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sábado, 1 de febrero de 2014

Merrie England (Sesión 2)

Bien, poco a poco la campaña va asentándose. En esta sesión jugadores y PJ fueron familiarizándose con algunos de los habitantes de Whitlingthorpe, estableciendo algunas relaciones con los mismos, y descubriendo que hay gente más bien rara también por ahí. Algunos de los PJ ya están comenzando a planear sus propios movimientos...

Y, bueno, SPOILERS.

Han transcurrido algunas semanas desde que el monarca pasara por el pueblo. Los PJ han comenzado a asentarse en el lugar. Gwenger ha tomado su trabajo como herrero local, realizando tareas que le dan para vivir pero de las que no podrá aprender nada nuevo, algo que tendrá que remediar si quiere convertirse alguna vez en maestro armero. David ben Sharon se ha instalado en una casa del pueblo, oficiando como escribano y, de vez en cuando, como sanador, disimulando entre cataplasmas y vendas sus habilidades mágicas para la curación.

Sir Antoine descansa, pensando en su futuro. Ahora tiene dos caballos de guerra, lo que le provoca muchos gastos. La armadura de cota de mallas ganada en justa lid tiene un valor de varias libras de plata, pero no puede venderla y es demasiado pequeña para sus medidas. Gwenger tal vez podría tratar de usarla para hacer una armadura de mayor tamaño, pero el caballero normando, por el momento, no confía demasiado en las habilidades del oficial herrero.

Alguien se ha unido al grupo en sus habituales reuniones en la posada local. Dahl, un oriundo de Whithlingthorpe, que se gana la vida como puede: juglar, buhonero y lo que se tercie. La amistad de Dahl resulta ser de mucha ayuda para los recién llegados, que pueden hacer uso del don de gentes del sajón para tratar con los habitantes del pueblo.

Una tarde, casi de anochecida, llega un forastero a la posada. Eso no es de extrañar, hay mucho tráfico en el Camino del Norte, pero este forastero decide quedarse un tiempo en el pueblo en busca de trabajo. Su nombre es Martin Goodfellow, y es un maestro constructor. Dahl averigua algunas cosas hablando con él: Ha llegado recientemente de Tierra Santa, donde estuvo en calidad de peregrino, y ahora busca trabajo. Hay un muro semiderruido cercano a la posada, que lo une con la vivienda de Stephen el Rojo ¿Quizá el posadero estaría interesado en pagar a Martin por su reparación? Dahl le promete hablar en su nombre, pero cuando el posadero se aproxima, el constructor parece sorprendido, y poco después se levanta para marcharse rápidamente de la posada.

Sin embargo, Martin decide quedarse en Whitlingthorpe. Al día siguiente se presenta en casa de Dahl, pidiéndole que interceda por él ante Stephen. El PJ accede, y convence a Joanne, esposa de Stephen -quien ha ido al molino para que le muelan el grano-de contratar a Martin. El constructor, agradecido, ofrece una pequeña cantidad a Dahl por su ayuda, además de ofrecerle algo de trabajo si quiere, para él y para algunos hombres más. El buhonero piensa en David y Gwenger, y promete su ayuda a Martin.

Al día siguiente el grupo -Sir Antoine ha acudido más por curiosidad que por otra cosa, tiene interés en cómo trabaja el maestro constructor- se reune con Goodfellow en el linde del Bosque de Rockingham. Allí, Martin les pide que le traigan unas cuantas varas rectas, de unos diez pies de longitud. Al cabo de un rato los PJ regresan, sin otro percance que una pequeña caída de Dahl mientras trepaba a un árbol. Martin ata unos trapos teñidos de rojo a las varas y envía a cada PJ a un punto distinto, pidiéndoles que se mantengan allí, con la vara erguida, hasta que oigan sonar el cuerno que lleva consigo, reuniéndose entonces en la Iglesia de San Miguel.

