Hace ya algún tiempo, con motivo de la inauguración de una nueva sección en la página de Moon Design para Glorantha, Gilen, que es un viejo amigo, me hizo una sugerencia. La sección de la que hablo es una lista en la que los aficionados pueden añadir títulos y comentarios sobre libros que puedan resultar útiles a la hora de buscar recursos con los que proporcionar profundidad y detalle a una campaña situada en el universo de Greg Stafford. Lo que me estaba sugiriendo Gilen es que hiciese unos cuantos añadidos a esta lista, sabiendo que tengo unas cuantas lecturas de este tipo a la espalda.
No quise hacerlo por dos motivos: Para empezar, se me había ocurrido con anterioridad hacer algo así en el blog, una especie de lista análoga a la etiqueta "literatura" bajo la que comento libros de género de fantasía, pero dedicada a obras de no ficción que pudiesen resultar útiles en alguna campaña. Pero la principal razón por la que no hice ni una cosa ni la otra era que me daba cierto corte. Mundos Inconclusos es un blog sobre juegos de rol, principalmente RuneQuest y por extensión, otros juegos en su mayoría pertenecientes a la fantasía. Igual que las novelas que me gusta mencionar por aquí. Me preocupaba la idea de escribir entradas en relación a obras sobre Historia, Antropología o Mitología. Son áreas que no domino más que como lector de obras divulgativas, y no quería acabar pareciendo que hacía alardes, en plan rollo gafapasta, o algo así. Ni siquiera aunque esa no fuese mi intención. De manera que nunca llegué a iniciar esa serie de entradas. No por falta de ganas, sino por -vergüenza me da reconocerlo- un poco de miedo al qué dirán.
Lo bueno es que de vez en cuando me encuentro con algo que me anima a escribir siquiera algunas líneas sobre este tema. Ya sea las palabras de ánimo de algún de los jugadores con los que he tenido la suerte de compartir últimamente partidas y "postpartidas" (animadas charlas, en torno a algunas cañas, en las que se hablamos sobre lo jugado y sobre esta afición nuestro en general), o sea algunas entradas de blogs en las que me encuentro gente un poco más decidida que yo a la hora de defender sin ambages esta aproximación a la hora de preparar juegos y campañas. Ya hace un año que me dejó una honda impresión un texto de RPGPundit (Aquí). De similar contenido, pero mucho más reciente -y sin la agresividad del anterior- Edanna, en su blog Lavondyss (lleno de pequeñas joyas como la que enlazo aquí) volvía a plantear la misma cuestión. Eso me ha llevado a decidirme por escribir algo sobre este asunto.
De todos modos, me gustaría aclarar algo. A lo largo de los años he compartido mesa de juego con muchos y muy diversos aficionados. Para algunos de ellos los juegos de rol y sus partidas eran algo a lo que dedicar algunas horas a la semana, mientras se hacen cargo de sus PJ, y si acaso, comentar entre risas algunas batallitas recientes durante las charlas de cafetería (Muy raramente uno de estos ejercía como director de juego en alguna sesión). Para otros, esta afición es algo a lo que se le puede dedicar mucho más tiempo, ya sea en la preparación de las partidas en sí, mediante las herramientas más inmediatas -manual y suplementos-, ya sea con un proceso de documentación. A menudo, espoleada mi curiosidad por algún tema surgido en una partida, he terminado leyendo unas cuantas obras dedicadas al mismo. En otras ocasiones, ese proceso de reunir información ha sido un paso previo a la elaboración de una partida o campaña.
Son dos aproximaciones diferentes. Y no creo que pueda decirse que una es mejor que la otra, en realidad. Conozco algunos directores de juego excelentes para quienes la idea de "documentarse" les parece algo extraño, pues su imaginación y conocimientos de cultura popular (películas, series, cómics, los propios juegos) les basta y sobra a la hora de diseñar campañas originales, interesantes y de larga duración. En absoluto defiendo que sea imprescindible, o necesario -y en varios casos, ni siquiera especialmente útil- el recurrir a textos más o menos académicos con la esperanza de insuflar una mayor identidad a ese entorno de juego que se está preparando, o para esa campaña que se tiene en mente. He recibido suficientes lecciones en ese sentido como para mirar por encima del hombro a quienes juegan así.
