sábado, 9 de enero de 2021

Against the Darkmaster (2 de 2)

 (Siguiendo la entrada anterior)


Resolving Actions. Las mecánicas básicas. Los juegos de los que deriva Against the Darkmaster tienen una fama a menudo inmerecida -o por lo menos exagerada- en cuanto a la cantidad de tablas necesarias para jugar o a la cantidad de veces que hay que tirar para cualquier acción. En el núcleo del sistema hay una única tabla para resolver la mayoría de acciones, que además resulta bastante sencilla (eso sí, el combate y el lanzamiento de conjuros utilizan varias otras, aunque tampoco en cantidad excesiva, según mi apreciación). Como expliqué anteriormente, se trata de obtener un resultado de 100+ en una tirada sumando modificadores diversos. Un resultado de entre 75 y 99 es un éxito parcial, uno de 175 para arriba es un éxito excepcional. Entre 5 y 74 es un fallo, menos de 5 es una pifia. Bastante sencillo.

La dificultad se mide en modificadores al resultado de la tirada, desde +0, que es una dificultad normal, hasta -70, en un nivel en el que se duda de la cordura de quien va a intentar la proeza. Luego hay reglas sobre esfuerzos conjuntos, donde un personaje ayuda a otro a realizar una tarea, y también sobre competiciones y su resolución. Finalmente, se explica cómo funcionan las tiradas de salvación para soportar los efectos de conjuros (el nivel del atacante impone una dificultad y el nivel del defensor otorga un modificador a la tirada).

Magic. Tal y como ocurría en MERP y Rolemaster, la magia se define aquí principalmente por dos conceptos: los puntos de magia y los saberes de conjuros. Cada personaje cuenta con una cantidad de puntos de magia, cuantía que se determina mediante su Estirpe y su Vocación. Un guerrero enano tendrá más bien pocos -o ninguno-, mientras que un mago elfo de las estrellas rebosará de poder. Estos puntos de magia son la energía que hacen funcionar los conjuros, gastándose a medida que se realizan los lanzamientos.

Los saberes de conjuros son listas o agrupaciones temáticas de diversos hechizos, uno por cada nivel. Cada clase cuenta con sus propios saberes, de entre los que va escogiendo a medida que aumenta sus rangos en las habilidades de Conjuros. Algunos saberes son generales y aparecen en las opciones disponibles para más de una Vocación, otros son muy específicos.

Cuando el lanzador quiere realizar un conjuro, hace la tirada correspondiente y gasta los puntos. Cuenta con opciones para modificar alguno de los parámetros en muchos casos, aumentando la distancia, el tiempo de efecto, o añadiendo alguna cualidad adicional al efecto, según el conjuro concreto. Eso aumenta el nivel efectivo del conjuro y el gasto en puntos de magia, pero añade mucha versatilidad. Y nos ahorra esas feas listas de conjuros de Rolemaster, cuando el texto descriptivo de un hechizo podía ser algo así como: "Igual que en nivel 8, pero ahora el área de efecto es de 20 metros cuadrados". Además, existe la posibilidad de que un lanzador de magia quiera forzar sus límites y probar con hechizos que le vienen grandes todavía, un tipo de reglas que me encanta ver en un juego con magia.

La magia es bastante reminiscente de MERP, con sus listas elementales y curativas, sus ataques de rayo, bola y demás. Pero todo ello explicado de un modo considerablemente más comprensible.

Movemente and Traveling. En este capítulo intuyo la sombra de El Anillo Único. Que es una buena fuente de la que extraer la fórmula con la que realizar tus propias reglas para plasmar largos viajes. Primero, unas reglas de carga sencillas pero que dejan claro que ir por ahí con armadura, cuatro armas, mochila cargada y equipo de acampada para moverse campo a través quizá no sea la mejor de las ideas.

Las reglas en sí de los viajes son, como decía, similares a las de El Anillo Único. Se planea primero cuidadosamente el trayecto (son reglas más aptas para viajar de un punto específico a otro que para deambular por ahí como cuando se explora en un hexcrawl, pero creo que en realidad también podrían servir para este último propósito), se calcula lo que se tardará y se contemplan los posibles obstáculos que pueden encontrarse, por azar o porque ya estaban en mitad del camino.

Hay reglas de persecuciones y forrajeo, y una serie de tablas bastante interesantes sobre la naturaleza de los diferentes obstáculos a encontrar, diferenciadas por tipo de terreno. También hay reglas para el establecimiento correcto de campamentos y para los refugios. Esto último me parece también tomado del juego que actualmente ostenta la licencia del mundo de Tolkien. Un refugio es algo como Rívendel, o la casa de Beorn, un lugar en el que descansar tranquilo y reponerse antes de proseguir el viaje, algo mucho mejor que un simple campamento. Se hace hincapié en que deberían ser localizaciones muy especiales dentro de una campaña y no abundar demasiado -Bree, por ejemplo, no puntuaría como refugio-. Hay una serie de actividades que pueden realizarse en estas localizaciones, algo que enfatiza su carácter especial.

Equipment and Wealth. Consecuente con la idea de que este juego no va de acumular tesoros saqueados en mazmorras, se desecha una economía estricta en la que el jugador es consciente de las riquezas de su PJ hasta la última moneda de cobre por otra basada en niveles de riqueza. Dicho nivel indica posesiones en general y modo de vida, y se clasifican en una escala que va desde cero -un taparrabos, quizá, o tu collar de esclavo es lo único que tienes- hasta cinco -gente que pertenece a la nobleza mayor o incluso a la realeza-. Los artículos que alguien pueda desear comprar cuentan con descriptores de la facilidad con la que pueden ser encontrados así como de su valor. Puedes comprar cualquier cantidad razonable de objetos cuyo valor esté por debajo de tu nivel económico, o puedes comprar un objeto cuyo valor sea igual a tu nivel económico a cambio de disminuir dicho nivel en uno -esas malditas hipotecas...-. No puedes comprar nada que tenga un valor superior a tu nivel económico.

Resulta posible mejorar el nivel económico mediante la obtención de tesoros, que también se miden en puntos. Cuando consigues una cantidad suficiente, tu nivel económico sube (Puede que mucho, si ocurre que cual Edmond Dantès un PJ paupérrimo da con un inmenso tesoro).

Después de eso, las consabidas listas de equipo, incluyendo armas y armaduras, con sus cualidades particulares. Aquí encontré que hay un pequeño problema de edición en el texto -ocurre en algún que otro capítulo-, porque encontramos una serie de términos de juego que, en una lectura secuencial del manual, todavía no se nos ha explicado. Nada que no se resuelva al final, pero fastidia un poco.

Combat. En Against the Darkmaster, como en MERP o Rolemaster, el combate es sangriento y mortal. Una serie de tiradas de ataque a las que, una restada la defensa del objetivo -quien quizá haya destinado algo de sus bonificadores de combate a mejorar su guardia a cambio de no pegar tan duro- se compara su resultado en la tabla correspondiente. Estas tablas agrupan tipos de armas -espadas, contundentes, etc-, y el resultado final de la tirada de ataque se cruza con el tipo de armadura que lleve el objetivo. Esto indica la cantidad de puntos de golpe perdidos en el ataque y el crítico que toca determinar, en su caso.

Los críticos, un festival de heridas espantosas (bueno, no tanto en la mayoría, pero las que quedan en el recuerdo son esas) donde quedan cicatrices, saltan ojos, hay hemorragias, se amputan miembros, huesos rotos y todo lo que se les ocurriese. Esta es la regla que hace tan peligroso el combate en este sistema. 

Cuando hay un crítico se debe tirar en la tabla correspondiente -análogas a las de ataque, una para espadas, otra para contundentes, etc.-, con modificadores que van en función del tipo de crítico, según su gravedad. En MERP, esto significaba que, tarde o temprano, algún orco tendría suerte en su tirada y desguazaría a tu PJ veterano en alguna escaramuza de escasa relevancia. Aquí esa parte se atenúa un tanto mediante la inclusión de los puntos de Drive y las reglas de esbirros, que limitan el resultado máximo posible en una tirada de críticos para un orco del montón. En MERP, por lo que recuerdo, casi nadie moría por la pérdida de puntos de golpe. Mucho antes de eso le habrían abierto la cabeza como un melón, seccionado la carótida o atravesado el corazón. Aquí igual es diferente.

Por lo demás se contemplan más o menos las mismas eventualidades que en la mayoría de juegos de este tipo. Luchar con armas a dos manos, estados en los que puede quedar un combatiente -incapacitado, aturdido y demás-, apuntar ataques, cargas, maniobras de combate como desarmar y fintar y cosas así.

Health and Healing. Una de las puñetas más grandes que tienen los críticos -aparte de matar o mutilar permanentemente a un personaje- son los modificadores negativos que imponen en muchos casos, modificadores que se van acumulando hasta dejar al pobre individuo derrengado. Eso son las Heridas, cuando uno tiene una pierna rota o un pulmón perforado. Tratar las Heridas resulta tan importante -o más- que recuperar los puntos de golpe perdidos. Y ambas cosas llevan su tiempo, que es de lo que trata este capítulo.

Aparte eso, enfermedades y venenos, otras formas raras de daño y las hierbas curativas, que no podrían faltar aquí. Incluyendo reglas sobre cómo buscarlas y conservarlas si es posible.

A partir de aquí termina la parte dedicada a los jugadores -exceptuando los saberes de conjuros, que vienen detallados casi al final del libro-, y comienza la del director de juego. Estos primeros capítulos cubren poco más de doscientas páginas.

Preparing the Game. Capítulo necesario sobre la creación de escenarios y campañas, con detalles a tener en cuenta, tanto a nivel mecánico como narrativo. Nada de lo que aparece aquí le resultará nuevo a quien haya leído ya unos cuantos manuales de este tipo, pero es un contenido bastante válido.

The Darkmaster. Este otro, en cambio, es un capítulo mucho más específico para el estilo hacia el que apunta este juego. La premisa de todo entorno en el que se espera jugar con el manual es la existencia del Señor Oscuro. Se lo presenta casi como una entidad multiversal, cuyas numerosas representaciones muestran diversos rostros en los mundos en los que aparece. Es Arawn, es el Lord Execrable, es Takhisis, es el Rey de la Noche, es Rakoth Maugrim, es Sauron. Un concepto que, por supuesto, puede ser alegremente ignorado si así se desea. 

Pero el caso es que hay que tener un Señor Oscuro para la campaña, y este es el capítulo que ayuda a definirlo. Hay algunos puntos básicos, como que no puede ser derrotado con las armas o la magia de un modo convencional -no tiene términos de juego en ese sentido-, pero puede ser vencido de algún modo. Normalmente a través del empleo de una reliquia que desea pero también teme. Que puede o no ser un anillo, hay variedad.

Se deben determinar sus sirvientes -se aconseja una lista limitada, para hacerlo más de baja fantasía que los mundos rebosantes de monstruos y especies diferentes de los mundos de fantasía más tipo D&D-, su base de poder y sus poderes -si es un tentador, un gran estratega militar o un poderosísimo hechicero- y el tipo de amenaza que representa para el mundo.

Hay reglas para la corrupción y luego tres Señores Oscuros preparados a modo de ejemplo. Que pueden ser utilizados, pero yo creo que debe de ser más divertido pergeñar uno propio. También hay aquí algunos saberes de conjuros específicos para sus sirvientes, hechicería oscura y necromancia.

Running the Game. Aquí se habla ya sobre cómo dirigir los escenarios y la campaña que hayamos ido preparando. Cómo manejar los problemas que se presenten, como cuando un PJ estira la pata. Reglas bastante sencillas para resolver batallas y algunas opciones para alterar el nivel de fantasía de la campaña, como permitir que los PJ superen el nivel diez o eliminar las clases lanzadoras de conjuros, poniendo en su lugar a una nueva que se presenta aquí, el Sabio (por si quieres algo más tipo Canción de Hielo y Fuego).

