viernes, 3 de agosto de 2018

Las aventuras de Luther Arkwright, de Bryan Talbot

Este cómic entró en mi radar tras la publicación del suplemento para Mythras -por aquel entonces todavía RuneQuest 6ª- que adaptaba la historia, con su ambientación y sus personajes, al medio rolero. Lo que encontré en el suplemento me gustó bastante, así que no tardé en hacerme con un ejemplar de esta serie, así como con otro de su secuela, El Corazón del Imperio, aunque de este último hablaré en otra ocasión.

Vivir en la Inglaterra gobernada por Margaret Thatcher no debió de ser un camino de rosas para muchos ingleses. Cuando la Iron Lady murió en 2013, no faltó quienes reaccionaron no precisamente presas de la pena (Ding Dong! the Witch is Dead, sonó en la radio el día de su funeral, debido al compromiso de algunas emisoras de emitir una canción si esta es solicitada por suficientes oyentes). No es que aquí estemos como para poder presumir de grandes líderes políticos, pero bueno.

El caso es que muchos autores británicos expresaron sus críticas con el tono conservador -si no directamente reaccionario- que estaba tomando su país. Y entre ellos, algunos de los que, por el género o medio escogido, tocan más de cerca los temas que interesan en este blog. Caso de Michael Moorcock, por ejemplo, que empleaba la fantasía para disfrazar este tipo de críticas. O ya en el cómic, Alan Moore, con su V de Vendetta.

Lo de Moore con su historia del misterioso y teatral anarquista dedicado a socavar los cimientos del gobierno fascista que se apodera del Reino Unido tras la Tercera Guerra Mundial resulta curioso después de leer Las aventuras de Luther Arkwright. Y es que la obra de Bryan Talbot es anterior y, en muchos puntos, comparte similitudes con V de Vendetta. Lejos de mi intención el acusar, siquiera veladamente, de nada a Moore. Tan solo he de señalar que hay influencia del trabajo de Talbot en aquella obra, igual que el propio Talbot le debe más de una idea y más de dos a Michael Moorcock y su Jerry Cornelius.

Las aventuras de Luther Arkwright, considerada como una de las primeras novelas gráficas británicas, tuvo una publicación complicada. Igual que V de Vendetta o From Hell, esta serie de doce capítulos pasó por numerosas editoriales, revistas, etc., a lo largo de más o menos una década, entre 1978 y 1987, antes de quedar completa. En 1990 fue publicada por Dark Horse de forma íntegra en un único tomo -ha habido unas cuantas ediciones de este tipo desde entonces-, y aunque ignoro si fueron los primeros o alguna otra editorial la tradujo en años pasados, Astiberri la publicó aquí en 2016. Utilizando la misma portada, por cierto, que Bryan Talbot dibujó para el suplemento de rol. Una edición muy cuidada, con prólogo de Michael Moorcock y epílogo de Warren Ellis (decididamente, el prólogo resulta más interesante), y que además de la serie incluye una extensa entrevista a Talbot y las ilustraciones de las portadas originales de cada capítulo.

Si estás familiarizado con el suplemento para Mythras ya sabrás de qué trata este cómic. En caso contrario, Las aventuras de Luther Arkwright cuenta la historia de un agente secreto implicado en un conflicto de proporciones cósmicas. No existe un único universo, sino que hay una inmensa cantidad de ellos, paralelos unos a otros. Entre algunos las diferencias existentes son mínimas, casi indistinguibles. Entre otros no hay la más mínima relación. Muchos muestran un desarrollo idéntico hasta llegado cierto punto de inflexión -que puede ser tan grande como el desenlace final de una guerra o tan nimio como que dos individuos lleguen o no a conocerse- a partir del cual su historia diverge considerablemente.

