lunes, 22 de junio de 2015

Ciclo de Xoth (Sesión 5)


Después de dos meses, por fin hubo ocasión de concluir este escenario. Últimamente las sesiones de juego se han vuelto algo raro y valioso, que hay que tratar de aprovechar al máximo cuando surge la oportunidad de disfrutar de alguna. 



***

Como acostumbra, a partir de este momento es recomendable dejar de leer si se tiene intención de jugar The Jewel of Khadim Bey, escenario de The Spider God´s Bride.


Usul acompaña a Osan, el agente secreto del Padishah de Khazistan, adentrándose por entre las callejuelas de Zul-Bazzir. Osan tiene un refugio, una casa que espera, nadie más conozca, en la que espera ocultarse. Ahora los conspiradores le darán por muerto, y prefiere que siga siendo así, con la esperanza de que se confíen y prosigan con su plan, sea el que sea. Sobre Usul recae la tarea de buscar algo de información sobre la misteriosa mujer de ojos amarillos, con objetivo de encontrarla y extraerle la información que necesitan.

Usul debe dedicar unos días a ese fin. Su desconocimiento de los retorcidos modos civilizados que gobiernan las relaciones de los bajos fondos de la ciudad es causa de sus fracasos iniciales. Pero cuando se da cuenta de que en Zul-Bazzir la plata es más apreciada que el agua, pronto sus manos se tornan fuente de la que brota un manatial de monedas -saqueadas de las ruinas del templo de Yadar-, con las que facilita notablemente su búsqueda de información. Finalmente, un borracho le cuenta unas cuantas cosas interesantes.

La mujer de ojos amarillos se hace llamar Sabiha, y se la puede encontrar a menudo, en compañía de un ikuna de piel oscura, en la Casa de Abu Khafir, una taverna y sala de juegos de no muy buena reputación. Lo que es más, se comenta que, apartado de la vista de bebedores y jugadores, se encuentra el verdadero negocio de Abu Khafir, que no es sino un fumadero de loto.

La noche siguiente Usul se aproxima discretamente al local, aguardando sentado en la calle con el rostro cubierto, vigilando el lugar. Cuando decide que ya ha reunido suficiente información, comienza a actuar. Se trata de un edificio de dos plantas, aunque la segunda es mucho más pequeña que la planta baja. Aprovechando la oscuridad, Usul comienza a trepar por la fachada del edificio, hasta alcanzar una ventana de la planta superior. Abre la contraventana, y penetra en una sala dominada por una gran mesa de madera, rodeada de varios asientos, con el suelo cubierto por una mullida alfombra. Desde allí accede a otra sala, cerca de las escaleras que descienden hasta la planta baja, y en la que también hay una puerta cerrada con llave. Carente de los talentos más sutiles de los ladrones civilizados, Usul se limita a forzar la puerta abriéndola a base de puro músculo, que sí es algo de lo que no anda falto.

Entra en un pequeño despacho, con otra puerta al fondo. Usul comienza a registrar la sala, con la esperanza de encontrar algo que meterse en la bolsa. Sus esperanzas resultan estar fundadas, pues en el escritorio hay un compartimento metálico cerrado. De nuevo, recurre a su prodigiosa fuerza para forzar la caja. Dentro hay una buena cantidad de monedas de oro, una pequeña fortuna que bien puede compensar todas las molestias sufridas. Pero en ese momento Usul oye ruidos provenientes del otro lado de la puerta opuesta a aquella por la que entró al despacho. Despacio, recordando el modo en que fue emboscado en las ruinas del templo del desierto y decidido a que no le vuelva a ocurrir lo mismo, se acerca a la puerta. Al abrirla, se encuentra con una escena inesperada. Pues la sala adyacente al despacho es una habitación, dominada casi por completo por una enorme cama redonda. Allí, agazapadas contra una pared, hay tres hermosas jóvenes, claramente asustadas por el intruso. Llevándose un dedo a los labios, y la cimitarra en la otra mano, Usul las conmina a mantener la calma. A sus preguntas, las muchachas responden que son camareras y bailarinas del local. Y además de esos trabajos, han de acudir en ocasiones, como ahora, a los aposentos de Abo Khafir, cuando este requiere que le calienten el lecho. Y sí, han visto a la mujer de ojos amarillos y a su compañero ikuna, que en ocasiones se reúnen con Abu Khafir en una sala cercana, la misma por la que Usul entró en el edificio. Como no hay más salidas de la habitación, Usul les advierte que sigan en silencio, y cierra la puerta tras de sí.