Pero para algunos otros -entre los que me incluyo-, la cosa va más allá. Sencillamente, cuando encuentro algo en un juego que me llama la atención, suelo tratar de profundizar en ello. En ese sentido, los juegos actúan como el estímulo que me lleva a aumentar mis conocimientos sobre algún tema concreto: Ya sea la función de los mitos en la sociedad, la historia de las cruzadas, o las razones para la existencia del canibalismo en diversas culturas.
Resulta curioso que ese estímulo me provenga más de los juegos de rol que de la literatura, pero sin embargo así es. Las novelas de El Capitán Alatriste, gustándome como me gustan, no me han impulsado a aprender sobre el siglo XVII como lo ha hecho su homónimo juego de rol. Glorantha ha sido la puerta por la que descubrí a Joseph Campbell, a Mircea Eliade o la faceta como ensayista de Robert Graves. De Merrie England y Crusaders of the Amber Coast a Stephen Runciman, Christopher Tyerman o Martín Alvira. De La Puerta de Ishtar a Samuel Noah Kramer y Mario Liverani.
El caso es que para mí así es como funciona. Supongo que habrá para quien sea justo al contrario. Los autores de varios de los juegos mencionados serán de ese tipo; aficionados con mucho interés por un tema que han querido ver plasmado en un juego de rol. Pero para mí el interés suele nacer con algún juego dedicado a la materia. Huelga decir que esto es, en mi opinión, uno de los mejores alicientes que me ofrece esta afición. La posibilidad de descubrir, de aprender, de explorar nuevos temas a los que jamás había dedicado un pensamiento antes, o de los que sencillamente ignoraba su existencia. Para mí es algo maravilloso y, estoy seguro de ello, es uno de las principales razones por las que sienta predilección por las ambientaciones de carácter histórico o pseudohistórico. La búsqueda de nuevos detalles, en pos de una mayor profundidad e identidad para un entorno de juego es una puerta abierta que puede hacernos encontrar mucho más de lo que esperábamos inicialmente. Una riqueza de contenidos enorme.
Y de ahí a los clásicos, a las fuentes originales, ya sea en materia histórica o mítica. A Homero, Heródoto, Jenofonte, Apolonio de Rodas (ando estos días leyendo las Argonauticas, y disfrutando cada página), Snorri Sturluson, Chrétien de Troyes, Thomas Mallory y Wolfram von Eschenbach entre otros, además de todos esos autores anónimos que han dejado su obra, ya que no su nombre, como legado para la posteridad. Leí a Mallory después de haber dirigido ya varias partidas de Pendragón, y la impresión que me causó fue tal que poco después había devorado todo lo que se puso a mi alcance relativo a las obras clásicas en las que se inspira el juego artúrico definitivo. Tanto me gustaron que ahora me cuesta muchísimo leer las revisiones modernas de autores actuales, ninguno de los cuales encuentro comparable a Mallory o Chrétien de Troyes.
Por cierto, a respecto de lo anterior, me gustaría hacer un pequeño comentario: Como decía al principio, Mundos Inconclusos es un blog dedicado principalmente a los juegos de rol de fantasía, con especial énfasis en RuneQuest. Por lo tanto, a la hora de escribir entradas sobre novelas que puedan guardar relación con el blog, me dedico exclusivamente a las que quedan categorizadas, sin lugar a dudas ni ambigüedades, como novelas "de fantasía". Ahora bien, sería un grave error suponer que, puesto que solo escribo sobre tales obras, esa es la única literatura que leo. Un error bien grande.