Al cabo de un rato, el cuerno no suena, pero sí lo hacen las campanas de la iglesia. Los PJ acuden rápidos, temerosos de que algo malo haya ocurrido. Encuentran a Martin, que parece herido, con la ropa desgarrada. Les cuenta que ha caído mientras intentaba subir al campanario de la iglesia. Mientras le atienden, Sir Antoine avista una sombra en el campanario, que se desvanece enseguida. El constructor afirma que todo ha sido un accidente, y no le da mayor importancia. Quda con los PJ para continuar el trabajo al día siguiente.

Pero al amanecer del nuevo día, cuando Gwenger sale de su casa situada junto al río, encuentra el cuerpo de Martin tendido en la orilla, su cráneo hendido por algún fuerte golpe. Pronto una pequeña multitud se reúne alrededor. David examina el cuerpo, y encuentra una bolsa con peniques de plata, parece que lo robaron después de matarle. También encuentra, oculta en un bolsillo interior de su túnica, una nota de cambio de los templarios, por valor de cinco libras, una cantidad considerable. Sin que nadie más se percate del hallazgo, David escamotea la nota. Va a nombre de Martin Goodfellow, pero no debería ser demasiado difícil, razona hacia sus adentros, buscar a alguien que se haga pasar por el constructor para cobrar el importe.

Mientras, continúan las pesquisas. Algunas personas mencionan haber visto a Martin salir por la noche, borracho, de la posada, donde estuvo bebiendo mucho mientras murmuraba algo, hablando solo. Algunos piensan que fue algún accidente extraño. Otros, que algún ladrón le asaltó durante la noche. Sin alcanzar ninguna conclusión, el Hermano John, el monje benedictino que atiende La Iglesia de San Miguel, acompañado del sepulturero local, se llevan el cadáver. Los peniques que el difunto llevaba encima servirán para pagar el funeral.

Los PJ, por supuestos, no están nada convencidos sobre lo que pueda haber ocurrido. Recordando que Martin pareciá evitar a Stephen, Dahl aconseja preguntar al posadero. Cuando hablan con él, Stephen comenta no haber reconocido a Martin, lo que les suena sincero a los PJ. Claro que, tampoco lo vió demasiado. Fue su Joanne quien le contrató, recuerda a Dahl, aunque el posadero tuvo que confirmar el acuerdo. No le prestó mucha atención cuando estaba en la posada, otra cara borrosa entre las muchas que cruzan por allí. Y le vió trabajar a la distancia, con la cuadrilla que había reclutado para reparar el muro.

Mientras hablan con Stephen, llegan dos forasteros al establecimiento, que saludan al posadero como un viejo amigo. Éste, sorprendido, se reúne con sus dos viejos camaradas, Jack y John el Blanco. Son dos soldados veteranos, como él mismo antes de abandonar el oficio de las armas para regentar la posada que había pertenecido a su tío. Los dos, por cierto, son hermanos laicos de la Orden del Temple. Les conoció años atrás, cuando el propio Stephen portaba la cruz en Tierra Santa...

Por supuesto, todo esto dispara las alarmas de los PJ, sabiendo que Martin había regresado recientemente de Jerusalén, según les había contado. Y los dos veteranos hombres de armas no están aquí por casualidad. Preguntan por la descripción de un hombre con la descripción del propio Martin, con quien, afirman, habían acordado encontrarse en este pueblo. Sorprendidos por la noticia de la muerte del maestro constructor, abandonan pronto la posada, tras hablar un rato con su antiguo camarada de armas.

David sospecha. Pensando en la nota de cambio, pero sin revelar su existencia, convence a sus compañeros de que deberían vigilar el cementerio tras el funeral de Martin, que será a la mañana siguiente. Reticentes, el resto de PJ finalmente accede, excepto Gwenger, que se niega. 

