lunes, 14 de octubre de 2013

Book of Quests (Sesión 3)

Hay sesiones que están gafadas desde el principio, y esta era una de esas. Una serie de imponderables fueron surgiendo antes y durante la sesión que acortaron el tiempo disponible para esta, lo que nos impidió concluir Caravan, algo que yo daba por sentado que sí haríamos. En fin, es inevitable que cosas así ocurran de vez en cuando, y como de todos modos jugamos con cierta regularidad, tampoco es como para lamentarse. Siempre habrá otra ocasión (espero).


En fin, los hechos acaecidos durante la sesión son bastante escasos, no hay mucho de qué hablar.

Como siempre, SPOILERS:

Una vez la misteriosa bestia que aparentemente había masacrado a los habitantes de Aylesford se ocultó de la vista de los PJ, estos comenzaron a trazar un plan para ir en pos del monstruo y darle caza. Primero buscaron el lugar más protegido de la aldea, para que allí se refugiasen Jhonen, Dalla y los carreteros. Se decantaron por lo que había sido el principal comercio-almacén del pueblo, el único edificio de piedra del lugar. El edificio ya había sido escogido por algunos habitantes de Aylesford como lugar para hacerse fuertes, pero todo evidenciaba el fracaso de defenderse allí: La puerta derribada, los cadáveres apilados en la entrada, y los cadáveres tirados por el edificio, allá donde la bestia debía de haber encontrado a los que se ocultaron allí.

En cualquier caso, no veían ningún lugar más apropiado. Así que repararon las defensas como mejor pudieron -ninguno de los presentes era un manitas, precisamente- y tras dejar al resto de la caravana en el interior del edificio, comenzaron a rastrear el pueblo.

Resultó que fue la bestia quien les encontró a ellos, y no al revés. Mientras Zacaris intentaba dar con su rastro, acompañado de Randall -Cedrak y el puma que le acompaña estaban algo más alejados-, el ser saltó desde lo alto de un tejado cercano, cayendo sobre el cazador, y atravesándole con su lanza. Zacaris cayó en un charco de sangre, al borde de la muerte, con la lanza profundamente clavada en su espalda.

Randall trató de mantener a raya a la criatura con su cimitarra, pero la bestia, haciendo gala de gran ferocidad, se abalanzó sobre el hechicero, mordiéndole en la garganta, y manteniendo sus fauces prietas sobre el cuello de Randall. Siendo inútil la cimitarra, el hechicero comenzó a clavar desesperadamente su daga en el cuello del monstruo.

Entonces llegó Cedrak, que comenzó a blandir su enorme espadón contra la bestia. El monstruo, sus movimientos dificultados por la daga que tenía alojada en su cuello, comenzó a resultar presa fácil para los ataques del bárbaro que, sin embargo, parecía haber perdido sus fuerzas, incapaz de alcanzar de lleno a su objetivo con un tajo eficaz (en varias tiradas de 2d8+1d4, el jugador de Cedrak no ha superado los 12 puntos de daño, y su resultado más habitual es 7 ó menos).

La pelea devino en una carnicería cuando, ante los repetidos mandobles de la espada, el monstruo vio como su pierna izquierda resultaba amputada. Así y todo, su rabia y ansia de sangre no parecía tener límites. A tres patas avanzó contra Cedrak, en un intento de acabar con el bárbaro a dentelladas.

Pero Randall, que ya se había recuperado, a pesar de tener una seria herida en su brazo derecho, empuñó la cimitarra con la zurda y se unió de nuevo al combate, asestando golpe tras golpe hasta dar muerte al monstruo.

Algo más tranquilo, el hechicero comenzó a recurrir a su magia para sanar sus heridas y las de sus compañeros, en un trance curativo que duró más de hora y media. No se atrevieron a extraer la lanza de la espalda de Zacaris hasta que este no hubiese recuperado suficientes fuerzas como para resistir el trauma. Pero finalmente los tres se recuperaron lo suficiente como para regresar al refugio en el que les aguardaba el resto de la caravana, llevando consigo la cabeza de la bestia.

No sabían lo que era, ni estaban seguros de que fuese la única de tales criaturas que merodeara por la zona. Pero Jhonen deseaba enterrar adecuadamente a los habitantes de Aylesford, algo en lo que Cedrak y Zacaris estuvieron de acuerdo, para partir de regreso al sur al día siguiente. Randall intentó convencerles de que partieran lo antes posible, incluso aunque la noche estaba próxima, pero finalmente decidieron aguardar.