Incluso aunque las vivencias del desgraciado Gregor Samsa o del solitario Harry Hallet puedan contener elementos muy fantasiosos, no por ello me parece este un espacio apropiado para hablar de La metamorfosis o de El lobo estepario. Tanto Truman Capote como Charles Bukowski -mis dos escritores estadounidenses preferidos- tienen en su bibliografía relatos de corte sobrenatural (o antinatural). Pero no hablaré de ellos aquí, igual que tampoco dedicaré entradas a Yukio Mishima, Ernesto Sabato o Rodrigo Fresán. Son las suyas lecturas diferentes a la de la mayoría de obras de fantasía -que a menudo son más de evasión y entretenimiento-, y de carácter mucho más personal, así que no llegaría a comentar nada de las mismas, aun cuando en alguna ocasión también estos y otros autores hayan resultado influyentes en alguna partida mía. Si tuviese que elaborar un listado de escritores favoritos, sin distinción de género, alguno quedaría de los de fantasía, pero serían los menos.
En fin, volviendo a lo que decía al principio. Me gustaría hacer mención de algunos títulos que, por un motivo u otro, he encontrado interesantes y/o útiles a la hora de obtener mayor comprensión sobre algunos sistemas y entornos de juego. Los comentarios se hacen desde una perspectiva exclusivamente rolera, sin entrar a valorar los aspectos académicos de cada obra, que no soy experto en tales materias. La impresiones personales que he llegado a extraer de estos libros no son relevantes aquí. Baste con decir que son lecturas que he disfrutado mucho.
La Rama Dorada, de James George Frazer. En un ataque de ingenuidad, me hice con este libro pensando que podría usarlo para enriquecer el aspecto mágico de alguna campaña. Lo que encontré -recordemos, hablo como rolero, nada más-, es que este libro podría ser la raíz de la separación de los diferentes estilos de magia que desde la primera edición de RQ, han marcado tanto este juego como el mundo de Glorantha. Digo esto porque hay una fácil identificación de los mismos con la división en edades que hace Frazer sobre las creencias del hombre al respecto de la naturaleza (Magia, religión y ciencia se presentan de un modo que fácilmente se pueden identificar con el animismo, teísmo y hechicería de RQ y HQ).
Por otra parte, tampoco es que se pueda decir que este libro esté falto de ideas. Una casi inabarcable riqueza de ejemplos de prácticas mágicas repartidas a lo largo de multitud de culturas diferentes, que cualquier director de juego puede tomar como ejemplo o inspiración a la hora de detallar las creencias de alguna sociedad ficticia situada en su mundo de juego.
El Héroe de las Mil Caras, de Joseph Campbell. La forma en que en Glorantha se conciben los mitos y las búsquedas heroicas es una aplicación lúdica de la teoría de Campbell sobre el monomito de la búsqueda del héroe. Por no mencionar que esta clasificación en episodios ha sido empleada infinidad de veces en la ficción al punto de bordear el agotamiento del tema, a base de presentarlo en su forma más evidente. Comprender bien el funcionamiento de la aventura más universal resulta de lo más útil a la hora de preparar escenarios y campañas, aunque solo sea para apartarse de la versión más ortodoxa de la historia.
Hay varios libros más de Campbell disponibles, que también pueden resultar extremadamente útiles a la hora de desarrollar estos aspectos en un entorno de juego. Lamentablemente, algunos de los mejores -no El héroe de las mil caras, por suerte-, son publicados en España por la editorial Atalanta, que se caracteriza por los prohibitivos precios de su catálogo.
La Diosa Blanca, de Robert Graves. "Se non è vero, è ben trobato". Ese es el resumen de este genial e imaginativo libro. Leer el desarrollo de las teorías que elabora el autor es una delicia, aunque casi con toda probabilidad no se ajusten a la realidad. La diferencia de Graves con alguno de esos iluminados que llenan libros y libros con chorradas es su impresionante cultura. Una erudición que se encuentra a la altura de sus imaginativas ideas, con un resultado totalmente verosímil, incluso aunque sea erróneo.