El día lo dedican a registrar el exterior de la iglesia, con el permiso del Hermano John, incluso descolgando a David por el campanario, atado a una cuerda, para que busque algo en lo que pudiese haber estado interesado Martin allí. No dan con nada relevante. Oteando desde el campanario, Gwenger, que tiene él mismo nociones de ingeniería, no es capaz de identificar qué podría estar buscando Martin con las varas señalizadoras. Ningún sistema de medición que él reconozca, al menos.

Por la noche están preparados cuando ven surgir, en la oscuridad, dos figuras que se internan en el cementerio junto a San Miguel. Llegan hasta la tumba de Martin y comienzan a cavar. Tras un rato, Sir Antoine, ofendido por la profanación, decide poner fin a la fechoría. Interpela a los dos hombres para que se rindan, dándose cuenta en ese momento de que ambos van armados y protegidos con recia armadura de anillos... mientras que él, aunque con espada y escudo, está desnudo en comparación, sin portar su propia armadura.

Comienzan a luchar. Dahl, armado con una daga, ataca a uno de los dos profanadores, mientras intentaba salir de la fosa. Sir Antoine se enzarza con el otro, armado con una espada. Tras ellos oyen la voz de David, entonando unos ensalmos en su lengua. El combate va mal para los PJ. Antoine recibe un feo golpe en el brazo derecho, que le hace soltar el arma y caér transido de dolor. Dahl tiene más entusiasmo que habilidad, y su escasa fuerza (Mod. de daño -1d2) le hace un adversario poco temible.

Pero en ese momento, un resplandor parece rodear al caballero herido y a Dahl, a la vez que del suelo se alzan unos grandes puños de piedra que golpean con dureza a sus adversarios. Los dos guerreros, sin perder la calma pero alarmados por la nueva amenaza, huyen del lugar, sin ser alcanzados por la daga que Dahl arroja, ni por un nuevo conjuro entonado por David ben Sharon.

David continúa usando su magia, en esta ocasión para sanar las heridas de Sir Antoine que, en cuestión de una hora, tiene el brazo perfectamente sano, aunque con una indeleble cicatriz, recuerdo de su lucha. En ese tiempo, Dahl ha avisado a Gwenger. De nuevo todos juntos, se fijan en algo aún más sorprendente: El ataúd de Martin, caído y roto durante la lucha, contenía piedras, no un cadáver.

El cambio, piensan, tuvo que hacerse en la Iglesia, cuando el Hermano John y la Hermana Mary (la joven monja que ayuda al benedictino) velaban el cuerpo. Así que van hasta la casa en la que ambos habitan. Hay rumores sobre la pareja: ambos son jóvenes, el Hermano John es apuesto, y la Hermana Mary -que viene enviada desde el cercano Convento de Whitling, señor feudal del pueblo- es muy bella, y viviendo juntos... Pero a nadie parece importarles, pues prestan mucha ayuda a la comunidad.

En plena noche, les despiertan en la casa que habitan, cercana en unos cientos de metros a la Iglesia. John, sorprendido por lo que oye, niega conocimiento del asunto. Cuando se presentó por la mañana, tras dejar el cuerpo durante la noche en la iglesia, amortajado y preparado para la supultura, encontró el féretro cerrado. Pensó que lo había cerrado el sepulturero, y sin más ceremonia, acompañó al cuerpo hasta el cementerio (más tarde los PJ, al hablar con el sepulturero, descubren que éste también había encontrado cerrado el ataúd al llegar a la iglesia, y pensaba que lo había cerrado el benedictino). Los PJ quieren acudir a la iglesia y registrarla, a lo que John accede, con excepción de la cripta, donde no puede bajarse. Además, les dice, la iglesia está guardada.

¿Cómo? Se sorprenden los PJ, al enterarse de que hay alguien que vigila el templo durante la noche. Un viejo al que John llama Perro Negro Bennie. Es un poco extraño, admite el monje, pero Bennie ya estaba en la iglesia antes de su propia llegada. Al parecer cuida el lugar durante la noche. Los PJ insisten en conocer a Bennie.