Rewards. Gestión de la experiencia y la riqueza desde el punto de vista del director de juego. Y también objetos mágicos. No tanto en plan de listado de multitud de artefactos diferentes sino algunas reglas y consejos sobre su elaboración y unos cuantos presentados como ejemplos. 

Y llegamos al Bestiary. Uno de los capítulos más extensos del manual, sesenta páginas llenas de criaturas que en su mayor parte han sido extraídas de la obra de Tolkien y las que no, suelen moverse por los mismos andurriales en lo que se refiere al tipo de fantasía que representan. Hay orcos y trolls y gigantes y balrogs -shadowflame demons, los llaman-, tumularios y fantasmas, dragones, espectros, necrófagos, duergar y el kraken. Y muchos otros de índole semejante.

Grimoire. Los saberes de conjuros detallados, hasta el último de ellos, que no son pocos. Treinta y ocho listas -incluyendo las dos propias del Señor Oscuro, reimpresas aquí- con diez conjuros cada una. Hay variedad.

Shadows of the Northern Woods es una aventura de ejemplo, dispuesta en un entorno que viene a ser, por lo que se desprende de lo que se cuenta, un trasunto de la Tierra Media. Es un escenario extenso y detallado, que cumple no solo con su función de resultar una buena aventura sino también la de ejemplificar el tipo de juego en el que los autores de Against the Darkmaster estaban pensando cuando diseñaron el manual. Hay unos cuantos PJ pregenerados, con trasfondo incluido, pensados para jugar esta aventura (esos mismos PJ han servido como "icónicos" en muchas ilustraciones del manual, mostrándoles en muy diferentes situaciones).

Después de esto ya solo queda el apéndice que compendia las tablas, y que probablemente sea buena idea tener impresas aparte, por el bien del manual. A modo de colofón, la hoja de personaje.

Y ya.


Algunos comentarios

Si alguna vez ha habido un juego nicho, ese es Against the Darkmaster. Se basa en un sistema del que muchos aficionados guardan buen recuerdo, pero al que muchos otros denuestan con crueldad y a menudo de forma injusta. 

Es un genérico de fantasía, pero de un estilo de fantasía muy concreto. No es la Espada y Brujería que se estuvo poniendo de moda los últimos años, ni es el grimdark que se lleva mucho ahora, ni el weird que se extiende por la OSR. Es Tolkien e imitadores.

Por todo ello imagino que buena parte de la afición se sentirá menos que emocionada por la aparición de este juego. Pero a aquellos a quienes sí les pueda interesar, creo que les va a gustar mucho.

Sigue siendo MERP en el combate y la magia, aunque en ambos casos tras un concienzudo proceso de pulido. Pero los autores no han tenido miedo de desechar otras partes del sistema -la experiencia, la economía, los viajes- para sustituirlas por otras que resultan en un juego más sencillo de usar, y mucho más ágil. 

¿Pienso que este juego refleja mejor la Tierra Media que, digamos, El Anillo Único? Pues no, pero sí lo hace mucho mejor que el MERP. Aunque en cualquier caso, eso no importa mucho. Sí, podrías usar el sistema para usarlo en el mundo de Tolkien pero ¿no resultaría más divertido crear tu propia versión de este tipo de tramas? Una en la que los PJ no se sientan constreñidos por el peso de la ambientación y el canon. Personalmente yo usaría El Ánillo Único para la Tierra Media -claro que he jugado una campaña de Mythras ambientada en dicho entorno, así que quién soy yo para decir nada- y Against the Darkmaster para dar rienda suelta a la imaginación con un nuevo entorno, o para plasmar en sesiones de juego alguna de esas series literarias. 

Otra cosa que me gusta mucho del manual es la impresión de ser un juego completo. Ya he expresado anteriormente que no me importa que un manual cuente con cuatrocientas, quinientas páginas o las que sean, siempre y cuando sea algo autocontenido, un libro que no deje con la sensación de que está incompleto y que hay que esperar a algún que otro suplemento para poder empezar a jugar de verdad. Este juego cumple esa norma.

Hará cosa de un par de años o así decidí plantarme en cuanto a hacerme con juegos nuevos, limitándome a continuar con las líneas que más me interesan y que veo posible poner en práctica. Creo que este título es el primero desde entonces con el que voy a romper esa norma. Así que a esperar a que Other Selves se ponga manos a la obra con su publicación.

viernes, 8 de enero de 2021

Against the Darkmaster (1 de 2)

(La reseña me ha salido considerablemente más extensa de lo que esperaba en un principio, así que creo que lo mejor será partirla en dos partes. En breve dejaré por aquí el resto de mis impresiones sobre este juego)


 En su momento, ya lo he comentado en otras ocasiones, jugué bastantes partidas con el MERP, o El Señor de los Anillos, tal y como lo tituló Joc en su edición. Había leído los libros -El Hobbit, El Señor de los Anillos y El Silmarillion- así que algo sabía de la Tierra Media. La capacidad de criterio, en cambio, era algo de lo que andaba más bien escaso a los catorce años. Este era el juego del mundo de Tolkien, ergo, si quería jugar en esta ambientación habría de ser con estas reglas.

No es que fuese nada malo, la verdad. Sí, los magos que tiraban rayos y bolas de fuego parecían abundar en el entorno y entre los PJ, lo que no parecía coincidir con lo que se describe en las novelas. Y todas esas espadas mágicas con efectos especiales, que si críticos de fuego o de frío o qué se yo... Pero al final daba igual, lo pasaba bien. Igual que algunos de los otros chavales con los que jugaba, que alguno había que no había leído -ni leerá jamás- la obra del Profesor, ni falta que le hacía para pasar un buen rato tirando dados.

Experimenté el juego casi exclusivamente como jugador. Nunca llegué a dirigir una aventura, que yo recuerde, salvo muy contadas excepciones y empujado por las circunstancias. Tenía un manual, que aún conservo, pero su lectura siempre me frustraba. Muy similar a un manual técnico, diferente a otros juegos que ya conocía y que sí había aprendido a dominar. Luego apareció Rolemaster, del que había oído hablar de un modo que anticipaba ser una pasada -lo que ahora llaman hype- pero que encontré intimidante y un poco tedioso con tanta tabla. Un miembro del club local tenía los tres libros de Joc, pero apenas jugamos alguna aventura. Y al cabo de un tiempo fuimos dejando a un lado estos juegos y pasamos a otra cosa. Creo que a AD&D 2ª.

No son juegos en los que haya pensado mucho a lo largo de los años. Tengo algún amigo para quien Rolemaster es su referente, y de tanto en tanto ha tratado de levantar alguna campaña usando algunas de sus versiones, incluyendo HARP. Sin demasiado éxito, tristemente. Así que, cuando me llegó el correo enviado por Other Selves -por haber aportado en una campaña de financiación colectiva anterior de la editorial- en el que anunciaban que iban a traducir al castellano el juego Against the Darkmaster, presentado como heredero (oficioso) del MERP, pues avisé de inmediato a este amigo que he mencionado. Y me puse a buscar algo más de información sobre el juego.

Resulta que el juego es de un metalero italiano, Massimiliano Caracristi, un fan del MERP que quería recuperar este juego en una versión actualizada. Totalmente expurgada de la propiedad intelectual de los herederos de Tolkien, pero conservando los elementos del entorno de fantasía del Profesor, ampliados aquí para incluir a su estela de imitadores. Que como siguen esquemas más o menos definidos, son fácilmente reconocibles. La Rueda del Tiempo de Robert Jordan, La Espada de Shannara de Terry Brooks, Las Crónicas de Belgarath de David Eddings y varios otros. Novelas que en su mayoría resultan bastante flojas o directamente de escasa calidad (hay muy dignas excepciones, como Las Crónicas de Prydain), pero que como he defendido con anterioridad, son buenas metas a las que aspirar como campaña de rol. Un juego que apuntara específicamente en esa dirección -como algo opuesto a todo el conjunto de la fantasía- usando mecánicas clásicas y familiares para mí pero adaptadas y mejoradas con algunos elementos de diseño más modernos es algo a lo que no me puedo resistir.

Como Other Selves va a publicar el juego, pero no tengo claro cuándo será -y supongo que, aunque seguro, el proceso irá lento- me hice, en cuanto salió -cuando recibí el correo el proyecto todavía seguía en la campaña de financiación- con el pdf en inglés. Impresión bajo demanda mediante, tengo un manual que puedo leer y quizá incluso utilizar -como jugador, que tenemos claro quién dirigirá la partida- hasta que por fin pueda adquirir un ejemplar traducido.

La lectura se me hizo mucho más rápida de lo que sugiere el tamaño del manual, que es un verdadero tocho. Y con cada capítulo, más ganas me han ido entrando de poder probarlo en la mesa. Por lo pronto voy a exponer por aquí mis impresiones junto con la descripción del juego y sus contenidos.


Forma

Poco puedo explicar aquí sobre los valores de producción, pues solo tengo una copia digital del juego. Es un verdadero bicho, de unas quinientas sesenta páginas en blanco y negro. Los ejemplares impresos están encuadernados en cartoné. La maquetación es sencilla, con texto a dos columnas, de un tamaño de la fuente y un interlineado bastante generosos, así que en realidad el recuento total de palabras probablemente resulte menor que el de libros que ocupen un número de páginas sensiblemente inferior. Las páginas están adornadas en su mayor parte por unas cenefas en los márgenes superior e inferior. Algunas secciones muestran un diseño diferente: la descripción de los conjuros se hace en páginas cuyos márgenes van cubiertos por el diseño de un pergamino abierto que rodea toda la mancha de la página, mientras que la parte dedicada a la descripción del Señor Oscuro de turno se realiza en texto blanco sobre fondo negro.

El apartado gráfico me resulta especialmente delicioso. No solo las ilustraciones son de gran calidad, sino que en muchos casos me resulta entretenido descubrir a qué aluden, pues más de una de las obras referenciadas en la bibliografía recomendada se ve representada, de un modo u otro, en algún dibujo. Muchas de estas ilustraciones versionan a algunos clásicos de la afición. Keith Parkinson y Jeff Easley en algún caso, si no me equivoco, Larry Elmore seguro y sobre todo, como era de esperar, Angus McBride.

Hay ilustraciones que señalan la Dragonlance, AD&D en general, La Rueda del Tiempo y MERP, todas ellas muy buenas. La portada, de Andrea Piparo, rememora la de McBride para MERP -con una fuente para el título del juego muy similar a la de Rolemaster-, así que gráficamente este juego tiene un fuerte componente de nostalgia.

La nostalgia puede ser un buen gancho para llamar la atención, pero a la hora de saber si merece la pena hay que ver qué es lo que contiene el manual. Y a eso vamos ahora.


Contenido

Créditos, tabla de contenidos, índice de tablas, agradecimiento a, y lista de, quienes aportaron en la campaña de financiación. Breve relato de tres páginas, de esos que se escriben para tratar de establecer el ambiente que se intenta plasmar en el juego.

Una introducción, en la que el autor explica de qué va el juego. y que viene a ser una enumeración de los elementos más básicos que conforman la Eä de Tolkien: Bien contra Mal, un Señor Oscuro que lo amenaza todo, un pasado lejano cuyas ruinas todavía pueden encontrarse dispersas por el mundo, la magia es rara y peligrosa, los dioses se mantienen distantes y no toman partido en los asuntos del mundo, pero existe la esperanza, y existen los héroes.