En cualquier caso, esta obra de Graves ha tenido mucha influencia sobre multitud de obras de fantasía (entre otros géneros). Así, por ejemplo, no encontraremos mejor explicación sobre el culto de Ernalda y el resto de deidades femeninas que la rodean que el que ofrece la lectura de La Diosa Blanca. También resultará igualmente útil para campañas situadas en la Antigüedad.
Los Mitos Griegos, de Robert Graves. El autor hace doblete con este otro libro, una recopilación de mitología griega presentada de un modo que nos hace reflexionar sobre cuán estática es la visión que tenemos sobre algunas de estas historias. Y es que los mitos sobre un héroe o deidad podrían cambiar de un lugar a otro, y de un tiempo para otro. De modo que nuestras visiones sobre algunos mitos, incluso los más famosos, no son más que instantáneas tomadas de algo que durante siglos estuvo en continuo movimiento.
Graves repitió la fórmula, en colaboración con Raphael Patai, en Los Mitos Hebreos, que hace lo propio con los mitos del Génesis, detallando versiones diferentes a las incluidas en la Biblia. No está mal, pero es un trabajo menor comparado con Los Mitos Griegos.
Civilización Griega, de David Hernández de la Fuente y Raquel López Melero. En los entornos históricos, las obras de historiografía están bien para proporcionar el contexto, pero lo que de verdad se necesita para que el mundo pueda cobrar vida, con individuos mostrando actitudes y costumbres que no les haga parecer habitantes del siglo XXI trasplantados a otra época, es la información que nos haga saber cómo vivían. Cómo eran sus hogares, en qué creían, cuál era su actitud respecto a diversos temas, cómo se gobernaban, qué hacían para divertirse.
Este es un muy buen ejemplo de este tipo de obras. Realmente útil en una campaña de Mediterráneo Mítico, o incluso de alguna cultura trasunta de la griega situada en algún mundo de creación propia.
Caníbales y reyes, de Marvin Harris. Aunque toda la obra de Harris es buena, creo que este es el que más impresionó, aunque solo sea por haber sido el primero que leí, tanto de este autor como de Antropología en general. Y la perspectiva que ofrece esta ciencia es muy diferente a la habitual entre los trabajos de Historia.
Entre eso y la cantidad de detalles y costumbres explicadas aquí -algunas muy escabrosas-, este pequeño volumen debería servir para proporcionar muchas buenas ideas.
Hay varios trabajos más de Harris disponibles, y lo bueno es que los publica Alianza en su colección de bolsillo, por lo que resultan relativamente económicos.
La verdad es que podría ponerme a extender la lista con algunos títulos que por una razón u otra, no solo me gustaron, sino que les encuentro utilidad desde una perspectiva rolera (un rolero no lee ¡sino que se documenta para su siguiente partida!): La Historia de las Cruzadas, de Stephen Runciman, apasionante de leer; la más objetiva Las Guerras de Dios, de Chritopher Tyerman, el mejor libro que he leído sobre el tema; el fascinante relato del reino normando de Sicilia que escribe John Julius Norwich en Los normandos en Sicilia y Un reino al Sol; La monumental descripción de la Alta Edad Media de Chris Wickam en El Legado de Roma y Una nueva historia de la Alta Edad Media. Las diversas obras de Mircea Eliade, desde su enorme Historia de las creencias y las ideas religiosas hasta pequeñas monografías como Herreros y Alquimistas. Hay una inagotable fuente de tesoros esperando a ser saqueados para ciertas partidas.
Son unos pocos ejemplos, apenas una ínfima muestra de una enorme reserva. Algunos de ellos de lo más obvio, además. Y sin embargo, ninguno resulta imprescindible. Ya se sabe: Lo único que hace falta para jugar -y jugar perfectamente- es un juego, dados y lápices -suponiendo que se haga uso de estos elementos-, un grupo de amigos y algo de imaginación. Todo lo demás es accesorio, y resultaría de lo más esnob pretender que no es así. Ninguna de las lecturas que he listado o mencionado representan una condición sin la cual las partidas se van a resentir.
