domingo, 11 de septiembre de 2016

Ludo Ergo Sum 2016: Sábado

Escribo esta entrada bastante cansado después de una jornada larga y, en su gran mayoría, muy agradable.

Hoy sábado llegamos con algo de retraso a la entrada, y además cargados con unas nueve bolsas llenas de manuales y suplementos para poner a la venta en el mercadillo, de parte de un tercero. Dejo a mi anfitrión -estoy pasando unos días como invitado en su casa- en el puesto correspondiente, con una buena tarea por delante, y me sumo a la cola para inscribirse en las partidas, saludando de paso a alguno de los que, llegados antes, ya tenían plaza en alguna de las numerosas mesas -aunque unas cuantas quedaron sin ser utilizadas-. Al fin llega mi turno, y tengo suerte. Todavía queda una silla libre para jugar el escenario Batirse el cobre, escrita y dirigida por Velasco -y que se incluye en The Phlogiston Books nº1-, para, obviamente, Clásicos del Mazmorreo.

No voy a desvelar nada sobre este embudo para una turba de PJ de nivel cero -cuatro para cada jugador-, excepto que la encontré divertida. Es la primera vez que juego un embudo desde el otro lado de la pantalla -los he dirigido en un par de ocasiones- y lo pasé bien. Descubrí las nefastas consecuencias que puede conllevar tocar algo que debería dejar tranquilo, ir demasiado tiempo encabezando el grupo y, lo mejor de todo, como el cadáver de un compañero caído puede salvarte la vida sencillamente a base de subirte encima.

Seis PJ muertos más tarde -dos de ellos eran de los míos- alcanzamos la victoria, o algo por el estilo. Mis felicitaciones al Juez y al resto de jugadores, gracias a quienes pasé un muy buen rato.

Terminada la partida del turno matinal toca la pausa para comer. En compañía de un grupo numeroso nos dirigimos a un restaurante cercano. Allí, entre unas cuantas fuentes de raciones diversas y alguna que otra jarra de clara, comparto una muy entretenida conversación sobre escritores de fantasía con Rubén, Erekibeon y Roberto Alhambra, los comensales más cercanos a mi propio asiento. Los tres resultan tan simpáticos como inteligentes y conocedores del género, lo que vuelve muy amena la discusión. Sé que resulta repetitivo, pero al final son ratos como estos los que más hacen que tenga ganas de volver a las LES año tras año.

Y lo mismo se puede decir de Alfonso García. Para el turno de tarde decidí, igual que el año pasado, no inscribirme en ninguna partida, y en su lugar deambular un rato tranquilo por el recinto. Además, ya había quedado con Alfonso para tomar unas cañas y charlar un rato en un bar cercano al polideportivo en el que se celebran las jornadas. Compartimos algunos cotilleos y rumores sobre el futuro de Mythras y también sobre Savage Worlds, juego en el que HT Publishers se han volcado la mayor parte del último año. Alfonso también es el traductor de Todos para uno, Regime Diaboliqué, juego de espadachines en la Francia de la primera mitad del siglo XVII. Tuve ocasión de echar un vistazo al juego hace unos días, y lo encontré intrigante, más aún después de algunos comentarios de Alfonso sobre la ambientación.

De regreso al pabellón, contemplo con cierta envidia a quienes juegan la espectacular partida que Josema Saga está dirigiendo, Bride of the Black Manse. La escenografía que utiliza resulta espectacular, y eso que ya me había dejado muy impresionado cuando, durante el turno de mañana, pude observar algo de la partida que estaba dirigiendo, del juego en ciernes Máscaras del Imperio. Una pasada.

También tengo ocasión de saludar a Bester, que participa en la dirección de una partida de D&D5 con nada menos que tres mesas coordinadas -creo que Turbiales era otro de los directores de juego-, partida que llega a un abrupto final cuando el villano del escenario, un dragón, cae con cierta facilidad a manos de uno de los grupos, por lo que pude colegir. Vítores de los vencedores y fin de la partida.

Finalizada la jornada del sábado, nos retiramos. Unos cuantos habíamos previsto ya ir a cenar a Pirata´s, al que ya fuimos el año pasado. Pero a los cinco que íbamos inicialmente se nos van sumando otros colegas de afición, y al final somos unos quince o dieciséis los que llegamos finalmente al restaurante. De nuevo, una cena amenizada con buena conversación.

A la salida del local, nos despedimos de quienes no volverán mañana a las LES, como Jan Cantor o Roberto Alhambra. Para quienes sí tenemos ocasión de asistir a la última jornada, llega también el momento de retirarnos.

Y eso es lo que pretendo hacer ahora, que ya es tarde y mañana toca madrugar.

7 comentarios:

  1. Un placer coincidir por alli. Hasta la próxima :)

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    1. Eso espero. Como siempre, es muy pronto para saber si podré asistir a la siguiente edición, pero seguro que me gustaría.

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  2. ¡Qué mal me sabe lo de la partida del viernes! A mí ya me ha pasado un par de veces en otras jornadas.

    Me hubiera encantado coincidir contigo en alguna partida, pero coincido contigo que ya el poder reencontrarse y charlar es razón más que suficiente para acudir a las LES.

    ¡Un abrazo y hasta pronto!

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    1. Yo me quede sin poder jugar al CDC :(

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    2. @JoseÇ: Ah, qué se le va a hacer. Fueron varias partidas en cada turno las que quedaron desiertas, así que al menos puedo pensar que no se debió a un rechazo específico contra RQ. Aunque tendría que aprender a venderme mejor...

      Un saludo :).


      @Albertini: Pues es una lástima. La que jugué con Velasco fue muy divertida, y estoy seguro que la de Jose también. Además, siempre sorprende con el atrezzo y la escenografía con la que adorna las sesiones de juego.

      Si más adelante tienes ocasión de jugar con alguno de los dos, no lo dudes.

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  3. Yo pude pasarme el sábado y me lo pasé genial, partida de comandos de guerra por mañana y de Cultos Innombrables por la tarde.

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    1. Conozco el Comandos, que me gustó por lo exhaustivo de su documentación. De Cultos Innombrables sé poco, aparte de que es Hitos con los Mitos de Cthulhu y algunos giros. Pero conozco a gente que ha jugado y lo ha pasado bien. Aunque encontré curioso que no hubiese ninguna partida de La Llamada de Cthulhu, por ejemplo.

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