Esta parte finaliza con un listado de diversas fuentes de inspiración, clasificadas por literarias, cinematográficas, otros juegos de rol y grupos de heavy metal. La lista de bibliografía es un tanto ecléctica: Joe Aberecrombie es uno de mis favoritos modernos del género, pero su estilo poco tiene que ver con lo que se diría que el juego trata de reflejar. Pero en líneas generales, la intención queda bastante clara.

Resulta necesario aclarar que Against the Darkmaster no contiene de forma explícita ningún entorno de campaña concreto. Más bien proporciona las herramientas adecuadas para reflejar una historia del tipo de las mencionadas anteriormente. Puedes usar este juego para jugar en la Tierra Media o en alguno de los otros entornos literarios del estilo. O puedes conformar tu propia ambientación valiéndote de los recursos que proporciona el manual.

The Basis. Muy breve capítulo en el que se explica la mecánica básica, que viene a ser la de MERP/Rolemaster. Tiras 1d100 más modificadores. Si el resultado final es cien o más, tienes éxito -puede que un éxito parcial, si lo pasas justito-; en las tiradas abiertas, un resultado de noventa y seis o más en los dados supone tirar de nuevo y sumar ambos resultados (tirando una vez más si el nuevo resultado resulta ser también de noventa y seis o más) mientras que una tirada de dados con resultado de entre uno y cinco significa tirar de nuevo, pero esta vez para restar al total. Tirando de nuevo -y restando igualmente- si la nueva tirada es de noventa y seis o más.

En diversas situaciones, los resultados de estas tiradas se comparan con sus correspondientes tablas. Que son unas cuantas, pero al nivel de lo que era MERP, no la enormidad que podía llegar a ser Rolemaster.

Creating a Character. La creación de personajes en Against the Darkmaster es bastante sencilla -confieso que llegué a perderme en algunos momentos mientras leía el proceso análogo en Rolemaster Fantasía-, y son unos pocos pasos. La generación de características puede ser aleatoria o mediante reparto de puntos. Al contrario que en MERP, la característica es el modificador, no el número aleatoriamente generado con las tiradas. Así, un personaje puede tener Fuerza +10 cuando antes podría haber sido (lo digo por hablar, seguramente me equivoque) digamos, 75. 

Kins. En realidad el proceso de crear un personaje se va detallando a lo largo de varios capítulos, tras la enumeración inicial de los pasos a dar expuesta en el capítulo anterior. Cuando se reparten los puntos se incluyen los modificadores por Estirpe, que es como aquí llaman a lo que habitualmente se ha venido denominando "razas" (término que como ya va sonando un poco rancio, en los juegos de fantasía va siendo sustituido por otros como Legado, Estirpe, Ascendencia o lo que sea). Las Estirpes (Kin en el original) son Hombres, Altos Hombres, Enano, Mediano, Semielfo, Elfo Plateado, Elfo del Crepúsculo, Elfo de las Estrellas y Pueblo Salvaje. De forma opcional -aunque no se espera que vaya a haber PJ de este tipo, se incluyen también los Orcos, Semiorcos, Trolls de Piedra y Firbolgs -una especie de gigantes de la antigüedad, ese pueblo prehumano, sabio y pacífico, pero condenado a la extinción por errores pasados, que aparecen en tantas historias del género-. En su mayor parte las analogías con la obra de Tolkien son muy evidentes, con los tipos de elfo, los altos hombres o el pueblo salvaje.

Cada Estirpe proporciona unos modificadores a las características, unos rasgos particulares, un nivel de riqueza inicial y una cantidad de puntos de trasfondo (más adelante concretaremos con esto).

Luego se escoge una cultura, que proporcionan un origen para el personaje y una serie de rangos iniciales para sus habilidades. Las culturas se definen casi siempre por un tipo de entorno geográfico -desierto, llanuras, ártico, profundidades subterráneas- o social -noble, feérico-. El equipo inicial del personaje también viene determinado por su cultura, aunque cuenta con algunas opciones para ir escogiendo. Y los puntos de trasfondo le pueden servir al jugador para redondear las posesiones iniciales del PJ. 

Vocations. Y llegamos ya a la elección más importante, lo que viene a ser la clase de personaje -esto es como el MERP, no lo olvidemos, un juego con clases y niveles-. Al igual que en el juego que emula, los niveles a los que se puede tener acceso son diez, pero no como si esto fuese una kit de inicio, sino que realmente es prácticamente el límite. Más adelante, sin embargo, encontraremos reglas opcionales para llevar a los PJ más allá de este límite, pero eso es otra cuestión.

Las vocaciones disponibles para los personajes son las que cabe esperar. Guerrero, Pícaro, Mago, Animista -para quienes no conozcan el MERP, una especie de druida-, Dabbler -una especie de hombre para todo, equivalente al bardo de MERP, si es que es no era el nombre original de la clase- y Campeón -individuo que usa tanto las armas como la magia, sin ser mejor en ninguna de ambas áreas que sus respectivos especialistas-. Las clases otorgan unos bonificadores automáticos a algunas habilidades y unos rangos a repartir entre las diferentes categorías.

Me explico. Los personajes se definen en gran medida por sus habilidades, tal y como ocurre en Mythras. Cada rango que se tenga en una habilidad supone un bonificador a las tiradas (más el proporcionado por característica, magia o lo que sea), aunque el bonificador que cada nuevo rango proporciona disminuye cuando se ha acumulado cierta cantidad. Los primeros añaden ´+5, luego esa cantidad va bajando hasta que llega un momento en que cada nuevo rango solo proporciona +1 a la habilidad.

Las categorías de habilidades son Combat, Adventuring, Roguery, Lore, Spells y Body. Este último representa los puntos de golpe, y funciona de un modo diferente al resto. Las demás se explican de un modo bastante claro. Adventuring hace referencia a actividades físicas, Roguery a latrocinio y sigilo. Y así sucesivamente. El capítulo incluye también una descripción de cada habilidad y su funcionamiento concreto.

Backgrounds. Cada Estirpe otorga una serie de puntos de trasfondo, mediante el criterio de que las que no han resultado tan favorecidas por los dioses cuentan con una mayor cantidad de puntos para compensar. Los elfos, por lo tanto, son quienes menos tienen, hombres y medianos son los que más.

Cada punto de trasfondo puede emplearse para adquirir, pues eso, trasfondos. Cada uno de los mismos está dividido en dos niveles, menor y mayor. Comprar un trasfondo menor cuesta un punto, el mayor cuesta tres (cuatro en un único caso). Y son, pues eso, ventajas, capacidades especiales, equipo adicional o incluso mágico, mejoras a características o habilidades... formas de redondear el personaje.

Finishing Touches. Para concluir la creación del personaje se totalizan algunos valores importantes para el personaje, como los puntos de golpe, las tiradas de salvación o la defensa en combate.

Passions and Drive. Hasta el momento el proceso de creación de personaje se realiza de un modo que resultará muy familiar a los habituales de MERP, aunque si bien me ha parecido bastante más claro y pulido. En este capítulo se incluyen algunos elementos nuevos. Las Pasiones, para empezar, definen al personaje de un modo interesante. Se escogen tres, que llenan los apartados de Naturaleza, Lealtad y Motivación del PJ. Hay una curiosísima tabla para escoger pasiones cuya definición viene extraída de las letras de canciones metaleras. Que con Manowar, Blind Guardian o Rhapsody hay para aburrir.

Luego están los puntos de Drive, que vienen a ser los puntos de héroe/suerte/destino de tantos otros juegos. Con los usos habituales: repetir tiradas, salvar la vida, cascar más fuerte, cosas así.

La parte más original de estos puntos viene cuando se introduce la idea de la Senda Heroica. Una especie de viaje del héroe pero preparado a medida para cada PJ. Cuando el personaje acumula cierta cantidad de puntos de Drive gastados -que se obtienen realizando hazañas- obtiene una Piedra Miliar, que puede gastar para una Revelación. Que es una forma rebuscada de decir que puede escoger un beneficio especial en un momento determinado y apropiado. Algo que sirva, por ejemplo, para dar más enjundia al momento en que le nombran caballero, o consigue vengarse del asesino de su familia o lo que sea. Es una mecánica que me ha parecido interesante y me gustaría ver qué tal puede funcionar en una campaña, porque es el tipo de cosa que proporciona objetivos a los jugadores. Finalmente hay unas notas sobre "pasar la antorcha" cuando un PJ muere o se retira, y otro recoge el testigo de su senda a medio recorrer.

Character Advancement. El sistema de experiencia de MERP nunca me hizo demasiada gracia, ni siquiera en su momento. Se prestaba a muchas aberraciones (en una ocasión vi como uno de los jugadores explicaba que su enano animista trataba de matar a un gato que había salido en nuestro camino porque nunca había matado a uno. Como la primera vez que se mataba un bicho de un tipo concreto los puntos de experiencia se multiplicaban, para él suponía más PX acabar con el pobre gato que cargarse a su enésimo orco, que a base de matarlos ya le daban la mitad de la experiencia habitual). Afortunadamente, en Against the Darkmaster este es uno de los apartados que más se ha beneficiado de las revisiones. 

Para empezar, la cantidad de puntos para cada nivel es más baja. No hace falta inflarlos con números altísimos cuando puede conseguirse el mismo resultado con cálculos más sencillos. Básicamente, 10 PX para cada nuevo nivel hasta el quinto, y 20 PX para cada uno de los cinco siguientes.

Se ganan puntos por metas o hazañas cumplidas. Al final de la sesión se evalúa lo que han conseguido los PJ y se proporciona una cantidad de experiencia, normalmente entre uno y cinco puntos, por lo que puedo suponer al ver la tabla. Hay formas específicas para cada vocación para obtener experiencia, pero también puede realizarse en conjunto, para toda el grupo. El sistema es bastante flexible y no demuestra mucha preocupación por estos detalles. Vamos, que lo que mejor le apañe a los componentes de la mesa. 

jueves, 7 de enero de 2021

Siempre hay algo nuevo que aprender

 Por estas mismas fechas pasadas, pero en 1991, jugué mi primera partida a un juego de rol. Así que han pasado treinta años ya desde aquel momento. 

Tras aquellos gloriosos primeros días -dos ó tres, no recuerdo bien- en los que pude jugar los escenarios Viaje a Falderbash y La casa de empeños de Gringle -ambos pertenecientes al suplemento Apple Lane- yo estaba asombrado con las posibilidades de aquella forma de ocio que acababa de descubrir y que ya intuía que -como ha acabado siendo- no abandonaría nunca. Tras el final de las vacaciones navideñas perdí contacto con el amigo que dirigió aquellas aventuras, contacto que no retomaría hasta principios del verano de aquel año, cuando entraría realmente a fondo en la afición. Pero yo no podía esperar tanto.

De regreso en casa, en los días siguientes a haber jugado aquellas partidas, se me metió en la cabeza la idea de escribir mi propia aventura. Y eso me puse a hacer, aunque no tuviese la menor idea de cómo funcionaba el juego. En serio, jugué las dos aventuras sin terminar de comprender las reglas, tirando dados cuando me indicaban que había que hacerlo, pero sin terminar de pillar las razones para ello o la forma en que explicaban el resultado de las acciones que yo indicaba. Lo que sí entendía era la forma en que funcionaba jugar a rol, y contaba ya con cierto bagaje en el género de fantasía como para poder desempeñarme bien con una idea más o menos general de las cosas que me habían explicado que mi personaje sabía hacer bien. En cierto sentido aquellas primeras fueron las mejores partidas que he jugado jamás. Conozco gente cuyas primeras sesiones resultaron un tanto decepcionantes, encontrando la gracia del juego solo algo más adelante. Para mí, las puertas se abrieron de par en par mientras sonaba una fanfarria triunfal. O al menos así lo recuerdo.

