Las últimas novelas de David Gemmell, que forman la trilogía Guerreros de Troya, fueron publicadas entre 2005 y 2007, siendo ya póstuma la última entrega, pues el autor falleció en julio de 2006. En realidad, sería su esposa Stella quien concluiría, con las notas de su marido, la tercera parte de la saga.
Las tres novelas que conforman Guerreros de Troya (El arco de plata, El escudo del trueno y El ocaso de los reyes) nos cuentan la historia que rodea a la famosa guerra entre griegos y troyanos. La historia comienza unos años antes del inicio del conflicto, y tiene como principal protagonista al príncipe de Dardania, Eneas (aunque él prefiere ser llamado Helicaón). Afamado por las riquezas que le han reportado sus empresas mercantiles y su empeño en librar las aguas del Gran Verde -el Mediterráneo- de los piratas que amenazan las rutas comerciales, tiene también poderosos enemigos.
Pues Helicaón es odiado por Agamenón, rey de la agresiva Micenas, la potencia más pujante en el occidente del mundo conocido. Pero como obstáculo para el desarrollo de su imperio se encuentra también la poderosa troya, que tiene control sobre buena parte del tránsito comercial entre oriente y occidente.
Igual que en otras novelas de Gemmell, el protagonismo del personaje principal dista de ser completo, pues hay otras personalidades muy importantes en el desarrollo de la trama. En este caso, Andrómaca, princesa prometida a Héctor, hijo del rey Priamo de Troya; Odiseo, uno de los más famosos viajeros y comerciantes, que se enorgullece de carecer de enemigos; los exiliados micénicos Calíades y Banocles; el egipcio Gershom, y otros muchos más que protagonizan sus propias tramas, secundarias o no tanto.
El estilo de Gemmell es muy característico, y se nota mucho su autoría. Al igual que en otras novelas del autor, como las del Ciclo de Drenai, muchos de sus personajes se caracterizan por ser veteranos cansados ya de la guerra y la muerte, demasiado conscientes de la futilidad de sus esfuerzos, pero aún así empujados a seguir adelante.
Individuos que han visto y hecho muchas cosas de que preferirían olvidar, y quizá en algún momento se despierta en ellos el deseo por la redención. Es un perfil que Gemmell repite mucho -Waylander y Drus, en Drenai, están cortados por el mismo patrón-, y se le da muy bien. Igualmente, sus historias suelen tener un tono fatídico muy marcado.
También hay mucha acción. Las descripciones de Gemmell de combates y batallas son muy vívidas, una mezcla de épica y realismo sucio, con actos heroicos teniendo lugar en mitad del barro y la sangre de los cadáveres.
Guerreros de Troya suele catalogarse como novela histórica, algo con lo que estoy en desacuerdo. Para empezar, Gemmell toma de aquí y de allá, y seguro que se habría documentado lo necesario para el proyecto, pero no tiene el menor problema en inventar cuando lo necesita. Y lo necesita a menudo.
Pero es que además, la trilogía contiene elementos de fantasía. Pocos y muy de baja fantasía, sí, pero los hay. En las páginas de las tres novelas encontramos a profetas y videntes, capaces de ver el futuro y de comunicarse con los difuntos. A mí eso me basta para calificar a Guerreros de Troya como de fantasía histórica.
Con Gemmell se fue uno de los mejores autores modernos de Espada y Brujería. En este, su último trabajo, se destila mucho de lo que hizo de este escritor un verdadero referente del género.
Las tres novelas que conforman Guerreros de Troya (El arco de plata, El escudo del trueno y El ocaso de los reyes) nos cuentan la historia que rodea a la famosa guerra entre griegos y troyanos. La historia comienza unos años antes del inicio del conflicto, y tiene como principal protagonista al príncipe de Dardania, Eneas (aunque él prefiere ser llamado Helicaón). Afamado por las riquezas que le han reportado sus empresas mercantiles y su empeño en librar las aguas del Gran Verde -el Mediterráneo- de los piratas que amenazan las rutas comerciales, tiene también poderosos enemigos.
Pues Helicaón es odiado por Agamenón, rey de la agresiva Micenas, la potencia más pujante en el occidente del mundo conocido. Pero como obstáculo para el desarrollo de su imperio se encuentra también la poderosa troya, que tiene control sobre buena parte del tránsito comercial entre oriente y occidente.
Igual que en otras novelas de Gemmell, el protagonismo del personaje principal dista de ser completo, pues hay otras personalidades muy importantes en el desarrollo de la trama. En este caso, Andrómaca, princesa prometida a Héctor, hijo del rey Priamo de Troya; Odiseo, uno de los más famosos viajeros y comerciantes, que se enorgullece de carecer de enemigos; los exiliados micénicos Calíades y Banocles; el egipcio Gershom, y otros muchos más que protagonizan sus propias tramas, secundarias o no tanto.
El estilo de Gemmell es muy característico, y se nota mucho su autoría. Al igual que en otras novelas del autor, como las del Ciclo de Drenai, muchos de sus personajes se caracterizan por ser veteranos cansados ya de la guerra y la muerte, demasiado conscientes de la futilidad de sus esfuerzos, pero aún así empujados a seguir adelante.
Individuos que han visto y hecho muchas cosas de que preferirían olvidar, y quizá en algún momento se despierta en ellos el deseo por la redención. Es un perfil que Gemmell repite mucho -Waylander y Drus, en Drenai, están cortados por el mismo patrón-, y se le da muy bien. Igualmente, sus historias suelen tener un tono fatídico muy marcado.
También hay mucha acción. Las descripciones de Gemmell de combates y batallas son muy vívidas, una mezcla de épica y realismo sucio, con actos heroicos teniendo lugar en mitad del barro y la sangre de los cadáveres.
Guerreros de Troya suele catalogarse como novela histórica, algo con lo que estoy en desacuerdo. Para empezar, Gemmell toma de aquí y de allá, y seguro que se habría documentado lo necesario para el proyecto, pero no tiene el menor problema en inventar cuando lo necesita. Y lo necesita a menudo.
Pero es que además, la trilogía contiene elementos de fantasía. Pocos y muy de baja fantasía, sí, pero los hay. En las páginas de las tres novelas encontramos a profetas y videntes, capaces de ver el futuro y de comunicarse con los difuntos. A mí eso me basta para calificar a Guerreros de Troya como de fantasía histórica.
Con Gemmell se fue uno de los mejores autores modernos de Espada y Brujería. En este, su último trabajo, se destila mucho de lo que hizo de este escritor un verdadero referente del género.
Si te gusta la novela histórica, te recomiendo las obras de Nicholas Guild, todo un veterano en estas lides. Tiene varias traducidas a nuestro idioma.
ResponderEliminarFelicitaciones por el blog. Un saludo.