RuneQuest 6ª edición – Primer vistazo. Eso ponía como título de la
entrada del post.
No lo esperaba, la verdad. Había
oído algo de que estaban preparando un nuevo RuneQuest después de que Mongoose
Publishing dejara de ostentar la licencia del juego, pero no les había prestado
mucha atención. Ya le di una oportunidad a su primera versión del juego, que
resultó ser más bien decepcionante. Así que perdí el interés.
El post de RoleQuest (porque era
en ese blog donde descubrí el anuncio) lo puso todo patas arriba. Mientras leía
la traducción que Antonio Polo hizo de las impresiones que el juego había
causado en Sarah Newton, la curiosidad se tornó interés. Y el interés se volvió
en otra cosa. Como con la famosa magdalena de Proust, la lectura del texto me
hizo revivir tiempos pasados hace mucho, recordando cosas ya medio olvidadas. En busca del rol perdido. Je.
Mediados de 1991…
-¿Sabes? Me han dejado un juego
de rol. Por fin sabemos como es ¿Quieres verlo?.
-¿Sí? Claro, a ver –respondí con no poca curiosidad. Quien
hablaba conmigo era un amigo del colegio, compañero en la afición a los cómics
y la fantasía. Hacía pocos meses en los que habíamos terminado la EGB y empezamos
el instituto, cada cual en uno distinto. Junto con algunos amigos más, habíamos
andado nuestros primeros pasos tambaleantes en esto que con el tiempo llamarían, entre otras cosas,
frikismo. Los cómics, Los
librojuegos. La literatura de género. -.
Sobre los juegos de rol, habíamos
oído campanas, pero sin saber dónde. En los librojuegos de la colección
LuchaFicción (de los que poseíamos algunos) se incluía siempre una pequeña
reseña sobre Steve Jackson e Ian Livingstone. Parte de la reseña estaba
dedicada a una descripción de los juegos de rol:
Lo que hace únicos a los Role-Playing Games (sic) es su peculiaridad de necesitar un Señor
del Juego que presida, a modo de un dios, la aventura a la que se lanzan los
jugadores.
Eso había despertado mi
curiosidad. Los libros de Aventura sin
fin también hacían referencia a eso de los “Role-playing”, en sus últimas
páginas, sin explicar mucho, pero mostrando una ilustración fabulosa de un
guerrero haciendo frente a un dragón.
En fin, que sí. Quería ver cómo
era un juego de rol.
De modo que mi amigo me mostró el
libro. Y la portada era… No estoy seguro de qué es lo que esperaba ver en la
portada (el fulano que peleaba con el dragón, o algo parecido, probablemente),
pero seguro, seguro, que no era al pato Donald vestido con armadura de
caballero medieval (hasta con esas rayitas horizontales para poder ver en la
celada del yelmo), armado con una ballesta y una espada, en gesto desafiante.
-En realidad está muy bien,
aunque el dibujo sea tan chorra –Parece que ya se esperaba la impresión que iba
a recibir el libro- Es como el Heroquest (se refería al de tablero, por
supuesto, que por aquel entonces era una novedad reciente), pero puedes hacer
lo que quieras. Si te parece, puedo pedirle al dueño del libro que nos haga una
partida.
Respondí que sí, claro. El pato
ese había desinflado algo mi interés, pero todavía me quedaba bastante
curiosidad como para querer ver de qué iba la cosa. Así que acordamos quedar
para jugar una partida un par de días más tarde.
Así que, cuando llegó el momento,
el dueño del libro, que era otro amigo del colegio, me dio una ficha ya
preparada, llena de números, me enseñó unos dados muy raros y me explicó un poco cómo se jugaba.
No sólo algo de las reglas sino, ya sabéis, como se juega a un juego de rol.
Nos dirigió un par de partidas,
que jugamos en dos o tres tardes consecutivas. En ese tiempo, nuestros
personajes hicieron un viaje, arrostrando graves peligros, hasta llegar a un
pequeño pueblo, donde un prestamista nos contrató para que le ayudáramos, a él
y a su ayudante pato –sí, el de la portada- a proteger su local contra el
ataque de unos babuinos bandidos liderados por un centauro.
No voy a detallar mucho la
impresión que me provocó el jugar esas partidas. Desde entonces estoy
enganchado. A lo largo de los años he jugado… no sé, seguro que más de mil sesiones
de juego, muchas de ellas realmente magníficas, pero nunca, jamás, ninguna caló
tan hondo como aquellas aventuras en Apple Lane. Sólo puede haber una primera
vez para cosas que te marquen tanto. "Experiencia irrepetible" deja de ser un tópico para convertirse en descripción precisa.
Después de aquellas, vinieron
muchas más. Vivimos aventuras en el Paso del Dragón. Exploramos la Isla de los
Grifos. Navegamos por los mares del norte en un recio drakkar. Ofrecimos
nuestra lealtad de samurai a un daimyo que no la merecía.
Mientras tanto, vinieron otros juegos, y
otros mundos que explorar: Aquelarre, AD&D, Mundo de Tinieblas, Pendragón,
Pathfinder… Incluso HeroQuest, pues Glorantha no quedó tan apartada de nuestras
partidas como lo hizo su juego original. Porque, poco a poco, los libros de RuneQuest
fueron quedando relegados a un estante de mi colección, durmiendo un sueño de
los justos del que pensé que ya no despertarían. Seguía teniendo el mayor de
los respetos por el juego, pero ingenuo de mí, pensaba que no volvería a dar
uso a esos libros.