Pero estaba contando de mi primer intento de escribir una aventura. Sin tener ni idea de cómo funcionaba aquello, me puse a emborronar unos folios, escribiendo sobre como un semielfo contrataría al grupo de aventureros para buscar nosequé en una isla, por supuesto sin ninguna idea del entorno de campaña ni nada por el estilo, ni falta que hacía. Recuerdo esto porque todavía conservo aquellos folios en uno de los archivadores en los que guardo hojas de personaje, notas de campaña, escenarios y demás. Desde luego, tenía ganas de preparar una aventura. Aunque no tuviese ni la más mínima idea.

A veces me da la sensación de no saber mucho más ahora que por aquel entonces. Tiempo he tenido para conocer la mecánica esencial, y también conozco uno o dos trucos de perro viejo, cosas de pasar mucho tiempo detrás de la pantalla. Me han dicho que no soy demasiado malo dirigiendo. Las más de las veces las partidas que dirijo suelen gustar a mis jugadores, o al menos entretenerles. Pero no siempre, de eso estoy seguro.

Lo que me sigue sorprendiendo es el modo en que la idea que tengo en la cabeza cuando planeo una campaña aparece, una vez presentada en la mesa de juego, en algo completamente diferente. A veces se debe a lo que los jugadores hacen con esa idea inicial. Pueden alterarla y deformarla en modos que yo no habría podido imaginar, y eso es bueno. Es su juego tanto como el mío, y deben poder tener el derecho a marcar el paso y la dirección de los actos de sus personajes. Eso me puede provocar algún quebradero de cabeza, pero es parte de mi labor como director de juego el sobrellevar estos imprevistos.

Aunque yo me refería a otras ocasiones, a esos momentos en los que me doy cuenta de que lo que estoy dirigiendo no se parece a lo que quería dirigir. Quizá lo esté pasando bien, pero de un modo distinto a lo que quería hacer inicialmente. A veces creo que hay una inercia que me empuja a mis tropos más comunes, si no tengo algo lo suficientemente bien preparado de forma previa. Otras veces sencillamente no tengo ni idea de la razón.

En la campaña que estoy dirigiendo todavía, con las reglas de Mythras + Fantasía Clásica, por ejemplo, esto ha pasado en más de una ocasión. La primera parte de la campaña, jugada en 2019, era relativamente sencilla, acotando la acción a una región de poca extensión -podía recorrerse de lado a lado en pocos días- con un par de poblaciones, algunos habitantes y comunidades más pequeñas dispersos por aquí y allá, y varios lugares que explorar, con su ración de peligros y recompensas. El grupo lo fue resolviendo todo de forma más o menos satisfactoria -algún PJ muerto y un par retirados debido a lesiones y/o mutilaciones de carácter permanente- pero al final todo salió más o menos bien. Cuando paramos ya tenía intención de proseguir con una segunda parte -concibo el conjunto de la campaña como una trilogía- y aproveché el tiempo para ir preparándola.

Tiempo que resultó ser más extenso de lo que esperaba, debido a la pandemia. Los meses de confinamiento y el periodo posterior retrasaron su reanudación. Aunque cuando comenzamos esta segunda parte estaba mucho más preparado. Lo cierto es que mi idea de este segundo volumen era mucho más ambiciosa que la que tenía para el primero. Se abre el mapa, ahora a una escala mucho mayor, y los personajes son individuos ya instalados, con puestos de poder y responsabilidad. Pero quería algo más, quería sangre nueva en la campaña. 

Mi intención era que buena parte de este segundo volumen -como de extensa sería exactamente esa parte dependería más de los jugadores- los personajes estarían separados en dos grupos. Uno de los grupos se dedicaría a una Búsqueda, a la caza de una reliquia de gran importancia por un territorio peligroso, donde las poblaciones apenas pueden garantizar la seguridad más allá de sus propias murallas y a menudo mantienen disputas con los vecinos. Es más, noticias de la reaparición de la reliquia se han extendido por todo el territorio, haciendo que los PJ no sean los únicos que la buscan, aunque pueda ser por razones muy diferentes a las suyas. Mientras, el otro grupo se mantendría en la ciudad más grande de la zona, donde el señor feudal del grupo necesitaría de su ayuda para ayudar a desentrañar y sofocar una o más conjuras puestas en marcha. 

Como el grupo original se iba a dividir, necesitaríamos más PJ para que todos los jugadores pudiesen participar en ambos grupos. Por esto también me resultaba imprescindible que los personajes originales se dividiesen, para evitar una separación entre el grupo de los veteranos -que es el que le gustará jugar a la mayoría- y el de los recién creados -que a algunos jugadores les podría despertar mucho menos interés-; dos grupos igualmente proporcionados me pareció la mejor solución. Además, con la idea de poder reflejar en las partidas un tópico que me interesaba incluir, el de la diversidad de edades dentro de los grupos en las novelas de fantasía -que se reúna el mozalbete que resulta que es el Elegido, sus veteranos y molones mentores, sus colegas del pueblo y algún personaje exótico suele ser lo más habitual- pensando que quizá sería divertido ver esto en la partida. Conste que no obligué a nada. Recomendé que los nuevos personajes fuesen jovenzuelos y la razón para ello. Algunos jugadores lo hicieron así -alguno incluso se ha esforzado de verdad en mantener esta dinámica en su relación con el resto de sus compañeros- mientras que otros pasaron del tema y se hicieron lo que quisieron, algo a lo que yo, por supuesto, no me opuse. El DJ propone y los jugadores disponen, se podría decir. Por la misma razón, algunos jugadores optaron por crearse el personaje partiendo desde cero, mientras que otros escogieron tomar a algunos de los PNJ que yo fui presentando en las primeras sesiones, explicando que podrían convertirse en PJ en el momento apropiado (lo de que habrían de crear nuevos personajes era algo de lo que ya estaban avisados desde el primer momento).

Lo cierto es que la relación del tiempo que pensaba para cada grupo no iba a estar equilibrada. La Búsqueda era para mí la parte central de toda esta parte de la campaña, y esperaba que le fuésemos a dedicar muchas más sesiones que al otro grupo, el que se quedaría en la ciudad. Resulta que no fue así. El grupo de aventureros embarcados en una peligrosa misión que entraña viajes para explorar lugares habitados por seres terribles resulta mucho más habitual que el juego del gato y el ratón que se llevaba a cabo en la ciudad, con varias facciones compitiendo entre sí, formando alianzas, chantajeando, robando y asesinando, todo eso con los PJ ahí en medio. Si las conversaciones vía Internet tras una sesión son un buen indicio, podría decir que la parte de la Búsqueda recibió una acogida discreta, mientras que después de jugar con los otros personajes, el grupo de WhatsApp echaba humo, con las puestas en común de datos recabados, la elaboración y discusión de teorías y las propuestas de cuál habría de ser su próximo movimiento. Al final el reparto de tiempo ha sido equitativo a duras penas, con el tiempo decantándose para con el grupo de las conspiraciones.

Aunque resulta tremendamente halagador contemplar como los jugadores discuten los detalles de la campaña a lo largo de la semana, se me quedó esa pequeña espina clavada con este asunto, por no haber sido capaz de atraer más su atención hacia el otro grupo. Por supuesto, no traté de forzarles, sino que me acomodé a seguir con aquellos hilos que más les habían interesado.

Creo que cada director de juego tiene sus temas recurrentes, su forma de estructurar aventuras o de poblar sus entornos de campaña. En mi caso son las conspiraciones. Cualquier campaña mía que dure lo suficiente acabará obteniendo, si es que no estaba planeado ya desde el principio, con su dosis de organizaciones secretas, guerras en la sombra y maniobras políticas. Cuando añadí una parte de esto a mis sesiones de Fantasía Clásica no lo pensé demasiado, ni se me ocurrió que algo así podría acabar apoderándose de la campaña. Quiero decir, a los jugadores les gusta y eso está bien, pero no es lo que yo tenía en mente cuando se me ocurrió el planteamiento inicial.

En este momento, con casi cincuenta sesiones, la cosa está ya muy avanzada. He podido experimentar la agradable sensación de sorpresa cuando un movimiento completamente inesperado por parte de los jugadores hace que la campaña vaya a tomar un rumbo completamente distinto, aunque puede que ellos no sean conscientes porque intento que esas cosas no se noten, limitándome a reaccionar del modo más natural que me es posible a sus acciones.

Es un poco frustrante, eso de tener una imagen mental de cómo querría que fuese la campaña -no me refiero a un encarrilado, sino más bien a un estilo y temática a nivel general- y que al final la cosa se desvíe tanto. Pero en fin, si lo ha hecho por buenas razones, y me inclino a pensar que sí, pues bien está.

Eso sí, estoy tomando nota de todo esto con vistas al momento en que comience a preparar el tercer volumen de la saga -del que apenas se nada todavía, pues no me gusta preparar cosas con tanto adelanto, que luego eso puede acabar convirtiéndose en un raíl para el grupo. Y lo poco que sé lo he ido descubriendo a medida que transcurren las sesiones actuales- y delimitar de forma más clara lo que me gustaría incluir en el mismo. No es que eso vaya a garantizar nada, pero al menos que por mí no sea.

La campaña va genial. No de forma perfecta, que no está libre de tropiezos, o incluso de momentos en los que me entran dudas sobre si me restan ánimos para proseguirla después de una sesión más bien floja, pero al final la cosa siempre sigue. Los jugadores responden estupendamente a los desafíos planteados, y creo que ya puedo pensar que esta es la campaña de la que más satisfecho estoy quedando de todas cuantas he dirigido en mi vida. Ojalá pueda llegar al final del tercer volumen, pero incluso aunque no fuese así, todo lo que hemos jugado me ha dejado ya una huella indeleble en el recuerdo.

Nunca voy a poder repetir la experiencia de jugar por primera vez -que suele ser mucho mejor que la de dirigir por primera vez, ocasión que en mi caso provoca recuerdos que me hacen sonrojar-, pero elaborar mi propia ambientación, con sus lugares y sus habitantes, poder contar con unos buenos jugadores que respondan positivamente relacionando a sus personajes con el entorno y que se sepan capaces de causar cambios importantes, de marcar diferencias, y que lo hagan, todo ello a lo largo de un extenso periodo de tiempo, eso es... es emocionante.

lunes, 7 de diciembre de 2020

Meeros Doomed

 Desde el primer momento, la ambientación apenas esbozada que servía como contexto para los ejemplos de juego incluidos en el manual de RQ6 llamó la atención de muchos aficionados. Meeros, la ciudad estado concebida al estilo de la Grecia mitológica y con algo más que unos pocos toques de espada y brujería, resultaba interesante. A pesar de que tanto Peter Nash como Lawrence Whitaker insistieron en que no se trataba de una ambientación pensada para ser publicada, con los años ha servido como trasfondo para algunas aventuras.

Meeros Doomed es un escenario -los autores lo definen como minicampaña, pero me parece demasiado breve como para encajar bien en esa descripción- que vendría a atar todos los cabos sueltos que quedaron tras lo ocurrido en la ciudad tal y como lo van contando en el manual. Es decir, una ciudad gobernada por su reina y un senado, que tiene por deidad patrona a Myceras el Dios Toro, y que recientemente ha sobrevivido a la invasión de un ejército de hombres bestia dirigidos por el hechicero Kratos, además de la traición cometida por miembros de alguna de las familias más importantes de la ciudad.

Con el tiempo, como contaba antes, la ambientación ha servido como marco para algunas aventuras. La maldición de Sariniya, El altar de los dioses traidores y La caída de Meeros han servido para expandir, siquiera ligeramente, esta ambientación que, a pesar de su sencillez -o quizá precisamente a causa de la misma- ha resultado tan atractiva para muchos aficionados. Ahora, Peter Nash ha escrito este Meeros Doomed que sirve casi a modo de colofón a esta serie.

