En el género de fantasía, hay muchas novelas en las que el autor ha puesto su énfasis creativo en el mundo que describe, aquel en el que los protagonistas viven sus historias (China Mieville con su Bas-Lag es de este tipo, al igual que el paradigma del género, la Tierra Media de J. R. R. Tolkien). Otros autores muestran preferencia por sus personajes, a los que se trata de detallar con la mayor profundidad posible (Fritz Leiber hizo esto con Fafhrd y el Ratonero Gris, sobre todo en sus últimas aventuras, y Joe Abercrombie destaca por ello hoy día).
Más complicado resulta encontrar autores que incidan especialmente en la elaboración de una atmósfera, de un estado de ánimo que impregna cada página y que, en ocasiones, puede incluso contagiar al lector mientras continúa con la lectura. Lograr esto no es poca cosa, requiere de talento y sensibilidad estética. Varios de los cuentos de Lord Dunsany son así, y ahora mismo no se me ocurren otros nombres que asociar al de Mervyn Peake, autor de los libros conocidos como trilogía Gormenghast.
Lo de "trilogía" es engañoso. Hay tres libros sobre el personaje central de esta serie, Titus, septuagésimo séptimo conde de Groan: Titus Groan (1949), Gormenghast (1950) y Titus Solo (1959). Al parecer, la intención de Peake era la de escribir unas cuantas entregas más, detallando toda la vida de este personaje, entremedias de sus otras creaciones (novelas, cuentos, obras de teatro, pinturas, etc.). Murió, víctima del Parkinson, antes de poder proseguir con ello.
Minotauro publicó las tres entregas existentes de la serie a principios de los noventa. No estoy seguro de si hay ediciones posteriores. Llevaba yo varios años oyendo loas y alabanzas a estos libros, lo que me despertó interés suficiente como para no dejar pasar la oportunidad, una vez ésta se presentó, de leer alguno de los mismos. Por ahora he terminado con Titus Groan.
¿Y de qué va?
En algún lugar nunca determinado, ni espacial ni cronológicamente, se encuentra el castillo de Gormenghast (hay un pueblo miserable en sus afueras, y un territorio que parece desolado y casi deshabitado más allá, pero todo gira en torno a Gormenghast). Es una fortaleza enorme, un complejo inmenso de edificios llenos de cámaras y pasillos. Un lugar a la vez imponente y en decadencia, habitado por los más extraños individuos. Está el conde Sepulcravo, melancólico y dedicado a su biblioteca; su esposa la condesa, preocupada sólo por los gatos blancos y los pájaros que acuden a su llamada; Fucsia, hija de ambos, una adolescente que debe madurar sin ayuda de nadie; las hermanas de la condesa, gemelas, mezquinas y estúpidas, pero de lo más inquietante; y toda una pléyade de miembros del servicio: el grotesco cocinero, el criado personal del conde, el doctor, la vieja niñera... y Pirañavelo, un ambicioso y prácticamente sociópata joven deseoso de medrar en el enmohecido statu quo del castillo.
La vida en Gormenghast no es precisamente animada. La principal función del conde parece ser la de presidir una sucesión inacabable de ceremonias, ritos de los que nadie recuerda su origen ni su razón de ser, pero cuya rutina es de una inercia imparable.
Todo comienza a cambiar el día del nacimiento de Titus, heredero de la fortaleza. Desatendido desde el primer momento por sus padres, queda al cuidado de su niñera y su hermana mayor, una vez esta ha superado la frustración de no ser hija única. Pero en realidad, el futuro nuevo conde de Groan no es un personaje importante en esta historia, que abarca el espacio de sus dos primeros años de vida, aproximadamente.
En su lugar, todo versa sobre las maquinaciones, intrigas, disputas y mezquindades de los habitantes del castillo. Sometidos a una forma de vida casi surrealista, sus odios, celos y ambiciones, no por ser absurdos, son menos poderosos. Y ahí es donde entra la prosa del autor. Un lenguaje riquísimo, lleno de recursos estilísticos sin llegar a ser recargado ni molesto. Capaz de describir la grotesca, triste y solitaria vida de los habitantes de Gormenghast con habilidad y un refinado sentido estético. A menudo se encuadra la serie como si de literatura gótica se tratase, y aunque algo de eso hay, pienso que el autor empleó algunos recursos y tropos de ese género, pero incluyendo una fuerte dosis de surrealismo.
No me sorprende, tras la lectura de este primer volumen, lo bien que se habla de esta serie. Y en cuanto tenga ocasión pienso proseguir con los otros dos libros. Conclusa o no, los valores intrínsecos de cada uno de estos libros lo merecen.
Lo lei hace un tiempo, en una época en que tenia bastante tiempo libre (me había roto la rodilla y no tenía mas remedio que pasar mucho tiempo reposando tras la operación), así que pude sumergirme a fondo en ese mundo, y tuve incluso tiempo para hacer mi pequeña reseña. Te la dejo por aquí, como mera anécdota, ya que tampoco cuenta nada adicional a lo que has comentado. Me gustó bastante, pero todavía no me he animado a conseguir los dos siguientes... creo que estoy esperando a volver tener una lesión importante para tener tiempo de verdad ;)
ResponderEliminarhttp://aprendizdeto.blogspot.com/2009/08/titus-groan-mervyn-peake.html
Bueno, tampoco es cosa de esperar a cascarse una rodilla para poder ponerse con un buen libro, que la salud va primero ;).
EliminarNo tenía ni idea de que hubieses estado escribiendo un blog. Le iré echando un vistazo.
Es uno de mis libros de referencia. Buena recomendación.
ResponderEliminarLlevaba ya años con la mosca en la oreja oyendo hablar de la calidad y singularidad de esta novela, y la verdad es que tras terminarlo no puedo sino estar de acuerdo con ello.
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