Habiendo revisado la planta superior, el nómada decide que es mejor aguardar cerca de las escaleras, a la espera de que el dueño del negocio suba a sus habitaciones. Además, las bailarinas le contaron que Abu Khafir contaba con ocho guardias, matones contratados.

Desde el bullicio que resuena abajo, finalmente, Usul percibe el sonido de pasos que suben por las escaleras, más de una persona. Se esconde, presto para dar el primer golpe. Que se lo lleva el individuo que va en cabeza, un hombre de mediana edad, vestido elegantemente, cabeza afeitada y barba bien cuidada con aceites. El hombre, Abu Khafir, cae al suelo con la nariz y la boca sangrando por el fuerte puñetazo del nómada. Detrás de él se encuentran Sabiha e Ibo, que miran sorprendidos a Usul, y acto seguido tratan de huir bajando las escaleras. Estorbado por Abu Khafir, Usul no puede alcanzarlos, así que prueba a saltar directamente por el hueco de las escaleras para caer encima de Sabiha. La mujer le esquiva por poco, y pronto Usul se enzarza en una pelea con Ibo, que ha desenvainado su enorme cuchillo ikuna, casi un machete. Intercambian golpes y aceros, con Usul tratando de impedir que Sabiha se aleje de él mientras trata de acabar con su socio, que resulta ser un luchador experimentado. Finalmente la mujer logra destrabarse y corre hasta la sala principal, dando la alarma. 

Sabiendo que pronto acudirá una buena multitud contra él, Usul decide subir las escaleras, dejando atrás a su contrincante, mientras los guardias del local entran en tromba detrás suyo. Abu Kahfir trata de impedirle el paso en lo alto de las escaleras, pero Usul le aparta de un empellón, alcanza la ventana y salta a la calle. Corre hasta un callejón oscuro cercano, y allí espera, para saber cuántos hombres saldrán en su persecución. Resultan ser tres guardias.

El nómada es sigiloso y sabe mantenerse apartado de la vista, así que en la oscuridad de la noche despista a sus perseguidores, y entonces regresa a la Casa de Abu Khafir. Otros dos hombres montan guardia en la entrada principal. Deslizándose junto a uno de ellos, Usul le derriba con el cráneo fracturado de un único golpe de su poderoso puño. Pronto, el otro centinela cae también al suelo, el estómago abierto por un tajo de la cimitarra. Se abre la puerta, y el resto del personal, otros tres matones, salen contra el nómada, siguiendo las órdenes de Abu Khafir, que, con la cara amoratada del golpe anterior, permanece atrás, junto con Ibo y Sabiha.

En una demostración de habilidad, velocidad y salvajismo, Usul hace caer a sus atacantes, incluso aunque Ibo se suma a la pelea. Sabiha sale huyendo mientras su compañero contiene al furioso nómada, y Abu Khafir acaba cerrando la puerta de su local quedándose dentro, poco deseoso de enfrentarse a ese demonio del desierto. Finalmente, el última guardia huye, mientras sus compañeros se retuercen en el suelo por el dolor de sus heridas, e Ibo sujeta su brazo herido, su cuchillo tirado en el suelo. Allí le deja Usul, que comienza a correr tras la mujer.

La persecución por las calles del distrito del placer de Zul-Bazzir se vuelve complicada para el nómada, que comienza a acusar las primeras señales del agotador esfuerzo realizado. Pero por fin logra acorralar a Sabiha contra una pared. La mujer también jadea, cansada de la carrera, de forma más visible incluso que la agitada respiración del nómada. Levantando las manos, se rinde. Usul la conduce hasta la casa segura de Osan.

Allí, mientras el nómada repone sus fuerzas con comida y abundante vino, ambos interrogan a Sabiha, que pronto se da cuenta de que no gana nada guardando silencio. Efectivamente, ella trabaja como agente de ciertos nobles de Zul-Bazzir que pretenden un golpe contra la autoridad del Padishah. Para ello, su principal baza es el general Malik Khan, que tiene bajo su control a las compañías de caballería del ejército guarnecido en la ciudad. La joya de Khadim Bey, por otra parte, será pronto puesta a la venta a unos mercaderes extranjeros; con el oro recibido a cambio, se contratarán tropas mercenarias para apoyar el golpe. La joya se encuentra en la mansión de Malik Khan, quien es mantenido bajo control por los conspiradores merced al suministro de loto plateado, al que el general es adicto, y que Abu Khafir suministra. 