El módulo está disponible en impresión bajo demanda a través de Drivethrurpg, aunque también puede adquirirse únicamente el pdf.


Forma

Son unas veintiocho páginas grapadas en color. Como se ha convertido en la norma con Mythras, el color se usa en los títulos de los apartados, en las cenefas de cada página y en alguna que otra ilustración. Además de un par de mapas. Las páginas quedan más alegres que en el sencillo blanco y negro, pero se quedan algo cortas respecto lo que viene a ser una publicación que realmente sea en color.

La maquetación es la habitual en el juego, variando solo en las cenefas -que son específicas para cada línea, igual que con las fuentes utilizadas para nombrar capítulos y apartados- y en el diseño de la presentación de los términos de juego para los PNJ, que han refinado un tanto de un tiempo a esta parte. Además, en este escenario han prescindido de poner juntos todas estas fichas al final. En cambio, cada PNJ o monstruo aparece representado en las páginas en las que se hace mención al mismo. A veces esto es una ventaja, a veces es un engorro.

El arte es una mezcla entre el reciclado de ilustraciones empleadas en publicaciones anteriores -hay un par de Shores of Korantia, por ejemplo- y otras de stock art. Los dos mapas, tanto de la ciudad de Meeros como de todo el mundo conocido -y que recuerda más que vagamente al Mediterráneo y sus costas- ya habían aparecido en anteriores publicaciones, pero aquí aparecen coloreados y mucho más vistosos.


Contenido

Meeros Doomed es una historia en tres actos. Tres pequeños capítulos que se combinan en una trama ya clásica pero que puede esquivar el ser causa de tedio gracias a los pequeños detalles que contiene además de a lo poco habitual que suele resultar el tipo de ambientación -antigüedad frente a la más frecuente época medieval- incluso dentro del propio Mythras.

Los personajes reciben el encargo de la propia reina Herathos para traer de regreso a Meeros a la sacerdotisa Kara, hermana de Anathaym. Kara fue quien rogó por la intervención divina del dios Myceras cuando su hermana iba a ser ejecutada por haber matado a un enemigo a pesar de las órdenes de la reina. El dios causó un terremoto que devastó la ciudad, matando al principal conspirador contra Anathaym, y de paso a algunos centenares de personas más. Kara huyó de la ciudad no mucho después, dirigiéndose a otra población, Kopash, conquistada tiempo atrás por Meeros. Los PJ han de traerla de vuelta para que responda por las consecuencias de sus actos.

El grupo acude a realizar este trabajo, lo que provoca mayores complicaciones. Todo se lía a lo bruto, y para arreglar el desaguisado los personajes habrán de buscar respuestas y un modo de resolverlo -ese sería el segundo acto, o capítulo-. Finalmente, los PJ regresarán para el enfrentamiento final contra el responsable de todos los males que asolan a Meeros desde hace tiempo -tercer y último acto-. Y ya. Como decía, una historia en tres partes.

Hay una Introduction previa, que explica de forma somera cómo es Meeros, tanto geográfica como socialmente, y enseguida los tres capítulos. Horrifying Curses, The Worms of Ulthar y The Call of Yethis. Cada capítulo debería poder ser jugado en una única sesión, quizá en dos en algún caso y si a los jugadores o al director de juego les gusta explayarse en los detalles. Hay una variedad de situaciones, tanto sociales como de combate y aventura. 


Algunos comentarios

La trama es sencilla y sin muchas pretensiones, pero también me ha dado la impresión de que puede ser muy divertida de jugar, tiene momentos muy buenos. Y el final es muy abierto, dejando mucho espacio para seguir a partir de ahí en muchas direcciones diferentes.

Un detalle que me ha llamado particularmente la atención es el modo en que se describe la relación entre los fieles y la deidad, con las reacciones de esta última en determinadas situaciones, que pueden parecer excesivas o al menos extrañas a una moralidad moderna, pero que queda muy bien al enmarcarse en una sociedad como la descrita en el módulo. Refuerza la sensación de tratarse de un mundo diferente.

La aventura cuenta con una fuerte carga de encarrilamiento, los puntos más importantes del guion están ya más que preparados de antemano. Pero aquí también hay que reconocer la capacidad de síntesis del autor.  A la hora de describir los siguientes pasos en la aventura, se ofrece la información suficiente para seguir, pero dejando mucho margen al modo en el que se puede llevar a cabo. Y hay oportunidades para que los jugadores tomen decisiones que serán muy relevantes, sin que haya una que necesariamente sea la correcta. Creo que si uno se deja llevar y disfruta de los mejores aspectos de esta aventura, el encarrilamiento no se notará demasiado. Pero está ahí, eso es innegable.

Al final, juntando Meeros Doomed con los escenarios previos para el mismo entorno se puede formar, ahora sí, una minicampaña bastante satisfactoria. Quizá no extraordinaria, pero sí entretenida. Divertida del modo en que resulta divertido experimentar por primera vez como jugador -al menos durante unas cuantas ocasiones- un tipo de situaciones con las que uno está familiarizado como lector de novelas o por haber visto en películas o series. Y en cualquier caso, puede servir como un contenido con el que rellenar el tiempo entre dos campañas más extensas y ambiciosas. Una aventura sólida, variada y bien escrita.

viernes, 4 de diciembre de 2020

Val-du-Loup (Sesiónes 16 y 17)

 
Prosigue el conflicto en el que el condado de Hauterre, respaldado por Lieja, trata de invadir el condado de Sainsprit, que cuenta con sus aliados de Rocmort. Dirigí estas sesiones valiéndome de algunas ideas para aventuras y escenarios incluidos en el Monográfico de Chaosium. Menos desarrollados que los escenarios completos, pero a estas alturas la campaña ya tenía la suficiente inercia como para que apenas se necesite nada para mantener las cosas en movimiento. 

Antes de la sesión, el jugador que interpreta a Rodrigo quedó conmigo para preparar un nuevo PJ con el que sustituir, al menos temporalmente, a su personaje habitual, hasta que se supiese algo del destino del templario. Tal y como fueron las cosas, el jugador tuvo muy mala suerte y le tocó tener algo de paciencia durante un par de sesiones. Es lo que tiene jugar una campaña de este tipo y realizar las tiradas al descubierto.

***


SESIÓN 16. Un largo sueño y una copiosa comida obran milagros sobre Werner y Friedrich, quienes comienzan a recuperarse de su difícil huida por el territorio de Hauterre. Sintiéndose algo más repuestos de la experiencia se encuentran con que han sido alojados en el campamento del barón Fulbert de Deyron, viejo amigo suyo. El joven noble les explica que Mathilde se encuentra en el castillo Gardeloup, reunida con Roger de Padin -quien dirige a la mesnada de Rocmort en nombre de la condesa Sibila- y el propio Arnault de Sainsprit, que ha llegado recientemente. También querrán hablar con ellos, explica Fulbert mientras los dos aventureros dan buena cuenta de más comida, para aclarar las informaciones proporcionadas por la esposa huida de Godofredo de Inodin.

En cuanto a Francesc, se encuentra al cuidado de una curandera de la que se rumorea posee dotes sanadoras que van más allá de lo normal. Fulbert ha preferido no prestar demasiada atención a las menciones a la brujería, pensando que el herido se merece los mejores cuidados posibles. Le han informado que Francesc está fuera de peligro, pero que su recuperación será lenta. Podrán visitarle brevemente, porque han de dirigirse al castillo lo antes posible. Y allí encaminan sus pasos, moviéndose por el barrizal que las fuertes lluvias y la actividad de hombres y animales han formado en el campamento.

Son conducidos rápidamente a presencia de Ser Roger y del conde Arnault, hombre entrado ya en la cincuentena, todavía de buena salud pero lleno de señales que delatan su creciente fatiga. Los dos aventureros han acudido sabiendo ya lo que Mathilde habrá explicado, pues se lo contó a ellos durante el viaje: Su esposo, Godofredo, se encarga de liderar las incursiones en territorio de Sainsprit que han provocado la respuesta de Arnault y han proporcionado un casus belli para que el conde de Hauterre pudiese declarar la guerra. Hauterre se ha procurado numerosos aliados gracias a Lieja, y como el castillo de Inodin ha sido el punto desde el que se ha coordinado al ejército reunido, Mathilde ha podido ver muchos de los estandartes y tropas reunidas. Obispos y condes del sur han contribuido con sus propias huestes formando un ejército numeroso. Más de lo que pueden oponer Sainsprit y Rocmort. Pero eso no es todo.

Godofredo cuenta con los servicios de un brujo, un hombre que se hace llamar Melwas y que afirma ser galés. Y este Melwas emplea su brujería para dominar a una bestia, un monstruo cuya visión aterró profundamente a Mathilde. Un dragón, dice la joven, una serpiente alada y enorme que responde cuando el galés entona sus extrañas canciones.

Incluso sin la bestia de la que habla la esposa de Godofredo, explica Roger de Padin una vez Mathilde ha abandonado la sala, las fuerzas de Hauterre nos superan ampliamente. Una vez termine la crecida del Froideau y sus tropas puedan cruzar el vado estaremos en serios apuros. Necesitamos más aliados. Y el único disponible es Clève.

El conde Elbert de Clève no es vasallo de nadie, uno de los pocos que realmente pueden decir eso en el imperio, y defiende esa libertad con todas sus fuerzas frente a sus codiciosos vecinos. Cuenta con algunos apoyos poderosos, que son la principal razón de no haber sido invadido todavía por las tropas del príncipe obispo de Lieja o algún otro noble ambicioso. Vecino de Hauterre, sin duda su posición correrá peligro si Sainsprit cae frente a las depredaciones del conde Philippe. Es necesario establecer una alianza con él.

Arnault de Sainsprit ha decidido ofrecer a su hija Émerault en matrimonio con el heredero del conde Elbert. La situación requiere de la mayor premura, no hay tiempo para largas negociaciones. Así que la muchacha ha de presentarse ante el conde a la mayor brevedad con la oferta de alianza. Ha de partir lo antes posible y en secreto, pues el camino hasta Clève pasa muy cerca de las tierras de Hauterre. Werner y Friedrich cruzan una mirada; ya se imaginan a quién le va a tocar escoltar a la hija del conde.

Francesc no está para viajar a ninguna parte, y Rodrigo, de seguir con vida, se encuentra todavía en las mazmorras del castillo de Inodin. Necesitan algo de ayuda, además, alguien tendrá que negociar con el conde Elbert, tarea para la cual ninguno de los dos se encuentra preparado. Por ello, Roger les informa que les acompañará otro de sus agentes, Alexander, un hombre erudito y capaz con las palabras. Y sí, también sabrá defenderse a sí mismo llegado el caso, responde ante la pregunta de Werner. Él expondrá el caso ante el conde. Es vital conseguir que Elbert acepte el matrimonio de Émerault con su hijo heredero... lo cual es más complicado de lo que suena, puesto que los hijos de Elbert y su esposa Beatrix son gemelos, y los padres nunca han contado cuál de ellos es el primogénito.

Werner se despide de Mathilde, quien queda como huésped en Gardeloup -formalmente como invitada, pero es evidente que está allí para garantizar la veracidad de sus palabras con su propia vida- y después, junto con Friedrich hace una última visita al convaleciente Francesc, sumido aún en un sueño reparador. Luego ambos se reúnen con Alexander y Émerault mientras recogen provisiones y monturas proporcionadas por el conde Arnault.