Pero ahora…
Todo eso lo rememoré mientras
leía las entradas de RoleQuest y algo hacía click dentro de mí. Así que de esto
se trata, me dije. Esto es lo que les debe de ocurrir a los de la Old School con D&D. Era algo que ya
había observado con interés y cierta admiración por los grognardos, aún cuando no comparto todos sus supuestos.
Incluso escribí algo sobre el tema en el Fanzine Rolero. Pero no lo había
experimentado personalmente. Hasta ese momento, con RuneQuest 6. Es curioso que
fuese con esta edición y no con otras, que ofrecen un sistema de juego
prácticamente idéntico. Pero así es como ha sido. Uno no elige estas cosas.
Como ya he mencionado, cuando
Mongoose publicó RuneQuest, seguí el asunto. Pero la cosa no estuvo a la altura
de lo esperado, así que me desentendí del tema. Cuando sacaron RuneQuest II, un
amigo –también muy aficionado al juego y, sobretodo, a HeroQuest y Glorantha-
trató de convencerme de que ahora sí, ahora habían hecho un buen trabajo. Pero
yo ya no tenía ganas de prestar atención a Mongoose, así que lo deje correr.
Luego oí que esta editorial dejaba la licencia, aunque seguía con el mismo
juego, cambiándole el nombre por el de Legend. RuneQuest pasaba a otra empresa.
Así que, tras devorar la
información ofrecida por Antonio Polo, de inmediato fui buscando obsesivamente
todo dato que pudiese encontrar en Internet sobre este nuevo juego. No había
mucho más, ya que el pdf llevaba a la venta apenas unos días. Visité la página
de The Design Mechanism, eché un vistazo por ahí y, sin pensármelo mucho,
realicé el prepedido del juego, recibiendo el pdf del mismo enseguida.
Baste con decir que el juego no
me decepcionó. De principio a fin, me parece un manual hecho de buenas ideas, a
la vez que mantiene aquellas que hicieron que tanto me gustara el juego en mis
comienzos roleros. De inmediato supe que la compra del manual no serviría meramente para
engordar mi colección, como ha acabado ocurriendo con algunas de mis últimas
adquisiciones, sino para darle un uso
práctico. Voy a dirigir partidas a este juego, las primeras partidas que
jugaremos a RuneQuest en quizá diez años. Una campaña, si me es posible. En las
últimas semanas, los viejos manuales han despertado de su sueño para descubrir
que siguen siendo grandes. Viejos y decrépitos al lado de los flamantes libros
de Pathfinder a los que me he aficionado durante el último par de años. Pero, como
Cohen el Bárbaro, no han perdido ni una pizca de su vigor, a pesar de las
apariencias.
Incluso me he decidido a iniciar
este blog. No tengo intención de que sea algo monotemático de este juego, pero
al menos al principio, la mayor parte de lo ofrecido versará sobre RuneQuest.
Más adelante, pues ya veremos.
Saludos, viejo amigo! Hace un par de días coincidí con otro viejo amigo (el gran Colau), y me comentó la existencia de este blog. Después de curiosear un poco por las últimas entradas... y darme cuenta de lo desconectado que estaba del mundo del rol (ya me comentó Colau la evolución en muchos aspectos del juego), seguí una vieja costumbre cuando visito un blog por primera vez: echar un vistazo a la primera entrada, para ver los orígenes, que suelen marcar mucho.
ResponderEliminarY me ha resultado agradablemente nostálgico encontrarme precisamente con estos orígenes. La anécdota de Apple Lane la recuerdo exactamente como la cuentas (la situación, el tiempo, lo perdidos que estábamos y lo ansiosos por conocer lo que era un puñetero juego de rol...), salvo un pequeño detalle: si es cierto que te dije que el libro me lo había prestado "un amigo", te mentí como un bellaco. Y aunque no lo recuerdo, supongo que sería así, y te dije eso por vergüenza de haber comprado el dichoso libro con la portada del pato Donald de armadura, jejeje
Pero no solo estaba el tema del pato en la portada, sino que igual en esos momentos ya me había dado cuenta de que no había forma de jugar a rol nada más con ese libro. Era lo que tiempo después ya sabríamos que era un suplemento o aventura preparada para jugar con otro libro en el que se detallaban las reglas.
Pero en aquellos momentos no teníamos ni idea. Yo me pasé por Ali i Truc, adonde llegué porque me llegaron rumores de que podían haber 'juegos de rol', pregunté, y en la estantería donde se supone que estaban, nada más quedaba este del pato. Y así comenzó la historia. Otro orígen que marcó mucho.
Hola, Dani:
EliminarLa primera vez que vi el libro de Apple Lane fue en casa de V., que me contó que se lo habías prestado. Así que "el amigo", en realidad eras tú :).
A mí me ocurrió lo mismo que a ti con Apple Lane. V. me contó que en Séneca Jove vendían juegos de rol, y allí fui. Los tenían amontonados en una caja de cartón en un rincón, y tras revisar, me decidí por el más barato... que resultó no ser un manual. Ni siquiera era de un juego de rol, sino un suplemento de Battletech.
Un saludo.
Un ejemplo más de como la mente es poco de fiar, y de como, cuando no le acaba de encajar, adapta los recuerdos :)
ResponderEliminarya me había visto yo como jugador, y en realidad fue el director de juego de esa historia. mi primera experiencia como jugador en runequest fue en realidad otra, en mitad de una campaña a la que fui invitado por otro amigo del barrio (R.R.R.) , que más tarde intenté conseguir completa, pero en aquellos tiempos no lo conseguí.
Las Minas de Mindolluín, supongo. Llegué a dirigir esa campaña, aunque no la acabamos (un pequeño problema de Total Party Kill).
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