martes, 27 de enero de 2015

La tierra cambiante, de Roger Zelazny

Publicado originalmente en 1981 -aproximadamente una década más tarde por Martínez Roca para su colección Fantasy, y mucho más recientemente por La Factoría- este es el segundo y último volumen que recoge las aventuras de Dilvish en su búsqueda de venganza.

Tras la batalla contra uno de sus aprendices, librada en una de las fortalezas que contienen sus vastos recursos mágicos, el hechicero Jelerak ha desaparecido por el momento, sin que nadie tenga una pista sobre su paradero. A eso se suma el hecho que otra de sus fortalezas parece sufrir una crisis. El lugar alberga a una poderosa entidad que sirve como fuente de poder para Jelerak. Nada menos que un Primigenio llamado Tualua, y esta criatura, normalmente mantenida en calma gracias a la ayuda de una antigua noble devuelta a la vida por el hechicero, se está volviendo cada vez más descontrolada. Y con su locura, el territorio alrededor de la fortaleza se ve mutado en un territorio extremadamente peligroso y caótico en extremo, aislando el castillo del mundo exterior.

La sociedad de hechiceros, declarada nominalmente neutral en el conflicto -pues temen a Jelerak- vigila de cerca el lugar, intentando disuadir a cualquiera que pretenda atravesar la tierra cambiante. Y no son pocos quienes tratan de hacer esto último, pues el poder que otorga el control de Tualua resulta muy tentador. Sólo uno de los que osan intentar cruzar no codicia el poder del Primigenio; Se trata de Dilvish, que está decidido a recorrer una a una si es necesario, todas las fortalezas de Jelerak hasta dar con su objetivo.

Al contrario que Dilvish el Maldito, primera parte de las aventuras del héroe regresado de los infiernos, La tierra cambiante no es una antología de relatos cortos, sino una novela completa. Su prosa recuerda en estilo mucho más a los últimos relatos de su antecesora que a los primeros.

Presentes en la novela encontramos unas cuantas tramas, protagonizadas por los personajes secundarios. Son tantas y de tal importancia que, en realidad, la historia de Dilvish se diluye un tanto en medio de todo lo que está ocurriendo, con el resultado de que al final, lo que haga o le ocurra a este personaje tiene menos relevancia en el conjunto de lo que el lector podría suponer al principio. Pero eso no supone un problema, en realidad. Las historias de los secundarios no dejan de ser interesantes, y forman un mosaico bien elaborado.

Nota curiosa el tratamiento que reciben en esta novela los Mitos de Cthulhu, presentes en el relato no sólo mediante el Primigenio Tualua, sino también con alguna que otra manifestación más. No aparecen como elementos de terror, aunque algo grotescos sí resultan. El propio Tualua ha sido concebido de forma muy original.

Aunque a primera vista, el final de la novela puede parecer un anticlímax, pensándolo más tarde llegué a la conclusión de que, en realidad, lo que hizo Zelazny fue salirse de los derroteros habituales en este tipo de historias, demostrando algo de imprevisibilidad. Aun así, el final de La tierra cambiante puede dejar descontento a algún que otro lector, que tuviese alguna idea preconcebida acerca de cómo deberían haber acabado las aventuras de Dilvish.

Al final la novela me gustó, no tanto por la historia en sí -a veces parece que Zelazny se valió de una historia y unos personajes que ya tenía para contar otra nueva, ahorrándose unas cuantas presentaciones-, como por el buen oficio que tenía este autor. Unos diálogos ligeramente irónicos, una trama muy bien hilvanada, algunos toques de humor, y mucha aventura. Leí el libro casi de un tirón, y me dejó muy buena impresión.

4 comentarios:

  1. "a veces parece que Zelazny se valió de una historia y unos personajes que ya tenía para contar otra nueva, ahorrándose unas cuantas presentaciones"

    Lo curioso es que esta novela es en realidad el inicio del personaje. A su mujer y amigos le gustó tanto que lo "obligaron" a hacer un spinoff-continuación-precuela de Dilvish, lo cual serian los cuentos.

    Tengo los libros de MR de cuando los publicaron y a mi los cuentos me entusiasmaron, la novela no tanto pero tiene momentazos como:

    "Atacadles con la parte curva de la espada, no con la punta"

    "A mi no me aterra que estén jugando a los dados, lo que temo es saber que se están jugando."

    O el hechizo de la mano gigante que luego copiaron en el Dungeons.

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    1. No sabía que los relatos eran una "precuela". Sí que la antología fue publicada después de la novela, pero di por sentado que lo que había ocurrido es que se habían recopilado historias que habrían aparecido con anterioridad en otras publicaciones, no que se escribiesen después de La tierra cambiante. Es muy curioso eso.

      Ciertamente, la novela tiene algunos momentos memorables.

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  2. Lo que me parece enorme es que en la novela se viertan y se utilicen tantos y tantos elementos, temas y personajes interesantes para 160-170 páginas. Además de la desbordante creatividad de Zeladny y su capacidad para re-imaginar tropos de otros géneros, me alucina porque hoy en día te escriben tres pentalogías con esas ideas.

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    1. Esa es una gran verdad, que se podría aplicar también a muchas de las novelas de la época, del tipo de las que publicaba Martínez Roca en la colección Fantasy.

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