Todo género tiene sus raíces. En el caso de la fantasía literaria, aunque no sería descabellado remontarnos hasta mucho atrás, la encarnación moderna del género, tal y como lo conocemos ahora, probablemente se asienta sobre unos cuantos autores de finales del siglo XIX y principios del s. XX. Y Lord Dunsany (Edward John Moreton Drax Dunsany, XVIII Barón de Dunsany) fue tal vez el más importante e influyente entre ellos. Podría debatirse si incluso se trata del autor más influyente del siglo XX en este género.
Nótese que digo "influyente", y no "popular" o "más vendido", categorías en las que no destaca demasiado. Pero muchos de quienes sí lo hacen leyeron a Dunsany, y reconocen su influencia. Aprendieron de él. Del exotismo con el que dotaba a sus mundos imaginarios; de la creatividad de sus cosmogonías; de la forma en que establecía una atmósfera clara en un relato de pocas páginas. La fantasía no fue el único género que cultivó, pero es aquel por el que se le recuerda.
En 2021 la editorial Valdemar incluyó en su colección Gótica, con el número 116 dentro de la misma, esta antología de antologías que lleva por título Cuentos de un soñador y otras fantasías. En realidad, el volumen contiene cinco obras de Dunsany: Los Dioses de Pegäna (1905), El Tiempo y los Dioses (1906), Cuentos de un soñador (1910), El libro de los prodigios (1912) y El postrer libro de los prodigios (1916). Casi todos ellos son antologías de cuentos, que suman unos setenta. Solo faltan La Espada de Welleran (1908) y Cuentos de los tres hemisferios (1919) para tener completa esta faceta de la obra de Dunsany.
En el pasado ya escribí sobre alguna de estas obras publicadas en solitario (aquí), pero la edición de Valdemar, aparte de contar con la elegancia y valores de producción marca de la casa, está muy cuidada, con lo que creo que es una nueva traducción.
Por supuesto, estilísticamente estos relatos son hijos de su tiempo. Una prosa ligeramente arcaica, unos diálogos que siguen los patrones de obras más antiguas, como si formaran parte de Las mil y una noches. Para nada se parecen a lo que se estila hoy día, y encima recurriendo siempre al cuento corto, en lugar de a la serie (las trilogías ya se quedan cortas, parece) de novelas de setecientas páginas o más.
Ahora bien. el lector que pueda adaptarse a la forma y estilo de Dunsany encontrará aquí maravillas. No hay una historia mala, y si alguna no gusta mucho, tampoco importa, dada su brevedad. Pero joyas como Blagdaross, Donde suben y bajan las mareas, Días de ocio en el Yann, Carcasona o Una historia de mar y tierra son cuentos de los que hacen quedarse conmovidos, fascinados y admirados por la creatividad y habilidad del autor.
La mayoría de historias son de corte fantástico, a veces en mundos imaginarios, a veces en la Tierra, unos cuantos muestran la relación entre ambos, con una nebulosa frontera que puede ser cruzada. Hay dos ó tres incursiones en las historias de fantasmas, pero incluso estas suelen valerse menos por los tropos propios del género, quedando muy marcado el estilo de Dunsany.
A decir verdad, Dunsany brilla más como autor de cuentos que como novelista. Junto con La Espada de Welleran y Cuentos de los Tres Hemisferios, más la novela La hija del rey del país de los elfos -las demás no dan tan buen resultado- uno ya contaría con una parte notable de los cimientos de la fantasía literaria moderna.
Me siento un poco reticente a la hora de recomendar esta lectura a un lector acostumbrado exclusivamente a las publicaciones más recientes, aunque pienso que para más de uno resultaría un descubrimiento y una gran apertura de miras sobre lo que significa la literatura de fantasía. Para alguien que esté interesado en precisamente eso, en cubrir diferentes facetas de este género, obras como esta son casi de obligada lectura. Pero para quienes buscan remontarse a los orígenes del género con los autores que realmente lo fueron conformando, plantando las bases de lo que es ahora, bueno, a esos... bueno, muy probablemente no sea necesario recomendarles nada, porque ya poseerán estas antologías, ya sea en la de Valdemar o en otras ediciones.
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