Osan afirma que no hay tiempo que perder. Mejor aprovechar lo que reste de noche para entrar en la mansión de Malik Khan, antes de que el general o los nobles conspiradores tengan noticia de lo ocurrido, lo que podría precipitar el comienzo del golpe. Dejando bien atada a Sabiha, Osan y Usul se aproximan a la mansión.

El lugar está fuertemente protegido por soldados a las órdenes de Malik, pero los dos hombres que se disponen a entrar son expertos en estas lides, y saltan el muro de los jardines sin ser descubiertos. Penetran en la mansión por una entrada secundaria, atravesando nada menos que la habitación de los guardias, mientras varios soldados roncan ruidosamente a su paso. Cruzan el patio interior de la mansión, y llegan a la puerta de los aposentos de Malik, tras la cual se oyen claramente los sonidos de una pareja manteniendo sexo. Osan abre la puerta con cuidado, y asoma la cabeza. Después la cierra, regresando, sonriente, con Usul: "Hay dentro está Nishat, la esposa del general, pero el hombre que está con ella no es su marido". Ambos siguen buscando.

Dan con unas escaleras que descienden a un sótano. Allí hay un hombre montando guardia, más un sirviente que un soldado. Usul se desliza silenciosamente y lo tumba de un puñetazo en la cabeza. Al abrir la puerta junto a la que el sirviente montaba guardia, sale una humareda espesa, de un olor dulzón, agradable y que invita a la relajación y el sueño. El nómada se cubre el rostro con su kefiyeh, mientras trata de mantener la respiración. En la sala no hay más que un diván y un brasero, origen del humo. Tumbado en el diván, respirando los adictivos vapores del loto, se encuentra Malik Khan, completamente ido en su viaje, la mirada completamente perdida. Un rápido registro lleva a encontrar un cofrecillo bajo el brasero. En su interior, la enorme esmeralda robada al Bey de Zul-Bazzir. Al verla, Osan se la requiere a Usul. El nómada duda, sabiendo el inmenso valor de la joya que tiene en la mano. Pero finalmente hace entrega de la piedra.

Regresan por donde han venido, llevando consigo al aturdido Malik Khan, que no se entera de nada. Saltan el patio interior de la mansión, y después el muro exterior, cargando con el fardo que supone el general colocado de loto.

Una vez de regreso a la casa de Osan, el agente del padishah comienza a enviar mensajes a sus superiores. A partir de ahí, todo va cuesta abajo. Pronto, los conspiradores que no se han olido el asunto y han abandonado la ciudad son detenidos, y pronto sus cabezas adornan los lugares públicos de Zul-Bazzir. Usul recibe una discreta recompensa, que sumada a la cantidad robada a Abu Khafir le dejan con un buen botín. Con las alforjas de su nueva montura bien provistas, el nómada abandona la ciudad, en busca de nuevos horizontes, aventuras y botines.


***

Tercer escenario concluido. La cosa estuvo bien, aunque el final resultó ser algo anticlimático, todo se resolvió sin tener que recurrir a las armas. Cosa que por otro lado tampoco estuvo mal, porque el jaleo que se montó en la Casa de Abu Khafir se alargó bastante. Y una lucha similar en la mansión del general habría sido, además de un poco aburrida de puro extensa, bastante más peligrosa. Los matones sin armadura equipados con garrotes resultan poca cosa en comparación a los soldados bien armados y protegidos con armaduras metálicas. Así que la cosa no estuvo tan mal, después de todo. 

4 comentarios:

  1. Una cosa que no me había fijado en las entradas anteriores es la cantidad de puñetazos del nómada :)

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    1. Sí, al jugador le gusta hacer uso de Aturdir Localización, y como el PJ tiene un modificador de daño de +1d6, se puede permitir soltar alguna guantá de estas de vez en cuando ;).

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    2. En mi defensa diré que normalmente el nómada va solo con la cimitarra, de forma que si no tiene intención de matar le toca que usar las manos, ademas lo mas eficiente en determinados casos es aturdir localización y desangrar. Tomo nota para la próxima y procurare ser menos repetitivo, aunque esto no es 7º mar y cagarla aquí con las florituras se paga muy caro.

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    3. Bueno, a mí me gusta mucho que vayas buscando variedad en los combates. Es verdad que RQ no da el tipo de margen para las cosas que raras que 7º Mar o Feng Shui, pero así y todo, con los Efectos de Combate se puede conseguir unas escenas de lucha bastante movidas.

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