Me contaba un amigo hace un tiempo que John le Carré, o alguien cercano suyo -su editor o su agente literario, no lo recuerdo bien-, no dejaba de sorprenderse por como, a pesar de los años y las novelas publicadas, la crítica se empeñaba en insistir en que lo que este autor escribía no era novela de espías. Y es que ya se sabe: si tiene calidad literaria no puede ser de género, y si es de género es imposible que contenga calidad literaria.
Orson Scott Card lo deja bien claro en su ensayo Cómo escribir ciencia-ficción y fantasía, al señalar que, cuando un autor nóvel escribe algo de género -en este caso específico, ficción especulativa-, va a quedar atrapada en un nicho del que la crítica de la considerada alta literatura no va a querer saber nada.
Otro caso es cuando un autor ya consagrado escribe algo que puede ser categorizado claramente como literatura de género. En ese caso, a menudo nos vamos a encontrar con expresiones con "escrito en clave de...", o incluso "bajo el disfraz de...". En fin, lo que sea antes de reconocer que su axioma sobre la calidad y las novelas de género podría no ser correcto. O que el autor en cuestión, simplemente, ha escrito algo de este estilo. Cuernos, si en ocasiones incluso los propios autores lo niegan.
Kazuo Ishiguro, británico de origen japonés, no es un autor al que le falte prestigio, precisamente. Nóbel de Literatura en 2017, ahí es nada. Su séptima novela, El gigante enterrado, fue publicada en 2015, al año siguiente es publicada en España por Anagrama.
Axl y Beatrice forman un anciano matrimonio que vive en una pequeña aldea britana, en un territorio en el que este pueblo convive con el sajón. Su vida es tranquila aunque en la aldea comienzan a hacerles de menos debido a su avanzada edad. Y Beatrice añora a su hijo, que según cree recordar, se marchó a otro pueblo unos años atrás, donde ahora les estará esperando. Digo que cree recordar porque su memoria está cubierta por una niebla que en ocasiones le hace olvidar el pasado, acontecimientos, personas. Y no es sólo ella. Axl, la gente de la aldea, toda la región se encuentra sumida en el mismo estado. Una especie de ensoñación tranquila, que no les dificulta tanto como para no poder seguir con sus vidas, pero que quizá les priva de buena parte de su significado.
Finalmente Axl y Beatrice deciden partir en busca de su hijo, un viaje que les pondrá en el camino de otros personajes, individuos que de un modo u otro guardan relación con la niebla de la memoria. Así leeremos sobre Wistan el guerrero sajón, Ser Gawain, avejentado ya desde la muerte de su tío y rey Arturo, fallecido años atrás, un joven muchacho sajón señalado con una extraña marca...
Tal y como lo he descrito arriba, podría parecer que se trata de una novela de aventuras más o menos al uso, pero en realidad no es así. Hay acción y combates, pero no resultan gloriosos. Ni se trata de una exhibición de sangre y barro. En realidad, son momentos más bien tristes, llenos de esa melancolía que impregna toda la historia.
Y es que el ritmo al que se desarrolla la trama es acorde al de los dos ancianos protagonistas. Es tranquilo y sosegado, incluso en las situaciones más proclives a la aventura. Hay magia, y monstruos, dragones y otros elementos sobrenaturales. Referencias claras al mito artúrico y a Beowulf. Pero sobre todo está esa melancolía calmada, y esa cada vez mayor impresión de si realmente merecerá la pena levantar la niebla y recordar el pasado, que a saber si no está mejor cubierto. O no, según el juicio de cada lector. Es una historia hermosa y triste, y también es una historia de fantasía.
Pero eso no detendrá a la crítica literaria, por supuesto. En esta podemos comprobar como el crítico en cuestión la define como "novela histórica", y "[...]genéricamente híbrida, y, si aceptamos la broma, podría muy bien ser la coda de la Historia del Caballero Cobarde y otros relatos artúricos, de Victoria Cirlot. O la pócima de un druida inglés de Nagasaki que nos hace ver al rey Arturo participando con Tolkien en Juego de tronos. O un inmenso guiño al mundo de Shrek". Lo que sea.
Oye, pues tiene muy buena pinta. Me haré con él.
ResponderEliminarSobre la crítica, mejor no digo nada.
Por supuesto, tras las palabras citadas, el crítico explica que en realidad el libro es otra cosa.