Aunque para algunos aficionados, sí son un añadido enriquecedor. Personalmente, encuentro muy satisfactorio poder dar uso a estas obras. Intento, si me resulta posible, ofrecer uno o dos detalles por sesión, pinceladas que den un poco de color a la partida, distanciándolas de mi fantasía genérica habitual. Y la búsqueda en sí de esos datos es un proceso que disfruto sobremanera.
No es imprescindible, pero si puede resultar útil.
Quizá más adelante me vuelva a animar y dedique alguna otra entrada a las obras que sirven como raíz del género de la fantasía: Homero, Sagas y Eddas, Materia de Bretaña y demás. Creo que el tema bien lo merece. Pero por ahora, basta de ponernos solemnes. Volveré a ofrecer reseñas sobre novelas de fantasía como he venido haciendo hasta la fecha, y creo que volveré a dejar aparcado el tema de las obras de no ficción como fuente de la que extraer inspiración, al menos por ahora. Mientras tanto, espero que se me perdone la autoindulgencia que en cierta forma ha supuesto esta entrada.
Coincido plenamente en que los juegos de rol inspiran a interesarse por temas y libros, que de otro modo nunca habría descubierto. Y me queda claro que aún tengo muchos libros por leer! De esa lista que mencionas solo me he leído "Los mitos griegos" de Robert Graves, pero el resto o ya estaban, o acaban de entrar en mi lista de libros por leer.
ResponderEliminarY, por cierto, a mí me encantaría que hablaras de todos esos libros más de ensayo.
Por cierto, sobre "Los mitos griegos", ¿no te parece un poco cansina la teoría de Graves de relacionar un mito sí y otro también con la historia del nuevo rey que mata ritualmente al anterior? No solo lo repite hasta la saciedad, por lo que recuerdo, sino que, encima, de paso eso le quita toda la magia a los mitos.
Bastante antes que Graves, Frazer articuló La Rama Dorada en torno a la costumbre de la muerte ritual del antiguo rey para ser sustituido por el nuevo. Graves la recupera con mucho más entusiasmo, sobre todo en La Diosa Blanca, donde también es parte importante de todo lo que cuenta y concibe.
EliminarPero es verdad que en Los Mitos Griegos las explicaciones del autor sobre las diversas cuestiones se pueden volver más bien cansinas. Particularmente porque rompen el ritmo de lectura de las historias, que son una delicia. No es de extrañar que haya alguna edición abreviada, donde esos comentarios han sido eliminados, dejando solo los mitos. La verdad es que en lo que se refiere a la parte de ensayo, La Diosa Blanca me pareció mucho mejor lectura, sin lugar a dudas.
Pero si no has leído el resto de libros que menciono, el primero que te recomendaría es el de Joseph Campbell. Aparte de ser una gran lectura, a mí al menos me resultó muy útil para comprender mejor algunas rarezas gloranthanas, como la idea del monomito jrustelano, o las búsquedas heroicas.
Un saludo.
"El héroe de las mil caras" lo tengo pendiente desde hace mucho tiempo, y en realidad lo descubrí al leer una conversación en los foros ingleses sobre Glorantha (!). ;-)
EliminarSobre la "cansinez" de Graves, no me cansan los comentarios "explicativos" de los mitos, sino que repita una y otra vez la misma teoría para explicarlo todo. Tal vez lo que ocurre es que preferiría que Graves estuviera equivocado. Pero bueno, ya te contaré cuando me lea "La Dama Blanca" y a ver si encuentro también otras interpretaciones históricas de los mitos para quitarme el mal sabor de boca. :-)
Eso es porque Graves lo reducía todo a una relación con el culto a la Diosa, poniendo el origen de los mitos en un tiempo en que esta religión sería mayoritaria, y el asunto del sacrificio ritual es parte de eso, por eso se repite tanto a la hora de dar explicaciones a los mitos. La Diosa Blanca va más o menos sobre lo mismo, pero explicado de una forma mucho más variada y con más detalles, una lectura mucho más amena.