Más tarde, mientras el sol se ponía, y todavía estaban reuniendo a los últimos cadáveres de la aldea, Zacaris reparó en una figura que avanzaba sigilosamente desde el sur del pueblo, adentrándose en Aylesford. Rápidamente adviritió al resto, y todos se ocultaron aguardando al recién llegado.

Éste resultó ser un bárbaro gartharis, que muy aprensivamente, arco en mano, avanzaba por el interior del pueblo. Un intento de Cedrak de hablar con él fue recibido con el disparo de una flecha. Zacaris respondió a su vez con su arco largo, atravesando la pierna del gartharis. Ruido de cascos al galope. Otro bárbaro, este a lomos de uno de sus ponis de montaña, irrumpió en el pueblo, pero pronto dio media vuelta, repelido por los disparos de Zacaris. El bárbaro que iba a pie acabó ocultándose entre los edificios, y aprovechó la creciente oscuridad para huir del pueblo. Durante todo el enfrentamiento, un silbato había estado sonando fuertemente en el pueblo, su sonido traído por el viento desde el sur.

Pero los PJ divisaron un último detalle que les llevó a hacerse algunas preguntas. En la cercana arboleda, al sur del pueblo, vieron como el jinete se reunía con una carreta, sobre la que había una jaula vacía. Carreta y jinete abandonaron el lugar.

¿Estarían estos bárbaros relacionados con los que habían tratado de asaltar la caravana el día anterior? Eran saqueadores que trataban de conseguir un buen  botín del pueblo, quizá esclavos que transportar en la jaula de la carreta? ¿O la jaula era para la bestia, y el silbato que habían oído algún tipo de llamada para el monstruo? Los PJ no estaban seguros. Insistieron de nuevo para que el resto regresara al refugio, y hacerse fuertes allí hasta el amanecer, y entonces huir de Aylesford lo más rápidamente posible.

Cedrak, desde la pelea con la bestia había sentido el temor a fracasar en su papel de guerrero nato, de alguien que había sido adiestrado para el combate desde la infancia, pero que tal vez no estaría a la altura de la tarea que se había autoimpuesto, como guardián de Jedarak, la máscara totémica de su tribu. Taciturno, decidió continuar durante la noche con el entierro de los muertos.

Y cuando ya estaba depositando a los últimos cadáveres en la fosa que habían excavado, contempló con un escalofrío como uno de los muertos abría los ojos. De la boca y fosas nasales del cuerpo brotó una bruma fosforescente que adoptó la forma del cadáver... y que contemplaba a Cedrak con dolor, rabia y odio.

El bárbaro se vio presa de un temor supersticioso, agrandado por las oleadas de miedo y desesperación que emanaban del espíritu sin reposo. No pudo controlarse y echó a correr. Y justo en ese momento, un grupo de jinetes gartharis irrumpió en el pueblo, preparados para atacar a la caravana atrincherada allí.

Randall hechó de nuevo mano a su magia, calmando el terror de Cedrak con unas pocas palabras cargadas de poder. Zacaris, subido a un tejado, comenzó a disparar contra los jinetes. Y Cedrak, repuesto de su pánico, afianzó la postura mientras preparaba la espada para recibir al primer jinete incursor que ya se abalanzaba sobre él...

***


Y ahí, más o menos, es donde nos vimos obligados a dejar el asunto. Podríamos haber seguido algo más, pero sin estar seguro de que tendríamos tiempo para terminar esta batalla, preferí dejarlo en este punto para retomarlo con tiempo la próxima sesión.

Hay algo que me dio que pensar, en lo que a sistema se refiere, en esta sesión. La lucha con la bestia me gustó mucho, llena de momentos desesperados, en los que un PJ no podía usar su arma por estar trabado a distancia muy corta, y verse obligado a emplear una daga, o incluso las manos desnudas, para defenderse de las fauces del monstruo. Y las heridas que le iban infligiendo debilitaban a la criatura, pero que incluso mutilada como estaba, seguía luchando. Los propios PJ habían sufrido graves heridas durante el combate.

El caso es que ese tipo de combate, lleno de complicaciones, heridas menores y momentos de revolcarse por el suelo abrazado a un monstruo que está tratando de arrancarle la cara a bocados a uno, me parece apropiado para el estilo y género que quiero emular.

Sin embargo, los jugadores podrían no estar de acuerdo. "Combate patético-épico", llegó a llamar a esta lucha uno de los jugadores. Supongo que se pueden tener expectativas diferentes sobre lo que se espera en la mesa de juego y las reglas. Pero ese tipo de lucha tan desesperada me gusta, y realmente, lo encuentro más heroico -palabra que, en justicia, puede tener muchas acepciones, a veces contradictorias-, que otros sistemas en los que resulta mucho más fácil que los PJ brillen y molen mucho.

