lunes, 18 de noviembre de 2019

El tejido de la espada, de J. M. Pallarés

Publicado en 2008, El tejido de la espada es uno de esos libros que, tras leer unas páginas puede llegar a sorprender cuando en realidad no debería hacerlo. Y es que nos hemos acostumbrado tanto a que los tropos de fantasía vayan unidos a la cultura anglosajona o a la escandinava que encontrarnos un mundo de fantasía que refleja el medievo de la península ibérica en lugar de, por ejemplo, el británico, produce una sensación de estar fuera del elemento esperado.

Acostmbrado a eso, se puede sorprender uno ante la novela de José Miguel Pallarés, que traslada precisamente a una cultura más propia del norte de la península los elementos más habituales de un relato de fantasía, incluyendo algunos más específicos de otros países, eso sí. Si esa sorpresa se traduce en disgusto sería algo más que infundado, porque la novela es muy entretenida y el cambio de aires bien recibido.

Brumalia es el mundo en el que se desarrolla la trama. Su descripción recuerda en ocasiones a las historias de mundos de hadas, pero la idea de Ravenloft -no el tono de terror gótico, sino la concepción del entorno de campaña- tampoco parece andar muy lejos. Una región que, aunque lo bastante grande para albergar tierras con pueblos y ciudades, no parece exceder en mucho a una comarca de buen tamaño, rodeada toda por un muro de impenetrables nieblas. Allí habita gente descendientes de los primeros llegados a Brumalia siglos atrás, que lejos de considerar el lugar en el que viven como una prisión o un destierro aceptan con toda naturalidad el mundo en el que viven.

Menos acomodo sienten hacia la situación que viven respecto a quienes les gobiernan. Y es que los pueblos de Brumalia están sujetos al gobierno de las matrías, hermandades de brujas que ordenan y supervisan la vida de todos. Las propias matrías, en realidad, no son sino los guardianes designados de los seres humanos por los verdaderos gobernantes de Brumalia -y probablemente responsables de la llegada de la humanidad a aquel lugar-, que son una raza de seres feéricos. Unos elfos despiadados en su afán de diversión, para quienes la guerra es un deporte, habida cuenta que la muerte no es sino un inconveniente pasajero gracias a la magia con la que cuentan.

Germán Heredia, protagonista de esta extensa novela, es uno de los varios hijos de una de estas brujas. Sumido desde la infancia en una especie de estupor de la que no sale excepto en los momentos en los que ha de combatir -lo que hace con excepcional habilidad, como puede suponerse-, no será hasta que, en compañía de sus hermanos acabé descubriendo la verdad sobre la maldición que pende sobre él, lo que le llevará a enfrentarse a las matrías, a los elfos y a lo que se le ponga por delante. A sus aventuras hay que sumar las de varios otros personajes más o menos secundarios, que esta es una novela extensa.

Los tropos de fantasía tiran a medias entre los anglosajones con otros más propios de leyendas del norte de la península, y el acertado empleo de un vocabulario algo arcaico para nombrar elementos de esa sociedad medieval ayuda a crear la atmósfera apropiada. Imagino que, como me ocurrió a mí, cualquier lector que conozca, aunque sea por visitas, paisajes y lugares que mantengan un razonable parecido con el aspecto que tuvieron siglos atrás, los verán reflejados en su mente en los lugares por los que transitan los personajes de esta novela.

La historia es larga y la trama da varios giros a lo largo de la misma. La novela concluye satisfactoriamente, aunque quedan unos cuantos cabos sueltos y elementos sin explorar que hacen pensar que quizá el autor tenía en mente la posibilidad de revisitar Brumalia en alguna otra ocasión, cosa que hasta la fecha no ha sucedido. Pero insisto, la historia concluye, nada importante queda en suspense.

Una novela entretenida e interesante en sí misma. con el aderezo que supone el darle un aspecto más propio de alguno de los reinos medievales de nuestra historia, lo que es más raro de ver incluso que las novelas como Los dientes del dragón o Mío Sidi, que contraponen tropos de fantasía a un mundo pseudohistórico. El tejido de la espada es una novela, insisto, entretenida y además soplo de aire fresco en lo que a la ambientación planteada supone.

5 comentarios:

  1. Tengo esta novela en mi gigantesca pila de lecturas pendientes. De este autor he leído hace años una ucronía de Espada y Brujería titulada "Bula Matari", escrita a medias con León Arsenal, de la que recuerdo que tenía varios momentos muy logrados e impactantes.

    Si te interesa la fantasía en español, me gustaría recomendarte "La invocación del picto" de Sergio Mars; si disfrutas con Robert E. Howard, es un libro que te supondrá una grata lectura.

    Un saludo.

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    1. Tendré que echar un vistazo, pensaba que El tejido de la espada era la única incursión del autor en el género de fantasía, que el resto iba más por la ciencia ficción. También le prestaré atención al otro título.

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  2. Vaya, ¡que interesante! Tendré que echarle un ojo.

    Joe, no gano para libros...

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  3. Es un soplo de aire fresco que se busquen nuevos lugares para ambientar las novelas. Gracias por darme a conocer esta obra. Es de 2008 y ni había oído hablar de ella.

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