jueves, 6 de abril de 2017

Shores of Korantia (Sesión 4)

El sábado pasado, tras el regreso de las Ludus Myrtea, y tras una pausa para cenar, todavía quedaba por jugar esta sesión, la cuarta de la campaña. Fue tranquila, sin un solo combate, y no demasiado larga, que algunos ya estábamos bastante cansados con el trajín de todo el día. Pero sirvió para continuar con el desarrollo de alguna trama personal, resolver algunos asuntos pendientes, y así todo quedó dispuesto para el inicio de una nueva aventura.


***

Por el momento, el grupo tiene pendiente recibir algo de información de Aparinaon, los nombres de los supervivientes de la expedición de prospectores a las colonias Trilus. Mientras tanto, se dedican a sus asuntos. 

Visitan a la viuda de Adamakos, el comerciante asesinado unos meses atrás, mientras viajaba al norte. La mujer sobrevive manteniendo un puesto en el mercado, pero logran convencerla de que les de unos minutos, a lo que accede, a pesar del evidente desagrado que le produce Kasadya, con su ropa y maneras propias de un varón. 

En la conversación, la mujer les explica que la ruta que iba a seguir su esposo no era secreta. Es decir, cualquiera que tuviese cierta familiaridad con el mercader y le hubiese preguntado habría podido saber qué camino seguiría. A instancias de Flegias la viuda explica que la mercancía jekarena que Adamakos transportaba consistía en unas pocas joyas y sobre todo en piezas de cerámica. Su difunto marido ahorró durante mucho tiempo para tener el dinero necesario para comprar esas mercancías a Valsus de Kela, y tenía todas sus esperanzas puestas en su venta. Pero en lugar de grandes beneficios, perdió la vida. Y su famiilia quedó casi en la ruina. El grupo se marcha, cada uno a su propio hogar.

Al día siguiente, el magistrado no tarda en entregarles la información, acudiendo a Patroklo mientras éste trabaja en el puerto. Los nombres son Hermágoras y Méstor, y los datos incluyen las señas de los lugares en los que viven. El marino se reúne con Flegias, y juntos acuden a buscar a Kasadya y a Regulus.

No encuentran al aristócrata en su hogar familiar. Y es que Regulus ya no vive allí. Ese mismo día el joven guerrero fue llamado a presencia de Clodio, su hermano mayor -y por tanto, cabeza de familia-, encontrándose por el camino a su  cuñada y sus sobrinos. La mujer todavía está furiosa con Regulus por el pasado ataque de los tenios. Y su hermano poco menos que eso. De modo que Clodio comunica al guerrero que ya no podrá seguir viviendo en esa casa. Le hará entrega de una considerable suma de plata con la que Regulus puede empezar a buscarse la vida, pero ya no podrá seguir viviendo allí. Clodio no tolerará que su familia sea puesta en peligro debido a las andanzas de su hermano. Un muy enfadado Regulus toma el dinero y a su esclavo doméstico particular (que Regulus quería jugarse a los dados), y abandona la casa, para instalarse en la Tortuga Tambaleante. Por el momento cuenta con una pequeña fortuna, pero con el nivel de vida al que está acostumbrado, y que debe mantener para conservar su estatus social, esa cantidad de monedas no le durará ni un año.

Finalmente todos se reúnen en la posada que Regulus ha convertido en su hogar temporal. Allí deciden dirigirse primero a hablar con Hermágoras, que vive próximo al puerto, en la parte más empobrecida de Tirta. Consiguen, después de varios intentos, que les abran la puerta de la vieja casa en la que vive Hermágoras. Encuentran a un hombre en muy mal estado, con claras señales de resaca, y  al que le falta la pierna izquierda a la altura de la rodilla. Solo logran que el hombre hable con ellos después de pagar a un muchacho para que vaya a traerles vino de una taberna próxima.

Paladear el caldo hace que a Hermágoras se le desate un tanto la lengua, y responde a las preguntas que le hacen sus visitantes. Sí, él formó parte de la expedición pagada por Oideo a las colinas, y estaba allí cuando los tenios atacaron. Pudo salvar la vida y volver... pero no entero, se dejó una pierna allá. Le salvó Méstor, que regresó después del ataque y le encontró, todavía moribundo. Por como lo cuenta, no parece que Hermágoras se sienta muy agradecido.

