Lois McMaster Bujold se ha ganado a pulso la animadversión de unos cuantos autores y críticos que consideran que, en el campo de la ciencia ficción, cualquier galardón debería estar reservado a las obras más, digamos, "serias". Sin importar cuán árida y aburrida resulte la lectura de las mismas, a juzgar por algunos casos. Y a esta gente le molesta mucho el impresionante historial de premios obtenidos por esta autora, más todavía cuando se trata de novelas, en apariencia, más entretenidas que otra cosa. Detalle este que en muchos casos llama a engaño.
Aunque la mayor parte de su trabajo se realiza en la vertiente ci-fi de la literatura de género (particularmente su extensa y muy recomendable serie de Miles Vorkosigan), su bibliografía cuenta también con unas cuantas muescas pertenecientes a la fantasía. De entre todas estas, Paladín de almas (publicada originalmente en 2003) es, a mi entender, la mejor de todas. Los galardones de los que una novela pueda presumir en la cubierta no me inducen a la lectura, pero en este caso, que el libro hiciese un triplete con Hugo, Locus y Nebula, me parece más que merecido.
Aunque la novela puede ser leída de forma independiente, Paladín de almas es una continuación (o quizá resulte más apropiado decir un spin-off) de un trabajo anterior, La maldición de Chalion. Sin entrar en demasiados detalles, aquella historia cuenta, con los cambios, añadidos y ajustes considerados necesarios por la autora, en clave de fantasía, la llegada al poder de los Reyes Católicos. No con ese nombre, claro, no se trata de una tierra alternativa (más bien una tierra al revés, en todo caso. Si alguien ha visto el mapa de la región sabrá a qué me refiero), sino de un mundo ficticio en el que se cuenta una historia que, al menos en su planteamiento inicial, guarda similitudes con algún acontecimiento del mundo real. Como en el caso de Canción de Hielo y Fuego con la Guerra de las Rosas.
El personaje protagonista, Ista, es la reina madre. Una mujer de edad madura, vive confinada en un castillo, donde sus siervos se deshacen en cuidados pero no le permiten abandonar la fortaleza, por orden de su hija la reina (En La maldición de Chalion Ista es un personaje secundario de gran ambigüedad, sin que el lector esté seguro acerca de su lealtad o su ética). Terriblemente aburrida, casi hasta la depresión, por su falta de libertad, Ista, una mujer para quien la vida de dama de la corte no es en absoluto suficiente, obtiene permiso para emprender un viaje, escoltada y cuidada por algunos de sus servidores. La excusa para el mismo es el de realizar una peregrinación.
El viaje les llevará, por una serie de circunstancias, hasta una fortaleza fronteriza, en la que se van a encontrar con una situación muy complicada, que incluye conspiraciones políticas, más los esqueletos escondidos en el armario de los señores de la fortaleza, más la atención que uno de los dioses deposita en Ista, a quien quiere convertir en su representante en la tierra, su paladín de almas.
Cuando algunos autores, como Brandon Sanderson, se quejan de lo osificado que se encuentra el género de la fantasía, no pueden estar refiriéndose a libros como este. Sólo la perspectiva adoptada para la narración, con una protagonista que es una dama de la nobleza de mediana edad (que no va por ahí blandiendo la espada ni nada de eso), ya resulta interesante. Pero es que además la autora hace gala de una enorme habilidad para escribir de una forma engañosamente sencilla, que hace avanzar la lectura de forma rápida y entretenida. No confundir con las novelas que son directamente simples; Lois McMaster Bujold tiene talento para codificar tramas y personajes en un lenguaje sencillo, y aun así, que su lectura resulte agradable. Un talento nada desdeñable.
Paladín de almas fue publicada en castellano por La Factoría en 2004. Afortunadamente, la edición se hizo en un sólo tomo, al contrario de lo que ocurrió con La maldición de Chalion, que originalmente fue puesta a la venta por entregas, en dos volúmenes. Una costumbre bastante desagradable esa que tenía la editorial, de partir libros en dos y publicarlos como si fuese una serie, lo que hicieron en varios casos. Posteriormente, La maldición de Chalion tuvo una nueva edición, ahora sí, completa y en un único volumen.
Es una novela de aventuras, pero sin tener que recurrir de forma continua a escenas de combate -que son muy escasos-, los personajes están muy bien perfilados, y en ningún momento el lector se llevará las manos a la cabeza pensando que las acciones y motivaciones de alguno de ellos resultan de lo más absurdo. Al contrario, las descripciones son creíbles, y los actos que realizan son consecuencias coherentes con la personalidad de cada uno. En definitiva, una novela que, como prácticamente todo lo que ha escrito Bujold, es de lo más recomendable.
Lo de partir en dos volúmenes libros que en la versión original forman un único tomo no es exclusivo de La Factoría. Minotauro / Timun Mas suelen seguir esa costumbre, y lo hicieron por ejemplo con La Rueda del Tiempo. Leí que lo hacían porque, supuestamente, al lector español no le gustan los libros gruesos, pero supongo que será más una cuestión de costos y beneficios.
ResponderEliminarEs cierto que Timun Mas también recurrieron a esta táctica editorial con La Rueda del Tiempo, y algunos otros libros más, como Los jardines de la Luna -el primer volumen de Malaz, cuando trataron de publicarlo ellos-, pero como en mi experiencia personal los ejemplos más desagradables han venido de la mano de La Factoría, siempre pienso en esta editorial como el mayor exponente de tal práctica. Una de sus líneas parecía adoptar este formato casi por defecto.
EliminarDe Minotauro sólo recuerdo que lo hubiesen hecho con la última parte de La Espada de Fuego, de Javier Negrete, que iba para trilogía pero al final se quedaron en cuatro. Pero en ese caso se trataba de la primera edición del libro, así que no sé si cuenta.
Ahora al menos, creo que ya no se recurre tanto a esta forma tan deplorable de hacer las cosas. Me da la impresión de que se respetan más estas cosas. Y coincido contigo; No me creo ni por un momento esa excusa de que a los lectores no les gusten los libros gruesos.
Un saludo.