Es un viejo extraño, por lo que descubren. En la iglesia, antes del amanecer, John acompaña a los PJ, y junto se encuentran con el tipo. Un viejo de pequeña estatura, la piel ajada, feo y malencarado (pero no tanto como David y Sir Antoine) que les amenaza con "tratarles igual que a aquel albañil que trató de subir al campanario sin permiso". Al decirles esto les muestra un látigo. Así que parece que fue Bennie quien empujó a Martin, y a quien Antoine debió distinguir en lo alto del campanario.

Con las dudas y las preguntas amontonándose unas encima de otras, los PJ regresan al pueblo mientras amanece. Allí, una de las hijas de Stephen les encuentra, y dice a David que con el posadero hay un extraño que pregunta por él. Bueno, al menos pregunta por un médico judío. Cansados pero picados por la curiosidad, todos acuden a la posada. Allí, con Stephen, hay un hombre con ropas de viajero, armadura de cuero tachonado de hierro, y espada al cinto. Se presenta como Robert Longfellow, y afirma estar buscando a un supuesto médico judío que se dedica a asesinar cristianos, para profanar sus cadáveres, mutilándoles después de forma horrible.

Vaya, que casualidad, piensan los PJ... Cuentan lo que ha ocurrido, y Longfellow, asegurando que debe de ser cosa del criminal que persigue, se dispone a continuar su camino. Según cuenta, el asesino se dirige al norte, hasta Lincoln, y probablemente no se ha parado más que un día en las cercanías del pueblo. Ese debe de ser el asesino que buscan. Sin perder más tiempo, el forastero se marcha de allí.

En el pueblo dan el asunto por resuelto, pero los PJ tienen la intuición de que, de algún modo, el misterio no ha hecho más que comenzar...

***

La sesión no tuvo apenas combate, tan sólo el encontronazo, resuelto en un par de asaltos, con los dos profanadores de tumbas, que los jugadores sospechan, son los templarios laicos Jack y John el Blanco (luchando en plena noche, sin iluminación, resultaba difícil comprobarlo). En cambio, la sesión estuvo mucho más centrada en el misterio que rodea la estancia de Martin Goodfellow, su muerte y la desaparición del cadáver. 

Y aún más en el proceso de familiarizar a los jugadores con el pueblo y sus habitantes, varios de los cuales parecen tener sus propios secretos. Al principio la sesión iba lenta, bastante fría -siempre me pasa cuando hay que ir presentando PNJ a los jugadores, y esperar a que vayan recordándoles a todos- pero a medida que iba avanzando, cuando se desgranaban nuevos datos, y los jugadores ya iban archivando nuevos datos sobre el pueblo, la partida ganó mucho en fluidez. Al cabo de un rato, los jugadores ya discutían sobre los distintos PNJ, elaborando teorías, a la vez que alguno ya comenzaba a perfilar planes propios, aunque por el momento nada grandioso. Dahl tratando de trapichear para sacar unas monedas, Gwenger buscando un modo de aprender las artes del maestro constructor, David elucubrando cómo cobrar la nota de cambio del muerto. En general, la sesión me dejó buena impresión, con los PJ cada vez más integrados en el marco de campaña.

5 comentarios:

  1. está chulo el argumento de las sesiones.

    ¿cosecha tuya?

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    1. Que va, hace un montón de tiempo que no dirijo un escenario preparado por mí :(

      Se trata de una pequeña campaña que se incluye en el suplemento. Unos cuantos escenarios cortos. Me recuerdan un poco a Rincón, un suplemento de Aquelarre.

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  2. ah, pues están bien, y la narración es amena de leer.

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  3. Me ha gustado :).

    ¿Lo del médico judio, seguro que no es David? :D Yo creo que lo han cazado, o tiene un competidor.

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    1. Que ellos sepan, no. Pero como es el único hebreo del pueblo, y además con su irresistible carisma (CAR 3), más de uno habría estado dispuesto a pensar eso. Pero el tipo que contaba toda esta historia negó que fuese David.

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