La hija del conde de Sainsprit es muy joven, apenas alcanzada la quincena, edad ya casadera. Se muestra distante, altiva y desdeñosa con el mercenario y el cazador -cosa nada extraña, tratándose de una dama de la nobleza-, y aunque Alexander tiene más trato con ella, también tiene claro que Émerault no tiene ningún deseo de contraer matrimonio. El hijo mayor del conde Arnault, Arban, desapareció hace tiempo y se le da por muerto, dejándola a ella como única heredera. Émerault confiaba en poder gobernar Sainsprit del mismo modo en que Sibila mantiene el poder en Rocmort, y verse forzada a este matrimonio la enfurece.

El viaje transcurre con normalidad durante los primeros días. Se mueven siguiendo el curso del Froideau, que conduce a Clève, manteniéndose en la orilla opuesta a las tierras de Hauterre. Confían en que su pequeño grupo pueda pasar desapercibido allá donde una mayor comitiva lo tendría imposible.

Pero sus esperanzas son vanas. Hauterre, previsor con la posibilidad de que alguien acuda a pedir ayuda a Clève, ha dispuesto soldados en el camino, tras hacerles cruzar el río en secreto con barcas. Así que el grupo de viajeros es emboscado. La primera señal del ataque es una lluvia de virotes de ballesta que cae sobre los jinetes. Werner y Friedrich sufren algunas heridas menores, gracias a la protección de sus armaduras, pero Alexander tiene mucha menos suerte cuando un cuadrillo de ballesta le atraviesa el muslo partiéndole el hueso.

A continuación un grupo de jinetes, dirigidos por el capitán du Loq, ataca a los sorprendidos aventureros. Con Alexander caído, Werner y Friedrich, ninguno de ellos hábiles a la hora de luchar sobre una montura, deciden descabalgar y plantar cara pie a tierra. Allí entablan combate. Con su lanza Friedrich derriba a varios enemigos mientras que Werner golpea fuertemente a du Loq haciéndole caer de su caballo sobre una pierna que termina por romperse.

Recuperando el aliento comprueban que Alexander sigue vivo mientras atan a du Loq, pensando que les podría ser útil como prisionero. Pero entonces caen en la cuenta de que no se ve a Émerault por ninguna parte. La joven ha aprovechado la situación para alejarse de allí al galope.


SESIÓN 17. Sin perder un momento, Friedrich comienza a buscar algún rastro del paso del caballo de la hija del conde Arnault, mientras Werner carga a Alexander sobre uno de los caballos y a du Loq sobre otro, aunque primero se encarga de maniatar al lugarteniente de Godofredo de Inodin. El cazador le grita un aviso. Ha encontrado algo, y como imaginaba, señala en dirección al interior del bosque.

Alejándose del río se internan en la espesura. Siguen durante un trecho, entre señales del paso de Émerault. Entonces oyen un grito más adelante, un chillido de terror. Werner se queda sujetando las riendas de los caballos mientras Friedrich se adelanta, con el arco en las manos y una flecha puesta sobre el mismo.

El cazador llega hasta un claro. Allí distingue a Émerault derribada sobre el suelo, con dos bestias encima. Dos hombres cabra, como los que ya han enfrentado anteriormente. Por sus gestos y disposición, parece claro que tienen intención de forzar a la doncella. Otro de estos monstruos se encuentra algo más atrás, tratando de sujetar las riendas de la yegua que cabalgaba Émerault.

Friedrich no pierde el tiempo. Apunta y deja partir la flecha contra uno de los seres, que grita de dolor con el astil de la flecha que parece brotar de su espalda. El cazador toma su lanza y corre contra el otro monstruo, que le hace frente con una porra de madera nudosa. De una lanzada Friedrich atraviesa su cuello, luego se gira para hacer frente al tercer atacante mientras el herido por la flecha se repone lo suficiente como para incorporarse a la lucha.

Entonces llega Werner, quien no ha podido esperar sin hacer nada mientras su compañero se precipitaba al peligro. El mercenario se une al combate hacha en mano. Juntos, los dos aventureros terminan pronto la lucha, y los monstruos yacen muertos a sus pies. Werner ayuda a incorporarse a una traumatizada Émerault mientras Friedrich tranquiliza y recupera a la yegua.

Al regresar donde se encuentra Alexander descubren que du Loq ha tratado de huir, pero alcanzan al soldado no mucho más adelante, allá donde se ha caído de su montura -con una pierna rota y las manos atadas, complicado lo tenía para gobernar al animal por el bosque-. Vuelven a cargar al prisionero sobre el caballo y se alejan de allí lo más rápido que pueden, temerosos de la presencia de más hombres cabra o soldados de Hauterre.

El resto del viaje está desprovisto de incidentes. La experiencia ha sido muy dura para Émerault, aunque la muchacha parece recomponerse poco a poco, mostrando mayor voluntad y resolución de la que cabría esperar al principio. Finalmente alcanzan la confluencia del Froideau con el río Loup, que es el lugar en el que se alza el castillo de Clève.

Los viajeros son recibidos en la fortaleza, y se les proporcionan los cuidados necesarios. Alexander está incapacitado por su herida para negociar nada, así que Werner y Friedrich se encuentran con la difícil tarea de convencer al conde Elbert para que acepte la propuesta de matrimonio. Explican la situación ante el conde y su esposa Beatrix y en presencia de sus dos hijos gemelos, Konrad y Rainer, ambos apenas entrados en la veintena.

Friedrich expone el caso, pero el conde Elbert no parece muy convencido. No así su esposa, que contempla con más simpatía la posibilidad de enlazar su familia con la de Sainsprit... y es que un hijo de su primogénito y de Émerault podría llegar a heredar tanto Clève como las tierras que ahora gobierna el conde Arnault. Pero Elbert no desea involucrarse en la guerra con Hauterre. Eso le proporcionaría una excusa a Lieja para atacar sus propias tierras, afirma, ambicionadas por el príncipe obispo desde hace largo tiempo. No, no habrá matrimonio. De todos modos, son bienvenidos en Clève, pueden descansar y tener por seguro que su compañero será bien atendido de su herida. Esta noche habrá una cena en honor a la visita de la hija del conde Arnault, concluye.

Regresan a sus aposentos tras la audiencia con el conde. Allí discuten opciones. Que en realidad no parecen ser muchas. Principalmente hablan sobre si habrían de dejar a Émerault en Clève o no. Los caminos no son seguros, eso es evidente, pero la neutralidad del conde podría verse comprometida por la presencia de la doncella. Quizá podría llegar a entregarla a Philippe de Hauterre, se temen. Mientras, se preparan para la cena. Por lo menos, comenta Friedrich, a la muchacha parece haberle gustado lo que veía cuando miraba a los gemelos.

En la cena Émerault es situada en un lugar de honor, entre Konrad y Rainer. Werner y Friedrich, como plebeyos que son, se sientan en un puesto muy apartado de la mesa principal, entre otros invitados de igual y escasa importancia. Friedrich pasa el rato charlando con un fraile que ha sido invitado a la mesa del conde, algo por lo que el religioso se felicita tras largos viajes por caminos solitarios, sombríos y peligrosos. Werner bebe, prestando menos atención a las mujeres de lo que es habitual en él, sus pensamientos volviendo una y otra vez hacia Mathilde.

Llegado cierto punto, el fraile explica que ha llegado el momento de solicitar al buen conde que le permita bendecir a los presentes, lo que Friedrich recibe con cierta suspicacia. Puesto en pie, el religioso se dirige hacia la mesa principal, los brazos unidos entre las mangas de su hábito, realizando su petición al conde. De buen humor y con unas cuantas copas de vino ya bebidas, Elbert accede de grado. 

Una corazonada pone a Friedrich en pie, sobresaltando a Werner. El cazador salta sobre su mesa y corre hacia el fraile, haciendo que los guardias reaccionen para intentar detenerle. En ese momento el fraile separa sus manos, mostrando la daga que empuña una de ellas, con la que ataca al conde. Elbert interpone un brazo, que se lleva un corte. Antes de poder asestar otra puñalada, el fraile cae al suelo derribado, pues Friedrich le ha saltado encima.

El cazador sujeta el brazo armado del asesino por la muñeca, golpeándola contra el suelo hasta que la mano se abre dejando caer la daga. Los soldados detienen al fraile pero dejan tranquilo a Friedrich a un grito del conde Elbert. Evidentemente, el festín ha terminado. Los invitados abandonan apresuradamente el salón, mientras algunos soldados se llevan al asesino para que este sea interrogado en las mazmorras. Beatrix intenta examinar la herida que su marido ha sufrido en el antebrazo, pero este la rechaza y se pone en pie.

Si como sospecho, el asesino ha sido enviado por Philippe de Hauterre, anuncia, entonces ha dejado ya claras sus intenciones. Esta felonía no habrá de quedar sin consecuencias. Por lo tanto, acepto la oferta de matrimonio, y la doncella Émerault de Sainsprit contraerá nupcias con mi primogénito, Rainer.

Ese anuncio conmociona a los miembros de la familia, pero a nadie tanto como a los dos gemelos. Friedrich, observador como siempre, no se pierde el detalle de cierto mohín de decepción en el rostro de Émerault. La muchacha había estado prestando mucha mayor atención a Konrad. Ojalá que esto no cause problemas en el futuro, piensa.

Y ahora, prosigue el conde, convocaré a mi mesnada. Mis caballeros y yo cabalgaremos en ayuda de nuestro buen amigo Arnault de Sainsprit, para permanecer a su lado en la batalla contra el felón Philippe de Hauterre.

Contentos por este giro de los acontecimientos, los dos aventureros se felicitan durante unos breves instantes, porque en ese momento el conde se derrumba sobre su asiento mientras comienza a sudar abundantemente. Su esposa Beatrix le examina, así como a la daga, declarando al cabo que su marido ha sido envenenado.

***


Me supo fatal. El jugador de Rodrigo había creado un nuevo personaje con el que apenas pudo jugar unos minutos antes que una flecha le provocase una herida grave y lo dejara fuera de combate -ya había gastado sus Puntos de Suerte en alguna tirada de interacción social con Émerault y para repetir alguna de las tiradas con las que le atacaron, sin que ni siquiera eso le salvara-, así que de nuevo se quedó como testigo de lo que iba pasando. Yo hago las tiradas delante de todos, tanto para que comprueben que lo que ven es lo que hay como para evitar tentaciones de trampear en situaciones como esta. A la larga me parece que es mejor, pues deja claro que los éxitos de los PJ son merecidos y los riesgos reales, pero eso supone que en casos concretos puedan ocurrir cosas así. De todos modos el jugador se lo tomó bien, lo que fue un alivio para mí.

El jugador de Francesc, que seguía ausente por obligaciones laborales, se ahorró tener que preparar un nuevo personaje como le ocurrió al de Rodrigo, pero ahí estaba, pendiente a través de Internet para cualquier novedad que surgiese en la sesión que afectase a su personaje. A la semana siguiente se reincorporaría, a tiempo de recuperar a su PJ.

En varias ocasiones durante el transcurso de la campaña manifesté a los jugadores que ha sido una lástima el que ninguno de los PJ fuese un noble -Rodrigo es más eclesiástico que noble-, porque eso dejó fuera de su alcance todo lo referente a la intriga y relación cercana con los grandes señores de la región. Aunque en algunos casos han conseguido ganarse la confianza de nobles de elevada posición, su baja posición pesa mucho. A lo sumo son agentes valiosos, pero poco más. Un PJ de la nobleza habría dado mucho juego.

miércoles, 2 de diciembre de 2020

Probando Forbidden Lands


Los últimos meses he estado participando, en calidad de jugador, en unas cuantas partidas que empleaban las reglas Year Zero. Una primera toma de contacto fue con Mutant Year Zero, con una partida de una única sesión. El tema postapocalíptico no me tira mucho, la verdad, así que no estuve interesado en repetir. Sin embargo, el planteamiento de la campaña, con el mapa, la gestión de recursos y una actitud decididamente sandbox me gustó. Por otra parte, el sistema de juego despertó mi interés entre poco y nada.