Otro de los jugadores, que lleva a Cedrak -y que en la anterior campaña jugaba con Tekla, la joven bruja báltica, así que para él el uso de las reglas de combate y heridas es casi una novedad- dijo que habría que buscar la forma de congraciar la idea que él tenía de su PJ cuando lo concibió con la realidad que permitían las reglas. Lo cierto es que tuvo muy mala suerte con ciertas tiradas. Creo que el potencial del bárbaro es muy grande, y con algo de experiencia puede acabar siendo algo más parecido a lo que tenía en mente. Pero el tiempo lo dirá.

5 comentarios:

  1. Lo de "combate patético-épico" lo solté yo :D

    Y hombre, un poco de vergüenza ajena y pena si que sentí al comienzo. A ver, que salimos a cazar al bicho y antes de que lo viéramos ya nos vio él, nos saltó encima, dejó a uno fuera de combate de una leche, no hubo luego manera de atinarle convenientemente porque cerraba distancia, hasta bien entrado el combate, y sobre todo, tuvimos una mala suerte de esas que rompen la estadística.

    En cualquier caso, evidentemente es una sensación subjetiva. A mí me pasa mucho que cuando se toma un plan de acción (y aunque este plan sea malo uno cree que lo ha hecho bien), si luego nada sale a derechas me abruma bastante. Además, también estoy muy condicionado por los años de jugar de una determinada manera, ni mejor ni peor, simplemente diferente. Pero no quiere decir nada más que eso: una sensación personal de vergüenza o frustración. Según avanza la cosa me fui levantando el ánimo.

    Pero vaya, que está claro que debo controlar más mi emotividad y visceralidad. Normalmente lo hago, pero últimamente no ando muy fino. Si sirve de algo, te aseguro que el componente de crítica en mis aseveraciones es mínimo, y principalmente es una exteriorización de sensaciones apasionadas absolutamente subjetivas.

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    1. Tranquilo, que no me lo tomé a mal ;).

      Ya sabes lo que ocurre con los planes y el contacto con el enemigo... Sobre todo si el enemigo en cuestión es un bicho bastante hábil ocultándose y emboscando. Y sí, tuvisteis mala suerte, pero al final os recuperasteis y la cosa terminó con su cabeza decapitada.

      Es cierto que el combate se mueve con una dinámica muy distinta a la de, por ejemplo, Pathfinder. RQ también tiene una fuerte carga táctica, pero las elecciones y los resultados son de otro tipo. Encuentro muy evocador ese tipo de lucha a brazo partido, en el que uno puede acabar tirado por el suelo mientras cose a puñaladas a su rival. Pero me preocupa un poco que a vosotros no os haga ninguna gracia. Ya sabes: ¡Pelea de gusanos!

      Así que toca ir tanteando un poco para encontrar un equilibrio que resulte aceptable para todos.

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    2. A mí en la campaña anterior me gustó lo que el sistema aportó a los combates, le daba un gran realismo, yo creo que apropiado para el tono de la partida, y de vez en cuando incluso los PJs iban de sobrados, aunque era la excepción (recuerdo un combate contra piratas prusios). Pero también es cierto que en esa campaña los combates ocurrían de tanto en tanto.

      Si en la campaña actual la idea es que los combates sean más frecuentes, por aquello de que será más clásica, aún es pronto para asegurar nada (aunque nosotros somos muy de precipitarnos), pero es posible que sí produzca una sensación a la larga en la que ese realismo vaya contra la diversión. Me refiero a lo que provocaría una reiteración en luchas desde el suelo, brazos tullidos y camaradas que caen de un solo golpe. Pero como digo, es pronto para asegurarlo. Yo creo que la clave también está en no dramatizar, y ante todo jugar y centrarnos en mostrar una actitud "positiva". La actitud lo es todo, o casi. El problema es que somos perros viejos, y tenemos ciertos vicios feos, pero oye, ahí está el reto por nuestra parte.

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  2. Se que no tiene mucho que ver, pero te he concedido un premio Best Blog. Saludos!

    http://expedicioncastilloravenloft.blogspot.com.es/2013/10/gracias-al-poliedro.html?zx=ea1e1edea953e91d

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    1. Vaya, muchas gracias. Es un bonito detalle por el cual me siento honrado.

      Lamentablemente, no soy mucho de seguir este tipo de cadenas, como los premios Liebster de hace algún tiempo. Agradezco la mención, y cualquiera de los blogs que referencio en la lista Portal de los Mundos puede darse por premiado por mi parte.

      De nuevo, muchas gracias. Un saludo.

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