Uno de estos "paralelos", de los más avanzados social y tecnológicamente, ha descubierto la existencia de este multiverso. Y lo más inquietante, ha descubierto que muchos otros paralelos están sujetos a una fuerza externa dedicada a su desestabilización. Este poder u organización recibe el nombre de Disruptores, y sus descubridores deciden que su influencia debe ser contenida y combatida, para lo que crean su propia red de agentes repartidos por los diferentes paralelos.

Luther Arkwright es, como se puede suponer, el mejor de estos agentes. Con un pasado bastante turbulento -adiestramiento en instalaciones de los Disruptores de las que se fugó siendo todavía muy joven, adicción a las drogas, facilidad para la violencia-, Arkwright es un poderoso psíquico con la capacidad de viajar entre paralelos. La misión de la que trata esta historia involucra a un artefacto del Juicio Final que supone una amenaza para todo el Multiverso. Luther debe encontrarlo, y la estrategia para ello pasa por la manipulación del equilibrio de poder en uno de los paralelos. Uno en el Inglaterra sigue dirigida a finales del siglo XX por el gobierno puritano instaurado por Cromwell trescientos años antes. Europa no le va a la zaga, con potencias que, aunque puedan contar con tecnologías de ciencia ficción, están gobernadas con instituciones propias del siglo XIX o así.

Así que hay mucha crítica social; la pobreza de las clases bajas que viven hacinadas en barrios miserables, la hipocresía de los fanáticos religiosos o la monarquía... Pero también hay mucha acción, con sus tiroteos, asesinatos y batallas. Con despliegue de poderes psíquicos incluidos.

Se nota que este cómic cuenta ya con unas cuantas décadas. Utiliza recursos que han quedado prácticamente en desuso desde los años noventa, pero que eran habituales durante los ochenta. Poca confianza en la narración a través del dibujo, con enormes cuadros de texto que, en ocasiones, cuentan lo mismo que estamos viendo ilustrado en la viñeta. Largos monólogos internos, y en general, la impresión de que los autores pensaban entonces que se debía impulsar mucho la faceta literaria-esto es, el texto- del cómic si se quería dotar de profundidad a la historia. No faltan, sin embargo, momentos en los que todo el peso cae sobre un dibujo carente de texto, normalmente en las secuencias de acción, prolongadas durante varias páginas.

Bryan Talbot es tanto guionista como dibujante, y su trabajo en bueno en ambos campos. Puede ser recargado de puro detalle, y no le importa meter escenas con multitud de personajes o fondos muy completos. Tira mucho de las sombras punteadas, con un estilo que nada tiene que ver con el que usaría posteriormente para El Corazón del Imperio, la secuela de esta historia.

Las aventuras de Luther Arkwright es una lectura densa, para tomársela con calma y sin ganas de ir devorando páginas. Pero una que merece la pena, y en la que se adivina la influencia ejercida sobre creaciones posteriores de la cultura popular británica. Me da a mí que Games Workshop tomó algún que otro préstamo de aquí.

Me hice con este cómic por curiosidad y para tener más clara la ambientación del suplemento de TDM. Pero al leerlo encontré bastante más de lo que esperaba.

4 comentarios:

  1. Estimado Cronista,
    Si te gusto las aventuras de Luther Arkwright este tiene una continuación llamada el Corazón del Imperio. También lo publico astiberri.
    Saludos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Estimado ketil,
      Gracias por el dato, aunque...

      (Primer párrafo de la entrada: "[...]no tardé en hacerme con un ejemplar de esta serie, así como con otro de su secuela, El Corazón del Imperio, aunque de este último hablaré en otra ocasión.")

      Pues eso ;).

      Eliminar
  2. Fui yo quien te recomendó los comics de Bryan Talbot al ver que reseñabas la adaptación rolera (que yo desconocía que habían publicado). Me alegra que te hayan gustado :)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ciertamente me han gustado mucho. Más la primera serie que la segunda, aunque El Corazón del Imperio Tampico está nada mal. Gracias por la recomendación :).

      Eliminar