Abercrombie -cuya serie del Círculo del Mundo guarda muchos puntos en común, estilísticamente hablando, con la trilogía de Richard Morgan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario