De Richard Morgan sólo había
leído una novela, Leyes de Mercado, una delirante historia sobre ejecutivos
corporativos que se enfrentan entre sí en duelos motorizados, y que al final
resultó que me gustó mucho por razones donde los combates entre coches acabaron
siendo lo de menos.
El caso es que cuando me encontré
con que ese mismo autor había publicado también una novela de fantasía, me picó
la curiosidad, si bien con cierta prevención. Leyendo la sinopsis del libro
sospeché que tal vez, no se tratara en realidad de una novela de fantasía, o
que lo fuese sólo en parte. Vamos, que igual tenía ciertos elementos de ciencia
ficción.
Y algo de eso hay, pero no del
modo en que yo esperaba. Sólo el Acero
(Alamut, 2013) presenta un mundo en el que el cielo nocturno está dominado por
un anillo que rodea el planeta, restos de una luna (¿Tal vez la nuestra en un
lejano futuro?), lo que ya es, en sí, una pista del estilo de fantasía con el
que se va a encontrar el lector.
La historia comienza unos años
después de una desesperada guerra que ha unido no sólo a los humanos, sino a
una raza alienígena –no necesariamente extraterrestre- que han colaborado en la
lucha contra un enemigo, una especie de hombres reptil, hasta la victoria. Los
protagonistas son antiguos héroes de esta guerra, que viven casi arrastrándose
en una existencia gris. Han dejado ya atrás lo más brillante de su juventud, y
el presente se les antoja rutinario y aburrido.
Ringil, uno de los mayores héroes
de la contienda, malvive contando historias en una posada apartada en un
pequeño pueblo. En realidad, podría vivir mucho mejor, pues es hijo de uno de
los más poderosos nobles de su ciudad natal. Sólo hay un problema: Ringil es
gay, algo penado con la muerte en su nación, castigo que fue aplicado a su amor
de adolescencia, pero del que él se libró debido a la posición de su familia,
aunque su padre deteste su condición. Ringil nunca les perdonó esa doble moral hipócrita.
Cabe aclarar que este personaje,
Ringil, no se define simplemente por su homosexualidad. Demasiadas veces me he
encontrado ya en otras novelas con que basta con decir que un personaje es gay
para aplicar toda una serie de clichés que lo describían. En ocasiones clichés
negativos, en otras positivos. Pero un montón de tópicos, al fin y al cabo.
Aquí no ocurre eso. La sexualidad
de Ringil es un elemento de peso en la historia por las circunstancias de su
pasado, pero no define en modo alguno su personalidad ni actitud. El autor ha
sido muy cuidadoso en eso.
Archeth es una mestiza de los
kiriath, la raza alienígena de la que hablaba antes. Los kiriath han abandonado
el mundo a bordo de sus naves (y lo han hecho de un modo bien curioso), pero Archeth no ha podido ir con ellos debido a su herencia humana. Amargada,
es una de las consejeras del emperador.
Y Egar, apodado el Matadragones,
pues dio muerte a una de estas criaturas, las más formidables armas del arsenal
de los hombres lagarto. Se trata de un guerrero que pertenece a una tribu
nómada, un trasunto de mongoles. Abandonó a su pueblo en su juventud para
hacerse un nombre como mercenario entre las naciones civilizadas, a lo Conan.
Tras la guerra, y siendo rico, está de vuelta entre los suyos, alguien
importante en su pueblo. Pero se aburre. Su propia gente le parece tosca y primitiva, incapaces de ofrecerle siquiera una conversación interesante, y
añora los tiempos pasados.
Estos tres personajes se van a ir
viendo involucrados en una trama que dará unas cuentas vueltas a lo largo del libro (Aunque
Ringil es el protagonista indiscutible). Si nos ceñimos al alcance de la
historia, por lo personal que resulta podríamos decir que es Espada y Brujería.
Aunque a medida que se avanza el lector puede ir dándose cuenta de que esta
novela preludia acontecimientos mucho más importantes que los que trata, una
Fantasía Épica en toda regla.
Y eso es, en ninguna parte se
explica, pero Sólo el Acero es la primera parte de una serie. No se anuncia
como tal, quizá el autor no confiaba en desarrollar esta historia a menos que
la primera entrega vendiese bien. De todos modos, la novela puede leerse sin
problemas; aunque los elementos que apuntan a una continuación están muy
claros, el texto puede entenderse como algo autoconclusivo. Originalmente publicada en 2008, su secuela llegó en 2011, y una tercera parte se espera para este año.Ignoro si se trata de un típica trilogía o apunta aún más lejos.
La novela se suma a otros títulos
que, aun siendo fantasía, muestran un mundo cruel, con gente egoísta que comete
actos horrendos. Bueno, no es que los protagonistas no puedan caer bien, pero distan de ser perfectos. En el apartado de contenido explícito, Morgan es de esos autores que no aparta la mirada si es
necesario. Leyes de Mercado, cuyo
contenido de violencia era menor, contaba con menos descripciones explícitas. Sólo el Acero es otra cosa.
Afortunadamente, esa frialdad se atempera con una buena dosis de humor negro,
de un modo que me recuerda a los libros de Abercrombie, británico igual que
Morgan, si estos se pusieran a dieta, porque el texto de Morgan es mucho más
breve.
Es una novela que me gustó mucho,
pero que me supo a poco. Espero poder leer las nuevas incursiones de Richard Morgan
en el campo de la fantasía.
A mi me sorprendió un tanto la novela, pensaba era una historia sobre la decadencia de los héroes, pero luego tira por otro lado y hay hostias como panes (y mucho sexo, aunque quizás no del tipo al que está acostumbrado el aficionado) La segunda parte la compré para el Kindle y tiene un tono muy similar (aunque con un final más abierto)
ResponderEliminarHaciendo un OT, he visto que Das Pastoras ha publicado esta historia en su blog:
Comic. Historieta precursora de Los Heresiarcas de Carlos Portela.
La dejo aquí ya que eres uno de los pocos que comparte mi afición por las ilustraciones que se marcó para RuneQuest y que los heresiarcas siempre me ha tenido un punto gloranthano.
Gracias, le echaré un vistazo enseguida a esto de la precuela.
EliminarYo no tenía ni idea de qué tipo de historia iba a encontrar, pero me sorprendió mucho cuando lo leí. Creo que es porque el estilo y la estructura que adopta el autor no son muy propios de la fantasía. A mí siempre me ha recordado más a la ciencia ficción, a pesar de las espadas, la magia y demás.
Yo no pude con ella, se me hizo lentisima
ResponderEliminarY eso que es bastante corta, para el canon actual de las novelas de este género :D.
EliminarA mi también me gustó, y me recordó a Moorcock, pero mejor. Cómo introduce a los para mí eldren o vadhdag, o más clásico, las hadas de la mitología, con sus castillos "encantados", etc... La novela le debe mucho a Moorcock, pero mejor :D. Para mí no es lenta, pero es cierto que es una novela que se va acelerando.
ResponderEliminarOtra novela del autor que me gustó mucho es Carbono Alterado, que sacó Minotauro, y que no debió funcionar bien, pues no sacaron las otras tres. Es Ci-Fi y dentro de ello principalmente es Ciberpunk.
Ah, y se supone que si Prado (editor de Solo el Acero) no cambia de idea cuando salga en inglés la tercera de la saga de Solo el Acero sacará las dos novelas que faltan en castellano, bajo pre-pedido.
Heresiarcas: A ver si sacan otro tomo :D, yo también la veo muy praxiana.
Puede que, incluso más que a Moorcock, le deba a Paul Anderson, con su visión de los elfos. Creo recordar que en las primeras páginas de incluye una cita de La espada rota. Y yo diría que Anderson fue también referente para Moorcock.
EliminarA mi se me hizo pesada al principio, tanto flashback cortaba el ritmo de narración, me impedía conectar con los personajes, y eso hizo que me afectara al ritmo de lectura. Cuando le coges el tino, se lee perfecta. Estoy esperando a que Alamut se anime con la siguiente. Por twitter me dijeron lo que comenta Gilen, cuando estén todas en inglés, se animarán a cerrar la trilogía.
ResponderEliminarSí, tiene una estructura y una forma de contar la historia que choca con las habituales en la fantasía. Me alegro de la confirmación sobre la publicación del resto, esperemos que la cosa no se alargue demasiado hasta entonces.
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