¿Quienes conocían la ruta? No demasiada gente, Oideo era precavido con esas cosas. Pero de todos modos los viajeros sí lo sabían. En particular, "ese apestoso guía tenio", dice con mucho rencor Hermágoras, entre trago y trago. ¿Qué le pasó al guía? Lo mataron junto con el resto de miembros del grupo...

¿Y Oideo? Un idiota estirado, responde, ya medio borracho, el hombre. En realidad no es ni la mitad del buen comerciante que la gente piensa que es. La mayor parte de su trabajo la hace su esclavo doméstico, Bito, una herencia de su padre. 

Sin más información por parte del desgraciado individuo, el grupo se marcha después de darle algunas monedas, para que se mantenga callado y no cuente a nadie la conversación que han tenido. Tranquilos responde Hermágoras, con esta plata mañana ni me acordaré de que alguien vino a mi casa, de todo el vino que pienso beber.

Buscan ahora a Méstor, que al parecer tuvo más suerte. Sigue trabajando, pero ya no para Oideo. Está dispuesto a responder las preguntas del grupo cuando le explican que están buscando al responsable de los ataques. Puede confirmar la mayor parte de lo que ya les contó Hermágoras. Excepto las sospechas de aquel por el guía tenio, a quien Méstor tiene en mayor estima. Murió igual que los demás, y ya había trabajado con él en el pasado. No era ningún traidor, afirma tajante.

Pero sí es cierto que el esclavo Bito es el verdadero cerebro mercantil, y no Oideo. ¿Sabe si Bito tiene alguna amistad? Pues sí, hay otro esclavo doméstico, uno de posición similar, con el que se reunía a menudo. Un tal Atlazo. ¿Y para quién trabaja Atlazo? Pues, espera que recuerde... sí, para el meteco ese, el que vende arte jekareno. Valsus, eso es. Valsus de Kela. Ese sí que es un comerciante que sabe llevar bien sus asuntos. Un hombre muy inteligente.

Convencidos ya casi por completo de la culpabilidad de Valsus, los aventureros se retiran, caída ya la noche. Pero la jornada no ha concluido en realidad. Pues algo más tarde, mientras está ya en su casa, Kasadya recibe la visita de dos guardias sabateos. 

La guardia sabatea es una fuerza mercenaria al servicio del culto de Sabateus, deidad del comercio. La forman extranjeros, en su mayoría. Los síndicos, sacerdotes del dios, los utilizan como escolta y guardianes de las riquezas del culto. Y los dos que han llegado a casa de Kasadya traen una pequeña bolsa que le hacen entrega y un mensaje del síndico Kortano, que solicita la presencia de la joven en el templo de Sabateus. Sorprendida, la muchacha accede a acompañar a los dos mercenarios.

El síndico Kortano es uno de los hombres más poderosos de Tirta. Aparinaon representa la justicia y el brazo armado de la comunidad, pero Kortano tiene control sobre las riquezas que entran y salen de la colonia. Solo el gobernador está por encima de ambos hombres. Kortano es un hombre alto y delgado, cercano a la cincuentena, de ademanes altivos.

Cuando habla con Kasadya, deja claro que está al tanto de sus recientes actividades, tanto la búsqueda y captura de algún bandido como las pesquisas que, en compañía de otros, ha estado realizando los últimos días. Lo que no sabe es por qué, si el prisionero ha sido entregado a Aparinaon, y este ha recompensado al grupo, el templo de Sabateus no ha recibido ninguna orden de pago a costa del tesoro público. Kasadya se encoge de hombros. Solo sabe que le han entregado una cierta cantidad de monedas de plata, nada más. 

En cuanto a la investigación, están buscando a los responsables de los ataques a las caravanas mercaderes korantias. Extraño lugar para buscar a los asaltantes tenios, replica Kortano, así que la joven confiesa que piensan que los bandidos reciben información desde la ciudad, y quieren localizar al responsable. Logra guardarse para sí, sin embargo, algunos de los datos más recientes que apuntan a Valsus de Kela, insegura de la actitud del síndico.

Pero resulta que Kortano está también interesado en el meteco. Muchos guardan sospechas contra él, explica, por sus contactos jekarenos. De hecho, el sacerdote mercader llega a insinuar que estaría bien por parte de Kasadya y sus compañeros si allanasen discretamente la casa de Valsus, a la búsqueda de cualquier prueba que demostrase las sospechas. Pero la joven no se fía, es posible que la estén utilizando como un recurso prescindible, y decide no aceptar la implícita propuesta.