EliminarNo tengo ninguna formación en el tema, así que no puedo opinar realmente con mucho conocimiento de causa. Pero me parece que los académicos no se toman muy en serio las teorías de Graves. Eso no quita que sean interesantes, y una buena fuente de ideas.
Como historiador te digo que no, que nadie se toma en serio a Graves. Sus ideas molan (sobre todo para nosotros, roleros siempre ávidos de nuevas referencias) pero nadie debería tomarselos como más que lo que son: un relato divertido e interesante.
EliminarJe, sí, ya me imaginaba eso. Por eso quería dejar claro que se trataba de comentar algo de estos libros específicamente desde el punto de vista de un rolero, nada más. Después de todo, La Diosa Blanca sí parece haber tenido influencia en varios autores, tanto de literatura como de juegos. Y es que es una gran fuente de ideas.
EliminarMi hermano ha estudiado Filología Clásica y me confirmó en su día que Graves era conocido en el mundillo por su erudición y su conocimiento enciclopédico de los mitos... pero que sus interpretaciones de los mismos ya eran harina de otro cantar ;).
EliminarEso sí, a mí me encanta la Diosa Blanca (con el que aprendí los secretos del dolmen de piedra no tallada ;), y los Mitos Griegos, precisamente porque les vi el sentido a los mitos, una explicación que me parecía mucho más lógica que simplemente pensar que eran bobadas e historias absurdas que se inventaban los hombres cuando aún eran niños.
O sea que probablemente Graves no tiene razón en su interpretación (porque hay que admitir que por ejemplo en la Diosa Blanca, hace unos saltos mentales más que arriesgados), pero me metió la idea de que los mitos no surgen de la nada, sino que evolucionan a partir de prácticas anteriores. O que los demonios de una religión pueden ser los dioses de aquella a la que han sustituido ;).
Vamos, que coincido plenamente en que "Se non è vero, è ben trobato" :D.
¡Ah, Cronista! Y si estás leyendo temas de argonautas... lee "El Vellocino de Oro", de Robert Graves. No sólo es una visión distinta del mito de los Argonautas, sino que tiene un Hércules y un Jasón que son una delicia de leer.
Esa es más o menos la impresión que tengo de Graves. Su erudición es enorme, con una gran riqueza de información en sus libros. Por eso pienso que es posible diferenciar entre sus teorías, muy entretenidas de leer, y los datos que aporta -de los que se puede aprender. Y me ocurrió algo parecido a lo que cuentas con su lectura, comencé a ver los mitos con una perspectiva diferente.
EliminarLa verdad es que he leído más obras de ensayo de Graves que novelas suyas -El Conde Belisario y poco más-, pero me apunto el título de El Vellocino de Oro. Gracias por el aviso.
El Vellocino está, o estaba en las bibliotecas de tu ciudad Cronista. Yo lo saqué alguna vez, pero no conseguí leerlo. Solía sacar más de un libro y en su día no consiguió engancharme. Seguramente ahora si lo haría. Pero me acuerdo un poco de Heracles :D, muy curioso.
EliminarLa verdad es que sueltas cosas y a veces vuelven como un boomerang, XD. Cuando te comenté aquella frase, creo recordar que lo hice porque me parecía que la novela Máscaras de Matar era la novela más gloranthana que había leído y no me atrevía a mandar la referencia a los señores de Glorantha para que la incluyeran en su listado. No me atrevía por mi nivel de inglés.
Y ahora vuelve el boomerang porque me has picado para que retome El Héroe de las Mil Caras. Y más adelante te pediré la Diosa Blanca. Porque además de tu recomendación es la fuente de una de mis canciones favoritas (la otra fuente es una tía buena universitaria que ahora será abuela).
Gracias por el aviso, aunque ya tengo localizado un ejemplar del libro. En cuanto le pueda hacer un hueco lo leeré. Y cuando quieras te presto el libro de Graves.
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