jueves, 9 de agosto de 2018

Brachan el celta y otros recuerdos raciales, de Robert E. Howard

La editorial Barsoom publicó en 2011 esta antología de relatos que se conforma en torno a la figura de James Allison, un hombre gravemente enfermo y al que le falta una pierna, cuyo único aliciente para seguir con vida consiste en el uso de su extraña capacidad. Y es que Allison puede rememorar vidas pasadas, desde los orígenes de la especie humana hasta el siglo XIX, aunque parece que las que más le gustan son las vidas que tuvo como un gran guerrero en épocas prehistóricas.

Pero en realidad, no son tantos los relatos que comienzan con la triste historia de Allison. La más famosa -y probablemente la mejor- de estas historias, El valle del gusano, será de sobras conocida para cualquiera mínimamente aficionado a la lectura de la obra de Howard. Otro de los relatos que forman parte de esta serie, El jardín del miedo, es de los pocos que REH dejó completo en torno a la figura de Allison. Ambos han aparecido ya en antologías anteriores. Los que marchan hacia el Valhalla es menos conocido, y aunque queda por debajo de El valle del gusano -que está entre lo mejor que escribió el tejano- no deja de tener sus propias virtudes.

Aparte de estas tres historias, lo que podemos encontrar en el volumen de Barsoom es una serie de fragmentos inacabados e historias sin pulir. James Allison pudo haber protagonizado, o presentado, varios otros relatos, pero por un motivo o por otro la mayoría quedaron en dique seco. Una de estas historias, El guardián del ídolo, aparece en su forma completa a manos de Gerald W. Page, quien le proporcionó un desarrollo y final al relato con un estilo que le resultará familiar al aficionado a Howard.

Aunque no se puede decir lo mismo de Ghor, el parricida. Como explica Javier Jiménez Barco, traductor de los relatos de la antología, Ghor el parricida fue un experimento surgido en Fantasy Crossroads, un fanzine publicado durante los años setenta. Su editor, Jonathan Bacon, presentó allí un fragmento inédito de Howard, el inicio de una historia que llevaba por título El hijo de Genseric. Se propuso la continuación de la historia a varios escritores, algunos de ellos verdaderas luminarias del género, y en cada nueva entrega del fanzine se incluía un capítulo escrito por uno de ellos.

El inicio es de los más prometedor, pues Ghor, el protagonista de esta historia, nace en Vanaheim, tierra vecina a Asgard, donde se adora al dios Ymir. Es decir, que la historia quedaría situada en la Era Hiboria, lo que la convertiría en la única de este tipo al margen de las protagonizadas por Conan. Más que suficiente para despertar el interés de cualquiera que haya disfrutado con las aventuras del cimmerio.

Así lo entendieron los primeros encargados de seguir la historia más allá de lo que aparece en las escasas páginas escritas por REH, y que hablan de un recién nacido abandonado al frío y las fieras por sus padres debido a su pie malformado. Pero que sobrevive al ser adoptado por una manada de lobos.

Los primeros dedicados a continuar la historia, como decía, se esforzaron en adoptar un estilo similar, aunque sin llegar a la imitación burda, del propio de Bob. Karl Edward Wagner, Richard L. Tierney, Michael Moorcock, Andrew J. Offutt y algunos otros proponen que las aventuras de Ghor tengan lugar en los últimos años de la Era Hiboria, cuando reinos como Aquilonia y Nemedia caen o están próximos a hacerlo debido al avance imparable de pictos e hyrkanios. 

Pero a partir de cierto momento, uno de los autores, Darrell Schweitzer, decidió que lo que le interesaba añadir a la historia era algo que la iba a alterar por completo, haciéndola pasar de un relato propio de Robert Howard a uno de Michael Moorcock (quien en su propia aportación respetó la temática original). A partir de este punto la cosa se desmadra; Brian Lumley, Frank Belknap Long, Ramsey Campbell, Marion Zimmer Bradley, Richard A. Lupoff y el resto de escritores invitados se montan una trama con dioses -incluyendo los de la Ley y el Caos-, enfrentamientos cósmicos, espadas mágicas, viajes al inframundo y en general, un porrillo de cosas inimaginables en cualquier historia de REH, mucho más propias de lo que se escribía durante los años sesenta y setenta.

Así que al final, esta novela por entregas queda más como una curiosidad que como una obra con verdadera calidad. Y es que juntar a un montón de buenos autores no tiene por qué terminar en algo bueno. Antes bien, parece que los estilos y manías de cada cual hará que se pisen unos a otros, me parece a mí.

Al final, las mejores historias de Brachan el celta y otros recuerdos raciales se encuentran ya en otras antologías. Si ya has leído El valle del gusano, El jardín del miedo y Los que marchan hacia el Valhalla, la única verdadera razón por la que te podría interesar este libro es la inclusión de los fragmentos inéditos -si te interesa la obra de Howard hasta ese punto, como es mi caso, lo confieso-, porque el resto, incluyendo la mayor parte de Ghor el parricida, es totalmente prescindible.

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