No mucho después jugamos algunas sesiones con Coriolis, aunque aquí el director de juego optó por emplear reglas distintas; jugamos con Fate, que tampoco es que me apasione precisamente, pero en fin. No me pude formar una opinión sobre el juego, que aunque contaba con las notas distintivas de una atmósfera de culturas de Oriente Medio y un tratamiento de ciertos elementos que no dejan claro si se trata de algo realmente sobrenatural o de la Ley de Clarke -eso estuvo bien-, en el fondo no encontré muy diferente a Traveller o a otros juegos de ciencia ficción de temática similar. Quizá con más tiempo, no sé. La ci-fi tampoco es exactamente lo mío.

El caso es que el director de juego no debió de sentirse muy satisfecho con el resultado, porque tras cuatro o cinco sesiones pasamos a otro más, en esta ocasión Forbidden Lands. Aquí los resultados están resultando mucho mejores, espero que la campaña se consolide lo suficiente como para durar una buena temporada.

Forbidden Lands es un juego que recurre a los tropos de D&D dentro del mismo sistema que engloba a tantos juegos de Free League, y lo hace con esa tendencia al sandbox que parece ser marca de la casa en varios de sus títulos. El planteamiento de la campaña difícilmente podría ser mejor: un enorme mapa que representa una tierra todavía en proceso de exploración y colonización, multitud de localizaciones que visitar, reglas para los viajes que tienen en cuenta el suministro de vituallas, muchas tramas dispuestas por el lugar. Y los personajes en medio de todo, decidiendo qué hacer, dónde ir, cuáles son sus objetivos. Una campaña que me hace salivar. Lástima que mi interés por el sistema no vaya a la par.

La mecánica básica de este sistema consiste en lanzar una reserva de D6´s formada a través de la suma de característica + habilidad + bonus diversos. De dónde sale cada dado es importante, así que la reserva ha de estar compuesta por dados de diferentes colores que indiquen su procedencia. Se consiguen éxitos por cada seis obtenido. Luego viene la parte novedosa.

Y es que es posible repetir los dados que no han obtenido un éxito en la primera tirada, a excepción de los dados de características que hayan obtenido un uno. En esta segunda tirada, cada uno obtenido en un dado de característica significa sufrir daño o fatiga a la fuente de la reserva -la característica en sí-, a la que se le suman los unos obtenidos en la primera tirada (que no tienen efecto si no se quiere volver a tirar los dados). No sé si ha quedado bien explicado, pero la cosa va de que es posible forzar el intento de éxito corriendo riesgos. 

Más aún, para asegurarse de que un jugador no se decida sencillamente a no correr nunca el riesgo -después de unos pocos intentos me pareció mala idea repetir tiradas-, los unos obtenidos en los dados repetidos son también la forma de conseguir puntos de voluntad, que es la moneda que se gasta para usar muchos talentos especiales de los personajes, y necesarios también para la magia. Así que si quieres utilizar esa capacidad tan útil primero tendrás que acumular algunos puntos de voluntad fastidiando alguna tirada.

Los talentos y el equipo pueden proporcionar dados adicionales a las tiradas, pero en el caso de las armas y herramientas se corre el riesgo de que resulten estropeados o dañados por el uso -la mecánica de los unos funciona con ellos, reduciendo el bonus que ofrecen hasta que queden inservibles-.

Estoy intentando que el sistema me guste, porque el planteamiento de la campaña me parece sublime. No puedo quitarme de la cabeza que si la estuviésemos jugando con alguna iteración de D&D o similares, o algún otro sistema que me llame más la atención, yo estaría disfrutando de lo que probablemente habrían sido las mejores partidas en las que he participado como jugador en años. Tal y como está la cosa, me conformo con llegar a acostumbrarme al sistema, porque no creo que llegue a gustarme de verdad, y tratar de no pensar mucho en lo que podría haber sido.

Dejando a un lado mis consideraciones personales, el juego cubre, hasta donde he llegado a ver, todas las eventualidades habituales en este tipo de campaña. Los viajes requieren preparación, porque pueden presentarse muchos problemas. Hay que cubrir las posiciones de guía y centinela, hay que montar campamentos y vigilar mientras tanto. Forrajear para conseguir comida y agua, que se van agotando... todo funciona mecánicamente de una forma sencilla, pero el hecho de que se consideren ya es un plus. Y tengo entendido que también se contempla la creación u obtención de fortalezas, en las que los magos pueden montar sus laboratorios y cosas así. Bueno, apenas llevamos unas pocas sesiones, ya se verá más adelante, si la cosa prospera.

Los personajes pueden pertenecer a lo que aquí llaman estirpes, las habituales razas de D&D: elfos, enanos, medianos y, con una nota de color, goblins, que están relacionados con los medianos de forma curiosa. Aunque hay algo parecido a las clases de personaje, estas no afectan demasiado en la diferenciación de los mismos, se distinguen principalmente por una serie de talentos específicos disponibles para cada profesión que es lo que realmente marcará la diferencia entre una y otra. Luego hay una serie mucho más extensa de talentos generales que pueden ser obtenidos por cualquier personaje. Igual que las habilidades, nada impide aprender cualquiera de ellas a ninguna de las profesiones -de todos modos, la lista de habilidades es bastante breve y sencilla-. Mejorar las características con experiencia es imposible, mejorar las habilidades -sus dados cuentan con alguna ventaja respecto a los de las características a la hora de realizar una tirada- es muy caro, igual que la magia. Lo más fácil de mejorar son los talentos, aunque como éstos suelen tener más de un nivel de maestría, al final resultan costosos. Pero es en este apartado en el que un PJ se distinguirá realmente de otro.

La salud de un personaje se mide por sus puntos de características. Si por daño sufrido debido a cualquier causa -incluyendo la obtención de unos repitiendo tiradas- una característica llega a cero -creo que es justo en ese momento- se realiza una tirada en una tabla de heridas críticas, a ver qué le ha pasado. Esa tabla es a la que hay que temer realmente, es la que provoca las lesiones con secuelas permanentes y supongo que también la muerte del PJ -todavía no ha cascado nadie en lo que llevamos jugando-. 

De la ambientación en sí, la historia de la región me recordó un tanto a la del Paso del Dragón en Glorantha: una zona vedada a los humanos tras una catástrofe mágica de enorme magnitud que mantuvo a todo el mundo fuera de la zona durante mucho tiempo. Ahora que el peligro, una niebla rojiza que lleva la muerte a quien cubre y que antes cubrió toda la región, ha remitido -una leche, en tres sesiones ya nos hemos topado dos veces con bancos de niebla escarlata, maldita tabla de encuentros-, la región está siendo recuperada. Todo eso tiene que ver con un brujo de inmensos poderes que vivía en el lugar o algo así. No me ha quedado muy claro por el momento.

En fin, si te gusta el sistema Year Zero y la fantasía, más aún si te gusta al estilo D&D y las campañas sandbox tipo hexcrawl, Forbidden Lands ofrece todo esto. Sí, mis inclinaciones personales van por otros derroteros en lo que al sistema se refiere, pero puedo reconocer que el juego es magnífico, una campaña que dará para mucho, mucho tiempo.

lunes, 30 de noviembre de 2020

Val-du-Loup (Sesiones 14 y 15)

El escenario Prelude to war es de esos que ofrece mucha libertad de actuación. Describe el planteamiento, los PNJ implicados y las localizaciones importantes de la zona en la que se desarrolla. Una serie de acontecimientos probables para terminar y los PJ ahí en medio de todo el lío, a ver qué pasa. En el caso del grupo con el que jugamos la campaña, lo que pasó es que les capturaron antes de llegar hasta el convento y terminaron en las mazmorras del castillo de Inodin. Lo que ocurrió después conformó algunas de las situaciones más dramáticas que se han visto hasta el momento en la campaña.






***


SESIÓN 14. Durante las primeras horas de cautiverio los prisioneros son dejados tranquilos. Excepto Werner, a quien su imprudencia llevó a insultar al carcelero, quien junto con otros dos guardias le propinó una soberana paliza. Dejan al mercenario tirado en el suelo, pero con la promesa de regresar más adelante, que en estas mazmorras, le explican, se da mucho y buen uso a tenazas y hierros candentes. Sus compañeros, impotentes en sus celdas, solo pueden escuchar los golpes y gritos ahogados de dolor de Werner.

Pero algo de suerte hay en medio de todo este desastre. Varias horas más tarde Rodrigo oye como alguien comienza a abrir la cerradura de su celda, poniendo mucho cuidado en no hacer ruido alguno. El caballero templario se pone en pie, listo para lo que entre, que para su sorpresa se trata de una joven, la misma que se quedó mirando a Werner desde la ventana de la torre. En una mano porta el manojo de llaves de las celdas, en la otra un cabo de vela de sebo con la que ilumina mortecinamente el lugar.

La joven se presenta como Mathilde, y resulta ser nada menos que la esposa de Godofredo de Inodin, señor del castillo. Ha visto como capturaban a los aventureros y tiene una oferta que hacerles. Y es que su marido es un verdadero monstruo, cuenta. Un sádico que gusta de atormentar a quienes son más débiles, y que ha enviudado ya varias veces. Ninguna de sus esposas ha sido capaz de darle un hijo, y cuando eso queda claro, acaba por hacerla matar para casarse de nuevo con alguna muchacha. Mathilde contrajo nupcias cuando contaba con apenas trece años. Ahora, con diecinueve, tampoco ha podido dar un hijo a su marido. Sabe que sus días están contados, y pronto acompañará a las anteriores esposas de Godofredo.

Su oferta es sencilla, pues. Se trata de facilitar la libertad del grupo si los aventureros acceden a llevarla consigo en la fuga. Rodrigo no se lo piensa dos veces y accede. No se le escapa al templario que cuando Mathilde ha mencionado a sus otros compañeros ha mostrado especial interés, aun tratando de ocultarlo, por Werner.

Los carceleros están dormidos, informa la joven, ebrios por el vino "especiado" que les he hecho llegar. Rápidamente Rodrigo toma las llaves y abre las puertas de las celdas de sus compañeros. Todos se reúnen listos para la huida, aunque Werner, con el rostro hinchado por los moratones, cojea y respira con algo de dificultad tras la tunda.

Deslizándose en silencio por la cámara donde los carceleros roncan sonoramente el grupo sube las escaleras que llevan al primer piso de la torre en la que se encuentran. Allí Mathilde les señala la sala en la que se encuentran sus efectos personales. La puerta está cerrada con llave pero Francesc, hábil en estos menesteres, abre la cerradura valiéndose de algunos instrumentos improvisados, unos alfileres suministrados por Mathilde. Recuperan sus cosas excepto el dinero, que ha desaparecido. Evidentemente, las monedas no tienen dueño, debieron de pensar los soldados que les tomaron prisioneros.

Asomando al patio de armas, deciden sobre la mejor ruta para su fuga, ya que el plan de Mathilde no llegaba más allá de sacarles de las celdas. La puerta del castillo está guardada, con el portón cerrado y el rastrillo bajado. Imposible salir por ahí, deciden. Optan por ascender por la torre hasta llegar a los accesos que lleven a las murallas y una vez allí usar sus cuerdas para bajar al exterior.