De regreso a su casa, abre la casi olvidada bolsa que le entregaron los sabateos. Resulta ser de Nikias, quien le ha dejado una cantidad, en comisión por el servicio prestado con los mercaderes asabios, y una nota explicándolo, antes de partir de regreso a Borisa.

Al día siguiente, de nuevo reunidos, los aventureros buscan a Aparinaon. Enumeran los datos recabados, que apuntan a Valsus de Kela como responsable. O, apunta Kasadya, a alguien que quiera hacerle parecer responsable. Deliberan, y deciden que lo mejor es convocar de inmediato a Valsus y a Atlazo. El magistrado todavía tiene al prisionero tenio, y éste sería capaz de reconocer al intermediario que realizaba las transacciones con los bandidos de Varoteg. Y todos tienen la impresión de que este podría ser Atlazo.

Esperan a los dos hombres en la Tortuga Tambaleante. Pero el único que se presenta es Valsus. ¿Y Atlazo? Vaya, que lástima, justamente ayer tuvo que zarpar con urgencia a Kela, para atender unos negocios allá. Tardará bastante en volver, algunos meses, por lo menos ¿Por qué lo buscan? Pregunta inocentemente el mercader.

Sin embargo, las acusaciones que Kasadya ha preparado son difíciles de refutar, aun sin la presencia del hombre que podría confirmar la implicación de Valsus en los crímenes. No hay nada que pruebe más allá de toda duda que Valsus es responsable, pero sí muchos datos que le incriminan.

El mercader, aparentemente ofendido al principio, acaba cediendo ante las pruebas. Parece ser que sí, que algo desagradable le rodea... el culpable, sin duda ha de ser Atlazo. Él estaba muy al tanto de los negocios. Tuvo que haber preparado todo esto a mis espaldas ¡Maldito traidor!

Pero Kasadya no le cree, recordando los comentarios de Méstor. Convence lo suficiente a Aparinaon para que éste ordene la detención de Valsus, para su posterior interrogatorio. Dos guardias esclavos sujetan al mercader y se lo llevan de allí.

Entonces a Kasadya se le ocurre que esta es la mejor oportunidad de allanar la casa del mercader, ahora que él está detenido. Sus compañeros se muestran de acuerdo y todos se dirigen rápidamente a la casa de Valsus. Con ayuda de Flegias y Patroklo, la muchacha logra subir hasta la segunda planta, esquivando a los perros que custodian el patio, y entra por una ventana, que va a dar a la sala en la que Valsus guarda sus documentos. 

Mientras Flegias contiene, a base de labia, a una anciana esclava que regresaba a la casa de su amo, Kasadya da un buen repaso a los papeles que guarda allí el mercader meteco. Encuentra algunos documentos que pueden probar que Valsus ha estado pagando una cantidad muy por debajo del valor real de las mercancías que introduce en la ciudad para comercial, defraudando importantes cantidades. También hay algunas cuentas sobre las transacciones con artículos jekarenos de lujo -por valor de verdaderas fortunas-, y un mapa que Kasadya no acierta a desentrañar. No hay nada que le implique directamente con los ataques a las caravanas, pero con las pruebas obtenidas, sin duda Valsus se enfrentará a serios problemas. La joven toma los documentos y abandona la vivienda.

Están a medio camino de hacércelos llegar a Aparinaon cuando Kasadya se detiene en seco. De repente, decide cambiar de idea y hacércelos llegar a Kortano. El síndico era quien había sugerido la intrusión en la casa de Valsus, después de todo, y el grupo no las tiene todas consigo acerca de la forma en que el magistrado juzgará lo que han hecho. Así que Kasadya se reúne velozmente con el síndico en el templo, y le hace entrega de todos los documentos.

***


Y hasta ahí llegamos. Una sesión llena de escenas de interpretación e investigación, sin pizca de apenas acción. El jugador que interpreta a Kasadya llevó la mayor parte del peso de la historia, lo que me preocupó un poco, por si acaso el resto se estaba aburriendo con todo el lío este. Pero bueno, esta parte ya está prácticamente resuelta, y la próxima sesión promete ser el inicio de una aventura mucho más movida.

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