EliminarEsta reseña y tu comentario sobre el desdén a las obras de género, me ha recordado a Olvidado rey Gudú de Ana María Matute. :-)
ResponderEliminarOtro libro que tal, como muchos otros. Y es que los críticos pueden deshacerse en buenas -y merecidas- opiniones, pero así les maten no establecerán jamás la conexión, nunca dirán que el ser literatura de género no implica una merma de sus virtudes. O siquiera reconocer que se trata de literatura de género, los muy esnobs.
EliminarEs para pasarse por la reseña y dejar bien claro que es una excelente novela, escribir, "una excelente novela de fantasía, a qué jode, a qué jode reconocerlo"
EliminarEs cierto que desde la crítica institucionalizada hay un menosprecio a la literatura de género. Pero incluso en ese aspecto hay clases, como en todo.
ResponderEliminarLa novela negra, concretamente, goza de un prestigio a nivel de critica y público que el género fantástico no tiene. Es más, el gusto por la fantasía (y también por la ciencia ficción) se suele asociar con mentes inmaduras. Si te gusta el género y tienes más de veinte años, provocas suspicacias entre quienes te rodean.
Hace unos meses, coincidiendo con el esperado final de Juego de Tronos, un columnista de un diario digital español expresaba su inquietud por el éxito de la serie. Afirmaba que resultaba preocupante que un amplio espectro de la población hubiese mostrado tanto interés en un tipo de historia que -según sus palabras- era propio de adolescentes.
En suma, si la literatura de género sufre postergación en general, la literatura fantástica es la peor tratada y considerada. A partir de ciertas edades es intelectualmente admisible leer a Chandler o Hammett, pero no a Tolkien.
Completamente cierto. La novela histórica también está mejor considerada, supongo que por eso el crítico de El País calificó como tal a El gigante enterrado, que de novela histórico tiene entre poco y nada.
EliminarActitudes tan abiertamente esnobs como la que mencionas dejan claro que esto no va a cambiar en breve. Tan sólo espero que poco a poco se imponga un cierto reconocimiento. Pero habrá que esperar mucho para eso.
Es que la novela histórica tuvo escritores que bueno, no puedes ir a criticarlos porque igual te llueven las tortas por sus amigos, quizás te puedes meter con Pérez Galdos, pero métete con Eslava Galán o con Reverte que te vas a reír.
ResponderEliminarLo del columnista de Juego de Tronos... pues debería leerse algo antes de opinar. Que esa es otra buena pregunta a hacer, preguntarle por alguna novela, tipo Yo Claudio y por lo que le haya parecido las novelas de Juego de Tronos. Para mí Yo Claudio es mejor novela que JdT pero no creo que sea más madura.
Por otro lado la Ciencia-Ficción seguramente ya no la meten en mentes inmaduras, bueno, quiero decir que no lo dicen, no que no lo piensen. Cuando te encuentras que la mayoría de científicos del mundo son lectores de ciencia ficción pues cuesta más llamar a Stephen Hawkins inmaduro.
Siendo cabroncete pudiera preguntarme si esa "supuesta inmadurez" de la ciencia-ficción se deriva de cierto complejo del crítico inculto científicamente, y a fin de cuentas, ve a un tipo de ciencias metiéndose en su campo, las letras. Yo asumo que una persona de ciencias, de media escribe peor que uno de letras, claro que lo asumo en ciertos ámbitos, Asimov seguramente es mejor divulgador científico de lo que alguna vez pudiera ser Góngora (incluso en su época). Pero una novela será buena o mala por muchos varemos, y no todos tienen que ser el estilo pero una cosa sí que es independiente a la calidad y es el "setting" (estamos en un blog de rol).
Recuerdo que un amigo común con el Cronista tuvo un profesor de Filosofía que les decía que él no quería dar clase a los de letras porque era gente que no pensaba, memorizaba. Al final prejuicios podemos tener todos.
El artículo sobre la crítica
ResponderEliminarhttps://www.culturaimpopular.com/2013/05/le-carre-y-el-sindrome-de-cotard.html
[..]“Llamarle escritor de novelas de espías es como llamar a Joseph Conrad escritor de novelas marineras o a Jane Austen escritora de comedias domésticas”. Gottlieb añadió: “¿Quiénes son esos idiotas que piensan lo contrario?”».
Es que los idiotas abundan. Ya sea entre los críticos, los editores o impartiendo clase en las aulas. En la facultad también tuve a un profesor de literatura de este tipo, muy elitista él en sus opiniones. Desde entonces le tengo alergia a gente así.
EliminarMuy bueno el artículo del enlace. Expresa todo este asunto mucho mejor que yo.