Más fácil de decir que de hacer. Arriba, entre las almenas, junto a la puerta que conecta la torre con la muralla, divisan a un centinela, calentándose las manos cerca de un brasero. Francesc propone que le dejen ir delante, para tratar de apuñalar al guardia con el mayor sigilo posible, a ser posible sin que lo descubra su compañero más próximo, que vigila más adelante en otra parte del lienzo de muralla.

El plan casi tiene éxito, Francesc se aproxima sin ser detectado, pero no es capaz de asestar el golpe con la suficiente fuerza como para atravesar la cofia que cubre cabeza y nuca del guardia. Este, asustado por el ataque, grita al arma, al arma, alertando a sus compañeros. Frances masculla un ¡collons! mientras suenan los gritos de los guardias que se aproximan. Perdida toda sorpresa, Rodrigo, Friedrich y Werner corren para unirse a él.

Comienzan a llegar guardias de ambos tramos de la muralla, aunque en el lado opuesto al que se encuentra Francesc los soldados han de cruzar la sala de la torre en la que está Rodrigo, que grita a sus compañeros que se apresuren mientras embiste la puerta con su escudo, soltando estocadas para hacer retroceder a los soldados y mantenerles fuera. Friedrich y Werner salen a la muralla a tiempo de ver como Francesc, tras apuñalar repetidamente al centinela, lo arroja por las almenas hasta las piedras que aguardan abajo, a una docena de metros. Mathilde les acompaña angustiada, aterrorizada por lo que ocurrirá si son capturados.

El cazador y el mercenario comienzan a luchar y rechazar a los soldados, mientras Francesc envuelve una almena con un lazo de su cuerda y arroja el resto abajo, para a continuación comenzar a descender. Pero la suerte no le acompaña. En lo más alto de la torre hay otro centinela y este arroja un venablo contra el catalán, acertándole en la cabeza. La cofia de cuero de Francesc le salva de morir en ese mismo instante, pero el golpe es tan violento que le hace soltar la cuerda, precipitándose contra el suelo con un tremendo golpe.

Rodrigo, que para entonces ha podido poner una traba en la puerta que estaba protegiendo, se reúne con sus compañeros. Evalúa la situación y de inmediato toma una decisión. Bajad ya, yo cubriré vuestra marcha, les grita. Aprovechando un momentáneo respiro, Friedrich comienza a descender, seguido de Werner, quien lleva a Mathilde firmemente agarrada a su espalda. Mientras, Rodrigo comienza a defenderse de los golpes de sus atacantes, cada vez más numerosos.

Llegados al suelo sanos y salvo -aunque el guardia de la torre ha tratado de matar a Werner arrojándole una pesada piedra-, los fugitivos encuentran tirado el cuerpo de Francesc. Todavía respira, aunque débilmente, con un tasajo de carne colgando visiblemente y dejando el hueso del cráneo al descubierto. Friedrich carga con su cuerpo, y pronto todos están huyendo a toda prisa, tratando de alcanzar el linde del bosque en busca de refugio y una protección siquiera momentánea.

En la muralla, los soldados terminan abrumando a Rodrigo por su número. El templario encaja varios golpes y aunque su recia cota de malla le protege de la mayoría, finalmente su brazo es atravesado por una lanza. Con un gesto de dolor suelta la espada y se sujeta el brazo herido, ofreciendo su rendición. Afortunadamente, piensa, el resto ha tenido tiempo de escapar.


SESIÓN 15. Los fugitivos no tienen un momento que perder. Desde la relativa cobertura de los árboles observan, mientras recuperan algo de aliento, como las puertas del castillo se abren. Sale un grupo en su persecución, incluyendo algunos jinetes. Pero lo peor es que llevan perros consigo. Friedrich se pone en pie e insta a Werner y Mathilde a hacer lo mismo. Hay que correr o morir, explica. Y qué hacemos con Francesc, pregunta su compañero. Friedrich mira al caído, inconsciente todavía por el golpe recibido y la caída. Durante unos instantes piensa en abandonarlo, pero pronto rechaza la idea. Nos turnaremos en cargarlo, responde a Werner, o lo llevaremos entre los dos. Lo que haga falta.

Así que corren por sus vidas. Los ladridos de los perros suenan a lo lejos tras ellos, y a veces llegan a distinguir las luces de alguna antorcha portada por sus perseguidores. Cubiertos de sudor y fatigados hasta casi la extenuación siguen hasta que despunta el alba, alcanzando un pequeño torrente. Pudiendo ver ahora algo mejor, Friedrich indica a Werner que siga adelante con Francesc y Mathilde, él se les unirá pronto. El mercenario, sin fuerzas ni aliento para discutir, hace lo que le han dicho.

Werner retrocede entonces, y comienza a preparar un rastro falso, algo de lo que es capaz gracias a su experiencia como cazador en estos bosques. Cuando decide que ha hecho todo lo que puede en el escaso tiempo del que dispone regresa hasta el punto inicial corriendo por el torrente de agua. Se reúne con Werner en lo alto de un cerro, donde el mercenario había decidido parar, incapaz de dar un paso más pero dispuesto a vender cara la vida si le encontraban. Pero al cabo de unos minutos los ladridos se vuelven menos audibles y más lejanos. Parece que la treta de Friedrich ha funcionado.

Descansan un poco, lo mínimo necesario para recuperar un poco el aliento. Luego se ponen de nuevo en marcha. No tienen demasiado claro dónde se encuentran, pero saben que si siguen lo suficiente hacia el este darán con el camino que conduce hasta Santa Clarisa. Una vez allí esperan poder pedir refugio a las monjas, para poder recuperarse antes de emprender el camino de regreso. Pero el trayecto es largo, y más moviéndose por el bosque, pues no se atreven a dejarse ver en el camino, seguramente plagado de tropas de Hauterre estos días.

Hay otro problema, y es que la herida sufrida por Francesc en la frente tiene mal aspecto. Se muestra tumefacta y caliente al tacto. Se ha infectado, constata Friedrich. Si no se le trata podría gangrenar, o provocarle unas fiebres al herido. En ambos casos, se trata de una sentencia de muerte. Hay que llegar al convento a tiempo.

Fuerzan la marcha, decididos a no parar apenas hasta llegar a Santa Clarisa. Quien peor lo lleva es Werner, agotado ya desde el principio por la paliza recibida en su celda. Pero el mercenario, aun faltándole el resuello para dar un nuevo paso, no se queja y sigue caminando. La herida de Francesc, todavía inconsciente, parece empeorar.

Son dos días terribles para quienes los viven, que les dejarán recuerdos imborrables en su memoria, de esos que asaltan durante el sueño en forma de pesadillas. Pero al fin llegan a su destino. Encontrando el camino se mueven en paralelo al mismo hasta divisar el muro del convento de Santa Clarisa. Friedrich sonríe, Werner y Mathilde se funden en un abrazo.

Pero al llamar a la puerta nadie responde. Ni cuando se ponen a dar voces. No se ve ni se oye a nadie en el lugar. Friedrich salta y se encarama al muro. Desde allí tiene una visión del convento con los varios edificios que componen el lugar... pero ni un alma a la vista. Desalentado, baja por la parte del interior y retira la traba de la puerta para que sus compañeros puedan pasar.

Santa Clarisa está desierta. Registrando el lugar no encuentran personas, pero tampoco animales ni comida. Los huertos muestran las plantas a medio crecer y hay algunos árboles frutales con las ramas aun llenas de frutas, que Mathilde comienza a recolectar. Pero ni rastro de las monjas. Es como si se hubieran marchado llevándose consigo todo aquello que sea de valor.

Al menos tienen algo que comer y agua en abundancia. Mientras mastican la fruta piensan en sus opciones. Regresar por el camino con Francesc es algo casi imposible, acabarían por atraparles. Quizá, discuten Werner y Friedrich, en voz queda para que no les oiga la joven, sería mejor dejarle aquí. O terminar con su sufrimiento. Pero al fin deciden que no harán eso. No dejarán atrás a su compañero. Y no después de haber cargado con su gran peso -Francesc tiene TAM 17- durante tanto tiempo.

Además, tampoco han visto ni rastro de los libros, en especial del que venían a buscar. Los dos se ponen a rebuscar mientras Mathilde comienza a aplicar compresas de agua en la frente del herido. Y terminan por dar con una trampilla oculta en el scriptorium. La trampilla, tras forzar el candado con el que está cerrada, conduce a una sala en la que se encuentran muchos libros, obras de arte realizadas por las religiosas del convento. Como ni Werner ni Friedrich saben leer llaman a Mathilde, para que inspeccione los volúmenes por si estuviese aquí el que les han encargado llevar al abad Venerius. Mathilde constata que no es así. Cuando la joven sale, para seguir atendiendo a Francesc, los dos amigos deciden que no pasará nada si se llevan consigo dos o tres de esos libros, que son realmente valiosos, para venderlos más adelante. Se los llevan consigo ocultos, para que Mathilde, quien sin duda se horrorizaría por el robo, lo descubra.

Ahora falta decidir qué hacer para llegar de nuevo a la orilla del Froideau en posesión de Sainsprit. Friedrich tiene entonces una idea. Rebuscando en el convento encuentra suficiente tela como para poder hacer numerosos vendajes. También da con unas pequeñas campanillas que ata a un extremo de su lanza, tras envolver la punta en paño, para disimularla como si fuese un bastón. Con estos vendajes nos haremos pasar por leprosos, explica a sus compañeros. Así viajaremos por el camino, confiando en que nadie se atreva a registrarnos. Encuentran un carro de dos ruedas en el que poder cargar a Francesc.

Al día siguiente el grupo se pone en marcha. Para su satisfacción, parece que lo más grave de la herida del catalán ha remitido por sí misma. Francesc es duro y ni siquiera todo lo que ha sufrido podrá acabar con él, si el grupo puede conducirle hasta alguien que le pueda tratar decentemente los males que le aquejan.

Y así viajan, fingiéndose leprosos. Un par de veces durante el trayecto por el camino son parados por patrullas a caballo, a quienes explican que viajan hasta la leprosería que se encuentra en Eonach, en busca de la caridad del buen abad Venerius. Poco deseosos de registrar a los afligidos por la más temida de las enfermedades, los soldados son fácilmente convencidos.

Tras un par más de días así -en los que entre Mathilde y Werner ha aflorado ya el amor, para deleite de la hasta ahora afligida joven y sorpresa del hasta ahora mujeriego Werner-, llegan de nuevo a las inmediaciones del puente que cruza el Froideau. Aquí optan por despojarse de sus disfraces de leprosos para aguardar la noche. Y en ese momento aproximarse en silencio todo lo posible y después cruzar a todo correr la distancia a campo abierto que les separa del puente, antes de ser descubiertos por los jinetes que vigilan desde la colina cercana. El plan les funciona, y pronto están frente a los guardias de Sainsprit, que les detienen. 

***


Esta última sesión me pareció tremenda. No hubo combate, pero sí aventura, en el sentido de las novelas más clásicas del género. La disfruté enormemente, y los jugadores estaban tensos, sentados en el borde de sus asientos. Pero pasándolo bien. Afortunadamente el jugador de Francesc no pudo acudir aquel día. No solo se ahorró una sesión en la que no habría podido hacer nada, sino que no tuvo que escuchar las conversaciones en las que Friedrich y Werner sopesaban la opción de abandonarle o de directamente cortarle el cuello para ahorrarle sufrimientos. Y es que cargar con él durante la huida resultó un suplicio para los PJ.

Peor aún lo tuvo el jugador de Rodrigo, que no sabía nada del destino que habría podido correr su PJ tras ser apresado de nuevo. Le sugerí que creara un nuevo PJ con el que jugar hasta, o sí, Rodrigo volviese a estar disponible. Eso es lo que hizo, pero lo que ocurrió con el nuevo PJ fue de traca, lo que se verá en la siguiente sesión.